LEED CON ATENCIÓN LAS SIGUIENTES NOTAS:
ESTA HISTORIA ESTÁ PAUSADA HASTA NUEVO AVISO. NO TENGO INTENCIÓN DE RETOMARLA PRONTO POR LO QUE, SI QUERÉIS EMPEZARLA, ES BAJO VUESTRA RESPONSABILIDAD.
SIENTO LAS HIPOTÉTICAS MOLESTIAS.
2 de agosto, 2017.
TÍTULO: Su Mirada (SR II)
AUTOR: Angelito97-Delena
RATING: +18
PAINRINGS: Damon/Elena y Bonnie/Kai.
SINOPSIS: Damon Salvatore había obtenido su tan ansiada venganza, pero no como en un principio esperó. Todos nuestros actos tienen consecuencias, el ojiazul lo sabía, pero lo que no podía imaginarse era que ella, esa chica de ojos café se viera arrastrada por sus pecados, ¿podría salvarla de la oscuridad? ¿podría él salvarse de la intensidad de su mirada? "Sobreviviremos", le dijo "siempre lo hacemos".Y lo más importante, ¿podrán Damon y Kai alcanzar la redención?
DISCLAIMER: Los personajes aquí nombrados no me pertenecen, son de la propiedad de LJ Smith, el canal estadounidense The CW, show The Vampire Diaries.
ADVERTENCIAS: No leer si no se ha leído antes "Su Reflejo", historia que se puede encontrar directamente en mi perfil, ya sea en el listado de "SAGAS" o directamente en el grupo de historias.
N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.
➰ SU MIRADA ➰
PRÓLOGO: EL FINAL NO ES EL FINAL.
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Septiembre, 1995.
Dos niños rubios corrían agarrados de la mano, riendo y dando saltos de un lugar a otro en los amplios jardines de Central Park, inmersos en lo que parecía un juego que solo ellos dos conocían y que tachaban de un "secreto".
Una mujer, también rubia pero muy distinta a los mellizos, se paseaba por los alrededores con un ojo protector puesto en ellos, sonreía, su sonrisa no alcanzaba sus ojos, pero era una sonrisa sincera y cálida, como la de una madre.
Observar a los mellizos era un pequeño placer en un año que estaba resultando catastrófico, hacía escasos meses que Lilian, la madre de esos pequeños niños se había suicidado, hacía escasos meses que la vida de esos pequeños se había visto revuelta, totalmente destrozada por el vaivén de la policía y de los asistentes sociales.
Eran muy pequeños, no tenían más que seis años, por lo que no alcanzaban a comprender lo que pasaba, pero había otro pequeño que sí que lo hacía, un pequeño niño que ahora descansaba sentado en el banco con una pelota de béisbol entre las manos, ese pequeño niño de solo diez años, con la mirada gacha intentaba evitar ser el centro de atención, quería hacerse el fuerte, el que no necesitaba un abrazo ni el apoyo emocional de nadie, pero la mujer rubia, de ojos comprensivos conocía tan bien a ese pequeño muchacho de cabello azabache y ojos azules que no necesitaba que él le pidiera nada, pues ella iría con la mejor de sus sonrisas para sacarlo de donde estuviese escondido.
Antes de poder hacer lo que se proponía, uno de los mellizos paró en seco, con una sonrisa resplandeciente soltó la mano de su hermano que le miraba entre sorprendido y enfadado, pues se había quedado sin su compañera de juego, pero a la niña poco le importó, con su escasa edad veía el dolor en los ojos azules de su hermano mayor y no podía soportar estar ahí, divirtiéndose sabiendo que podía hacer algo.
Los ojos del moreno era más claros que los de sus hermanos, pero en cambio su cabello negro contrastaba mucho con el rubiasco de los mellizos, más que hermanos parecían amigos o hijos de familias diferentes.
—¿Quieres jugar? —le señaló la pelota que tenía entre los dedos, el ojiazul alzó la cabeza, sintiéndose descubierto se limpió los restos de lágrimas con un movimiento brusco de su brazo, pero la niña, ajena a ello insistió como cualquier hermana haría si estuviese en la misma situación—¿estás triste? ¡no puedes estar triste! ¡nana nos ha traído a un lugar mágico!
El ojiazul sonrió, el entusiasmo de su hermana era sorprendente, su capacidad de crear mundos imaginarios era hermoso, algún día, se dijo, ella sería una gran escritora de cuentos, su imaginación era demasiado poderosa para ser desperdiciada.
La niña, con dos pequeñas trenzas empezó a dar saltos de alegría al ver la pequeña sonrisa que se asomaba, ¡lo había conseguido! parecía que gritaba con ese gesto tan agradable, ¡había conseguido que su hermano sonriera!
La niña le ofreció la mano jadeante, el sobre esfuerzo que había hecho hacía unos minutos le estaba pasando factura, el chico miró a su alrededor, sus ojos azules pasaron de la figura de su nana, totalmente feliz, hasta su hermano pequeño, el cual tenía una mirada extraña pintada en el rostro, como si hubiese envejecido en muy poco tiempo, eso provocó que su corazón se estrujara, y no tomara la mano que su hermana le ofrecía.
A fin de cuentas, él era el único culpable de que sus padres nunca más estuviesen en sus vidas.
Actualidad. Enero, 2016.
Había pasado un tiempo desde la última vez que se permitió sumergirse en sus recuerdos, no le hacía ningún bien, dejarse llevar podría significar su final, era por eso, que desde que estaba en prisión se pasaba las horas haciendo algo productivo, como entrenar o leer algún libro, cualquier cosa era mejor que perder el control de su cuerpo en uno de sus tantos recuerdos pintados de lágrimas y sangre, pero hoy era diferente, no hacía ni dos horas que un muchacho un poco más joven que él había venido a buscarle para ofrecerle un trato.
Después de tantos meses en soledad, alejado completamente de los suyos casi se sentía fuera de lugar que alguien viniera y preguntara por él.
Ese joven agente pertenecía al SWAT, su nombre era Lee, le resultaba ligeramente familiar pero a estas alturas eso importaba bien poco, lo único que quería era averiguar qué había cambiado para que los de arriba se percataran de su presencia. No tardó mucho en averiguarlo.
Mikael, agente y ex compañero de Liz, su nana, había confesado que se había dejado sobornar por Stefan Salvatore meses atrás para eliminar unos vídeos incriminatorios pero eso era lo de menos, no fue eso lo que alteró su rutina planificada, sino sus siguientes palabras.
Mikael era el culpable de que la imagen de Elena saliese en la red como una impostora y oportunista.
Damon estaba sujeto con unas esposas, dos guardias flanqueaban al joven agente del SWAT, pero ambos, Damon y Lee tenían muy claro que no los necesitaban.
Si alguno quería atacar, atacaría.
—¿Y con esto que quiere decirme, agente?
—Salvatore. El FBI ha pedido expresamente...
—La versión de los hechos entera, por favor —Damon no se andaba con medias tintas, no quería saber lo que el FBI o el SWAT querían de él, sino el porqué, necesitaba recopilar toda la información posible antes de que el agente desapareciera.
Estaba aislado en esa ciudad desconocida, en un lugar donde vivía el límite, buscando no llamar la atención. Un poco de información era como rozar una libertad que no se merecía.
El agente del SWAT suspiró agotado y esto le llevó a Damon a pensar si el joven Lee había dormido algo. Sonrió, una mueca más que una sonrisa.
—En junio, el agente Mikael recibió un archivo donde se le veía borrando datos. Semanas después recibió otra misiva pero en ella había un pedido por parte del chantajista.
"Le pedía acceso directo al SWAT, a sus archivos confidenciales en Inglaterra. Como sabrá abrirle la puerta a esos datos era una locura. Al día siguiente, Mikael confesó directamente en Washington".
Lee siguió hablando. Los de arriba habían decidido abrir el caso debido a que Mikael había manipulado datos muy importantes, a Damon eso no le importaba, él no quería que el caso se reabriera, pero su familia no pensaba lo mismo, ya que según Lee, Liz, ex agente del SWAT, había apoyado la idea con la ayuda del FBI y ahí venía el porqué estaba Lee en esa prisión y en esa sala con él.
Le necesitaban.
—Washington ha decidido que su intervención es más que necesaria teniendo en cuenta que se auto culpó de crímenes que usted mismo desconocía.
Damon soltó una carcajada amarga y apoyó las manos esposadas en la mesa para después acercar su rostro al del agente.
—Maté a la rata de Klaus —Lee asintió, eso ya lo sabía—, Katherine era la siguiente en mi lista...
—No lo dudo.
—Y mi siguiente paso era quedarme con el negocio. Ganarme la vida como narcotraficante.
—Y ahí mientes —casi aplaude, casi—. Elena Gilbert...
Damon se tensó. De lo único que se arrepentía era de haber arrastrado a Elena con él, no había forma de salvarla pues el SWAT no iba a desmentir lo que había dicho de ella y tampoco había pruebas concluyentes; todo estaba en sus manos, solo tenía que señalar a Stefan, y todo quedaría al descubierto.
—Damon, te estoy hablando —el chico salió de su ensoñamiento y se dio cuenta que había desconectado, se recompuso no queriendo verse vulnerable —. ¿No quieres ayudar a Elena? ¿no quieres salvarla?
Y esa era la palabra clave. Elena era su talón de aquiles, estuvieron en celdas contiguas durante casi dos meses mientras dictaban sus destinos, a mitad de agosto fueron separados de forma cruel, aún podía ver el dolor en su mirada cuando cerraba los ojos o perdía el control, el poco que le quedaba.
Le tembló las manos, no iba a llorar ahora, él no tenía la culpa de que el gobierno los hubiera separado, ¿cierto?
—¿Van a sacarme de aquí?
—Temporalmente —se echó hacia atrás para tomar una carpeta de su bolsa, Damon seguía en la misma postura—. Llevarás una tobillera...
— ¿Como en White Collar?
—¿Qué?
—Soy serie adicto —le explicó pero al ver su cara de confusión, rodó los ojos y le instó para que continuara.
Lee le contó por encima que no sería libre pues mucha gente le seguía creyendo culpable y no ayudaba mucho que él mismo también, pero aun así le habían permitido trabajar durante un tiempo para cerrar definitivamente el caso Petrova y sería entonces cuando sería juzgado otra vez y dado en libertad.
Si es que todo salía como creían, siendo Elena y Damon inocentes.
—Si acepto, que no lo sé, quiero que Elena entre en el trapo conmigo.
—Pero...
—Adiós, pues.
—Damon, no puedes perder esta oportunidad. No se puede sacar a Elena.
—Tú mismo me has dicho que fue Mikael quien difundió esa información. Falsa.
—Elena sigue siendo la imagen de Petrova, mucha gente querrá su cabeza.
—Con Elena o nada.
—Piense en su hermana... —la cara de Damon se descompuso, Lee se dio cuenta de su error, cerró los ojos y respiró hondo.
—Repite eso.
Caroline Salvatore había estado seis años en coma debido a un accidente automovilístico y una sobre dosis de la droga Petrova junto a su novio que había muerto en el acto.
Desde junio de 2009 hasta junio de 2015, Caroline había rozado el estado vegetativo, pero algo cambió.
Despertó.
No estuvo consciente mucho tiempo pero enseguida su cuerpo mostró estabilizarse en las semanas posteriores despertándose de vez en cuando pero sin decir una palabra.
En agosto la situación cambió. Caroline pidió un poco de maquillaje pues vista la cara de su nana estaba claro que tenía un rostro pálido como el de un muerto, esa broma provocó la risa de Liz y los médicos aparecieron de inmediato.
Caroline había mejorado muchísimo, hablaba y se movía cada vez mejor, demostrando que sus facultades mentales estaban perfectamente, pero fue a principios de septiembre, cuando Liz le nombró a Kol que algo pasó.
Caroline no se inmutó ante su nombre como si no le importara o peor, no lo recordara.
Los médicos le hicieron varias pruebas pero en ellas no se descubrió nada, la rubia estaba bloqueando los recuerdos voluntariamente, todo era psicológico.
—Salvatore, no está en mi mano decirle esto pero visto lo visto no me va a dejar marcharme sino lo hago.
Damon hubiera dicho algo gracioso o irónico pero no encontraba las fuerzas.
—Su hermana está despierta.
Dos horas y quince minutos habían pasado desde esa conversación, Lee le había prometido que volvería en unos días y volverían a hablar de lo mismo, según él, Damon necesitaba sopesar las ideas antes de decidir nada, como si fuese a decir que no después de saber que su hermana estaba despierta.
Julio, 2015.
El calor asfixiante de Washington era insoportable, Damon estaba tumbado en el suelo intentando alejarse de los rayos de sol que entraba por la pequeña ventana de la celda mientras mantenía su mano enlazada con la de Elena.
La chica estaba sentada con las piernas entrecruzadas y la cabeza apoyada en las rejas que comunicaban ambas celdas, en silencio cada uno sumido en sus propios pensamientos pero siempre unidos, ninguno de los dos lo decía en voz alta pero ese simple contacto era lo que mantenía la cordura de ambos a flote.
Ese día no era diferente a los demás, sus abogados vinieron a tomar declaración pero Damon se limitaba a repetir lo mismo una y otra vez, Elena simplemente no abría la boca, si Damon quería cargar con todo pese a saber que era mentira, ella también.
La muerte de Katherine no había sido un accidente, Elena estaba segura que ella no disparó el arma, pero entonces ¿quién?
No importaba realmente porque la seguían acusando de conspiradora, oportunista y estafadora, de eso no había forma de defenderse.
Esa era, en mayor medida, su rutina.
Damon y Elena ya no eran humanos sino unos animales encerrados, pues no tenían derecho a visita ni a un contacto insurrecto con el exterior.
Dos veces habían salido de esas cuatro paredes, dos juicios que siempre habían terminado igual, solo faltaba que dicten sus destinos pero parecía que para eso no había prisa.
—Damon —susurró Elena, rompiendo el monótono silencio, el chico giró la cabeza para poder observarla pero no dijo absolutamente nada—, ¿que crees que está pasando ahí afuera...?
Damon volvió el rostro a su posición inicial, Elena se resignó pero entonces el ojiazul volvió a sorprenderla.
—Tu familia estará haciendo lo imposible para sacarte de aquí.
—A ti también, Damon.
—Sí, Liz moverá lo que haga falta para llegar hasta mí —sonrió alicaído, Elena le dio un pequeño apretón y la tristeza de los ojos azules de Damon se disipó un poco—. Pero no pasa nada, saldremos de esta.
—¡Claro!
Ambos mentían pero eran mentiras piadosas pues los dos sabían que era muy complicado salir indemnes de esta. Stefan lo había dejado todo muy bien atado, si Damon lo acusaba no habría forma de librarse de las consecuencias y eso no salvaría a Elena.
—¿Sabes qué? Quiero conocer a la verdadera Elena.
—Pensé que los informes del FBI te habían dicho todo lo que necesitabas.
—¿Tengo que disculparme por querer conocer a la tipa que decía ser un topo en Petrova? Pues lo siento pero no voy a hacerlo.
—Eres incorregible —bufó divertida—. Te disculpas por no ser capaz de disculparte, ¿como me como eso?
—Con ketchup.
—Ja, Ja, Ja, que gracioso —se mordió el labio inferior porque realmente quería reírse pero no pensaba darle el gusto.
Sumidos de nuevo en un silencio para nada incómodo, Elena pensó en lo que Damon le había dicho, quería hablar, concentrarse en otra cosa que no fuera la celda o la última conversación con su abogado.
—Nací en un pequeño pueblo de Virginia, en una granja inmensa, aun recuerdo como salía de mi casa y recorría toda la distancia hasta la parada del autobús junto a Ty...
—¿Porque te marchaste?
—Mystic Falls es un pueblo muy conservador, Tyler es un buen ejemplo de ello —rió ante su propio chiste sabiendo que Damon no podía entenderlo.
—¿Conservador? ¿La función de las mujeres era procrear y cuidar la casa?
—¡No bestia!
—Tú y yo no tenemos la misma definición de conservador entonces.
—Mi madre era la sheriff del pueblo y mi padre médico.
—Ya, eso lo sabía.
—Te daré un ejemplo más claro, la madre de Tyler es la secretaria del alcalde y el padre de Ty está trabajando en Atlanta.
—Oh. Ser agente del FBI rompe los esquemas de las familias del pueblo, es eso ¿no?
—Exacto. Tyler sí, yo no —Elena le contó por encima como era su vida en el pueblo, como había buscado siempre salir de allí solo para poder demostrar su potencial y que nadie más viera en ella una perfecta profesora, médica o cualquier trabajo que no fuese, según ellos, peligroso.
Damon la escuchó detenidamente, dejó que soltara toda la angustia que llevaba dentro, le gustaba oír su voz, era una melodía agradable, una forma de perderse en algo que no iba a causarle ningún daño, su voz, era su única medicina.
—¿Me estás escuchando? —le dio un pellizco en la mano que aún sostenía, el chico pegó un bote y la fulminó con la mirada. Elena soltó una carcajada ante ese acto tan infantil.
—Y luego yo soy el incorregible —tiró de su mano para soltarse pero no ejerce demasiada fuerza, por lo que sus dedos seguían entrelazados.
Damon se incorpora y se arrastra hasta donde está Elena, imita su postura como puede, pues aún sigue atado a la chica. En cuánto están a la misma altura algo cambia a su alrededor, es como si antes hubiesen estado en dos mundos totalmente diferentes e inalcanzables y ahora estuviesen en el mismo.
—¿Vas a besarme? —preguntó suavemente al sentir el aliento del chico rozar sus labios, una sonrisa se dibuja en su rostro y sus ojos azules brillan de forma pícara, como si ocultara una promesa sexual en ellos.
—No sabes las ganas que tengo de hacerlo, ¿te puedes creer que aún no te he besado, después de todo este tiempo?
—No te lo iba a permitir de todos modos.
—Mmm, me encantan los retos —ronroneó acercándose aún más, podía sentir su cuerpo pegado totalmente a las rejas, rogando por un poco de contacto físico, parecía un animal y Elena una presa fácil—. ¿Sabes lo que dicen de los prisioneros? que tienen el lívido por las nubes…
Elena alzó una ceja suspicaz y en seguida una carcajada salió de lo más profundo de su ser, pegó la cabeza en los barrotes y Damon pudo sentir el cabello de la chica contra su rostro, se estaba desternillando a escasos centímetros de él y lo único que, en ese momento deseaba, era poder traspasar esas rejas y abrazarla, quizá besarla, pero prefería dejar los besos para un momento más apropiado, si quería besar a esa chica con todas las de la ley.
—Te besaré, pero no hoy.
La chica se incorporó, con la mano libre se limpió un par de lágrimas rebeldes, sus ojos ahora también tenían una luz especial, ese era el efecto que tenía Damon Salvatore sobre ella, en ese tiempo que habían estado encerrados juntos había aprendido lo que significaba tener a ese chico a su lado, y no se arrepentía en absoluto.
—¿Y si te beso yo?
—Que impaciente, señorita Gilbert —se escandalizó, llevándose una mano al pecho, de forma dramática.
—Eres el mejor, Damon.
—Muy bien, Gilbert, poco a poco vamos llegando.
—¿A dónde?
—Al momento donde aceptas que soy irresistible —dijo con total seguridad. Elena negó con la cabeza y se dio la vuelta, soltando la mano de Damon. No quería que el chico viera cómo las lágrimas que un principio parecían de alegría se transforman en lágrimas de dolor y tristeza.
Damon no era idiota, pero tampoco iba a preguntarle cómo estaba, si veía a Elena derrumbarse, no tendría ninguna excusa para mantenerse sereno, por lo que aprovechó ese momento para pasar los brazos por las rejas y hacer el intento de abrazarla, eso fue demasiado para Elena, que si antes le costaba aguantar las lágrimas, ahora no tenía ningún control sobre ellas.
Se rompió en mil pedazos.
Nunca saldrían de allí, nunca estarían juntos, por lo menos no el tiempo suficiente.
Actualidad, una semana después.
Los pasillos estaban sumidos en un silencio sepulcral mientras una muchacha de unos veintitantos años caminaba en dirección a la salida.
Esa muchacha, de cabello oscuro y piel pálida por la falta de sol, tiene una mirada perdida dibujada en el rostro, camina sin realmente quererlo, se dirige a un lugar donde nunca más pertenecerá, pero es como si su cuerpo tuviese vida propia y se moviera independientemente de sus deseos.
—Señorita, por aquí.
Es justo en ese momento cuando se da cuenta que está atravesando la puerta por donde entró meses atrás, cerrar los ojos es como transportarse a ese dieciocho de agosto, donde no era más que una chica asustada con la esperanza de ser rescatada en cualquier momento, ahora, catorce de enero, tiene las cosas muy claras, no está siendo rescatada, sino trasladada a un destino aún peor que la cárcel.
Una sonrisa falsa se dibuja en sus labios cuando uno de los guardias le entrega una caja con sus pocas pertenencias, un teléfono móvil sin batería y un anillo pesado de tonos azules.
Toma el anillo dándose cuenta por fin que las manos le temblaban, que un sudor frío recorría toda su columna vertebral y que tenía la boca reseca, tragó saliva cuando las puertas se abrieron completamente.
La luz de la mañana tuvo un poder rejuvenecedor en la chica de ojos café, pues alzó la cabeza para poder mirar directamente al sol.
—Libre… —murmuró más para si misma que para el guardia que aún mantenía un brazo protector sobre el suyo, quiso apartarse, pero entonces otro guardia apareció en su campo visual y le enseñó lo que sería la tobillera.
Se agachó y justo en ese momento los ojos café de la chica visualizaron otra figura, la de un hombre, a unos escasos metros de distancia, iba vestido con unos pantalones negros ajustados, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero, más oscura que su propio cabello azabache, el cual lo llevaba completamente desordenado.
El muchacho sonrió levemente, una media sonrisa que la chica de ojos café conocía muy bien, casi sin darse cuenta estaba más nerviosa que antes, sabía perfectamente quién era el muchacho que estaba allí, a su lado.
—¿Recuerdas…?
—"Sobreviviremos a esto" —lloriqueó la chica—. "Siempre lo hacemos".
En cuanto el guardia terminó con la tobillera y Elena tuvo las fuerzas suficientes para echarse a correr, corrió, la distancia que los separaba era minúscula, pero aún así la chica no podía perder ni un segundo más. Se lanzó a sus brazos y ambos se unieron en un profundo y deseado abrazo, sin saber, que acababan de romper la última barrera que los separaba.
¡Hola!
Lo prometido es deuda, más vale tarde que nunca, señores.
Aquí tenéis la segunda parte de "Su Reflejo", no iba a publicarla todavía, si os soy sincera, pero como ayer terminé la "lluvia de ideas", me dije, ¿por qué no? no iba a perder nada subiendo el prólogo, el cual tengo escrito desde hace meses, como el primer capítulo, el cual tardará un poco más en ver la luz, ¡por lo menos hasta que termine con CCEA!
Quedan dos capítulos para decir adiós a CCEA, dos capítulos para que me centre totalmente en Paparazzi y Su Mirada (sí, de vuelta voy a llevar dos fics a la vez) ¡NO SABÉIS LAS GANAS QUE TENGO DE METERLE MANO A PAPARAZZI!
¡Un beso!
