Disclaimer: Prince of Tennis le pertenece a Takeshi Konomi.
Notas de autora al final de la página.
Malentendido
A Eiji sólo le bastó escuchar la palabra 'gustar' y 'Ryuzaki-san' pronunciadas por los labios de una misma persona, para sacar una conclusión sorprendente. A su juicio, estaba más claro que el agua que a Ryoma le gustaba la nieta de la entrenadora, por lo que decidió tomar la entretenida misión de que el pequeñín se le confesara. ¿Cómo? Ni idea, pero sabía que se le ocurriría algo durante el transcurso del día.
Fue así como, después de escuchar varias veces de parte de Fuji que estaba más desconcentrado de lo habitual en clases, dio con la respuesta que estaba buscando. Estaban entrenando como de costumbre, a excepción de un titular que se había lesionado en un partido contra el Hyotei. Kawamura se encontraba junto a los de primer año, observando cómo jugaban sus compañeros. Fuera de la cancha y rodeando la reja, estaban las siempre presentes Tomoka y Sakuno, animando a los chicos en sus respectivos partidos. Curvó sus labios en una sonrisa al ver cómo Kawamura cambió su semblante al tomar una bandera con alusiones a Seigaku por el mástil, gritando encendido. Oh, sí. Había encontrado la forma perfecta para hacerlo.
Luego de terminado el entrenamiento, Eiji fue rápidamente a cambiarse a los camarines, viendo cómo el peliverde se tomaba su tiempo para hacerlo. Pensó que, entre más tiempo estuviese Ryoma en los vestidores, sería mejor para él. Salió raudo y se encontró con su castaño amigo, y se acercó a él, dando inicio a su plan.
—¡Taka-san, Taka-san! —exclamó emocionado el pelirrojo—. ¡No tienes idea de lo que me enteré!
Kawamura conocía bien a Eiji; de seguro era un chisme sobre algún conocido. De todas formas, decidió escuchar lo que su amigo tenía que decirle.
—¡Es sobre el pequeñín! —dijo entusiasmado, dando pequeños saltos por el lugar—. Taka-san, al pequeñín le gusta Sakuno-chan.
—¿Eh? —musitó, extrañado por la confesión de su amigo—. ¿Cómo lo sabes? ¿Y qué tenemos que ver nosotros en eso? —preguntó, no comprendiendo del todo la razón de que su amigo le contara estas cosas. Eiji sonrió pícaramente.
—Taka-san, ¡qué son esas preguntas! ¡Tenemos que hacer que se confiese, por supuesto! —el pelirrojo no paraba de sonreír, mientras que el castaño seguía confundido―. Lo escuché hablando con Katsuo, ¡lo escuché claramente! Tenemos que hacer algo para unirlos, así que, ¿me ayudas?
Kawamura soltó un suspiro.
―¿Cómo podría ayudar yo en algo así?
―Tú tranquilo, déjamelo todo a mí ―dijo, volviendo a sonreír de esa manera infantil y traviesa―. Sólo necesito que me digas que sí.
El muchacho estuvo a punto de responder, pero todo quedó en nada al ver a Ryoma salir del camarín junto a sus compañeros. Los chicos de primer año se despidieron y se dispusieron a abandonar el recinto, dejando a la castaña y al peliverde en el lugar. La chica conversaba tímidamente con Ryoma, mientras que éste solo asentía con la cabeza, y de vez en cuando, emitía un sonido en señal de aceptación. Entonces, un brillo malicioso se apoderó de los orbes de Eiji, y se dispuso a continuar su plan.
―Taka-san, recuerda lo que hablamos ―comentó en un tono misterioso―. El pequeñín y Sakuno-chan.
―¿Ah?
—Toma, tu raqueta —y se la colocó en las manos, sin darle oportunidad para reaccionar ante lo que acababa de ocurrir.
—¡Whoa! I'm burning! Come on, Echizen! —gritó encencido Kawamura—. ¡Confiésale tu amor a Ryuzaki-san! Be a man! ¡Dile que te gusta!
Sakuno no entendía nada de lo que estaba pasando. ¿Que a Ryoma le gustaba ella? Eso no podía ser cierto… Él nunca había demostrado ningún tipo de interés por ella, entonces, ¿por qué ahora sí lo hacía? No tenía sentido; pero, a pesar de no creerlo, un evidente sonrojo se adueñó de sus mejillas, tiñéndolas de un intenso rojo.
Eiji se dedicó a mirar la escena, evidentemente divertido por todo lo que estaba sucediendo.
—No sé de qué hablas —Ryoma ni siquiera se veía preocupado, y su semblante seguía tan apacible como siempre.
—Come on! Eiji me lo contó todo —le dijo el castaño. El peliverde seguía totalmente calmado ante la peculiar escena, mientras que Sakuno no podía más con la vergüenza que la embargaba.
—L-Lo siento, R-Ryoma-kun… Esto debe de ser un malentendido —sus palabras apenas eran audibles.
—¡Nada de malentendidos! —Eiji volvió a hacer acto de presencia—. Yo escuché bien claro cómo hoy el pequeñín le decía a Katsuo que le gustaba Sakuno-chan —y en eso lo miró para que él le diera la razón, pero el chico solamente negó con la cabeza—. ¿Cómo que no? Pequeñín, no me hagas enojar, ¡yo los escuché! —exclamó, ofuscado porque las cosas no estaban resultando como lo había planeado.
—No sé a qué te refieres, Kikumaru-senpai, pero hoy con Katsuo no conversamos nada importante —dijo simplemente.
—¿Cómo? —preguntó confundido.
Ryoma suspiró y procedió a explicarle a su senpai lo ocurrido.
Flashback
Era una mañana normal, y Ryoma y sus compañeros hablaban sobre cosas triviales en el descanso entre clase y clase.
―Ryoma-kun, necesito tu ayuda ―comentó Katsuo.
―¿Qué? ―preguntó el príncipe, con su habitual tono despreocupado.
―Lo que pasa es que mi madre estará pronto de cumpleaños, y no tengo idea de qué regalarle ―le dijo su amigo. Ryoma solamente escuchaba―. Estaba pensando si podrías ayudarme... Ya sabes, tú eres muy popular entre nuestras compañeras. ¿Podrías… averiguar qué regalos pueden gustar a una madre? Por favor ―finalizó, haciendo énfasis en las dos últimas palabras.
―Hmph ―fue lo único que salió de sus labios.
―¿De verdad? ¡Gracias, Ryoma-kun! ―exclamó feliz―. Podrías hablar con Ryuzaki-san, ella es más cercana a ti que las otras chicas… ―dijo pensante. El chico de cabellos verdes asintió como respuesta.
Fin del flashback
—Bah, eso no quita que no puedas confesarte a Sakuno-chan ahora —comentó divertido.
—No quiero —fue su respuesta.
—Eh, ¿por qué no? —protestó, haciendo un puchero, pero Ryoma ya no le prestaba atención. Sakuno, por otra parte, estaba totalmente avergonzada por lo sucedido y solo quería salir de allí lo más rápido como sus pies se lo permitiesen. Antes de que ella pudiese hacer cualquier cosa, Eiji dijo— Al menos tengan una cita.
—¡Eso, eso! —secundó Kawamura.
—¿Cita? —preguntó inocentemente el príncipe.
—Sip, una cita —confirmó Eiji—. Ya sabes, salir a comer, a pasear y esas cosas —finalizó el pelirrojo.
"Salir a come, a pasear", pensó Ryoma. Sentía que había hecho eso con Sakuno. Ella le había llevado almuerzo una vez, supuso que eso contaría. Habían salido a pasear. Para ser más precisos, había sido forzado a llevar a la nieta de la entrenadora a arreglar su raqueta, pero pensó que eso también contaba como un paseo. También le había enseñado un poco de tenis. Según él, eso definitivamente contaba como un paseo.
Sakuno ya no aguantaba esa bochornosa situación, por lo que se armó de valor para hablar.
—O-Obviamente esto ha sido un malentendido… Bueno, entonces y-yo me voy…
—¿Cita? —interrumpió Ryoma—. Claro, ¿por qué no?
Los tres chicos enmudecieron al escuchar la respuesta del chico de ojos claro.
—¿En serio? —preguntó entusiasmado Eiji.
—¿De verdad? —cuestionó Kawamura.
—¿Eh? —Sakuno no podía creerlo. Ella no se lo había pedido, pero aún así Ryoma había aceptado tener una cita con ella. Por un momento se preguntó si estaba soñando o algo parecido.
—Hmph —fue su única respuesta.
—¡Genial!
—Great! Awesome!
—¿D-De verdad? —cuestionó la castaña. Ryoma simplemente asintió con la cabeza.
Al finalizar todo el embrollo, Eiji esbozó una gran sonrisa. Su plan había resultado inesperadamente bien.
¿Qué les pareció? Ryoma es muy inocente y despistado, ¿no creen? Jajajaja. ¿Creen que pueda haber una pequeña continuación? Coméntenmelo en un review ;)
