Disclaimer: Tolkien ni ninguno de sus personajes me pertenece. Alguno que otro por allí es mío y usted se dará cuenta de ello.

Advertencia: NO APTO para AntiMari-sues, aunque esto es un OC. Omitámonos los disgustos.

Algo que no voy a cambiar aunque lo sé, es donde dejan a los Hobbits luego de traerlos por las águilas, sé que los llevan a Gondor, pero como no lo sabía cuando comencé esta historia (2005) yo los dejo en Rivendel. Pido disculpas por ello.

No cambiare nombres, por lo que debo decir que el nombre es ANNATAR no Anatar que es muy diferente, el primer es "señor de dones" el segundo es "señor del sol". Para Aclarar ya que me alegaban bastante por ello. Lo segundo Celiviel Felagud lo saco de un traductor de mi nombre... :) de esos que salen en los foros XD!. Por eso lo puse, tan poco sabía que podía ser familiar de un Felagud que aparece en el Silmarillon.


FUEGO ETERNO

.


Capítulo 1

Volver a casa. Eso era lo agradable luego de un arduo día de Universidad. Los músculos tensos, con una jaqueca cada vez más horrible. Era martes. El día estaba oscuro, ya era tarde, la lluvia caía a goterones y el viento rugía por los acantilados que se abrían por los senderos al lado del camino. Exactamente como su ánimo: turbulento.

Eran los peores días de su vida. Termino con su novio, se envió una borrachera de los siglos, un profesor la cuido en su malestar pasando una vergüenza de mil y era la más hablada de toda la facultad. "No era nada... un día normal", pensó con ironía.

— Mente fría, esa es la gracia, mente fría- suspiraba tratando de que los ojos no se le apañaran en lágrimas con recuerdos desagradables.

Acelero más el ferrari 430 Light Pista, negro. Una joya de auto, tal vez una de las pocas cosas que podía decir que en su casa eran de este siglo. Se deslizaba por la carretera sin más ruido que el del viento golpeando los vidrios. Observó hacía un lado mientras veía las rocosas paredes y al otro lado el acantilado. Para cualquier lado era una muerte segura. No le importaría si perdiera el control, era lo de menos. ¿Qué perdía?¿Amigo?¿Estudios?¿Dinero?¿Novio?... respiro con dificultad mientras la primera lagrima caía por su morena cara.

"Maldita sea la especie humana" pensó enojada haciendo frenar el auto de golpe, las ruedas chirriaron contra el asfalto. Con un puño cerrado dio un golpe en el tablero al momento en que este se abría y dejaba caer en el asiento del lado una pieza de defensa. Se amarro lo poco y nada de cabello que tenía y tomo la pistola. Una Heckler & Koch USP CT., de treces tiros. La compro cuando sus padres murieron, esta y dos más que estaban en la casa. De un golpe la envió dentro. Frustrada por el mensaje subliminal.

— Tranquilidad- susurro para sí, mientras prendía las luces del auto y se ponía nuevamente en marcha a una velocidad más tranquila, unos 160 Km. por hora no eran nada.

Su casa. Una casona de tres pisos blanca marfil envuelta en enredaderas. La casa más lujosa por allí pero a la vez la más vacía de todo el sector. No habitaba en esa penosa casa más que ella y su sombra, sus padres habían muerto hacía tres años por una "extraña enfermedad", aun no tenía idea de que habían muerto, pero tan poco es como si le interesara demasiado. Una casa fría, desencantada, llena de antigüedades, libros enciclopédicos, lujos que no le interesaban. Todo lo que un gran historiador deseara para su vida, todo lo que sus padres fueron en lo que se metieron en vida y en lo que ella jamás participo. Una casa que ella remodelo un poco, puso una cerca de dos metros con corriente, una tablero electrónicos para el portón todo el dinero que sus padres ganaron con sus convenciones ella lo despilfarraba con cualquier cosa que se le pasaba por la mente.

Todo el dinero posible, pero a cambio, nadie a su lado, ninguna compañía, ninguna familia, ningún amigo, ni hasta una mascota tenia porque moría sola. Su novio la dejo. ¿Qué más iba a querer? Todo era tan horrible en esta cosa llamada mundo. Un asco.

Se puso delante del portón observando hacía adelante la casa, una luz prendida debían ser Anne y Rachel las dos sirvientas que iban dos o tres veces a la casa a limpiar y cocinar. Bajo la ventanilla mientras el frío viento de la tormenta le pegaba en la cara, apunto en el tablero el número y los portones se abrieron. De allí a la casa eran cuatrocientos metros. Por lo que aparcando fuera, saco el bolso y corrió hacía la puerta tratando de no mojarse.

Al llegar al alero de la entrada, saco las llaves para observar desconcertada que la puerta estaba abierta. "Extraño", las jóvenes nunca dejaban la puerta abierta y además, giro el rostro para ver su auto. "¿Sus autos?". No estaban. Dejo el bolsón en el suelo mientras empujaba la puerta con un dedo y el putrefacto olor a carne en descomposición le hizo dar una arcada. Se llevó una mano a la boca mientras veía que el piso estaba lleno de barro.

Las luces estaban encendidas dentro. Se escuchaba del segundo pisos, pasos pesado. "Algún animal". Entro con cuidado de no hacer ruido mientras iba hacía la sala y tomaba una de las katanas que estaban pegadas a la pared y se acercaba a la entrada de donde uno se encontraba con las escaleras.

Dio un saltó cuando el primer trueno retumbo.

La tormenta se propago afuera, y los relámpagos crecían a cada momento, los pasos arriba le estaban tomando mala espina. No era solo uno. Miro a su alrededor, ahora nerviosa entrando en estado de hiperventilación.

Esto es estúpido, si fueran ladrones tendrían armas, no me sirve de nada esta espada", pensó malhumorada, pero igualmente la llevo en su mano, las armas de fuego más cercana estaban en el auto, y las otras dos, una en su habitación en el segundo piso, y la otra en el cuarto de sus padres, en el tercero.

Escaneo el hall, a unos metros más allá crecía la escalera de madera que era tapizada por una alfombra gris. Se acercó lentamente, sintiendo el olor quemarle todo dentro, "Pero que peste", las pisadas se detuvieron, ella igualmente, podía sentir su corazón muy cerca de su garganta, podía girarse e ir al auto, pero afuera estaba la tormenta no muy apreciable que digamos. Tomo la espada en posición de ataque, y subió el primer peldaño, produciendo un suave ¡Crack!, llego hasta el tercero temblando más que caminando. Los pasos se dirigían hacia ella y no era capaz de moverse para ocultarse. "Inútil, muévete, muévete, escóndete"

Su primera impresión y acción, fue caerse de espalda, tropezando y cayendo de traste al suelo, soltando la katana de paso, pero eso no era lo importante su corazón rozo el infarto al ver aquella masa de carne andante, no sabía si lo de frente era un demonio, o un ladrón con muy mala formación de cara. El olor provenía de él, un olor realmente asqueroso.

En el final de la escalera asediada por la oscuridad, una figura de estatura media, con ropajes maltrechos de cuero de animal, y sectores de metal en que parecía haber armas o hebillas, el rostro deformado y grotesco, con un cabello grasiento y sucio, que le caía por aquellos ojos sobrehumanos. Cuando este gruño como si hablara, dio un grito y se giró para marcharse, cuando al levantarse reboto con otro de esos "seres", volvió a dar un grito, cuando este levantaba una espada en forma de hoz para atestarle. Ella alcanzo a sujetar la espada y se la esquivo al mismo tiempo que se levantaba para correr en la otra dirección, se dio un fuerte tumbo con una de las armaduras del pasillo por el mal equilibrio.

Su primera y única prioridad era salir de allí, aquella criaturas, gritaban, chillaba, o ¿Hablaban?, de una manera aún más grotesca, los sentía detrás suyo. Llegó a la cocina cerrando de un portazo, los seres comenzaron a machacar la puerta con esas armas medievales. La puerta trasera estaba con llave, pero en situaciones desesperadas medidas desesperadas. Le puso una tranca a la puerta azotada y corrió a la de la salida, se giró sobre el pie derecho e impacto el otro en la puerta lo que provoco que esta se abriera de golpe, no demoro en salir hecho un bólido. Tenía que dar una vuelta completa para llegar a su auto y largarse de allí. Y la poca luz y la tormenta ya le habían empapado por completo.

— Maldición, maldición- iba murmurando, mientras corría. No había alma a quien pedir ayudar a esas horas ni a esos sectores donde a unos 5 kilómetros podría pillar la primera casa.

Un zumbido le paso cerca de la oreja, en el momento en que logro ver clavado en la pared, una... ¿Flecha?¿De qué carajo estamos hablando?¿Ladrones medievales?¿Se les perdió el bosque de Sherwood?. Unos arcaicos.

Llegó a la esquina en el momento en que un gritillo hacía adentro le hizo quedar paralizada. Uno: por ver más de esos seres, otro, porque había tomado su hermoso ferrari como pasarela de show. El mismo gritillo advirtió a los cinco mojados y repelentes gusarapos mutados. Las armas, cuerdas y flechas, era lo único que veía.

"Bien, aplícate, Cinturón naranjo, ya aprendiste algo o mejor... repelerlos, si, mejor y agarrar la pistola. Sí, mucho mejor."

La primera de las bestia con un ataque alto la intento noquear, pero dándose vuelta en su lugar, dio vuelta la espada y con la empuñadura le dio un fuerte golpe en la nuca, que lo dejo en el suelo. "Bien, es lo mejor que podía hacer". Esquivo a dos sin mayor razón, y a uno lo empujo con un hombro que choco con el otro. Llego hasta el lado del auto, rompió el vidrio con la palma clavándose vidrios en la mano, se inclinó hacia adentro, abrió la guantera y saco la pistola cuando dos manos viscosas le tomaron de la camisa y la jalaron hacía atrás produciendo que unos cristales se le clavaran en el antebrazo, un grito de dolor sucumbió mientras la tiraban contra el suelo. Uno de los sujeto levanto su espada y cuando atolondrada iba a impactarle en el estómago, levanto el arma.

¡Pum!

El cuerpo cayo hacía atrás mientras sangre le caía encima. Con los nervios en punta, se levantó de golpe por pura inercia y comenzó a correr, pasando por arriba del capo y resbalar al otro lado comenzando a correr hacía el portón.

El corazón se le apretaba de miedo, de horror. Había matado a alguien o algo, pero lo había hecho, le había disparado. La pistola iba en su mano en el momento en que un zumbido se opacó, una punzada en el costado le hizo detener su escape, mientras se le acalambraba el sector izquierdo del cuerpo. Se palpo hacía atrás mientras un relámpago le dejo ver que sus manos estaban llenas de sangre.

Una... una ¿Flecha?. Sus rodillas chocaron contra el asfalto mientras escuchaba sonoros gruñidos acercándose. Mareada y adolorida se giró hacía un lado mientras caía. Las figuras se acercaban, pero a cada paso que daban, el último de la fila iba cayendo por el camino. Observó que cerca de su auto, había otro ser. Otro relámpago le dejo ver mientras se iba ahogando, un ser de cabellera rubia que lanzaba precisas flechas hacía los seres. Un ser hermoso... como un ángel.

Mareada y adolorida, observó con la vista nublada como no había ningún otro ser más que ese que se acercaba veloz. Se giró enterrándose la flecha. Gimiendo mientras cerraba los ojos cayendo en la inconciencia.

— Estarás bien...- lo único que vio antes de la oscuridad, fueron unos profundos ojos azules.

.


.

Despertó con una terrible laguna en la cabeza... como si le hubieran robado muchas imágenes de esta. La brillante luz del día le dejo media ciega al tratar de abrir lo pegoteados ojos... se llevó las flojas manos hasta la cara para poder ayudarse a ver. Enfocando logro ver una estancia bastante iluminada, levanto el torso donde le llego una puntada de dolor, volviéndose a acostar gimiendo para ella, su cuerpo estaba flojo, amodorrado como si no lo hiciera moverse en días. Se revolvió en la agradable cama mientras miraba de un lado a otro no entendiendo donde rayos estaba.

— ¿Dónde estoy?- se preguntó mientras observaba las blancas sabanas de una suavidad bastante agradable. La luz entraba por una ventana lateral, por donde solo lograba ver un cielo azulado. "¡Hooo... ya sé... me morí... genial, así como que no me importa de todos modos!"

Al comenzar a hiperventilar... otra vez por las ideas que le rondaban la cabeza. Dio un salto en el cama tratando de quitarse toda la ropa finísima de encima, logrando lo único que podía hacer, caerse envuelta en las sabanas hacía un lado con un sonoro golpe, y la ahora molestia en su costado muy patente. Se quedó allí sin moverse, tratando de recordar que había pasado, y como había llegado allí.

Lluvia... tormenta... casa... universidad... los mutantes de Sherwood... ¡Oh!

Ciertamente los mutantes le estaban haciendo recordar algo, pero a su pesar... no era mucho. Se llevó una mano a la frente apretándose el cejo con rabia... Bien... solo hay que respirar, va a pasar algo y vas a estar en tu casa... o preferible en la de tu profesor, con una jaqueca de más por la gran farra que te mandaste... sí, eso está mejor.

La puerta al abrirse le hizo girar el rostro y observar por debajo de la cama, una larga túnica azulada y alguien que no parecía caminar si no deslizarse acercarse a ella. Se paralizo.

— No creo que estés muy cómoda allí, querida- la voz le hizo enviar un salto, lentamente y con cierta fuerza ya que sus articulaciones no le estaban ayudando en nada saco la cabeza por arriba de la cama.

Un hombre... pero... un ¿hombre? o algún tipo de subproducto de este. Era un hombre que no sabría decirles de cuantos años, de largo cabello negro y profundos ojos, sabios como si allí no hubiera nada que temer, demasiado maduros y antiguos para alguien tan joven. Lo miro atónita unos momentos antes de que este sonriendo se acercara más a ella.

— ¿Cómo estás?- pregunto suavemente. Abrió la boca como pez fuera del agua, con un millón de preguntas queriendo brotar al mismo tiempo.

— ¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue? ¿Quién me ayudo?...- iba a continuar cuando el sujeto levanto una mano haciendo que callara.

— Te responderé todo con calma, pero necesito que estés tranquila y no llena de golpes- respondió con una sonrisa mientras ella se sonrojaba. Las piernas le temblaron mientras se sentaba con gran problema en la cama. Miro de un lado a otro buscando algo, ya comenzando a asustarse pero era lo único "cuerdo" que se le venía a la mente

— ¿Qué buscas?- pregunto curioso el "ser"

— La cámara escondida- susurro más para sí que para él, pero por la mirada desconcertada le había entendido

— Tranquila, Celiviel...

— ¿Quién es Celiviel?- pregunto mirando por si había entrado alguien más. El sujeto o ser volvieron a sonreír

— Tranquila, estas en Rivendel...

— ¿Rivendel?- pregunto sufriendo un pequeño recuerdo. ¿Rivendel no era esa ciudad de la que tanto hablaban mis padres?. Sí, eran medio fanáticos, y escribieron bastantes libros de la Tierra Media, me parece que este es uno de esos seguidores fanáticos... que miedo... ¿Dónde está mi arma?- está bien- musito con cuidado observando con ojos critico la locura de este- Rivendel. ¿Y usted es?

— Elrond hijo de Eärendil, señor y dueño de esta casa- contesto tranquilo. Ella se puso nerviosa... Y este se cree el medio-elfo.

— Ya...- contesto sin creérselo mucho.

— No me crees nada, ¿Cierto?

— No- negó- pero... no ahí por aquí alguien un poco más... mmm... ¿Cuerdo?

— No creo que haya nadie más cuerdo por estas tierras- levanto la vista en el momento en que sus sospechas se hacían claras... Sí, estoy muerta y este viejo, es Dios. Pensó mientras veían al otro hombre de vestimentas blancas y brillantes, ojos azules antiguos llenos de alegría y sabiduría, y una larga barba que le llegaba hasta la cintura... ¡¿Noe?!

— No... Dios, ¿Quién es usted?- pregunto ya entrando en la confusión. ¡¿Estaba muerta o no?! Pero si estaba muerta porque tenía tanta hambre, y porque sentía esa desagradable sensación en su costado.

— Creo que necesita más tiempo- contesto el hombre mirando a "Elrond", luego se giró hacía ella- ¿Recuerdas a los que te atacaron?

— ¿Los bichos raros?- pregunto el sujeto asintió-... ya... y a todo esto. ¿Quién es usted?

— Gandalf- contesto con una venia... ¿Gandalf?¿El Gris? ¡Ahhh! ¡Fui raptada por Fanáticos!

— ¿Un Ainur?- pregunto tratando de mantenerse tranquila. La cara de ambos se formó una mueca extraña

— ¿Cómo sabes eso?- pregunto Elrond

— ¿Qué acaso no es obvio? Mis padres escribieron mucho de ustedes... bueno... solo recuerdo que escribieron algo de "ustedes"

— ¿Vuestros padres?- pregunto curioso "el mago". ¡Dhu! Obvio mis padres

— Claro que sí, ¿No saben que murieron? – Que tipo de fanáticos son- ellos escribieron muchos, muchos libros de cómo nació el mundo raro ese la Tierra Media y un continente raro... o algo así, nunca me dedique a leerlo en realidad, eran decenas de informes y reseñas cansadoras- musito enojada. No le gustaba recordar los días que se pasaba sola, mientras sus padres se encerraban a hablar cosas que ella nunca entendía o nunca se le quiso dar a entender, había aprendido claramente, pero no era algo que le gustara hablar, por ser ella, prefería ser una completa ignorante.

— Interesante- sonrió Gandalf mirado a Elrond quien le sonreía

— Creo que deberías descansar un poco- contesto Elrond

— No voy a descansar, me voy a mi casa en este momento- se levantó demasiado rápido sintiendo una punzada en el costado que le hizo inclinarse adolorida.

— ¿Y cómo harías eso? El contacto entre tu mundo y el nuestro se ha cerrado hacía tiempo ya, y no se abrirá en un par de años más- ella le miro impresionada. ¿Qué, qué se había cerrado? Esto le estaba dando realmente mucho miedo. Su corazón comenzó a bombear demasiado rápido colocando piezas y mandando al carajo su lado racional- además estas más segura aquí donde los uruk-hais no puedan hacerte daño. Estas más segura aquí.

— ¿Y qué quieren que haga aquí?- pregunto aturdida.

— Descansar

— ¿Por qué?

— Porque van a pasar muchas cosas, y necesitas energía.

— ¿Pero qué cosas?

— Si te lo dijéramos no nos creerías, así que mejor descansa y de apoco iras entendiendo todo.

— Y ¿Por qué yo he de creerles algo a ustedes?- realmente se estaba empezado a enojar con tanta vuelta que daban.

— ¿No crees en nuestra palabra?

— Vengo de un lugar donde la palabra vale lo mismo que un guaren con muchas pulgas, o sea, nada. ¡Quiero ver para creer! ¿Qué está pasando?- el mago de acerco a ella sonriendo alzo la palma derecha en el momento en que allí de la nada apareció un llama y luego una rosa de fuego. Se quedó embobaba viendo el dulce danzar de las llamas mientras se sentaba en la cama, con muchas preguntas, muy confundida y algo... bastante asustada

— Descansa, mañana sabrás muchas cosas, necesitas abrir tu mente.

— ¡Esperen! ¿Cuándo volveré a mi hogar?- pregunto mirando a los hombres retirarse.

— Celiviel, ese jamás fue tu hogar...

Se quedó allí sola mirando como las figuras se perdían... sola... otra vez sola.

.


.

Si leyeron hasta acá aunque ya lo han hecho antes con el otro, pues si quieren dejan un comentario. No obligo a nadie a eso. Si es nuevo, adelante le esperan algunas incongruencias XD! Aunque no hay cambio de trama si en la redacción y ortografía, eso. Tengo que ir arreglando.

Saludos...