Ah, claro, tiene la capacidad de escuchar, pero no de hablar. Puede comunicarse, pero no con quien ella elije. Puede pensar, pero no poner en práctica lo que piensa. Puede sentirse mal, pero no llorar. Puede saber dónde está, puede encontrarse al lado de su gran amor, pero no puede hablarle.
¿Por qué pudiendo hacer tantas cosas, no puede hacer que su corazón vuelva a latir?
Lo único que escucha Lily Evans Potter desde su tumba es el viento, la gente que llega a rezar por ella y su marido, o por sus vecinos de tumba. ¿Por qué no hablan de su hijo en vez de lamentarse por su muerte? ¿a quién le interesa ella cuando su hijo puede estar con Petunia y nadie se preocupa por decirle cómo está?
Cuenta los segundos, los minutos, los días, los meses y los años desde que abandonó este mundo, desde que nadie le ha dicho cómo está su hijo, desde que no puede ver a sus seres queridos ni saber qué les pasó... Pero después de más de una década sumida en la más profunda oscuridad, Lily necesitadespertar.


POV Lily.

La muerte es un total sinsentido, ¿me lo van a decir a mi sino, que llevo muerta por lo menos 10 años?

Estando aquí, debajo de la tierra, no nos percatamos del paso del tiempo, pero siempre quise contar los segundos, ¿por qué no, si nada más puedo hacer que pensar aunque mi cerebro no me funcione, aunque mi corazón haya dejado de latir? Y cuento, una y otra vez, y nunca dejo de contar...

Pasaron unos minutos y no me di cuenta que había dejado de existir, aunque pronto sentí que no podía abrir los ojos, que no podía moverme, que no podía ir a calmar a mi hijo, que lloraba sin cesar muy cerca mío. ¿Cómo era posible que siguiera vivo mi bebé, si el mago más tenebroso del último siglo había entrado a la casa justo para matarlo a él? Ciento veintisiete segundos... Me alegraba en sobremanera, pero al mismo tiempo no podía dejar de sospechar. Ciento treinta segundos...

¿Qué había hecho que mi hijo viviera? ¿quién? Dosciento setenta y tres segundos... Tuve que escuchar a Sybill Trelawney comunicarse conmigo, al parecer sin darse cuenta, para entender al fin que yo había sido la que había librado al pequeño Harry de una muerte segura, y que había dejado al mundo mágico sin su principal enemigo durante una década. Trescientos noventa y cinco, mientras me quedo pensando.

Pero, ¿qué sentido tenía, si no podía ver a mi hijo, no podía ejercer mi rol de madre, no podía impedir que lord Voldemort volviera y lo atacara de nuevo? Cinco mil ochocientos noventa y siete segundos...

Insisto, la muerte no tiene ningún sentido, ¿para qué puedo seguir acá si no puedo siquiera respirar?