N/A: ¡Holas!

Aquí vengo con un nuevo fic en el que llevo trabajando bastantes meses, aunque voy bastante a paso de tortuga algo es algo. No tenía pensado subirlo hasta tenerlo acabado, sobre todo porque no me fío de mi compromiso para terminar fics de más de 3 capítulos XDDD, pero viendo que llevo bastantes capítulos de adelanto y que no me queda tanto para acabar, me he venido arriba XD y he decidido subirlo hoy que es el cumpleaños de Naruto porque precisamente este primer capítulo trata sobre eso así que ¿qué mejor momento para que vea la luz?

No muchos me conocen en este fandom en el que soy bastante nueva (no así en el mundo de los fics) así que advierto que aún me estoy haciendo con los personajes y que a veces el canon me abruma XD. Lo último que querría es que éstos estuviesen OOC, me disculpo si alguna vez se me van de las manos.

Antes de nada se lo quiero dedicar a mi querida amiga "pequeño sasuke" por animarme, apoyarme y aguantarme en mis rants y momentos de fangirl por esta pareja.

Este fic se sitúa un año después de la guerra, justo antes de que Sasuke se marche de Konoha. Se ha visto muy poco de Sasuke desde después de la guerra hasta que luego ya es adulto y se me hace difícil porque por un lado ya no es como era antes en el sentido de estar cegado por la venganza, querer matar a Naruto etc... En la pelea final admite su derrota y acepta a Naruto, después de marcharse incluso sigue protegiendo a Konoha y admite hacerlo básicamente por Naruto, por haberle salvado (esto es en el Sasuke shinden). Es decir, que hay ahí un cambio del que apenas sabemos nada y con lo que me tengo que enfrentar en este fic XDDD e intentar llevarlo lo más coherentemente posible sin caer en el OOC.

No me enrollo más. Este capítulo quizás pueda parecer un poco aburrido pero dadles una oportunidad, please, es el pie para el resto de la historia.

Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto y yo no gano ni un céntimo haciendo esto.

Advertencias: Este fic contiene yaoi (relación chico-chico), yo aviso pero está claro si entras a leer un fic que pone NaruSasu XDDD. Además, el rating M es por algo (aunque no todavía jeje)

Poco más que decir. ¡Espero que os guste!

EN PERIODO DE PRUEBA.

Capítulo 1:

Nadie diría que el verano acababa de irse. Era imposible que hiciera un calor tan sofocante. O quizás era su apreciación personal después de caminar durante horas a un ritmo que desesperaría a cualquiera. De haber ido solo, habría tardado menos de la mitad de tiempo en cubrir el mismo trayecto. Pero no, tenía que tocarle a él acompañar a una pareja de viejos a la otra punta del País del Fuego a conocer a los padres de la prometida de su hijo. Una misión que bien podía haber sido asignada a cualquier equipo genin (rango C apurándole mucho y sólo porque la mujer había decidido ponerse sus mejores joyas, bastante valiosas y herencia de la familia, tan sólo para impresionar a sus futuros consuegros).

Como en cualquier otra misión se suponía que Sakura y Sai debían acompañarle, pero éstos habían tenido imprevistos de última hora y finalmente Tsunade le había asignado al equipo de Konohamaru debido a que Ebisu se encontraba con una indisposición estomacal. De esta manera se vio liderando su primer equipo genin, a pesar de no superarles en rango. Muchas cosas habían pasado desde aquella vez que se presentó a los exámenes chuunin y, con todo lo acontecido en la guerra, Konoha había tenido cosas más urgentes que atender en ese último año que volver a organizar las pruebas.

Pero por supuesto nadie dudaba de su nivel como ninja, y era un reconocimiento que traspasaba las fronteras tanto de la aldea como del país. Admitía que se había sorprendido un poco cuando, al llegar a su destino, la familia Kirishima le reconoció al instante (haciendo que los señores que les habían contratado hincharan el pecho con orgullo pomposo). Con buenas joyas y escoltados por el famoso Naruto Uzumaki… Debía ser más que suficiente para hacerles parecer importantes y su hijo el mejor partido que podrían desear.

Los Kirishima habían sido muy amables con ellos alojándolos y dándoles de comer profusamente, sin embargo, aún distraído dando buena cuenta de la cena, Naruto había sido capaz de oír ciertos comentarios acerca de lo que les habría supuesto pagar una escolta de ese nivel. No dudó en hacerse una nota mental para exigir a la vieja Tsunade un aumento de sueldo si estas misiones en las que se le hacía ver como un trofeo volvían a sucederse. Siempre había querido ser reconocido, ¡pero no para eso! ¡Él era un ninja, no un objeto que se compraba para ser exhibido!

La misión había transcurrido sin problemas y ya estaban cerca de Konoha. Se notaba cómo el ambiente se iba tornando más fresco y poco a poco la vegetación se iba haciendo más abundante hasta llegar a estar inmersos en la espesura del bosque. Habían aprovechado el último alto en el camino para redactar el informe de la misión, aún sabiendo que la probabilidad de sufrir una emboscada era más alta que en caminos áridos y sin nada alrededor, y así poder irse directo a su casa en cuanto llegaran.

La señora Kirishima les había obsequiado con la especialidad de su pueblo como avituallamiento para el camino y en esos momentos, todos incluido Naruto, habían agotado las provisiones de agua y se beberían una fuente entera si la tuvieran a su alcance por culpa del picante guiso. Aunque no sólo era eso lo que hacía a Naruto querer acelerar el paso.

Era su cumpleaños.

Y cómo no, le gustaría poder celebrarlo con sus amigos. Le habría gustado celebrarlo por todo lo alto, los dieciocho sólo se cumplían una vez en la vida y en muchos sitios se consideraría ya mayor de edad, pero era consciente de que no había podido hablar con ninguno de ellos en tres días. Entre los que estaban de misión cuando partió y los que hubieran salido mientras tanto, se conformaba con que alguien le acompañara a Ichiraku.

Torciendo ligeramente la boca pensó que era bastante triste pero aunque creyó que Tsunade estaba castigándolo subliminalmente por algo al mandarle tres día fuera, al menos había tenido el detalle de hacerle estar de vuelta para ese día y casi debía dar gracias a que no hubiera surgido ningún contratiempo que les retrasase.

Sintió el sudor deslizarse por su cuello y colarse por su espalda. A pesar de que la temperatura había bajado, la sensación de bochorno por la humedad era realmente incómoda. A lo lejos podía verse ya la Villa de la Hoja, con las primeras luces encendidas que irían multiplicándose conforme se terminara de poner el sol. En el cielo, nubes rojas, densas y opacas, típicas del comienzo del otoño cuando los vientos dejaban en suspensión la arena del país vecino y las calles de Konoha se llenaban de barro en breves pero fuertes chaparrones. Ante esa visión, y a pesar de que auguraba aguarle aún más la fiesta en el sentido más literal de la palabra, el pensamiento de Naruto se fue hacia otro muy distinto.

Realmente, ¿qué esperaba la Hokage que podrían encontrarse para enviarle a él a esa misión salvo por liderar un equipo genin? En los días que corrían lo más peligroso eran los bandidos que asaltaban a los viajeros y comerciantes, nada que Konohamaru y los demás no pudieran enfrentar. Eran tiempos de postguerra donde primaba la supervivencia y el deseo de volver las cosas a su cauce, no eran tiempos de grandes villanos que amenazaran la existencia, al menos por el momento.

El único capaz de hacer peligrar la Villa de la Hoja se llamaba Sasuke Uchiha y llevaba un año recluido entre sus muros.

Esa vez, Naruto sonrió. El cielo rojo y nublado daba un aire apocalíptico y deprimente que se le antojó al aura de Sasuke escapando de sí mismo y rodeando la aldea. La gente decía que desde que había regresado a su casa ya no había ni ratas en el barrio Uchiha. No se había fijado en eso ni les había prestado más atención que a cualquier chiste o rumor, pero iba a tener que darles el beneficio de la duda. ¿Qué sería lo próximo? ¿que las flores se marchitaban y las cosechas se echaban a perder a su paso? El optimismo nunca había sido su fuerte y Sasuke no era ni tonto ni sordo así que con comentarios de esa índole era lógico que su negatividad hubiera alcanzado tal grado que se habría empezado a transformar en un agujero negro que absorbiera todo a su alrededor.

Y él, mientras tanto, se estaba quejando internamente por haber sido mandado a una misión insulsa durante tres días y no haber podido preparar una fiesta de cumpleaños.

Así que aligeró el paso, pese a las protestas de la mujer (que ya no solo por vieja, sino porque ¡a quién se le ocurría ponerse tacones!), porque aunque no quedara ninguno de sus amigos sabía que Sasuke sí estaría allí y bajo ningún concepto le permitiría negarse a que le invitara a tomar ramen a Ichiraku.

Nada más cruzar las puertas de Konoha y dejar a buen recaudo al matrimonio que les había contratado, se dirigieron a la torre del Hokage para dar por finalizada la misión, donde Tsunade les felicitó por el éxito de la misma, agradeció la pronta entrega del informe y, antes de salir por la puerta, le deseó un feliz cumpleaños con una sospechosa sonrisa en los labios.

Naruto no le quiso prestar mayor atención, ocupado como estaba rascándose como un poseso la molesta arena pegada a su cuerpo por el sudor por debajo de la chaqueta. Seguramente, dada la hora que era, a la botella de sake guardada bajo el escritorio de la Hokage debía faltarle al menos una cuarta.

Como tampoco había prestado atención al enjambre de insectos que salieron volando tan pronto saludaron a los guardias apostados en la entrada de la villa. Ni se esperó encontrarse con Sakura al bajar los escalones de tres en tres mientras contaba la paga de la misión dentro de un sobre. Con eso podría haber tenido para una buena fiesta pero…

-¡Naruto! -exclamó Sakura con sorpresa, chocando con él al girar subiendo por la misma escalera camino del despacho de Tsunade.- Ay, perdona, no te he visto con las prisas.

Algunos billetes habían salido volando por el encontronazo y la chica se agachó para ayudar a su amigo a recogerlos.

-No pasa nada, yo también voy corriendo, estoy deseando llegar a casa -dijo, alzando la banda y pasándose el dorso de la mano por la frente.

-Si me esperas un momento te acompaño, acabo de terminar mi turno y tengo que entregar estos papeles. Será solo un segundo -sugirió Sakura.

Naruto no pudo negarse a pesar de todo. Siempre era mejor volver acompañado y también podría ponerle al tanto de quiénes estaban en la aldea. Todavía incluso podría estar a tiempo de improvisar algo.

Tal como había dicho Sakura no tardó en volver y juntos salieron de la torre. El cielo estaba cada vez más oscuro y habían comenzado a caer gruesas gotas que no tardarían en convertirse en un aguacero.

-Ayer estuvo igual, es un fastidio cuando llegan las lluvias de Suna, lo ponen todo perdido -observó la kunoichi.

-Lo que me recuerda que antes de irme me dejé la ventana abierta -comentó Naruto resoplando y temiendo lo que podría encontrarse al llegar.

La respuesta fue una colleja por parte de su compañera que lo miró poniendo los ojos en blanco, claramente indicando que era un caso perdido. Naruto rio con gesto despreocupado y agradecido de que no hubiera decidido pegarle con más fuerza. Su casa ya era un desastre de por sí, poco podría haber hecho la lluvia y el viento para empeorarlo.

-Démonos prisa, te dejaré un paraguas -dijo Sakura tomando el camino que llevaba a su casa.

La joven no tenía nada con lo que cubrirse de la lluvia que arreciaba y Naruto se quitó su chaqueta para que se la pudiera echar sobre la cabeza.

-Ven aquí, si te mojas cogerás frío -amenazó Sakura haciendo que ambos se refugiaran bajo la prenda.

Naruto sabía que en casos así era mejor no contradecirla. Podría haberse ido directamente a su casa en vez de ir a la de Sakura a por el paraguas o haberle insistido en dejarle la chaqueta para ella sola, pero sería enzarzarse en una discusión sin sentido sabiendo lo sobreprotectora que era.

-Oye, estaba pensando en que después de llegar a casa y darme un baño podríamos ir a tomar ramen a Ichiraku -propuso el Uzumaki.

-Te lo agradezco pero seguramente mi madre ya tenga preparada la cena y estoy cansada, desde que te fuiste he tenido un montón de trabajo. ¿Qué tal mañana?

Sakura no había levantado la vista del suelo, concentrada en no resbalar o pisar algún charco. Naruto hizo lo mismo, adoptando una expresión triste. Si no se había acordado de que era su cumpleaños tampoco iba a recordárselo para ponerla en un compromiso.

-Sí, mañana estaría bien… -murmuró decepcionado.- ¿Y los demás están por aquí o están en alguna misión?

-No les he visto mucho estos días pero creo que la mayoría están fuera. Sólo sé que Temari ha venido por algún asunto y tenía planes con Shikamaru, y bueno, Ino habrá estado urdiendo algún plan para ligar con Sai aunque dudo que haya tenido éxito.

O sea, que su proyecto de celebración de cumpleaños se reducía a Sasuke, Chôji y él. Aunque sabía que el Akimichi preferiría ir al Barbacue, no le costaría convencerle de ir a Ichiraku si era él quien invitaba y no protestaría por compartir velada con Sasuke mientras hubiera comida gratis. Porque no, no cabía la posibilidad de que Sasuke se negase a ir así le tuviera que arrancar el otro brazo por llevarle a rastras.

Y así llegaron a casa de Sakura, donde le invitó a entrar para coger el paraguas.

-Mmmm, está todo oscuro, parece que mis padres aún no han llegado. Después de todo igual tienes suerte y te acompañe a comer ramen -dijo la chica con una sonrisa que Naruto no pudo ver porque ésta le precedía camino al salón donde encendió la luz y…

-¡SORPRESA! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

Todos gritaron saliendo de sus escondites. Hinata soltó unos globos, Lee y TenTen tiraron serpentinas y soplaban unos matasuegras, Kiba se acercó con un plato de aperitivos dándole una palmada en el hombro, Shikamaru también se acercó poniéndole una lata de cerveza bien fría en la mano.

-Así que lo tenías todo planeado, serás…-le dijo a Sakura con una sonrisa radiante que eliminó de golpe toda la frustración anterior.

-¡Pues claro, tonto! ¿Acaso creías que esa misión fue pura casualidad? -respondió alzándose para darle un beso en la mejilla-. Feliz cumpleaños.

-¡Entonces fue cosa vuestra! -frunció el ceño, al final no se había equivocado al pensar que Tsunade lo había hecho a propósito.

-Es lo que tiene ser la enchufada de la Hokage -explicó Ino también dándole otro beso-. A veces puedes ser útil, frentona -añadió sacándole la lengua a modo de broma.

Naruto apuró la cerveza de un trago y no dudó en aceptar otra que le tendió Temari. El maldito guiso picante había causado estragos.

-Directamente de Suna y cortesía de mi hermano -le dijo Temari-. Le hubiera gustado venir pero ya sabes, ser Kazekage no le deja mucho tiempo libre.

-Así que es por eso por lo que te han dejado pasar la cerveza. Ya lo sabemos para otra vez -bromeó el homenajeado.

-Ah, no, de eso nada. No pienso volver a venir cargada como una mula desde la Arena con alcohol de contrabando -y luego añadió dirigiéndose a Shikamaru a quien agarró del brazo- Más te vale recompensarme como me merezco.

A lo que el chico respondió encogiéndose de hombros y abriéndose otra lata.

Naruto seguía parado en la puerta sin haber podido entrar ya que todos se arremolinaban a su alrededor felicitándole y llamando su atención. Chôji había traído ramen y habría ido a comerse un plato sin dudar de no haber sido interceptado por Sai que, a su vez, adelantó a una Hinata que por fin parecía haberse decidido a felicitarle y entregarle un regalo envuelto con esmero.

-Según he leído en un libro son socialmente mejor aceptados los regalos fabricados por uno mismo ya que tienen un mayor valor sentimental, así que te he hecho un dibujo -dijo Sai entregándole un rollo.

-Tú lo que eres es un tacaño -observó Shino.

Pero Naruto no le oyó como tampoco la respuesta que Sai pudo tener. Echó un vistazo apresurado por la habitación murmurando mientras hacía algún tipo de nota mental cuando, de repente, habló:

-¿Dónde está Sasuke?

Y todo pasó de una agitada charla a un silencio sepulcral tan solo roto por un último pitido del matasuegras de Lee que se fue apagando ridículamente augurando un estrepitoso fracaso.

Las miradas nerviosas y acusadoras comenzaron a sucederse de unos a otros. Alguien debía ser el culpable del olvido y ninguno quería admitir su parte de culpa.

-¿Es que nadie le ha dicho nada a Sasuke? -bramó Sakura sin querer creerlo. Todo el esfuerzo que había hecho porque Naruto tuviera su fiesta sorpresa y se lo arruinaban de esa forma.

Y ahí seguían mirándose sin decir nada, y eso los que aún tenían el valor de no estar mirando al suelo.

A su lado sintió cómo Naruto arrugaba en su mano la lata vacía. Podía notar la tensión en él y si no supiera que era perfectamente capaz de controlar el chakra del zorro hasta podría jurar que tenía los ojos rojos y las marcas de las mejillas más pronunciadas.

-¡Panda de insensibles! -exclamó Sakura.

Ya no sólo porque se hubieran olvidado de Sasuke sino porque se hubieran olvidado de él justo en el cumpleaños de Naruto. Era obvio que a Kiba, por decir alguien, le importaba un bledo que Sasuke no fuera a su fiesta. Pero se trataba de Naruto, que había hecho lo indecible por traerle de vuelta, le había costado años y este era el primer cumpleaños que podía compartir con él en mucho tiempo. Incluso se atrevería a decir que, de todos ellos, Sasuke era quien más habría apreciado que estuviera allí.

Naruto estaba a punto de darse la vuelta y marcharse, visiblemente molesto, cuando la joven le detuvo cogiéndole del brazo.

-Espera, aún estamos a tiempo de avisarle. -Trató de arreglar.

-¿A tiempo?, ¿a tiempo de qué? -protestó el rubio-. ¿A tiempo de que a todos estos les importe algo?, ¿de que se acuerden que existe?

-Bueno, tampoco es que Sasuke se muestre muy colaborador -se aclaró la garganta Shikamaru antes de romper una lanza en su defensa.

-¡Claro que no! Si le ignoráis lógicamente no va a ser él quien os proponga hacer una fiesta de cumpleaños sorpresa -rebatió.

-Ta…tal vez sí -se sobrepuso Hinata antes de intervenir y se encogió cuando decenas de pares de ojos se posaron en ella esperando una explicación-. Esta tarde me lo crucé cargando unas bolsas y parecía que iba a tu casa.

Si aquello era cierto… Naruto se golpeó la frente en un gesto de exasperación. No era posible que la cosa pudiera ir aún peor.

-¿Y por qué no le dijiste nada? -demandó el rubio a punto de perder los nervios.

-Yo… yo…-Hinata solo consiguió dar varios pasos atrás agachando la cabeza. Por suerte Kiba se puso delante suyo por lo que no tuvo que retroceder aún más o se habría caído por la ventana.

-Déjala, o la vas a hacer llorar -la defendió el Inuzuka. Casi pondría la mano en el fuego al asegurar que la chica jamás había llegado a cruzar palabra con el Uchiha, como para esperar que fuera ella quien le invitara…

-No, tranquilos, seguid con la fiesta -dijo el Uzumaki con tono amargo a la vez que cogía su chaqueta mojada y daba media vuelta-. Ya me encargo yo de buscarlo.

Tan pronto salió por la puerta, el grito de Sakura resonó por toda la casa.

-¡Sois unos inútiles! -exclamó al tiempo que recogía un abrigo para seguir a su amigo.

-Joder, de verdad, menuda cagada -murmuró Kiba.

-Sakura tiene razón, somos unos inútiles -intervino Lee, consiguiendo que la chica le prestase atención-. ¿Qué clase de ninjas somos si no somos capaces de darle a Naruto un cumpleaños como se merece en la flor de su juventud? Ayudémosle a encontrar a Sasuke. No será tan difícil, es como si fuera una misión de rango D.

-Sí, vale, Lee, lo pillamos -dijo Tenten.

-Pero qué desperdicio de ramen, ¿no? Se va a enfriar -dijo Chôji apurando uno de los platos antes de que a alguien se le ocurriera hacer caso al cejotas.

-Entonces, ¿vamos o qué? -apresuró Sakura.

Y como claramente se trataba de ninjas, no hizo falta mucho para que se reunieran por grupos y se repartieran las distintas zonas de Konoha para encontrar al Uchiha. Estaban a punto de abandonar la habitación cuando Temari se giró al ver que Shikamaru no iba con ellos.

-¿Y tú qué?

El susodicho miró con hastío la lluvia que caía copiosamente por la ventana y se hizo con otra lata de cerveza a la vez que se hundía un poco más en el sofá.

-Alguien se tendrá que quedar aquí por si le diera por aparecer -se excusó.

Y nadie le pudo contrariar porque en el fondo tenía razón. Nadie excepto Temari, que le dedicó un "flojo" antes de seguir al grupo fuera de la vivienda.

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Corría lo más que podía, si de verdad Hinata tenía razón (y sabía que no mentiría, menos aún cuando se trataba de un tema serio como lo era todo lo relacionado con Sasuke), quizás todavía estuviera en su casa. Dijo que se lo había encontrado por la tarde y ya era de noche. Su amigo podía ser muy paciente cuando le interesaba pero no seguramente si había llegado a enterarse de que una fiesta alternativa se estaba cociendo a sus espaldas y Naruto estaba en ella. Saltando de tejado en tejado alcanzó su calle, las luces de su casa estaban apagadas, se acercó un poco más y la ventana que recordaba haberse dejado abierta, estaba cerrada.

-Mierda…-masculló.

Agradeciendo poder ponerse a cubierto llegó en un abrir y cerrar de ojos a su apartamento. Estaba oscuro y cuando encendió la luz no se encontró a nadie saliendo de detrás del sofá para felicitarle (tampoco lo esperaba, ese no era el estilo del Uchiha) ni guirnaldas colgadas del techo.

Pero sí que había algo.

Y ese algo le hizo suspirar, agotado e impotente.

-Sasuke…-murmuró, agradecido y frustrado a partes iguales.

Sobre la mesa de su sala de estar había una tarta, los utensilios de cocina escurriendo en el fregadero y los ingredientes sobrantes colocados en la encimera. Le atravesó una punzada de culpabilidad al saber que Sasuke había estado allí, había hecho una tarta exclusivamente para él y que con toda certeza había investigado en cómo hacerla ya que los dulces no le gustaban y no era algo que acostumbrara a cocinar. Y daba por hecho que le habría salido exquisita porque a Sasuke todo le salía bien. Quizás no lo de dar fiestas sorpresa, aunque la verdad es que no era su culpa.

Ni tampoco la suya de que todo estuviera saliendo rematadamente mal. Al fin y al cabo acababa de llegar de una misión y ni siquiera debería estar preocupándose porque su grupo de amigos sufriera de una grave falta de comunicación. Debía estar pasándoselo bien, acompañado de todos y cada uno de aquellos que le importaban y no calado hasta los huesos, solo en su salón y reconcomiéndole la conciencia por algo que no tenía nada que ver con él.

Agobiado, se frotó la cara y por un instante dedicó una mirada rápida a la puerta entreabierta del baño, desechando la idea de darse una ducha rápida y cambiarse de ropa antes de salir de nuevo en busca de Sasuke. No tenía tiempo que perder y debía aclarar esa situación antes de que los pensamientos del Uchiha entrasen en una espiral sin retorno que le llevaran a abandonar la villa, otra vez.

Así que, tal cual entró, salió de su apartamento camino al apartado y solitario barrio donde suponía que lo encontraría. En otras circunstancias era posible que la idea de irse de la aldea hubiera pasado por su mente, pero no en ese momento, cuando aún cumplía algo parecido al arresto domiciliario que le impedía traspasar los muros de Konoha.

Maldecía por lo bajo sin parar, por la lluvia, por no haber cogido un maldito paraguas con las prisas, por haber dejado colgados a sus amigos que le habían preparado la sorpresa con toda la ilusión, porque todo tuviera que ser tan jodidamente difícil cuando no había motivos. Sasuke había aceptado de forma voluntaria quedarse en la aldea al igual que los cargos que se le imputaban y su correspondiente condena. Y así se debería quedar la cosa. Punto y final. Asunto terminado. Pero no, y había pecado de ingenuo al esperar que todo volvería a ser igual que cuando tenían doce años. No sólo se trataba de ellos dos, se trataba de todos, desde compañeros ninja hasta gente de a pie, todos habían cambiado en ese tiempo. La guerra, el sufrimiento, el miedo, perder a seres queridos, todo eso se respiraba en el ambiente aún después de un año y probablemente nunca desaparecería.

De reojo observó las calles de Konoha, la mayoría de la villa había sido reconstruida pero aún quedaban zonas en obras, calles levantadas y zanjas abiertas. No podía evitar sentirse irritado al venirle a la mente la imagen de Sasuke colocando adoquines en esas mismas calles a pleno sol. Tal vez cuando eran más jóvenes ese hecho se podría haber convertido en el objeto de sus burlas durante meses, sin embargo, en ese momento lo único que podía sentir era una amarga desazón al comprobar cómo un ninja de la talla Sasuke era rebajado hasta ese punto. Ya ni siquiera se trataba de encargos ridículos como rescatar gatos de los árboles o encontrar objetos perdidos, esas eran misiones ninja que realizaban los genin que recién se habían graduado en la Academia. Y, aunque como él, Sasuke nunca llegó a obtener el título de chuunin, estaba más que demostrado que de no haber intervenido en la guerra, ninguno de los habitantes de Konoha estaría en disposición de contarlo.

Teniendo esto último en cuenta y también la intervención de Naruto, aquel que pretendió llevar a cabo un ataque genocida contra la aldea debía sentirse incluso agradecido por la leve condena que le fue impuesta.

Si se podía considerar leve el haber pasado dos meses en prisión después de salir del hospital hasta la celebración del juicio y diez meses de arresto domiciliario, con inhibidores de chakra en sus articulaciones, una barrera alrededor de su vivienda a la que sólo unos pocos autorizados tenían acceso, vigilancia permanente por parte de dos Anbu y sólo una hora libre al día para hacer tareas mundanas como comprar comida o asistir a revisiones médicas, aparte de los trabajos de compensación comunitaria asignados por la Hokage.

Naruto fue plenamente consciente de ello al atravesar el desolado distrito Uchiha y esperar a que los Anbu, refugiados de la lluvia en algún sitio pero alertas, le dieran el beneplácito para acceder a la vivienda de Sasuke. Él, junto con Tsunade, Kakashi y Sakura eran los únicos que tenían permiso para hacerlo.

Al final iban a ser ciertos y todo los rumores, ni siquiera las ratas se acercaban ¿quién iba a querer hacerlo? Si sólo el aire a su alrededor ya era pesado, haciendo el lugar aún más ominoso si cabía añadido al dramático recuerdo del pasado.

-¿Está Sasuke ahí? -preguntó en cuanto los Anbu aparecieron y le dejaron pasar. No se veía ninguna luz encendida aunque éstos asintieron confirmándole que había vuelto hacía rato.

Decidido, fue hasta la puerta principal. Al menos admitía que lo de tener vigilancia resultaba útil y, por muchos supresores de chakra que llevara, no podría fingir que no estaba en casa. Contra todo pronóstico no le hizo falta insistir mucho, ya que sólo tuvo que tocar un par de veces para que le abriera.

-Menos mal que estás aquí -aliviado, exhaló profundamente como si le hubiesen quitado un gran peso de encima a la par que dejaba caer los hombros con cansancio.

-¿Y dónde iba a estar si no? -preguntó el moreno, una ligera extrañeza en su tono de voz. ¿Por qué Naruto estaba tan tenso? En todo caso debería estar contento y con lágrimas de agradecimiento en los ojos por haberse acordado de su cumpleaños-. Como si tuviera muchas opciones, idiota.

-Ya, tienes razón -sonrió con su gesto tan característico de llevarse la mano detrás de la cabeza. Tal vez había reaccionado de forma un tanto paranoica, debía admitir ahora que lo veía frente a él

-Pues cualquiera lo diría, parece que hubieras estado dando vueltas por toda Konoha. Con la que está cayendo… -le miró de arriba abajo y al ver que hizo el ademán de entrar, advirtió -No te muevas, me estás poniendo el suelo perdido de barro. Espera ahí que te traiga una toalla.

Le vio perderse en el interior de la vivienda donde la única luz encendida era la de la cocina, que daba al patio trasero. "Por eso no se veía luz desde fuera" pensó. Además, el Uchiha vestía unos simples pantalones largos blancos y holgados y una camiseta azul. Aunque los tonos fueran muy de su estilo, Sasuke no era de los que salían a la calle vestido de esa manera, por lo que todo apuntaba a que estaría a punto de irse a dormir.

Entonces la duda comenzó a asaltar al Uzumaki. ¿Y si realmente no había sido él quien había estado en su casa? Al menos de momento no se le veía enfadado y no es que lo estuviera justificando pero lo entendería. Sasuke era de los que se enfadaban sin tener motivos y le extrañaba que teniéndolos no lo estuviese.

Al momento regresó con un par de toallas, tendiéndole una y poniendo la otra en el suelo.

-No tengo zapatillas que dejarte -se excusó. Nadie iba nunca allí salvo alguna visita del resto del Equipo Siete.

Naruto lo entendió y se limpió las sandalias antes de seguirle hasta la cocina. Dejó en la entrada su chaqueta empapada y trataba de secarse el pelo y el agua que le había calado. La habitual camiseta de malla que llevaba debajo podía ser muy útil para unas cosas pero no para mantenerse seco.

Una vez en la cocina, Sasuke colocó agua a hervir en el fuego sin preguntarle. Estaba de espaldas a él, sacando un par de tazas del mueble cuando Naruto se arriesgó:

-Oye, Sasuke… -no se volvió a mirarle pero se detuvo un instante que Naruto interpretó como que le estaba prestando atención-. Gracias.

La respuesta fue uno de sus típicos gruñidos. Por suerte, podía decirse que Naruto era el único capaz de traducir en la mayoría de los casos tanto esos sonidos como el lenguaje corporal del Uchiha, con lo que la incógnita quedó resuelta.

-Es importante para mí que te hayas acordado.

Sasuke seguía sin entender el por qué Naruto le daba tanta importancia. Probablemente fuera la primera vez que se había acordado (o más bien, que se lo hubiera hecho saber) desde que se conocían. Él, en cambio, habría sido capaz de olvidar el suyo propio de no ser porque su compañero se encargaba de recordárselo a diario con semanas de antelación. Olvidar ese tipo de cosas siempre era un foco de conflictos, incluso considerado motivo de divorcio, por tanto, era mucho más práctico no saber algo que luego podrías olvidar.

-No te lo creas demasiado. No es como si lo tuviera apuntado en el calendario ni nada de eso -contestó, sin querer que Naruto pensara que le estaba dando más importancia de la acostumbrada.

El aludido miró de reojo el calendario que colgaba en una de las paredes. Una serie de cruces rojas tachaban los días anteriores a la espera de llegar a una fecha rodeada con un círculo dos semanas después.

-Es… justo hace un año que terminó todo -continuó el moreno en voz más baja mientras preparaba el té. "O empezó, según se mire" pensó-. Qué perdí mi brazo…

Maldita casualidad que había reunido la pelea final entre ellos, (donde ambos perdieron un brazo pero se volvieron a ganar el uno al otro), con el nacimiento de Naruto y la consiguiente muerte de sus padres como si no hubiera más fechas en el año.

-¿Entonces no estás molesto? -preguntó Naruto, aceptando la taza de té apoyado en la encimera.

-¿Molesto por qué? -quiso saber el Uchiha con una ceja alzada.

-Por lo de la fiesta.

-¿Qué fiesta? -y la ceja alzada pasó a convertirse en ceño fruncido.

-Sakura organizó una fiesta en su casa con los demás justo al llegar de la misión -el rubio no tenía claro si sería mejor ser ambiguo o explícito. Dado que Sasuke no parecía estar al tanto, lo más sensato habría sido no mencionar nada. Él solito se metía en esos atolladeros por ser tan sincero.

De nuevo obtuvo un gruñido por respuesta. Y esta vez sí que podía asegurar que estaba molesto. "Bravo, Naruto, ya lo has conseguido. ¿Por qué no te callas la boca, imbécil?" se recriminó a sí mismo. Para una vez que Sasuke hacía algo voluntaria y abiertamente para tener su atención, tenía que fastidiárselo. Estaba claro que no le iba a hacer ninguna gracia.

Sasuke acentuó el ceño fruncido. Ahora todo empezaba a cobrar sentido. Había sido por eso por lo que Naruto llegó preocupado llamando a su puerta. Al parecer Sakura le había organizado una fiesta sorpresa y nadie le había dicho nada.

-No me importa, no habría ido de todas formas -dijo mirando fijamente la taza de té. Y no mentía.

Casi agradecía que no le hubieran invitado y así no tener que decir que no. Aunque tal vez sí que se sintió un poco traicionado porque Sakura no le hubiera dicho nada, al fin y al cabo se suponía que eran amigos, ¿no? ¿Desde cuando su antigua compañera dejaría pasar una oportunidad así más aún si había alcohol de por medio? Porque estaba claro que había. Naruto olía a cerveza.

-¿Cómo que no? ¡Era mi fiesta y yo quería que estuvieses allí! ¿No habrías ido si te hubieran invitado? -exclamó Naruto. Y ahora sí que era él quien estaba molesto. ¿Ni siquiera era capaz de ceder un poco en su cumpleaños? Malditos Uchiha egocéntricos y su maldito orgullo.

-Tenía otros planes como has podido ver -se encogió de hombros. Estaba bastante claro. Naruto tenía sus propios amigos y él nunca había sido parte de ese grupo. No iba a empezar a serlo ahora, había quedado demostrado con bastante rotundidad.

-Y yo que pensé que te habías molestado al enterarte y te habías ido…-confesó Naruto sintiéndose muy estúpido. A Sasuke no le importaba lo más mínimo que los otros no le incluyeran, lo único que le molestaba era que le hubieran quitado el protagonismo de su fiesta exclusiva.

-Si me hubiera molestado te habría dejado los cacharros sin fregar -apuntó, realmente queriendo quitarle importancia y Naruto no tuvo más remedio que sonreír a pesar de todo.

-Oh vaya, antes tus amenazas intimidaban más -se burló.

El Uchiha resopló con fastidio. Un leve tintineo al chocar el metal que cubría su muñeca contra la taza no hizo más que confirmar que el rubio llevaba razón al mofarse de él.

-Aún puedo romperte la boca y para eso no necesito chakra. -Intentó de nuevo, retándole con media sonrisa altiva.

Eso pareció satisfacer más al Uzumaki. Era consciente de lo poco que le quedaba por cumplir de condena y no iba a ser él quien le hiciera arriesgarla por una tontería. Estaba seguro de que Sasuke compartía sus mismas ganas de medirse contra él en igualdad de condiciones, y para eso debía esperar.

-No sabía cuando volverías y sólo tenía una hora -retomó el moreno justificando el motivo por el cual había desaparecido del apartamento.

Naruto se quedó pensativo. Nunca había sido muy espabilado para ciertas cosas pero sí que conocía bien a su amigo. Atando cabos llegó a una conclusión: Sasuke nunca supo de la otra fiesta, él tan solo había utilizado su hora libre diaria para dejarle preparada una tarta para cuando regresara sin saber a qué hora sería. Después volvió a su casa, nada de esconderse por aquí o por allá huyendo en un enfado imaginario. Volvió al barrio Uchiha donde le abrió la puerta tan pronto tocó a la puerta. Estaba claro.

-Entonces sabías que vendría, bastardo -entrecerró los ojos, sintiéndose bastante estúpido por haber picado el cebo sin darse cuenta. Menudo ninja...

-Sí, lo esperaba -confirmó con la misma sonrisa de superioridad que decía "eres tan predecible..."

Fue entonces cuando Naruto se percató de que algo raro pasaba. Por mucho que le hubiera hecho ilusión, el Sasuke que él conocía no era de los que se acordaban de su cumpleaños y mucho menos le dejaban tartas en su casa. Sasuke era de los que hablaba mediante el silencio y la distancia y, ya fuera defecto o virtud, así era como le quería Naruto.

-¿Y todo esto a qué viene si puede saberse? -escupió el Uzumaki, taladrándole con la mirada, tratando de comprender qué demonios pasaba por la mente de Sasuke.

-Naruto… -murmuró para dejar que frase muriera antes de continuar. Sus ojos escapando de la mirada inquisidora del otro. No podía seguir mirándole a la cara.

El rubio se estremeció al oír su nombre en boca del Uchiha. Lo había echado tanto de menos, había esperado tanto que no quería volver a reconocer el dolor que teñía cada sílaba.

-Me estás poniendo nervioso.

Y, aunque no lo mostrara, Sasuke también lo estaba. Desde mucho antes. Todo estaba saliendo mal y se preguntó si no sería mejor dejarlo para otra ocasión. Se suponía que era el día y momento perfecto ¿Cuándo encontraría otra alternativa igual? El plan exigía que Naruto estuviera receptivo y de buen humor, no tenso y preocupado de antemano por culpa de la metedura de pata de Sakura.

-Dentro de dos semanas seré libre.

Sin cruzarse, ambos desviaron sus miradas hacia el calendario donde la fecha rodeada indicaba su último día de condena y la vista en la Torre del Hokage. A partir de ahí, la libertad a ojos de uno y un futuro incierto a ojos del otro.

-Ya lo sé, ¿crees que no estoy yo también contando los días? -dijo Naruto sin necesidad de apuntar el día en un sitio visible pues se la sabía de memoria. A pesar de que debía ser una buena noticia, entendía que Sasuke sintiera desasosiego por ello-. ¿Y qué? Será genial. Podremos volver a entrenar, juntos. Ya sé que tú te sobras y te bastas pero te vendrá mejor practicar con alguien. Prometo no patearte el culo demasiado fuerte -intentó buscar algo que pudiese animarle.

El Uchiha seguía con la cabeza gacha y la mirada escondida tras el flequillo.

-Podrás volver a ejercer como ninja -insistió.

-¿Misiones genin? -preguntó con sorna y esta vez alzó la vista para encontrar los ojos azules de su amigo. Como si eso fuera su ideal de futuro…

-Ey, que yo soy genin también y te aseguro que no me asignan las de rango D -"Bueno, a veces" pensó, recordando la misión que acababa de terminar-. Mejor eso que colocar adoquines, ¿no?

Sasuke resopló. Si le contara que la idea original de Tsunade fue ponerle a cavar zanjas quedaría patente que la Hokage tuvo que desecharla al considerar que hacerlo con un solo brazo sería complicadamente improductivo. Si había algo que Sasuke no soportaba eso era que pusieran en duda su capacidad y Naruto desconocía lo doblemente humillante para él que había sido esa tarea.

-Y si empiezas a ganar dinero de nuevo y te dejan acceder a tu herencia, a lo mejor podrías mudarte a un sitio, no sé, menos apartado -propuso con entusiasmo. Muchas veces se había preguntado si el que Sasuke siguiera viviendo en su antigua casa se debía únicamente a una cuestión de comodidad burocrática. Era un hecho que de cara a un arresto domiciliario prolongado con las exigencias de seguridad requeridas, la vivienda de su infancia resultaba mucho más práctica que cualquier otra opción; lejos del bullicio de la ciudad y con un considerable perímetro inhabitado a su alrededor. No obstante, debía haber sido duro para él volver a aquel lugar que no pisaba desde que se marchó de Konoha con trece años. Después de la muerte de Itachi y toda la verdad sobre su clan.

Sasuke veía la ilusión en la mirada de Naruto y no pudo evitar sentir una punzada de dolor en su interior. Sólo se trataba de castillos en el aire, deseos y esperanzas que se había ido construyendo sobre una idea de futuro idílico que no compartía. Le dolía tanto tener que destruir todo aquello… Le debía tanto que tan solo el pensar que le haría sufrir le desgarraba el corazón. Naruto no se lo merecía pero no había otra opción.

-Naruto… -volvió a murmurar, y esa vez el rubio le encaró para evitar que rehuyera de nuevo de su mirada. Se colocó frente a él y le tomó de la barbilla para girarle el rostro y tratar de leer en sus ojos.

Naruto no poseía el Sharingan, pero tampoco lo necesitaba. Había dolor en ellos, aunque aquello no fuera nada nuevo. Las circunstancias por las que había pasado a lo largo de su vida habían hecho que esos ojos tan hermosos siempre estuvieran cargados de dolor. Dolor, rencor y odio. Esa vez, sin embargo, era diferente. Despojados de la crudeza de antaño, destilaban tristeza y resignación.

-¿Qué te pasa? Dímelo o te lo sacaré a golpes -demandó, soltando su cara y apoyándose en la encimera de detrás de Sasuke. La distancia era menor, como si el acorralarle físicamente fuera a servir para que se abriera en el plano emocional. Le observó por un instante, su rostro cansado y sereno contrastaba con su respiración irregular.

-No sé si es eso lo que quiero -confesó Sasuke, exhalando el aire retenido en sus pulmones. Sabiendo que había abierto la caja de Pandora a pesar de haber medido sus palabras.

-¿Cómo? -El rubio se tensó, el moreno pudo percibirlo en los músculos de sus brazos y en cómo se irguió ligeramente. Naruto notaba cómo a éste le costaba aguantarle la mirada e intentó ser comprensivo, no quería ponerle las cosas aún más difíciles-. Es normal que te sientas abrumado, pero todo va a salir bien. ¿Verdad? Dime que sí.

-No sé si merece la pena. -Y al momento se arrepintió de ser comedido de nuevo. Debía ser explícito y dejar de dar la impresión de que aún se podía hacer algo por cambiar su decisión o de lo contrario aquello no acabaría nunca.

-¿Ya estamos otra vez en el mismo plan? -bufó, hastiado e irritado por recuperar justo en ese momento al Sasuke de antes, el Sasuke que se comía la cabeza con extrañas ideas y las alimentaba encerrándose en sí mismo-. Si no pones de tu parte nada va a salir bien, eso te lo puedo asegurar. Y nunca pones de tu parte.

Sasuke no pudo soportarlo más. No podía soportar la duda en esa mirada ansiosa. Necesitaba dejarlo claro de una vez por todas o él mismo acabaría refugiándose en la calidez que emanaba del rubio y olvidándose de que no era su bienestar lo que estaba en juego ahí, sino el de Naruto, porque él era lo único verdaderamente valía la pena.

-Naruto… Me voy a ir de Konoha -zanjó. Oírlo de su propia voz, saber que eso mismo lo estaba escuchando Naruto dolía inmensamente más que repetirlo en su mente millones de veces y en millones de escenarios distintos.

Lejos de relajar su postura como hubiera querido, cerró los ojos y se echó hacia atrás de forma instintiva esperando un golpe que no llegó. Al contrario, el Uzumaki se separó de él, dando vueltas como una fiera enjaulada sin querer creerlo.

-¡¿Qué?! No, no, no. Esto no puede estar pasando. Siempre igual -mascullaba casi para sí mismo, rezongaba y se llevaba las manos a la cabeza-. Las dificultades hay que enfrentarlas no huir de ellas, capullo. De verdad que lo tuyo es de psiquiatra.

-Ya estoy yendo al psiquiatra y es una pérdida de tiempo -aseguró el del Sharingan, resignado.

Sasuke era un chico listo y si acudía al psiquiatra no era porque él creyera que lo necesitara sino porque la evaluación psicológica sería tenida en cuenta en el informe final. De nada serviría cumplir la condena de forma ejemplar si no se le consideraba rehabilitado en todos los aspectos y por supuesto no iba a contar más que lo que querían oír.

-Desde luego, porque eres un caso perdido. Sigues igual de jodido. -Si no fuera porque no podía usar su chakra, Naruto estaría seguro de que habría usado algún tipo de genjutsu contra el pobre hombre-. No será por lo de la fiesta, ¿no? -insistió. Hasta el momento no había tenido indicios de que Sasuke hubiera estado planeándolo y tenía que haber algún motivo.

-¿Qué? Me importa una mierda la fiesta, Naruto, ¿no lo entiendes? -¿De verdad creía que esa era la razón? Si algo había tenido que ver la maldita fiesta era sólo el haberle abierto los ojos definitivamente y aceptar su decisión como lo correcto.

-Lo que no entiendo es cómo eres tan cobarde -dijo en un último intento de apelar a su orgullo y que recapacitara.

-Y tú qué sabrás -masculló.

-Por supuesto, ¿qué voy a saber yo si te lo guardas todo para ti? -Esas palabras, conocía bien la coraza que significaban y que escondían algo tras ellas. Si había echado de menos a Sasuke, ahí lo tenía delante en todo su jodido esplendor-. Dime, ¿tenías esto planeado desde el principio? ¿Me has estado mintiendo durante todo un puto año?

El Uchiha no tuvo más remedio que negarlo con la cabeza gacha. No era cierto, no fue algo que se planteó desde el primer momento sino que había ido forjándose poco a poco durante ese tiempo. Fingir que había sido así sería innecesariamente doloroso para Naruto.

-Volviste para quedarte, acepta las consecuencias -exigió el menor con voz y semblante serio. Tal vez no fuera de los que se tomaban las promesas de forma tan extremista como él lo hacía pero tampoco Sasuke era de los que se echaban atrás en sus palabras.

-Y lo hice, he aceptado todas y cada una de las consecuencias, porque me las merecía, no lo voy a negar. -Al oírlo, Naruto rodó los ojos en blanco reconociendo su insano complejo de mártir-. Pero voy a ser libre y puedo hacer lo que me de la gana.

-¿Y volver a ser un ninja renegado? -se extrañó. Las circunstancias eran muy diferentes a la otra vez que Sasuke se marchó y no tenía claro en qué clasificación entraría si lo hacía esta vez. Lo que sí sospechaba era que no podría abandonar la villa así como así siendo un ninja de la Aldea de la Hoja. Ni siquiera quería plantearse la posibilidad de que dejara de serlo. Konoha no podía perder a un ninja como él ni Sasuke podía dejar atrás lo único sólido que le quedaba en la vida.

-Supongo que habrá ciertos términos que tendré que consultar con la Hokage -contestó, dando a entender que no era un asunto que hubiera pasado por alto.

-Pues ya me encargaré de… -intervino Naruto decidido a usar su influencia con Tsunade si era necesario.

-No te vas a encargar de nada porque no es asunto tuyo -Sasuke gruñó, molesto, imaginándose a Naruto a su lado el día de la vista. Ojalá la fecha se hubiese mantenido en secreto.

-¡Oh, claro que lo es! -exclamó el rubio con la misma obstinación que le recordaba.

-¿Ah, sí? ¿Desde cuando? -y esa vez le encaró con decisión, harto de agachar la cabeza. Con Naruto no valían las medias tintas-. Dime, Naruto, ¿desde cuando lo que yo quiera o no hacer es asunto tuyo? ¿Desde cuando eres tú quien decide lo que me debe hacer feliz o no?

El jinchuuriki soltó una carcajada amarga. ¿En serio Sasuke estaba hablando de felicidad? Eran cosas totalmente incompatibles, como tratar de mezclar el agua con el aceite. Tenía curiosidad por saber cual era el concepto de felicidad para el Uchiha, sin embargo, tenía muy claro que no pasaba por el exilio, conociéndole debía haber algo más. En un par de zancadas apresuradas se plantó delante de él, cogiéndole de la camiseta y mirándole fijamente.

-Tú no sabes ser feliz, ni lo serás nunca mientras te empeñes en mortificarte, buscar venganza o lo que sea, siempre habrá algo que te lo impida. Mientras sigas huyendo de lo que sea que se te ha metido en la cabeza esta vez. -El dolor, el rencor, la decepción que escapaban de las palabras del rubio diluían el veneno con las que pretendió pronunciarlas.

Aún así, el Uchiha no era totalmente inmune a ellas pues las palabras de Naruto siempre lograban atravesar cualquier defensa que crease a su alrededor. Mantuvo su gesto altivo, casi indiferente, o al menos lo intentó, ya que Naruto no pasó por alto el breve velo que ensombreció su rostro durante un instante. Se estaba sintiendo expuesto y eso le incomodaba.

Del mismo modo que Naruto, Sasuke había sido muy claro al mostrar cuales eran sus objetivos en la vida desde que eran pequeños. Matar a Itachi había sido su meta durante muchos años, llevándole a sacrificar mucho para obtener el poder necesario. Sin embargo, una vez obtenida la venganza se dio cuenta de que había estado equivocado. No sólo su hermano le había manipulado todo ese tiempo instándole a superarse para enfrentarle. Había sido engañado una y otra vez, obligado a tomar decisiones precipitadas tras haberse derrumbado todo aquello en lo que creía. Forzado a levantarse y a casi perderse en la locura. No había logrado ni uno solo de sus propósitos, ni siquiera algo tan simple como una ridícula celebración de cumpleaños.

-Va siendo hora de que por fin sea yo quien tome las decisiones en mi vida y ahora mismo no quiero estar aquí. No hay nada que… -afirmó con convicción.

Naruto perdió la paciencia. Aquello no podía estar pasando de nuevo. Sentía el chakra bullir en su interior y Sasuke apenas pudo atisbar el cambio de tonalidad en sus ojos azules cuando el otro lo alzó del pecho y lo estampó contra la pared haciendo que se diera un fuerte golpe en la cabeza.

Enseguida se sobrepuso al aturdimiento, observando los ojos rojos de su amigo, las acentuadas marcas en las mejillas y los colmillos visibles. Estaba completamente aprisionado por su cuerpo, sus brazos y piernas a cada lado sin un resquicio por el que poder escapar.

-¿Ahora te aprovechas de los tullidos? -preguntó, con tono y sonrisa taimada.

Naruto bufó. Tenía gracia y todo... Sasuke podía estar manco pero aún así seguía siendo el ninja más fuerte de Konoha. No había más que mirar el Rinnegan de su ojo izquierdo para hacerse la idea. Su provocación, aunque estúpida, le hizo pensar que quizás no había sido casualidad que Sasuke eligiera decírselo cuando aún no podía utilizar su chakra. Sabía que Naruto pelearía para hacerle cambiar de opinión pero, a su vez, no lo haría sin igualdad de condiciones. "Maldito cabrón" pensó con frustración.

Pero Naruto no se rendiría tan fácilmente. Todavía le quedaba una baza por jugar. Si lo anterior no había funcionado, si no podía pelear, lo llevaría al terreno personal. Lo quisiera o no, Sasuke le debía mucho por todo lo que había hecho por él desde que volvió.

-¿Y qué hay de mí? ¿No significo nada? -No podía negarlo. No podía. No cuando esperaba su respuesta con el corazón desbocado. No cuando Sasuke había admitido que el vínculo que les unía siempre estuvo ahí a pesar de haberlo negado infinidad de veces.

El Uzumaki era menos tonto de lo que aparentaba. Sabía que verdaderamente era él lo único que le ataba a Konoha y lo aprovecharía. Sin embargo, Sasuke ya lo tenía previsto. Tenía que alejarse de él, debía...

-Te empeñaste en traerme de vuelta, estuvimos a punto de matarnos varias veces por ello, por ser tan egoísta, pero accedí. Quizás te di falsas esperanzas pero ya está saldada la deuda -dijo Sasuke manteniéndose frío y distante, todo lo frío y distante que su cuerpo se lo permitía estando atrapado contra el de Naruto. Todo lo indiferente que podía aparentar cuando lo que realmente su corazón latía a gritos era enterrarse en esos brazos y no dejarle escapar jamás.

-O sea, ¿Que todo esto es por mi culpa? Venga ya, Sasuke.

Lo era. Por supuesto que lo era. Por haberle salvado de la oscuridad y atraído a su luz, por tenerle hecho un lío. Por tener otros amigos que le querían y le necesitaban y de los que él no tenía ningún derecho a apartarle.

Por tener aún un sueño por cumplir.

Él no se iba a interponer en todo eso. No le quedaba nada, lo único que tenía era a Naruto y sólo quería que fuese feliz. Se lo dijo una vez, en aquella misión en el País de las Olas al borde de la muerte: "No quiero que tu sueño muera". Y si se quedaba, era consciente de que su amigo no le dejaría atrás y sólo acabaría siendo un impedimento.

Sin responder, tan solo alzó su brazo para ponerlo en su pecho y empujarle lejos de él.

Pero Naruto debió intuir la duda, en la fuerza imprimida, débil y derrotada, en sus ojos esquivos y aprovechó la distancia para contraatacar con fuerza renovada, volviendo a aprisionarle e inclinando el rostro hacia su oído.

-Si lo que te importa es saldar no sé qué deuda que no sé de dónde te has sacado, pues yo no la considero saldada -susurró, la tensión en el cuerpo de Sasuke imposible de ignorar- no cuando todo este tiempo has estado saldando la deuda que tenías con Konoha, no conmigo -los labios de Naruto casi rozando su cuello, su aliento caliente provocándole un estremecimiento que hizo que su respiración se transformara en un leve jadeo. Sus ojos cerrados.

Sintió cómo su nariz le rozaba la mejilla y se deslizaba por su mandíbula hasta casi estar de nuevo frente a él.

-Mi tiempo entonces empieza ahora. -Las palabras casi chocando contra sus labios.

Notaba el latir acelerado en el pecho de Naruto al unísono con el suyo, tan fuerte que estaba seguro de que el rubio podía sentirlo también a través de la camiseta aún mojada. Debía parar aquello antes de que fuera demasiado tarde. Alzó el puño con una decisión que hizo a Naruto retroceder un poco, casi pareciendo tomar distancia a posta dispuesto a aceptar el golpe con expresión retadora.

-Te dije que aún puedo romperte la boca -amenazó Sasuke entrecerrando los ojos.

La fuerza de su puño se desvió del rostro de su oponente. Naruto no se lo esperó cuando los dedos de Sasuke siguieron su instinto ignorando a la razón, enredándose en su pelo por encima de la nuca y atrayéndole hacia sí con firmeza, haciendo que sus labios se encontraran con los de Sasuke que le esperaban entreabiertos.

Los cuerpos de ambos se destensaron ligeramente al saber que querían lo mismo, no así sus bocas cuando sus dientes chocaron y Sasuke atrapó los labios de Naruto para morderlos sin piedad. Enseguida Naruto atacó de la misma manera, enrojeciendo los de Sasuke casi haciéndolos sangrar para luego cubrirlos de besos suaves a la vez que sus manos se deslizaban por los costados del moreno hasta llegar a su cintura, apretándolo más contra él.

El Uzumaki internó una mano por debajo de la camiseta mientras con la otra le mantenía fuertemente asido por la cintura. No quería pensar si aquel sería el primer o el último beso, sólo quería sentir y tocar todo lo que pudiera de aquella pálida piel que nunca imaginó que pudiera arder de esa manera.

Entregado, Sasuke se estremeció al sentir los dedos por su pecho y la otra mano bajando por su cintura hasta atrapar su trasero con ímpetu. Gimió, pero apenas pudo notarse al aumentar el agarre en el pelo del rubio y, ladeando la cabeza, se escapó de sus labios para profundizar el beso e internarse en su boca. Expectante, Naruto le correspondió con rapidez, dejándole hacer, enredando su lengua con la de Sasuke, dejándole marcar el ritmo como desease. Fuerte, lento, le daba igual como fuera y como le gustase mientras fuese la boca de Sasuke junto a la suya.

Muchas veces se había preguntado cómo sabrían los labios de Naruto después de aquel primer y accidentado beso con más saliva y sabor a ramen del deseado. Y en ese momento lamentaba que supiera a cerveza por empañar su verdadero sabor aunque aún así era…

El éxtasis.

No podía definirlo de otra manera. Naruto no podía dejar de pensar que aquello era la culminación perfecta a lo que siempre hubo entre los dos, que quizás fue lo único que les había faltado porque… se sentía todo tan bien que no podía haber lugar a dudas de que así era como debía ser. Quiso besar su cuello, marcarlo, ¡qué demonios! Quería besar y marcar cada poro de su piel, que ni se le pasara por la mente a ese cabezota de Sasuke que no pertenecía a Konoha, que su lugar no estaba junto a él. Lamentó no tener más labios y más manos para poder hacerlo sin tener que abandonar su boca.

-¿Naruto? ¿Sasuke? -la voz de Sakura les llegó muy lejana haciéndoles sobresaltarse. No la habían oído entrar, aunque al fin y al cabo era una ninja y de eso se trataba.

Pocos metros separaban la puerta principal de la cocina.

-Déjame intentarlo, dame una oportunidad y… si de verdad decides marcharte, lo aceptaré -susurró Naruto en su oído antes de dar un breve beso en el cuello y separarse a una distancia prudencial.

Sasuke no contestó. No sabía si Sakura se daría cuenta de sus labios hinchados y su camiseta mojada siguiendo el patrón de la malla de Naruto. No sabía si su rubor sería demasiado evidente, pero de lo que estaba seguro era de que si Sakura hubiera tardado unos minutos más en llegar ninguno de los dos habría podido disimular la dureza que había comenzado a formarse bajo sus pantalones.

-¡Menos mal que os he encontrado! Los demás están ahí fuera esperando, no tienen permiso para cruzar la barrera.

Sasuke estuvo a punto de poner los ojos en blanco, otra como Naruto… ¿dónde coño esperaban encontrarle si no? Como si tuviera vía y tiempo libre para hacer lo que quisiera cuando quisiera. ¿Acaso habían tenido que reunir a todos los ninjas de la aldea para algo tan sumamente evidente? Inútiles...

-¿Todo bien? -preguntó la chica, notando el ambiente un poco raro, tenso se aventuraría a decir.

-Naruto ya se iba -se apresuró a anunciar el moreno.

Sakura le observó cuando llegó hasta la puerta de la habitación, donde ella estaba parada. Al entrar había percibido claramente restos del chakra de Naruto por toda la estancia aunque no había signos de violencia visibles y los ojos de su compañero tenían su habitual tonalidad azul.

-¿Todo bien? -insistió, frunciendo el ceño-. No habréis estado peleando, ¿verdad?

-No, Sakura, todo está perfectamente -contestó Naruto, sin mirar atrás y dirigiéndose a la entrada donde recogió su chaqueta.

-Sasuke, lo siento mucho, ha sido todo un malentendido, supongo que ya te lo habrá explicado Naruto -se disculpó antes de salir junto a su amigo.

Encogiéndose levemente de hombros, Sasuke emitió un breve resoplido a modo de respuesta que la dio por satisfecha. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando echó un último vistazo al Uchiha.

Debía ser su imaginación, sí, estaba segura, no tenía ningún sentido que la camiseta de Sasuke estuviese mojada y mucho menos que sobre ésta se dibujara una rejilla igual que la de Naruto.

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Por suerte había dejado de llover. Al final todos los grupos habían acabado acertadamente en el barrio Uchiha, no se podía esperar menos de unos ninjas, sólo que Sakura era la única autorizada para acceder al interior. Mientras la chica había ido en busca del homenajeado y a presentar las disculpas al ignorado, el resto se debatía sobre qué hacer con la fiesta que había quedado interrumpida.

No hubo mucho que discutir una vez que Naruto y Sakura se les unieron. La fiesta quedaría cancelada. Era tarde y todos estaban empapados siendo lo más sensato regresar a sus respectivas casas y darse un baño caliente si no querían constiparse.

Cuando cada uno tomó su camino, Naruto no pudo evitar mirar atrás y dudar si aquel había sido el cumpleaños más horroroso o el mejor de su vida.

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Sasuke agradeció quedarse al fin a solas. No sabía qué hacer, si darse a sí mismo un puñetazo por imbécil o felicitarse. Lo había fastidiado todo y ni siquiera podía culpar a Naruto por ello. Se lo había buscado él solo por haber bajado la guardia y no haberse resistido. No sólo contento con eso había sido él quien había besado a Naruto.

Suspiró dejándose caer en la silla. Inconscientemente se llevó un dedo a los labios después de tomar un sorbo del té que ya estaba helado. Los delineó recordando el beso de Naruto e incluso pudo sentir ciertas partes un poco doloridas al contacto.

Estaba tan cansado de huir. No, más bien exhausto. No tenía fuerzas para seguir oponiéndose a lo que su corazón le pedía. Llevaba toda su vida haciéndolo de una manera u otra y su cuerpo y su mente le pedían una tregua. Se había sentido tan bien que no parecía ser real ya que sólo en sueños se podía permitir tener lo que no se merecía.

Su conciencia, su razón, le gritaban que lo había echado todo a perder, que su plan se iría al traste y que había vuelto a fracasar. Su corazón le instaba a hacer todo lo contrario.

Estaba agotado.

Quería callar todos los reproches que se sucedían en su mente. Él tan sólo quería sentir ¿era eso tan malo? Cerrando los ojos pensó: "Tal vez mañana".

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Alguien entró sigiloso por la ventana. La luz estaba encendida pero…

-Disculpen el retraso, una riada me cortó el paso y tuve que esperar a que dejara de llover.

Era Kakashi quien al no recibir respuesta alguna abrió los ojos para comprobar que no había absolutamente nadie. Se extrañó, ¿tan tarde había llegado que ya había acabado la fiesta? Porque era en casa de Sakura ¿no? No obstante, un leve ronquido llamó su atención, lo que le hizo inspeccionar el lugar con más detenimiento y, efectivamente, no se equivocaba. No estaba solo. En el suelo, entre el sofá y la mesa dormía (o perdía el conocimiento a juzgar por las latas vacías de cerveza a su alrededor) Shikamaru Nara.

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N/A: Esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado y apreciaría un montón si me dejáis comentarios (¡por fis!).

Aunque el fic sea NaruSasu (habrá otras parejas que no adelantaré aún) el fic es más Sasuke centric que sobre Naruto. Es difícil saber qué se le pasa a Sasuke por la cabeza XD así que centrarme más en su punto de vista me facilita las cosas.

Ya sé que en Konoha las calles son de tierra, pero era más divertido poner a Sasuke a colocar adoquines XDD, así que supongamos que algunas calles están mejorándolas.

Respecto a mis otros fics de Naruto, ya dije que en principio iban a ser oneshots, por eso están marcados como Completo, pero como algunos me han pedido continuación, si la inspiración y el tiempo me acompañan es posible que añada algúń día un capitulillo más, jejeje. Si no, pues ahí se quedan terminados.

¡Espero fervientemente vuestras opiniones!

Besitos

Ak