Disclaimer: todos los derechos de de los personajes de Hetalia pertenecen a Hidekazu Himaruya. Todos los derechos de los personajes de Hetamerica pertenecen a nnennisita1234 (Deviantart)
Personajes Hetamerica:
Chile = Manuel
Argentina = Diego
Peru = José
Mexico = Francisco
Costa Rica = Rafael / juanca
venezuela = Gustavo
1. ¡Ataque Pirata!
El sonido de una fuerte explosión despertó de un sobresalto a Manuel, quien de inmediato se sentó en la cama. A lo lejos se podían oír gritos y disparos, pasos de un lado a otro. En la puerta Diego entraba llevando una vela consigo, la expresión de preocupación con que lo miro le dio un gusto amargo.
— ¿Que está pasando? — le preguntó Manuel mientras Diego se acercaba.
— No sé, pero parece que Antonio está peleando con alguien — respondió seriamente dejando la vela sobre el velador. — Creo haber escuchado a José gritar y luego a Antonio salir de su cuarto corriendo — lo observo con expresión intranquila, que la luz de la vela parecía acrecentar.
— No me digas que te entro miedo y por eso viniste a mi habitación — al decir esto Manuel le sonrió burlescamente.
— No, quise aprovecharme de que todos están ocupado para estar a solas contigo — le sonrió con gesto picaron el chico rubio, tirándose a abrazar a Manu.
— ¡No se te ocurra acercarte, idiota! — le dijo mientras lo empujaba con fuerzas.
— Solo bromeaba, boludo — exclamo cruzando los brazos —, siempre caes —agrego riéndose.
— No te rías weon — respondió molesto —, conociendo esa mente sucia tuya, uno se esperaría cualquier cosa rara de ti…
— ah sí, como si tú fueras muy santito — Diego volteo mirándolo a los ojos. — ¿Por qué te sonrojas cuando me acerco tanto a ti entonces?
— De rabia — respondió de inmediato y sin mirarlo.
— Ah sí, como no — se rió Diego, no creía en nada de lo que le había dicho el joven de cabellos oscuros, porque aunque no lo miraba, se notaba en la cara que la pregunta lo había puesto nervioso.
Antes de que Manuel pudiera responder algo, se escucho como la puerta principal se abría y se cerraba de golpe.
— Voy a levantarme — señalo Manuel vistiéndose rápidamente.
Pero ni siquiera lograron salir de la habitación cuando vieron a Rosaura, que venía corriendo tratando de despejar el camino.
— ¡Dejen pasar a Antonio! — y al decirles esto los aparto ligeramente del camino.
Detrás de ella venia España, con expresión seria y preocupada, llevando en brazos a José, que sangraba dando ligeros gemidos de dolor.
— ¿José? Che Rosaura ¿qué paso? — le pregunto Diego afirmándola del brazo, antes de que se alejara.
— Ese… ese maldito pirata inglés... — apretó los dientes con rabia, cerrando los ojos por un instante, luego soltándose de Diego se fue corriendo tras Antonio.
— Maldito — agrego Argentina mirando hacia el suelo.
— Un pirata... — repitió Manuel siguiendo a Diego que se echo a correr detrás de Antonio.
Pero Antonio más rápido que ellos, desapareció a través de los pasillos de la casa. Finalmente ambos se detuvieron frente a la puerta de la habitación de José. Francisco junto a Gustavo, que se encontraban ahí, voltearon mirándolos preocupados.
— España no deja a nadie entrar — señalo Francisco sacándose sus anteojos. — Fue un ataque que nadie esperaba.
— Dicen que lo atacaron por la espalda, algo muy cobarde — agrego Gustavo con cierto rencor.
— Voy a entrar — exclamo Diego a pesar de los intentos de Venezuela y México para no dejarlo entrar, sabían que Antonio cuando andaba de mal carácter no resultaba ser alguien agradable y lo que menos querían era conocer la reacción de Antonio al ser desobedecido en tales circunstancias.
Pero sin escucharlos, Diego abrió la puerta y entro, seguido de Manuel, mientras Francisco y Gustavo los miraron desde la puerta. Adentro José respiraba con más tranquilidad, acostado sobre su cama, con los ojos cerrados, parecía dormir, tenía muchas vendas y Rosaura limpiaba un paño ensangrentado con expresión preocupada. Antonio con la cabeza apoyada en sus manos, estaba sentado al lado de José.
— Argentina y Chile — murmuro Antonio —, ¿Qué hacen aquí? Ordene que nadie entrara a esta habitación.
— Queremos saber cómo esta José — respondió Diego seriamente.
— Ahora no es el momento — les señalo Antonio sin mirarlos y con un tono algo duro que trataba de darle un poco de dulzura. — Váyanse a dormir.
— Antonio pero ¿Qué paso? — Se acerco Manuel seriamente preocupado —, ¿Acaso no piensas decirnos na…?
— ¡MALDICIÓN! ¡Salgan de aquí! ¡Y váyanse a su cuarto ahora! — les grito molesto mirándolo de tal forma que ambos retrocedieron hasta estar al lado de Francisco y Gustavo quienes miraban a Antonio de la misma forma.
Al verlos afuera, dio un fuerte portazo cerrando la puerta. Los cuatros se miraron en silencio y se fueron a sus habitaciones, sin comentar la reacción de Antonio.
— ¿Crees que José se recupere? — pregunto Francisco preocupado.
— Si, es pequeño pero es fuerte — Gustavo dijo esto mirándolo fijamente —, estoy seguro de que así será.
— Pero, realmente fue… ¿un pirata? pero ¿Cómo? — señalo Manuel aun sin entender demasiado, las razones que un pirata tendría para atacar a José.
— Somos colonias españolas —agrego Francisco —, los piratas ingleses nos odian por eso, nos atacan para dañar a Antonio.
— Oye che, vos sos el más experimentado de todos — Diego paso caminando al lado de todos sin detenerse.
— Si, lo soy — respondió Francisco seriamente —, y es por eso que les diré esto, jamás confíen en un pirata, mucho menos en un pirata inglés.
— Es un buen consejo — murmuro Gustavo. — Pero ya vayámoslo a dormir, antes que todos se despierten y Antonio arme un escándalo – cruzo los brazos con cierta molestia. – Bueno nosotros nos retiramos.
— Que descansen — Francisco se despidió y salió detrás de Gustavo.
Manuel se fue caminando seguido por Diego, quien con los brazos a su espalda silbaba suavemente. El joven de cabellos castaños solo levanto la mirada con gesto molesto, a pesar de que aquel suave silbido del chico rubio le daba cierta tranquilidad. De repente al recordar algo volteo inmediatamente.
— Tu me estas siguiendo — lo acusó con expresión seria y señalándolo.
— No te enseñaron a que es de mala educación señalar a alguien con el dedo — respondió Diego sin inmutarse.
— No cambies el tema, tu habitación no está para este lado, así que deja de seguirme y vete a tu habitación a dormir — reclamó Manuel empujándolo.
— Si que eres pesado, solo estaba preocupado por ti — respondió molesto —, se que tienes miedo, por eso iba a dormir contigo…
— ¡No tengo miedo! — Manuel lo miro molesto a punto de perder la paciencia. – Además me da más miedo que tu duermas conmigo… — murmuró sin ser oído por Diego. — Ahora ya ¡ándate a dormir a tu pieza!
— Ya, ya, boludo antipático — Diego volteo caminando tranquilamente —, no desperdiciare mí tiempo cuidándote…
— ¿y quién necesita tu cuidado? — Manuel suspiró molesto entrando a su cuarto. Cerró la puerta con un leve portazo y se apoyo en esta. — Con que un pirata inglés —murmuró mirando hacia la ventana en donde la Luna llena brillaba con plenitud.
A lo lejos un joven de cabellos claros y mirada de tono verdoso, navegaba por los tranquilos mares del océano, sonrió levemente cuando vio tierra, y colocándose su sombrero pirata se acerco a la cubierta.
— Así que aquí se encuentran las pequeñas colonias de España, vaya Antonio veremos si esto te resultara tan divertido como a mí.
