El primer encuentro

Descorrió las cortinas sucias y rotas para ver el paisaje gris de la ciudad. Por suerte sólo se quedaría durante unos días en lo que el trabajo era cumplido, después otro sitio lo esperaría. Deseaba que al menos el próximo fuese un poco más limpio, pero por ahora estaba bien. No podía darse el lujo de ser identificado en la ciudad, así que ese hotel estaba bien, sin necesidad de papeles fácilmente pudo alojarse ahí.

Ni siquiera tuvo que decir su nombre verdadero. Tan sólo unos cuantos billetes y solucionado el problema.

La vista a la ciudad era triste y monótona, tan sólo un montón de desconocidos paseándose por ahí. Sin ninguna precaución y sin importarles que alguien los viera. Dio un suspiro y por un segundo deseo estar en el lugar de aquellas personas, poder salir y actuar como si no hubiese peligro.

Y comenzó a reir.Sí, claro.Él, Antonio Fernández Carriedo, la persona mas búsqueda de toda España saldría como si nada a dar un paseo, como si fuese tan fácil olvidar que el era un delincuente, un asesino a sueldo. No podía salir de ahí más que estrictamente por trabajo o para ir a comprar algo de comer, cualquier paso en falso lo conduciría a la cárcel.

Una dolorosa sonrisa quedo como muestra de aquel pensamiento tan gracioso. Aunque ya habían pasado doce años su mente aun creía que podía solucionarlo todo. Hacer como que nunca paso nada, como si por sus manos nunca hubiese corrido sangre.

No hay vuelta de hoja, su vida era así y tendría que dejar de pensar en tonteríás, ¿que haría si abandonaba esa clase de vida?Huyo de su hogar apenas y tenia diez años, nunca termino de estudiar, no sabía nada más que tomar la pistola entre sus manos y disparar.

¿Tan fácil era que olvidara los últimos doce años de su vida?

Cerró los ojos y con gesto cansado regreso las cortinas a su lugar. No podía perder el tiempo pensando en cosas inútiles. Dejarse llevar por sus sentimientos seria el peor error, tenia que ser frio. Mostrarse humanitario a esas alturas le costaría la vida.

Camino con paso lento hacia la desgastada mesa que hacia de comedor y sobre ella estaba un maletín negro el cual abrió con cuidado, asegurándose de que su contenido no fuese a caer. Un rifle, un par de pistolas semiautomáticas y un cuchillo. Lo suficiente para el largo y corto alcance, cualquiera que fuera el momento de hallar al "cliente" seria cubierto con aquellas armas.

Tomo una de las pistolas entre sus manos y con la yema de los dedos comenzó a acariciar el gatillo.

Siempre alerta y sin dudar.

Sin dudar. Era como le habían enseñado a hacer su trabajo, un solo segundo de duda daría tiempo a los enemigos de disparar. Y el no deseaba que le dispararan. Con la pistola entre sus manos apunto hacia la puerta.

Mantén la vista siempre fija hacia tu objetivo

Si, era algo que no podría olvidar. Su profesión era matar, tan sólo eso. Dejar de ser humano para convertirse en un instrumento, él era la pistola en manos de sus superiores. Pero estaba bien, por que aquellas personas eran las únicas que lo habían acogido, que le habían enseñado algo con que ganarse la vida.

No podía venir ahora después de tanto tiempo y decidir cambiar todo.

Bajo la pistola y la guardo en el maletín. Ya anochecía y no había comido nada, así que oculto sus "pertenencias" bajo la cama y antes de salir tomo una gabardina que se encontraba colgada cerca de la puerta. Aunque ya se estaba haciendo de noche no podía salir sin cubrirse.

Camino hasta la tienda más cercana al hotel, exactamente a una calle de distancia. Observando a todos lados con discreción, asegurándose de que nadie lo estuviese siguiendo.

Eso era lo único que le molestaba de su vida, no poder ni siquiera caminar una calle sin la constante sombra de alguien buscándole.

Hasta que oyó algo detrás de si, un sonido que conocía bien. El de un arma cargándose.

Camino más rápido sin voltear hasta llegar al interior de una tienda, ahí seria más seguro averiguar si alguien estaba detrás de él. En un sitio tan concurrido no se atrevería a disparar.

Su mirada lo llevo hasta la calle que acababa de abandonar. Un individuo vestido elegantemente corría entre la gente con una maleta bastante voluminosa, tras de si dos sujetos le perseguían discretamente.

Nadie común se hubiera dado cuenta de nada, pero Antonio sabia bien que esa era una persecución. Y se sintió aliviado, pues al menos eso significaba que no lo habían descubierto.

Compro algo de pan para la cena y se dirigía nuevamente al hotel, hasta que los sonidos de disparos a la lejanía llamaron su atención. Era la misma dirección donde se había ido el sujeto de la maleta. La gente a su alrededor se altero y no tardaron en llegar policías.

Antonio se cubrió el rostro con el cuello de la gabardina. Podría dejar pasar ese evento, pero el sentimiento de que necesitaba ver lo ocurrido le llamaba fuertemente.

Sus pasos lo llevaron hasta la escena del crimen. Lo que el pensaba, ese tipo elegante yacía en el suelo muerto de dos disparos. Seguramente los otros sujetos se habrían llevado la maleta. Algún lio de drogas o dinero, realmente nada novedoso.

Pensando en que había desperdiciado su tiempo intentando averiguar lo obvio dirigió sus pasos de nuevo al hotel. Pero tan solo había caminado unos minutos cuando vio tirada en la calle aquella voluminosa maleta.

¿No había sido un lio de drogas entonces?

Un simple asesinato, seguramente esa valija no tendría nada de valor. Pero aun así no costaba nada llevársela, tal vez pudiera vender o usar las pertenencias que estuvieran adentro.

De regreso en su habitación coloco la maleta sobre la cama. Vaya que si estaba pesada, probablemente sacaría algo de dinero con lo que tuviera adentro. Rompió los seguros de la valija, cosa nada difícil ya que estaban bastante viejos, y lo que vio adentro le sorprendió.

Un niño de no más de siete años estaba durmiendo dentro de aquella maleta. Estaba vestido totalmente de negro, tenia la piel blanca y el pelo corto y castaño.

No podía ser posible. Apenas y Antonio se recuperaba de esa impresión cuando el niño abrió los ojos. Una mirada verde esmeralda que se poso sobre él y con una débil voz le llamó…

-¿Papá?

Y con ese encuentro, Antonio no supo como cambiaria su vida de ahí en adelante.


Una idea que me picaba los primer AU en "forma".Si has leido este primer capitulo muchisimas gracias y una canasta de tomates recien cosechados.