Mis queridas amigas y amigos, estaba repasando mentalmente todos los géneros en los que he trabajado en mis fanfics. He trabajado muchos géneros distintos, pero hay un género que aún no he trabajado y me rondaba por la cabeza, ahora que he terminado con el Fic de "La madre de Vegeta" y seguramente avanzaré bastante otros tantos, comenzar, como proyecto personal, un fic de TERROR... realmente he leido sólo un sólo Fic de Dragon Ball de terror que me ha hecho temblar de miedo (aunque no recuerdo cual es y me dio rabia porque acababa fatal). En esta ocasión me propongo hacernos temblar... Espero conseguirlo, aunque como en todas mis historias habrá un poco de todo, claro, hasta humor y romance. Dado que esto es un experimento, no se si me va a salir. Lo que si os digo es que en parte está inspirada en un fic en inglés cuya lectura os recomiendo, que se titula "Legends never die", y que podeis leer en de la pluma de la autora Royal Devil, voy a resucitar a un personaje que sólo ha tenido en la serie apenas 1 minuto de gloria. Se trata del Super Saiyajin Legendario. Voy a tomar de esta autora una interesante teoría acerca de cómo fue que no murió semejante especimen de saiyajin, de como los saiyajins llegaron a Plant, y además, voy a sumarme a su interés en emparearlo con Bra, y voy a situar a Goten y algunos personajes en un punto muy cercano a como ella los presenta, pero por lo demás, mi historia será completamente distinta, y sobre todo, con muuucho más mieeedoooo. Aunque como toda película de miedo, el verdadero terror no comenzará en el primer capítulo, aunque si el suspense y habrá escenas como os digo de todo tipo en medio. Saludos cariñosos, SuperBrave.
T E R R O R
Capítulo 1: Hace 3000 años.
Hace 3000 años, una luz cegadora arrasó el cielo de Vegetasei. El fulgor dorado acompañado de un poderoso grito animalístico y desgarrador partió en dos la corteza del planeta amortajado. Miles de volcanes recien surgidos de la tierra estallaron en erupción violentamente. El cielo se llenó de nubes de cenizas que escondieron el sol que había brillado radiantemente hasta hacía apenas unos minutos atrás. Todo se volvió negro, sucio, tenebroso, a pesar de ser medio día.
Por el efecto de las sustancias diseminadas por los volcanes, las reacciones químicas provocaron que el agua de los mares se transformase en ácido y las criaturas del mar chirriaron de dolor mientras sus cuerpos se retorcían en una agonía interminable. Los vapores salados emanaban mezclados con el olor a carne cocida y los cuerpos masacrados por tales fuerzas de la naturaleza emergían a millares conformando una masa sanginolenta y densa de olor nauseabundo. El mar se volvió rojo, de sangre y putrefacción. Todo ser viviente flotaba ahora en miles de kilómetros de aguas densas. Desde el espacio, el planeta que fue próspero y hermoso, que tenía océanos azules y cielos celestes, dejó de tener mares, ya no se veía agua, sino una capa oscura de muerte.
Pero en la tierra firme era mucho peor. El aire se volvió irrespirable, como un veneno cruel que se instalaba en los pulmones de las gentes. Salieron de sus casas para divisar la oscuridad, alarmados por el temblor de tierras a sus pies, por el calor creciente, por el olor penetrante... determinados a luchar contra el enemigo que osare atacar a su raza, encontrando que no había lucha posible, sino matanza. El cielo escupió piedras, y llamas, y cenizas ardientes.
Muchos se refugiaron en sus casas, otros volaron hasta las montañas para encontrar una muerte más rápida. Los que huyeron al mar pensaron al principio que un maremoto se había tragado el agua. Más entonces, sus cerebros cabilaban que el agua estaba bajo la mole de muertos que se divisaban en la superficies.
Los que se quedaron en sus casas fueron los últimos en morir, los que encontraron la agonía más lenta y dolorosa para sus cuerpos y sus almas. Primero sentían un sabor dulce en sus labios, un olor putrefacto en el ambiente. Los padres abrazaban a su prole como si haciendo tal cosa pudieran protegerles de lo que venía. Miraban las puertas aporreadas por las piedras ardientes. sentían el olor a humo en los techos de sus casas. Los que tuvieron más suerte fueron aplastados por rocas de tamaño gigante.
Algunos entendieron... y cabeceando entre ellos asesinaron a sus hijos, a bebes, a infantes, a adolescentes, que les miraban incrédulos e incapaces de comprender el crímen que motivó a sus padres para desear acabar sus vidas de un modo tan injusto y deshonroso. Los que no fueron capaces de matar a su descendencia, padecieron el horror de los efectos de los gases. La dulzura de los labios se transformó en pinchazos agudos en sus pulmones, que comenzaban a quemarse por dentro, lentamente... haciendo que cada bocanada de aire que respirasen les hiriese cada fragmento de su sistema respiratorio, como si millones de alfileres agujerearan sus pulmones cada segundo.
Sus ojos irritados por el ambiente enrarecido enrojecieron, y muchos rezaron para quedar ciegos y no ver las lágrimas de sangre que corrían por las mejillas de sus hijos e hijas, así como de sus compañeros. Llegando a este punto, los que aún tenían fuerzas acabaron con las vidas de sus familias. Los hermosos suelos blancos, quedaron encharcados de sangre. Los cuerpos de ancianos, adultos, niños regaron el suelo de hogares otrora felices. Muchas parejas jóvenes optaron por clavarse puñales dobles para morir al mismo tiempo, en un abrazo mortífero, que sellaba con un beso de amor el último aliento. Otros, en los que las fuerzas de la pareja estaba tan mermada que uno de ellos ya no podía moverse, eligieron acabar con la agonía de sus seres más queridos uno a uno. El último que quedaba vivo en la familia tendría que resignarse a morir sólo sumido en el dolor y la culpa interior, repitiendo en su memoria los ojos desencajados de sus hijos, la mirada de horror de sus mujeres, la inocencia del pequeño que sonrió como si fuese ese juego de batallas que tanto adora jugar con su padre, antes de morir atravesado su corazón por un puñal frío e impasible.
Las cortinas del palacio ardieron junto con las telas finas de las alfombras y los tapices. Los corredores vacíos de gente, se desmoronaban por efecto de los vientos incandescentes y dorados que cubrían el monumento que antes fue el orgullo de su gente. Los ricos suelos de la piedra pulida más fina tornaron negros y se agrietaron. Las columnas se doblaron como si fuesen de goma, retorciéndose en chirridos tormentosos. Los rayos comenzaron a golpear la superficie de Vegetasei. Y en el centro de tal desventurado paisaje, se encontraba la figura delirante de poder y rabia causante de tamaña destrucción. Sus sentidos, alumbrados por el efecto de su transformación increible, captaron y archivaron cada sonido, cada grito de agonía, cada chirrido de muerte. Su risa atormentó, si era posible más tormento aún, los últimos momentos de vida de los que aún no resistían entregarse a las manos de la dueña de la guadaña.
El pequeño cuerpo de la princesa voló hasta él, y sus ojos rojos y ensangrentados aún pudieron mirar los iracundos de su verdugo descontrolado. - NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. - No pudo frenarle, a pesar del grito desgarrador que le quebró los pulmones haciendolos estallar por la presión ejercida en su malograda estructura casi quemada por la lluvia ácida. La sangre brotó de sus labios carnesí estallando fuera de su boca con violencia. Los rayos se cebaron en su cuerpo golpeándola y sosteniendola en el aire sin permitir que pudiera descansar en paz aún siquiera después de muerta. Sus ojos seguían clavados en él durante su último instante de vida.
La mente del asesino dolió por cada grito, por cada maldición escuchada, sus ojos dolieron al ver el cielo, y los mares, su corazón se odió a sí mismo mientras esa parte de sí que había asumido el control reía descontroladamente la muerte de la princesa. - AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH. - Dolió cada parte de su cuerpo, de su alma, de su cerebro, sus oídos, sus ojos, sus pulmones, su carne, y su cuerpo brilló al máximo de su potencia antes de que desapareciera por completo el planeta que le vió nacer: Vegetasei.
Las lágrimas de los supervivientes brotaron en el puesto de mando de la nave Real. Sólo pudieron salvarse los afortunados que vivieron, volaron, trabajaron o permanecieron en el Palacio cuando estalló el terrible fenómeno. La nave albergó 121 Saiyajins, de los 50 millones que poblaban en planeta. No tenían provisiones, ni más ropas que las puestas, ni más armas que las que llevaban encima cuando subieron a la nave. Después de vagar un més por el espacio, cuando apenas les quedaba combustibles y casi pensaron que morirían de inanición, el puesto de mando, comandado por el Rey Vegeta, anunció la inminente llegada a un planeta similar a Vegetasei.
Se trataba del planeta Plant, bastante más pequeño que el suyo, pero con unas condiciones de atmósfera adecuadas para la vida de su raza. Tenía la gravedad más alta también, pero sus cuerpos resistentes podrían acostumbrarse a ese inconveniente, e incluso, confiaban en que eso les haría más fuerte de lo que eran. Una vez que se instalaron allí, debieron acostumbrarse a vivir en condiciones rudas. Sus ropas gastadas fueron sustituidas por pieles, y el único atisbo de su anterior civilización eran las armas que portaban como adornos en sus vestimentas salvajes. Preciosas dagas labradas, espadas de la más fina hoja... Pronto, su presencia, fue percibida por los Tsufur, indígenas tecnócratas del planeta Plant al que los saiyajins habían denominado, en honor al suyo, como Vegetasei. Estos fueron ostiles, y trataron de esclavizarlos. La guerra comenzó entre las dos especies, con una ventaja absoluta en favor de la avanzada tecnología de los habitantes originarios de Plant, pero un hecho súbitamente inesperado, la aparición de la luna llena, dobló en favor de los saiyajins la batalla, multiplicando sus fuerzas por 10, al verse transformados todos ellos en Ozarus, una transformación en la cual, se convierten en monos gigantescos. Muy pronto los Tsufur fueron extintos, bajo el comando implacable del Rey Vegeta y los supervivientes, quienes comenzaron una nueva vida en el nuevo planeta. El Rey Vegeta cerró los ojos recordando con amargura la sonrisa de su hermana, la princesa de Vegetasei...
- MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAA ¿Dónde está mi vestido de Versace?. - Una furia de cabellos azules bajó las escaleras a velocidad supersónica para toparse de bruces contra su padre, el cual, por supuesto, no se movió un ápice y se cruzó de brazos al ver como "la princesa" de Capsula Corporation salía despedida en el choque varios metros estrellándose contra el suelo.
- Hmp. Eso te servirá para no ir tan precipita... - Vegeta pestañeó varias veces y frunció el ceño eliminando la sonrisa torcida de sus labios, al comprobar que su discurso no estaba siendo atendido por nadie, ya que Bra se había levantado tan rápido como se había caido y había desaparecido de su vista. El escándalo en la habitación de al lado le dió una pista perfecta de lo que estaba sucediendo. - Hmp. - Con mala cara se dirigió en dirección a la fuente sonora irritante.
- MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. ¿ME ESTAS ESCUCHANDOOOO?. - Preguntó histérica.
- SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII HIJAAAA MIIIAAAAAAAAAAAAA TEEEE ESTOYYYY ESCUCHHHANNDOOOOOOO. DE HECHOOOOO TODOOO JAPOOOOOOOON TEEEEE ESTAAAAAAAAAAA ESCUCHAAAAAAAANNNDOOOOOOOOOOOOO. - Bra tapó sus oidos con una mueca ante la contestación a gritos de Bulma, la cual sonrió satisfecha de su capacidad pulmonar.
Vegeta, que aún tenía el pomo de la puerta en su mano, desencajó los dedos del metal ahora retorcido, y limpió dos lagrimones de sus ojos. - Juro que podríamos utilizar a esa mujer como arma contra nuestros enemigos. Los dejaría sordos... - Armándose de valor caminó dentro de la habitación y se cruzó de brazos estoicamente.
- Ejem. - Tosió para llamar la atención de las dos mujeres de su vida, sólo para encontrar que ellas ya no estaban dentro de la habitación. - Me estoy cansando de este jueguito... - Susurró entre dientes con tono peligroso. - Sigue el sendero de ruidos molestos... Hmp. - Se dijo a sí mismo caminando hacia otra de las habitaciones.
- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. - El grito desgarrador de su hija le hizo entrar en la habitación tirando la puerta en el momento. Algo terrible había sucedido.Para su sorpresa la dos mujeres estaban tan metidas en su conversación que ni se percataron de su entrada triunfal al rescate.
- No puede serrrr, es horribleee. - Se quejó lloriqueando la princesa.
- Lo siento hija, ¿cómo iba yo a saber que no se podían mezclar ropas claras con ropas oscuras para hacer la colada?. Jejejeje. - Bulma sonrió con una mueca de horror en su cara viendo el vestido destrozado.
El labio de su hija temblaba, y su cuerpo parecía hervir de rabia ya que estaba rodeado por una luz roja alrededor. - Bra, je, je, tranquila hija, seguro que si lo envío a la tintorería lo arreglaaaan. - Bulma puso otra mueca en su cara, se le daba fatal mentir.
Bra abrió la boca dejando caer la quijada hasta el suelo, con expresión en la mirada de 'por-quien-me-tomas-ya-no-tengo-4-años'. Luego cogió el vestido arrebatándolo de las manos de su madre. - No entiendo por qué has tenido que jubilarte... esta casa es un infierno desde entonces. - Vegeta miró al cielo, Dios sabe que no interrumpiría esta conversación por nada del mundo. Si había alguien que podía disuadir a su esposa de seguir con sus locuras de jubilada, esa era Bra.
- Hija, creo que estás siendo injusta. - Bulma se cruzó de brazos con los ojos cerrados. U.U
- ¿Injusta?. ¿INJUSTAAA?. Mamá, desde que te has jubilado no has dejado de aburrirte e inventar ideas absurdas para entretenerte. La semana pasada pasamos todos en el hospital con indigestión y colitis aguda porque te dió por cocinar tú misma. ¿Sabes lo que es pasar una semana con COLITIS?. ¿Sabes lo que se siente cuando la televisión dice que la hermosa Bra Vegeta Briefs está enferma de COLITIS?. -
Bulma hizo otra mueca. - Jaaaaaaaa. - Le salió una risa tonta de repente y Bra la fulminó con la mirada indignada. Vegeta se cruzó de brazos igualmente indignado. El Príncipe de los Saiyajins postrado en una cama por una colitis. Bra sostuvo de los hombros a su madre. - No tengo bastante con papá, tú también quieres arruinar mi vida social, vivo en un infierno de casaaaaaa. -
Vegeta sonrió triunfante. Se le daba bien eso de arruinar su vida social... - jejejeje. - Sobre todo si tenía que ver con el sexo opuesto.
- DIOS SANTO, eres la mujer más rica del mundo, DISFRUTA DE ELLO. - Bra tapó sus ojos con las manos. - Y esta semana ha tocado la colada... - Vegeta tembló de horror al recordar que Bulma había recolectado sus trajes de combate hacía una hora atrás asegurando que necesitaban limpieza.
- POR DIOOSS. - Bra chilló sacando de la lavadora uno de los trajes de combate de su padre, el cual lucía ahora un precioso color rosado. Vegeta sintió que le estaba dando un dolor agudo en el pecho justo a la altura del corazón y que le fallaba la respiración de repente, al visualizar semejante aberración. - Miiira, al menos te ha salido algo decente con esto, creo que me lo voy a quedar para cuando practique aerobic. - Vegeta miró con indignación a su hija, que sonreía ahora feliz sosteniendo su traje de combate preferido y apropiándose de él impunemente. Aunque tampoco es que él lo quisiera ahora que estaba de color rosa... pero utilizarlo para el indigno trato de hacer "aerobic" ARGGGG. ¿Por qué su hija se negaba a pelear y a hacerse una guerrera como Dios manda?.
- ¿Ves hija?. No todo me sale mal. Quería darte una sorpresa con el traje este. Jejeje. ¡SORPRESAAAAA! - Bra y Vegeta miraron a Bulma con una gota de sudor en sus frentes, y sus rostros eran sombríos en este punto. ¿Cómo podía tener semejante cara dura?.
Bra volvió a su pose de brazos cruzados, copyright Vegeta. - Se muy bien lo que pasa... - Su voz sonó tranquila y su labio se curvó maliciosamente. - Goten me ha contado que te has apostado con Chi-Chi a que tú eres perfectamente capaz de llevar una casa mejor que ella... - La última frase la pronunció con resentimiento.
Vegeta abrió los ojos de par en par. - Entonces era eso... - Susurró enganchando todos los retales por fin.
Bulma se cruzó de brazos mirando hacia otro lado haciendose la ofendida. - Yo soy la mejor en todo lo que hago. -
- Mamá, sólo voy a decirte esto una vez. - Bra tomó aire conteniendo su rabia. - Construyeté una familia robótica y juega a las casitas con ellos antes de que acabes por matarnos a todos de un modo u otro. - Vegeta miró a su hija orgulloso, y respiró con emoción. Qué frase más bonita e inspirada había dicho. No había duda de que era su hija. Bravoooo, Bravooo. Mentalmente la aplaudió y casi, casi, rodó una lágrima por su rostro.
Bulma abrió la boca hasta abajo, luego puso una mano en la cadera. Vegeta se descompuso repentinamente. Bra aún no había notado el cambio estratégico. La otra mano rodó a su punto perfecto en la cadera. El príncipe quiso avisar a su hija, gritarle que corriera o algo, alertarla de que se defendiera, pero fue demasiado tarde, la transformación era completa. Bulma golpeó con el pie en el suelo y entonces todo pareció congelarse. Vegeta y Bra retardaron sus respiraciones. Sus cuerpos se movieron a cámara lenta.
- BBBBBBRRRRRAAAAAAAA. - Sonó la voz distorsionada y lenta de Vegeta.
- ¿COMO TE ATREVES A HABLARLE DE ESTA MANERA A TU MADREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?. - Demasiado tarde. El grito de Bulma destrozó sus tímpanos y ambos se desmayaron en el suelo. - HMM. Eso le enseñará. - Ignorando la presencia de Vegeta, Bulma salió de la habitación pisando la puerta y farfullando cientos de maldiciones por lo bajo.
Bra se recuperó y miró a su padre en el suelo arqueando una ceja. Vegeta se levantó isofacto. - ¿Qué haces?. -
- Matar. - Y dicho esto lanzó un haz de ki hacia un insecto que había en el suelo cerca de ellos.
- La próxima vez que salgas de... caza... - dijo con ironía. - Procura no tirar las puertas durante las persecuciones. - Vegeta se irritó pero por nada del mundo reconocería que había tirado la puerta porque pensaba que les había sucedido algo malo.
Bra caminó hasta el salón. Allí habían dos insectos más. - Vaya, parece una plaga, vamos a tener que avisar a u especialista. - Lanzó un par de rayitos de ki y eliminó los insectos sin problemas. - No era una guerrera, pero estaba recibiendo unas estupendas clases particulares de su querido Goten, su amado... Goten. Así se fijaría en ella.
Riiiinnnnggggggg (Tono polifónico de Welcome to the jungle)
- ¿Sí?. - Contestó al movil.
- Hola Bra, disculpa pero no podremos tener la clase particular esta tarde. He quedado para salir con una chica y... jajaja. - Bra sintió que se le rompía el corazón pero no podía hacer nada más que tratar de confiar que su plan funcionase y que Goten acabara por enamorarse de ella.
Casi podía verlo... sus cuerpos entrelazados mientras luchaban, y entonces... - Bra... te amo, eres la mujer de mi vida, te amo por siempre, mi princesa. - Yo... también te amo, Goten... -
- EHOOOO. - Ops Bra salió de su ensoñación. - ¿Me escuchas?. -
- Si... ¿damos la clase mañana?. -
- Vale, aun no comprendo por qué quieres que yo te enseñe cuando tienes a tu hermano y a tu padre para hacerlo, pero será un placer... Chaoooo. -
- Un placer... un placer... ha dicho un placerrr. Siiiiiiiiiii, sisisisisisiiiiiiiiiiiiii jajajaa. - Bra sintió que al saltar había pisado otro de esos bichos. - Que asco... -
En otra sala de la Corporación Cápsula, un guardia jurado estaba siendo devorado por más de esos mismos insectos... Eran una mezcla de escarabajos y cucarachas. Su rostro estaba ensangrentado. De pronto su ojo comenzó a palpitar entrecerrándose el párpado al hacerlo, hasta que su globo ocular estalló y salió por el orificio que quedaba libre un insecto que devoraba con avidez los restos de ojo que habían en su camino.
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No, no es un monotemático de bichos, va a tener muuucha más intriga y habrán malvados, pero serán malvados originales, jejejeje. Y sí, Bra va a tener problemas con bichos muy pronto...
Bueno aún no está el miedo total, pero ¿qué tal me va quedando?.
