Chokyulate.


Sungmin amaba los chocolates.

Los amaba lo suficiente como para pensar que si moría por otra causa que no fuera diabetes debía ser proclamado santo.

Sentado en el sillón, disfrutaba placenteramente del último trozo de chocolate que le quedaba. Lo posó sobre sus labios y con su rosada lengua lo lamió antes de morderlo y comerlo.

A su lado, Kyuhyun miraba y seguía con atención el juego que se establecía entre la boca de Sungmin y el chocolate.

En su interior deseaba con todas sus fuerzas ser aquel trozo. Deseaba que fuera él y no aquel chocolate la razón del placer que Sungmin sentía en aquel momento. Quería que Sungmin lamiera sus labios, que jugara con ellos, que los mordiera con la misma suavidad con que mordía a aquel dulce.

Y sin querer, se encontró a si mismo lamiendo sus labios en medio de sus deseos.

-¿Qué sucede Kyuhyunnie?

La voz de Sungmin lo trajo de vuelta a la realidad.

-¿Kyuhy…?

Antes de que pudiera terminar sus palabras, Kyuhyun lo atrajo hacia él y lo besó suavemente. Podía aún sentir el sabor a chocolate en la boca de Sungmin.

Sungmin se paralizó al primer contacto. Pero luego, lentamente fue cediendo ante el placer que los labios del menor le otorgaban. Sentía como aquellos rozaban los suyos suave y apasionadamente y como su lengua establecía una batalla con la de Kyuhyun.

Gimió suavemente antes de que el magnae besara justo el fin de sus labios y lo apartara para mirarlo sonrojado.

-Aún quedaban restos de chocolate en tus labios- dijo Kyuhyun esquivando la mirada de Sungmin.

Dulcemente, Sungmin tomó entre sus manos el rostro del menor y lo acercó al suyo.

-¿Y qué harás ahora?

-¿Ah?

Ante la sorpresa de Kyuhyun, Sungmin se acercó a su oído y susurró:

-Porque aún me queda un Cho-kyu-late por comer.