¡Buenos días! Últimamente he estado muy inmersa en la pareja conocida como Lokane (Jane/Loki), y cada vez me resulta más fascinante lo bien que se complementan sus personalidades. Loki, en particular, es un personaje fascinante con muchos claro-oscuros, y se puede jugar con distintas versiones de él (Loki oscuro, Loki travieso, Loki huraño) y todas, en cierto modo, son él.
Me he dado cuenta de que esta pareja está prácticamente desaparecida en los fanfics español, y yo no podía permitir eso. Quizá lo mejor hubiera sido traer un fanfic que se ajustara al universo Marvel, pero mi amor por las novelas de Jane Austen se unieron a mi amor por Lokane y no pude evitar escribir esto. Con un poco de suerte, quizá aquellas que disfrutaron mi historia Rueda de Carruajes, puedan disfrutar esta también - aunque no sigan esta fandom, creo se puede disfrutar sin conocer a los personajes, ya que tiene bastante de Orgullo y Prejuicio.
¡Ahora a leer! Como siempre, aprecio mucho los reviews porque quiero oír vuestros comentarios.
Lo escribí directamente del inglés, que está siendo revisado ahora misma, así que en un futuro cercano, lo publicaré también en inglés. Si alguien prefiere ese idioma.
Aprovecho también para aquellos que leen en inglés para recomendar que busquéis otros Lokane fanfics, porque hay autores con mucho talento.
La risa descortés
Capítulo 1: El hombre insoportable
" ¡Los hermanos son criaturas tan extrañas!" – Mansfield Park. (1814)
"Desde el principio casi diría… no había pasado ni un mes desde que le conocí yya estaba convencida de que sería el último hombre sobre la tierra con el que aceptaría casarme." – Orgullo y Prejuicio (1813)
Desde la ventana de la pequeña morada, podía ver las calles estrechas de Midgard. El pueblo era tal y como se lo había imaginado: insignificante en todos los sentidos, pequeño hasta un punto claustrofóbico y repleto de personas con ropas ordinarias y mentes aún más ordinarias. Según entendía, allí la sociedad era bastante escasa, no solo a causa de la ausencia de bailes privados sino también por la ausencia de personas de clase alta. Estaba segura de que incluso los habitantes de aquel lugar encontraban su hogar tan aburrido como ella. Al fin y al cabo, una vez que habían bailado con todos sus vecinos, habían compartido las mismas historias y se habían quejado de cuánto tiempo había pasado desde el último escándalo, no había mucho más que hacer.
Ella misma no debería estar allí. No, Lady Sigyn sólo había necesitado dos horas en ese pueblo perdido de la mano de Dios para llegar a esa conclusión: En un lugar como Midgard no había nada que pudiera llamar su atención. Había sido un desafortunado accidente de carruaje el que había obligado a Lady Sigyn a resguardarse en la casa del médico. Un lugar humilde, tan austero que resultaba incluso de mal gusto.
El médico local, el Dr. Erik Selvig, atendía el esguince de su tobillo con una sonrisa amable y palabras de consuelo, como si un esguince pudiera reducirla a ataques de histeria. Ella era probablemente la primera mujer con título que había conocido y la trataba con delicadeza, como si fuera una muñeca de porcelana. Aunque no podía culparle por mostrar buena educación. De hecho, se había imaginado algo mucho peor de un doctor de pueblo.
- ¿Qué opina, doctor? ¿Viviré? – Le preguntó con palabras adornadas con evidente sarcasmo. El señor Selvig levantó una ceja. Probablemente una señal de que finalmente había comprendido que sus palabras de consuelo eran… bueno, innecesarias. Él sonrío, de alguna forma aplacado por su tono de voz.
- El hueso no está roto. No es más que un esguince, y no es muy grave. Nada que no se cure con unos días de reposo.
- Envié a mi cochero a alquiler un carruaje nuevo. Vendrá enseguida.
En cuanto esas palabras abandonaron sus labios, la puerta principal se abrió de repente y por un momento, Lady Sigyn creyó que su declaración había convocado a su cochero. Una impresión absurda, por supuesto, ya que ella habría despedido a su cochero inmediatamente si se hubiera atrevido a ser tan maleducado como para entrar en una casa ajena sin llamar a la puerta.
No, el recién llegado era alguien que Lady Sigyn jamás había conocido: una guapa joven, no particularmente estilosa, pero que tenía una sonrisa dulce que con la instrucción adecuada podría embelesar a caballeros de pocas luces. La chica entró en la casa sujetando un libro en una mano y, en cuando vio que tenían visitas, se inclinó para saludar.
- Lady Sigyn, permítame que le presente a mi sobrina, la señorita Jane Foster. – el señor Selvig dijo con la voz de un tío orgulloso – Lady Sigyn tuvo la mala fortuna de doblarse el tobillo en nuestra puerta.
- Un accidente de carruaje – añadió Lady Sigyn, que no quería que la señorita Foster creyera que se movía con torpeza.
- Encantada de conocerla, Lady Sigyn. Aunque yo no lo llamaría mala fortuna. Después de todo, el jardín de la entrada de un doctor es el mejor lugar para tener un accidente, de la misma forma que la cocina es el mejor lugar para los hambrientos – Se quitó el sombrero – Y nosotros somos muy afortunados, puesto que hemos tenido la oportunidad de conocerla.
Tenía buenos modales, decía las palabras que la sociedad le dictaba y aún así, había algo en su tono de voz que sugería que su ingenio no era artificial o practicado. Quizá incluso era inteligente.
- ¿Viene de la librería? – preguntó Lady Sigyn, mirando al libro que aún llevaba en la mano. No era capaz de leer el título, pero asumió que era una de esas novelas románticas que a las jóvenes corrientes les gustaba leer.
- La librería es su segundo hogar – dijo Erik Selvig, levantándose repentinamente. Miró a Lady Sigyn antes de decir – Siéntese bienvenida para esperar aquí el regreso de su cochero si así lo desea. Desgraciadamente, yo tengo una cita con un paciente en unos minutos y debo marcharme de inmediato. Mi sobrina estará encantada de entretenerla mientras tanto.
Lady Sigyn se sintió aliviada al notar que el buen doctor no pretendía forzar una amistad con ella. No habría sido la primera vez que un hombre de clase social inferior a la suya intentaba ganar su favor, o peor, intentaba seducirla. La vida de una viuda rica estaba llena de obstáculos, pero Lady Sigyn los sorteaba con gracia.
- ¿Le apetece un poco de té? – preguntó el señor Selvig.
- Té suena muy bien – respondió Lady Sigyn, aliviada de que le hubiera ofrecido té antes de que ella hubiera sentido la necesidad de pedirlo. (No había personas más desagradables que aquellas incapaces de anticiparse a las necesidades de una dama y que, por tanto, la forzaban a pedir favores).
Y como habían acordado, el señor Selvig se marchó cinco minutos más tarde y Jane Foster ocupó el sofá que él había dejado vacante. La señorita Foster sirvió el té con una sonrisa tímida y Sigyn notó con satisfacción que, aunque era una chica de campo, sus gestos indicaban que era la hija de un caballero.
- ¿Quiénes son tus padres? – preguntó Lady Sigyn con la insolencia que su título le confería y que también le permitía tutearla repentinamente. La señorita Foster suspiró, aunque no parecía completamente sorprendida por la pregunta.
- Ambos murieron cuando yo era pequeña. Mi padre era un caballero, mi madre era su igual en clase e intelecto. Vivíamos en nuestros propios terrenos, pequeños pero fructíferos, en una hermosa casa de campo, pero uno de mis primos la heredó cuando mis padres murieron – la señorita Foster le pasó la taza de té – Mi tío Erik me acogió. Fue muy generoso. Le debo mi felicidad.
- Es tu tío, es su deber.
- Tengo otros tíos que no estarían de acuerdo con usted.
Lady Sigyn asintió – No era mi intención negarle al señor Selvig ningún mérito. Me daba curiosidad tu familia, eso es todo. Es evidente que has tenido una buena educación. ¿Tuviste una gobernanta?
- Sí, mi padre nunca escatimaba en mi educación. Él era un hombre muy culto con una buena dosis de curiosidad. Me gusta pensar que soy como él en ese aspecto – Dijo, mostrando el libro que aún tenía en su regazo. Esta vez, Lady Sigyn pudo ver que se trataba de un libro de astronomía.
- ¿Astronomía? Es una afición inusual para una dama joven. Cuando los hombres dicen que prefieren damas con inquietudes propias, se refieren a mujeres que sepan cantar, tocar el piano, pintar retratos y coser pañuelos. La astronomía, sin embargo, podría asustar a varios solteros disponibles. Está muy cerca de la ciencia, está muy cerca del mundo de los hombres.
- No me interesan los hombres que se asustan tan fácilmente – Dijo Jane, después de tomar un sorbo de su té – Y las estrellas son tan inalcanzables para los hombres como para las mujeres. ¿Por qué debería incumbirles a ellos más que a nosotras?
Lady Sigyn sonrió – Estoy de acuerdo con todo lo que acabas de decir. ¿Debo asumir por tus palabras que te gustaría casarte?
La señorita Foster se encogió de hombros, mostrándose repentinamente tímida – No me gustaría ser siempre una carga para mi tío.
Lady Sigyn asintió, comprendiendo el dilema de la señorita Foster. Lady Sigyn se había visto en circunstancias similares antes de conocer a su difunto esposo. Había sido una soltera muy guapa y pobre, igual que la señorita Foster. No eran tan diferentes y Lady Sigyn tenía la corazonada de que, con un pequeño empujón, la señorita Foster podría alcanzar un futuro próspero.
- Señorita Foster, nunca imaginé que encontraría alguien como usted en un lugar como Midgard.
Dos meses más tarde
Jane miró al fugaz paisaje con una mezcla de emoción y miedo. Un elegante carruaje estaba llevándolas a ella y a Lady Sigyn al baile privado más importante de la temporada, y por primera vez, Jane se sentía fuera de lugar en la ciudad dorada de Asgard.
- Deja de estirar tus guantes, sé que estás nerviosa, pero vas a romperlos – Lady Sigyn dijo. Jane asintió y la miró con ojos ansiosos. Lady Sigyn era una mujer hermosa solo cuatro años mayor que ella, pero sus modales y su sabiduría hacían que Jane se sintiera como una niña pequeña e inexperta.
- Le agradezco mucho su generosa invitación, Lady Sigyn, pero la primavera es una estación muy larga y si se aburre de mi presencia, por favor, solo dígamelo y yo rápidamente haré la maleta y volveré a Midgard. Después de todo, solo era un esguince, mi tío hizo lo que cualquier otro doctor hubiera hecho y no nos debe ninguna gratitud.
- Tonterías. No voy a cambiar de idea. Estoy segura de que siempre disfrutaré de tu compañía. Aquí no hay muchas chicas inteligentes con las que amigarse, pero hay bastantes hombres que necesitan buena conversación. Es muy aburrido ver a esas chicas insípidas intentando atrapar a los solteros ricos, y les vendrá bien algo de competencia. Esa competencia a la que me refiero eres tú, por supuesto.
- Me temo que si ese es el tipo de entretenimiento que busca, la decepcionaré. Los hombres nunca me han prestado mucha atención.
- Los hombres de Midgard nunca te han prestado mucha atención, y yo culpo a tu amor por la astronomía. Pero por favor, no te contengas, y habla de las estrellas y los planetas tanto como tu corazón desee. Al fin y al cabo, estamos en busca de hombres que no se asusten fácilmente.
- No quiero que usted crea que he venido para aprovecharme de sus amigos y vecinos. Acepté su invitación porque me entusiasmaba la idea de los entretenimientos de la ciudad como los bailes, los conciertos y las obras de teatro. No espero ninguna propuesta de matrimonio en este viaje.
- ¡Tonterías! Primero, te he pedido que me tutees. ¿No somos amigas acaso? Y segundo, propuestas de matrimonio es exactamente lo que espero de este viaje. Voy a presentarte a las mejores familias, te enseñaré a comportarte y estoy segura de que antes de que acabe la temporada, le habrás roto el corazón a dos caballeros y con un poco de suerte, el hombre adecuado estará preparándose para pedirte matrimonio.
Jane palideció, intimidada por esa posibilidad. Lady Sigyn se rió. - No te preocupes, solo bromeaba. Dos proposiciones serán suficientes, después de todo, seríamos demasiado codiciosas si esperamos tres. Tenemos que dejar algunos caballeros para las otras damas.
Jane asintió, deseando zanjar ese tema de conversación tan incómodo. - ¿Qué puedes decirme de los Odinson? - Jane sólo sabía que eran la familia más importante de Asgard, lo más parecido a la realeza, y eran los anfitriones del baile de aquella tarde.
- Nada que pueda decirte les hará justicia. Tendrás que verlos con tus propios ojos. - Lady Sigyn miró a través de las ventanas. - Y será en breve, estamos llegado. Mira esa casa, es la Abadía Reino Eterno.
- Un nombre extraño.
- Un nombre altivo, como sus habitantes. – Dijo Lady Sigyn, pero su sonrisa mostraba que le tenía mucho aprecio a los Odinsons.
Jane respiró hondamente y miró fijamente la imponente abadía. Parecía un palacio dorado y Jane abrió su boca, asombrada. Nunca había visto una casa tan impresionante e inmediatamente se preguntó si se perdería dentro. El carruaje se detuvo frente a la puerta y Lady Sigyn se bajó. Jane se quedó congelada durante unos segundos, aún anonadada por la hermosa abadía.
Había dos caballeros bien vestidos junto a la puerta, dándole la bienvenida a los invitados. Supuso que eran los hermanos Odinson. Eran tan diferentes como el día y la noche: Uno era rubio, corpulento y con una sonrisa alegre; el otro era alto, delgado, con pelo negro azabache y con una sonrisa que podría ser venenosa. ¡Qué tontería! se regañó Jane. ¿Cómo podía ser una sonrisa venenosa? Pero aun así, sintió que esa sonrisa – que ni siquiera se dirigía a ella – hacía que su piel se erizara.
Una vez más, se sintió fuera de lugar. Solo era una chica cualquier de campo mezclándose con la alta sociedad de la ciudad más exclusiva del país. Jane comenzó a bajar del carruaje, pero estaba tan inmersa en sus pensamientos, que se tropezó con el dobladillo de su propio vestido. Afortunadamente, una mano la cogió del brazo antes de que se cayera. Jane, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza, levantó el rostro para descubrir que su salvador era uno de los hermanos Odinson: el rubio. Su sonrisa tierna suavizó su mortificación, pero fue bastante breve ya que una risa cortante le recordó su traspié.
Jane se giró para mirar al dueño de aquella risa descortés y no se sorprendió cuando vio que se trataba del hermano de cabello negro, cuyos ojos todavía brillaban con júbilo, como si aún disfrutara de la torpeza de Jane. Ella le lanzó una mirada de enfado antes de poder contenerse, pero el exasperante hombre solo alargó su sonrisa.
Lady Sigyn se acercó a él mientras sacudía su cabeza con desaprobación - Veo que no has cambiado en absoluto en los pocos meses que he estado fuera, señor Odinson – Le ofreció su mano y él la besó.
- En presencia de mi hermano, soy simplemente Loki – dijo con una sonrisa, que podía ser mordaz o amarga.
- Tú no puedes ser simplemente nada, Loki. Permíteme que te presente a la señorita Jane Foster, está pasando esta temporada conmigo. – Ella se giró y sonrió a Jane.
Jane se inclinó en un movimiento que probablemente parecía torpe. Loki le devolvió el saludo con una pose elegante y una sonrisa arrogante.
- Veo que te has buscado una pupila. ¡Pero qué desgracia! Parece que mi hermano ha decidido robarle la mano. – Loki dijo, manteniendo aún la sonrisa arrogante.
Jane no entendió sus palabras hasta que miró su mano y se dio cuenta de que el señor Odinson aún la sujetaba. Él la soltó inmediatamente y se rió ante las palabras de su hermano, sin sentir ningún tipo de vergüenza, algo que le causó envidia a Jane.
- Jane, querida, él es el señor Thor Odinson, y aquí tenemos a nuestro bromista sin remedio, Loki Odinson.
- Encantado de conocerla. – Thor Odinson dijo, mirándola con una gran sonrisa que hizo que Jane sintiera cómo sus piernas flaqueaban. ¡Jane nunca había visto a un hombre tan apuesto! Y sus modales eran muy agradables, todo lo contrario a su hermano.
- Lo mismo digo. – Jane miró a su alrededor y se dio cuenta de que tanto Lady Sigyn como Loki se habían percatado de su rubor. – Es un placer conocerlos a ambos. – Dijo, intentando que no se dieran cuenta de su incomodidad.
- He oído que vuestros padres no están aquí. Me sorprende que os hayan permitido organizar un baile en su ausencia – dijo Lady Sigyn.
- ¡Al contrario! Ellos insistieron. Es nuestro deber entretenerlos, Lady Sigyn. Así es, ese es nuestro propósito más glorioso. – Loki dijo, guiando a Lady Sigyn al interior de la abadía. El señor Odinson le ofreció a Jane su brazo y ella lo aceptó, agradeciéndole el gesto con una sonrisa tímida.
Lady Sigyn y Jane encontraron dos sillas desocupadas en una esquina y preguntaron a sus acompañantes si podían acompañarlas a ese rincón. Una vez estuvieron sentadas, Lady Sigyn sacó de su bolso un pequeño abanico y se lo tendió a Jane.
- Los bailes de los Odinson siempre están muy concurridos. Tienen demasiados amigos.
- Le prometo que es culpa de mi hermano. Yo solo disfruto de la compañía de un grupo muy selecto. – Loki Odinson dijo.
El señor Odinson sacudió su cabeza, en evidente desacuerdo. – Señorita Foster, debo avisarla: no escuche las mentiras de mi hermano. ¡Su lengua es de plata! Es el mejor en el arte de la elocución y la persuasión, y usa sus poderes para los propósitos más nefastos. ¡Como la organización de un baile! Si el baile está demasiado abarrotado hoy, será solo por su culpa.
- ¡Creo que le acusa de extraversión! – Le dijo Jane a Loki, y él parecía sorprendido de que ella se dirigiera a él, pero antes de que pudiera responderle, Jane se giró para mirar al señor Odinson y añadió - ¿Significa que eso que usted es el más introvertido de los dos, señor Odinson?
- No, no lo creo. Él es bastante reservado a su manera y yo soy…
- Ruidoso e impulsivo. Tan impulsivo, de hecho, que a veces me pregunto si sus neuronas mueren tan rápido que él está obligado a tomar decisiones en ese fugaz instante. – dijo el señor Loki Odinson, que parecía muy orgulloso de sus crueles palabras.
Jane le lanzó una mirada fulminante, por segunda vez esa tarde. ¡Qué hombre tan insolente! ¿Cómo se le ocurría insultar a su hermano frente a alguien a quien acababan de conocer? Jane miró a Lady Sigyn y se sorprendió al ver que ella no parecía molesta por la falta de cordialidad de Loki. Thor Odinson golpeó a su hermano en el hombro de forma amistosa, pero era tan fuerte que casi le hizo tropezar. Jane sonrió. ¡Se lo merecía!
- Mi hermano tiene un sentido del humor muy especial, pero le aseguro que me quiere mucho, señorita Foster. – dijo el señor Odinson, mostrándole una sonrisa encantadora. Jane no pudo evitar corresponderle a la sonrisa, incluso cuando no estaba segura de la veracidad de sus palabras. – Me temo que ya he prometido mi primer baile, pero ¿me daría su mano para el segundo baile?
- Sería todo un honor. – respondió Jane, intentando contener su sonrojo.
- Creo que mi hermano no tiene pareja para su primer baile, quizá tenga la cortesía de preguntarle a usted. – dijo el señor Odinson, girándose hacia su hermano, que era a quien esas palabras estaban realmente dirigidas.
Al principio, sus palabras sorprendieron a Jane y ella deseó que no hubiera propuesto algo así. Ella no quería bailar con un caballero que había demostrado en un tiempo tan corto que era maleducado y arrogante.
- No lo sé. ¿Será tan cortés? – preguntó Jane con sarcasmo. No tenía interés en bailar con él, pero sí quería causarle inconvenientes. Quería dejarle claro, de la forma más respetuosa, que dudaba que pudiera ser cortés. Jane le miró con un brillo desafiante en los ojos. Era evidente por la expresión de Loki que él no disfrutaba siguiendo las órdenes de su hermano y que la idea de bailar con Jane le resultaba bastante poco atractiva. ¡Oh, bueno! ¡A Jane tampoco le entusiasmaba la idea!
- Pero parece que la suerte ya le sonríe a la señorita Foster. Ya tiene garantizado su segundo baile contigo. ¿Pero qué pasa con Lady Sigyn? ¿Tendrá que permanecer sentada durante su primer y segundo baile? ¡No permitiré que eso ocurra!
- ¡Qué tonterías dices! Yo soy una vieja viuda – Dijo Lady Sigyn. Sus palabras causaron gracia a todos los presentes puesto que ella apenas tenía cuatro años más que Jane y su piel eran tan tersa que parecía incluso más joven. - Los entretenimientos de Asgard son nuevos para Jane, y como ya has dicho, es tu deber entretener. ¡Así que entretenla, Loki!
Loki alzó una ceja, se giró hacia Jane y le dijo – Sería un placer si aceptara…
- También sería un placer para mí, señor. – respondió Jane, interrumpiéndole puesto que no quería oír la pregunta completa. Solo había aceptado porque no quería ofender a Lady Sigyn y sabía que si le rechazaba, tendría que negarse a bailar cualquier otro baile. Las normas de la sociedad podían ser muy injustas. ¡Que una mujer ni siquiera pudiera tener el privilegio de negarse a bailar con cualquiera sin arruinarse la velada!
Loki le sonrío, como si realmente se alegrara, y eso solo significaba que realmente era un espléndido mentiroso. Entonces le ofreció su brazo y Jane lo miró como si se tratara de una serpiente, pero al final lo aceptó y permitió que la guiara al centro de la pista. Desde el rabillo del ojo, pudo ver cómo Thor Odinson se dirigía al otro lado de la sala, seguramente en busca de su pareja.
Jane no había asistido a tantos bailes como los ciudadanos de Asgard, pero tampoco era una bailarina inepta. Aun así, se sintió presionada bajo la mirada de Loki, que derrochaba seguridad propia. Ella estaba segura de que él no dudaría en criticar cualquier error que ella cometiera y Jane no estaba dispuesta a darle esa satisfacción.
Empezaron a bailar, girando alrededor del otro y siguiendo los pasos establecidos. Ella se sentía agradecida de que este baile en particular no precisara de mucho contacto físico, las manos solo se rozaban cerca del final de la pieza y era simplemente una leve caricia, por supuesto, nada impropio. Aun así, Jane temía ese momento como si creyera que su piel pudiera quemarla. Mantener su mirada ya resultaba todo un desafío, era tan intensa y penetrante que ella sentía que estaban en medio de una batalla. Y él estaba ganando. Jane miró a su alrededor, intentando huir de su mirada, y encontró al señor Odinson bailando con una hermosa mujer de pelo oscuro y piel tan blanca como la nieve. Una mujer con clase, muy diferente a Jane.
- Es la señorita Sif. Muy bella, ¿verdad? – Dijo Loki, que se había percatado de la dirección de la mirada de Jane. Ella asintió. – Como puedes ver, no eres la única que se ha enamorado de mi hermano.
- ¿Enamorado? Acabo de conocerlo.
- ¿No cree en el amor a primera vista, señorita Foster? Mi hermano no necesita más de dos segundos para ganarse el afecto de cualquier dama respetable.
- ¿Escucho celos en tus palabras? – Sabía que sus palabras eran insolentes, pero no lo eran mucho más que las suyas, así que ella no sintió ninguna culpa.
Loki parecía tan sorprendido que Jane se preguntó si era la primera vez que alguien se atrevía a responder a su insolencia con más insolencia. Loki se recuperó pronto del asombro y le sonrío, aunque en su sonrisa faltaba la seguridad propia que solía caracterizarlo.
- Cualquier mujer que muestre interés en mi hermano pierde por completo mi interés. Después de todo, eso no es más que un signo de un pobre criterio. Y a mí no me gustan las mujeres con pocas luces.
Jane sintió la ofensa profundamente, pero decidió ignorarla. Si no, sería igual que admitir que se sentía atraída por su hermano y entonces, los insultos nunca terminarían.
- Usted tiene una opinión muy pobre de su hermano.
- ¿Tiene hermanos? – Le preguntó Loki y Jane negó con la cabeza. – Es evidente. Si tuviera alguno, sabría que tener una opinión pobre de un hermano es equivalente a quererlos. Después de todo, ¿se puede querer a alguien de verdad sin conocer sus defectos?
- Pero en su caso, parece odiar todo sobre su hermano.
- Estas disputas fraternales son muy normales. Somos así y nuestros vecinos están acostumbrados. – Jane asintió, sin saber qué más decir. Loki volvió a mirar a su hermano. – Le gustará saber que mi hermano parecía bastante encandilado con usted. Créame, lo conozco bien. Si mueve bien sus fichas, puede que consiga sacarle una proposición de matrimonio.
¡Qué insolencia! ¿Qué clase de hombre se atrevía a declarar en voz alta sus sospechas sobre las intenciones de una dama? Jane sacudió la cabeza, furiosa. – No espero nada de su hermano. Usted está siendo muy insolente, declarando tales suposiciones.
- No la estoy acusando de querer enredarlo. Simplemente digo que a él le encantaría que usted lo atrapara.
El muy irritante siempre tenía respuestas para todo. Ella volvió a sacudir la cabeza, decepcionada por esa respuesta. - Le he echado en cara su insolencia, estaba esperando una disculpa.
- ¿Una disculpa? Es demasiado pronto para eso, ¡nos acabamos de conocer! – dijo con una sonrisa pícara. Volvieron a girar, como obligaba el baile, esta vez, agarrados de la mano. Jane sintió cómo sus mejillas se sonrojaban… de rabia.
Cuando el baile terminó, se quedaron de pie el uno frente al otro. La batalla aún no había terminado y ella no quería cederle la última palabra. Pero antes de que pudiera pensar en algo inteligente que decir, el señor Odinson apareció a su lado.
- He venido a reclamar a mi pareja. – Jane le miró, casi sorprendida, como si se hubiera olvidado de su segundo baile. Ella asintió, sintiéndose aliviada y al mismo tiempo decepcionada. Su padre siempre le había dicho que a ella le gustaba demasiado los conflictos. Odiaba salir perdiendo en las discusiones, pero Loki Odinson había demostrado ser un contrincante muy digno.
- Toda tuya, hermano – dijo Loki, como si ella no fuera más que un objeto que pudieran pasarse de mano a mano. Jane lo fulminó con la mirada (¡Era la tercera vez en menos de una hora!) y cogió la mano del señor Odinson.
Durante su segundo baile, Jane se sintió feliz al darse cuenta de que el señor Odinson era tan agradable como su primera impresión había sugerido, ya que no dijo nada que pudiera ser considerado insolente. Aunque Jane debía admitir que Loki Odinson era el mejor bailarín. Sus movimientos habían sido tan fluidos que, durante su discusión, Jane había olvidado que estaban bailando. A Thor Odinson no se le daba mal bailar, no pisaba sus pies y se movía con buen ritmo, pero había algo casi mágico en los pasos de Loki Odinson. Cuando el señor Odinson le preguntó a Jane por Midgard, Jane se olvidó por completo de la envidiable coordinación de su hermano y comenzó a describirle su bienamado hogar.
Luego bailó con otros caballeros: Fandral, Hoggun y Volstagg y entonces, cuando ya estaba tan cansada que no podía soportar ni un baile más, se volvió a sentar con Lady Sigyn.
- Cuéntame, Jane. ¿Quién es el mejor bailarín de los dos hermanos Odinson? – preguntó Lady Sigyn con curiosidad.
- Yo diría que el señor Odinson – Jane mintió.
Lady Sigyn sonrió pero no añadió ningún comentario.
¡Fin del primer capítulo! Este es el más corto, de un total de cuatro capítulos. Y la historia está escrita entero, aunque aún no he acabado de traducirla, pero os lo comento para que sepáis que no la voy a abandonar.
Espero que os haya gustado.
