¡Hola a todos!

Les traigo mi primer fic. Un fic que escribí a principios de diciembre pero por motivos de estudio hasta hace poco tuve la oportunidad de detallarlo y subirlo.

Está inspirado en el capítulo de la cita de Ash y Serena pero aquí hago de cuentas que el viaje por Kalos va más adelante, es decir, como si esta saga estuviera pronto a terminar.

Aclaración: Pokémon y sus personajes no me pertenecen.


Nos encontramos en Ciudad Coumarine, una de las ciudades más importantes de la región Kalos, en cuanto a comercio y turismo se refiere, esto debido a que el único puerto de Kalos se encuentra justamente en dicha ciudad, por lo que cada día se importa y exporta productos hacia y desde otras regiones del mundo Pokémon y miles de visitantes llegan a la región por medio de cruceros que arriban diariamente en dicho puerto. Debido a eso y a la peculiaridad que tenía la ciudad de que, para verla completamente, es necesario hacer un paseo en monorraíl, una atracción turística que nadie debe perderse.

En el comedor del Centro Pokémon de esta ciudad se encontraba un pequeño grupo de jóvenes, liderados por Ash Ketchum, un joven de 16 años originario de Pueblo Paleta en la región de Kanto, su sueño es convertirse en el mejor entrenador que haya visto el mundo. Lo acompañaban una hermosa joven llamada Serena, de la misma edad, aspirante a ser la Reina de Kalos, título otorgado a aquellas jóvenes consideradas como las mejores artistas pokémon. Y finalmente estaban Clemont, líder de gimnasio de Ciudad Lumiose y amante de la ciencia y su hermana menor Bonnie, una niña con un gran cariño por los pokémon, de 14 y 8 años respectivamente.

–¡Qué hermoso día hace hoy! ¿Verdad chicos? –comentó Serena.

–¡Cierto! Justo para la celebración de hoy –agregó Clemont.

–¿Uh? ¿Qué celebración? –preguntó extrañado Ash.

–¡ASH! ¿Acaso no sabes qué día es hoy? –le preguntó Bonnie casi gritando– Hoy es el Día de la Gratitud, el día que le mostramos a las personas lo mucho que nos importa por medio de alguna acción u obsequio –añadió.

–Ya veo… ahora que recuerdo, en una de las tantas regiones que he visitado llamada Sinnoh, se celebraba algo muy similar, con la diferencia que de allá se regalaban unas flores de nombre "Gracídea" como muestra de gratitud –añadió el azabache.

–¿Flores? ¡Qué romántico! Imagino que son muy hermosas –exclamó rápidamente la niña.

–Sí que lo son Bonnie –le contestó Ash. Sus acompañantes escuchaban con atención lo que él les contaba.

–Grandioso, me gustaría verlas en persona –comentó Serena.

–A mí también, pero debe ser difíciles verlas en Kalos –dijo la menor, hizo una pausa y después agregó– Chicos, si no les importa, Serena y yo queremos ir de compras un par de horas.

–En lo absoluto, vayan y diviértanse –les dijo Ash.

–Pero recuerden que la celebración inicia a las cinco de la tarde –les recordó el joven rubio.

–Por supuesto hermanito, a esa hora estaremos aquí –le contestó Bonnie–. Nos vemos luego chicos –añadió mientras tomaba a Serena del brazo y salía corriendo con ella a rastras.

Ya alejadas de los chicos, ellas comenzaron a hablar.

–Oye Serena, ¿ya sabes lo que le vas a regalar a Ash? –preguntó Bonnie, quien miraba de forma pícara a su amiga.

–Bonnie no me mires de esa forma, haces que me sonroje –le decía Serena, quien se encontraba muy ruborizada por esa pregunta tan inesperada.

–Vamos Serena, tú misma me dijiste que te gusta Ash desde que lo conociste cuando eran niños.

Serena no podía negarse. Desde el día en que conoció a Ash, a pesar de su corta edad, ella se había sentido atraída por el pequeño Ash. Ella pensaba que le debía su vida, ya que él le había encontrado y ayudado el día que ella se perdió en el bosque, no se imaginaba que hubiese sido de ella si Ash no la hubiera encontrado. Aún con lo asustada que estaba, ella se sorprendió por la delicadeza y ternura con que el chico le vendó la rodilla, la ayudó a ponerse de pie y la llevó de vuelta al campamento. Durante esos días ella descubrió que el chico, además de lo que ya había notado, era gentil, amable, simpático y amistoso tanto con personas como pokémon. Ella intentó hablarle un par de veces, pero su timidez se lo había impedido. Finalmente ella regresó de nuevo a su pueblo y junto con ella el pañuelo con que el niño le había vendado, esperando volver a verlo algún día.

Pasaron varios años, hasta que un día vio a un chico por televisión en lo más alto de la torre de Ciudad Lumiose intentando ayudar a un Garchomp, esto hizo que mostrara interés en la noticia que estaban transmitiendo en ese momento. Cuando todo había volvió a la tranquilidad las cámaras mostraron en primer plano el rostro del joven héroe y fue en ese instante que se dio cuenta que, ese joven que mostraron las cámaras, era el mismo que le ayudó cuando era niña. Su rostro denotaba felicidad, no podía creerlo, ese chico se encontraba en la misma región en la que vivía. Serena pensaba que lo justo era devolverle el pañuelo que aún conservaba. Entonces, sin pensarlo mucho tomó la decisión de emprender un viaje en su encuentro, para agradecerle por lo que hizo por ella aquel día de verano. Finalmente lo encontró y notó que la personalidad del chico no había cambiado. También que se dio cuenta que sus sentimientos por él tampoco habían cambiado y no pudo contener su felicidad cuando el chico la invitó a viajar junto a él por toda la región. Y ahora se encontraba con una niñita hablando de este tema y buscándole un obsequio a ese joven que tanto quería.

–Lo sé, pero no puedo evitar sonrojarme cada vez que pienso en eso.

–Bueno ¿Tienes el regalo o no?

–Lo tengo.

–¿En serio? ¿Puedo saber qué es? ¿Acaso es… un besito? –le preguntó de nuevo la niña con una sonrisa pícara en su rostro.

–BONNIE, YA BASTA –le decía casi gritando y tan roja a más no poder.

–Perdona, es que me da risa la forma en que actúas –le explicaba la rubiecita entre carcajadas– Ya en serio ¿Qué regalo le tienes preparado?

–Unas galletas que prepararé más tarde para él, pero me parece muy simple, quisiera dárselas junto a algo más.

–¿Simple? –la pequeña no podía creer lo que su amiga le decía– Serena, tu cocinas delicioso, estoy segura de que Ash quedará encantado con tu regalo.

–Gracias Bonnie, pero aun así creo que no es suficiente para agradecerle todo lo que él ha hecho por mí.

–Bueno, bueno, pero sabes que sería un buen regalo… –hizo una breve pausa– que le confieses sus sentimientos –añadió la menor.

–¿QUÉ? ¿Estás loca Bonnie? –comentó de nuevo de manera exaltada– Hoy no es un buen día para confesarle lo que siento.

–¿Por qué no? Vamos Serena, hemos estado viajando con Ash desde hace ya varios meses, debes tener la suficiente confianza como para decirle de una buena vez.

–¿Y qué pasaría si no siente lo mismo que yo?... Arruinaría nuestra amistad –agregaba con profunda tristeza la pelimiel.

–Serena, tú eres una chica hermosa, tierna y cariñosa, estoy segura que cualquier chico se fijaría en ti –halagó Bonnie– Además, me he dado cuenta que Ash también siente algo por ti –añadió.

–¿En serio? ¿Por qué dices eso? –preguntó rápidamente y con mucha curiosidad.

–Porque he visto que Ash se preocupa mucho por ti. Te muestro ejemplos, aquella vez en el campamento él trató de salvarte de caer al barranco, también se puso muy feliz cuando capturaste a tu primer pokémon y decidiste ser performer y ha estado entrenando contigo para tu primera presentación.

Serena volvió a una cara de tristeza. –Pero esas son cosas que tú has supuesto, no es porque él te haya dicho.

–¿Acaso no me di cuenta, por mí misma, de lo que sentías por Ash incluso antes de que tú me lo contaras? Podré ser una niña, pero soy muy buena para descubrir los sentimientos de las personas –le dijo Bonnie tratando de animarla.

Tienes razón, eres toda una experta en eso –dijo entre risas la joven de ojos azules.

Mientras seguían riendo y caminando por las calles abarrotadas de gente que se encontraban también buscando obsequios, las chicas pasaron cerca de una tienda que vendía todo tipo de cosas, o mejor dicho, un bazar. Dentro del establecimiento se escuchó una voz un tanto desgastada por los años. –Pasen adelante, aquí encontrarán el obsequio perfecto para el Día de la Gratitud.

Las chicas se detuvieron un momento enfrente de la tienda y a los pocos segundos apareció una señora con el cabello completamente blanco y con un bastón que le ayudaba a mantenerse de pie. –Señoritas ¿Están buscando regalos? Tal vez encuentren algo en mi pequeño negocio –les dijo la anciana.

–Entremos Serena –le dijo muy animada Bonnie.

–Está bien, nada perdemos con intentarlo –le respondió. Rápidamente entraron al bazar y por varios minutos estuvieron viendo los productos que ofrecía la señora.

–Ya recorrimos casi toda la tienda y aún no encuentro algo que me llame la atención –dijo Serena un poco desilusionada.

–Señorita, tal vez yo le pueda ayudar. Dígame, ¿para quién va dirigido el obsequio? ¿Padres? ¿Hermanos? ¿Novio?

Esta última palabra causó mucha gracia en Bonnie, quien astutamente comentó –¿Novio? Jaja, eso quisiera mi amiga, pero no se atreve a confesarle lo que siente.

–Bonnie, que indiscreta eres –le reclamó la pelimiel, quien estaba completamente ruborizada. La señora miró a Serena y le preguntó –Jovencita, ¿y por qué no les has dicho lo que sientes?

–Temo que no sienta lo mismo por mí –respondió cabizbaja y muy triste.

–Ay niña, si de verdad quieres saber lo que él siente, tienes que decirle, es la única manera. Si no lo haces, te quedarás con la duda para el resto de la vida –le propuso la anciana.

–Tiene razón señora, lo intentaré, gracias –le respondió con una sonrisa falsa, realmente aún no estaba segura del todo

–Anímate muchacha, la sinceridad es el mejor presente para dar a las personas que amas. Y recuerda, sin importar cuál sea la respuesta del joven, te sentirás bien contigo misma –le aconsejó–¡Dios mío! Con tanta charla había olvidado el motivo del porqué estaban aquí, pero creo que tengo el regalo perfecto –a los pocos segundos se acercó a una cesta de mimbre que tenía cerca del mostrador y de ella sacó una flor–. Esta es una flor Gracídea, traídas desde la lejana región de Sinnoh y ésta es el último ejemplar que me queda, estoy segura que a ese chico le encantará.

–Wow, sí que son hermosas –dijo muy emocionada Bonnie.

«Ash tenía razón, son muy lindas», pensaba Serena. «Creo que son el complemento perfecto para mis galletas. Si no puedo confesarle mis sentimientos hoy, creo que al menos podré llevarle buenos recuerdos de sus viajes», continuaba pensando hasta que finalmente dijo –Sí, creo que sí, me las llevo.

Después de pagar y guardar la flor con mucho cuidado, ambas chicas se despidieron de la dueña del negocio.

–Serena, tengo hambre ¿Qué tal si vamos a almorzar en algún restaurante cercano?

–Por supuesto y después de eso vamos a comernos un helado ¿Te parece?

–¡Sí, vamos! –gritó eufórica la menor.

Mientras tanto en el Centro Pokémon de la ciudad se encontraban Ash y Clemont terminando de almorzar. El primero de ellos había pasado todo el almuerzo en silencio y, aunque parezca difícil de creer, apenas si había probado la comida. Se encontraba muy pensativo, pues había un tema que daba vueltas por toda su cabeza en los últimos días. Lentamente se puso de pie, tomó su bandeja y la llevó al bote de los desechos. Se dirigió nuevamente a donde se encontraba su amigo y le dijo –Oye Clemont, tengo que ir un momento al centro de la ciudad, no me tardo –le dijo sin muchas ganas de hablar.

–¿Quieres que te acompañe? –le preguntó su amigo rubio.

–No. Necesito estar a solas por un rato. Por favor recoge mis pokémon cuando la enfermera Joy los termine de revisar –le contestó seriamente. Dicho esto, el joven azabache dio media vuelta y salió del Centro Pokémon.

Una vez afuera el muchacho seguía pensativo, el motivo de esta actitud era algo, o mejor dicho, alguien que permanecía en sus pensamientos en todo momento del día. Ese "alguien" era una chica con un largo cabello color miel y unos hermosos ojos azules como el cielo mismo, o al menos así la describía Ash en su mente. Desde hace un tiempo para acá que él había empezado a ver a Serena como algo más que una amiga, un nuevo sentimiento había nacido en su interior. Al inicio no lo supo comprender, pero en este momento no tenía dudas, él sabía que se había enamorado de su amiga. ¿Y cómo no se iba a enamorar? La joven es muy hermosa físicamente, pero además contaba con grandes actitudes que gustaban al azabache, notó que Serena era una chica tierna, cariñosa, simpática, dulce, tanto con sus amigos como sus pokémon, buena en la cocina y un sinfín de cualidades más. Pero especialmente porque gracias a ella había recuperado su confianza como entrenador.

Recordaba con nostalgia aquella vez que perdió en el gimnasio Santalune, ahí volvió a ver Serena y desde ese entonces ella siempre lo apoyó incondicionalmente en cada batalla. Esto hacía que se sintiera seguro de sí mismo al afrontar cada reto y, si en algún momento su seguridad se quebrantaba, con sólo mirar a esa chica instantáneamente recobraba las fuerzas para salir victorioso. "Nunca te rindas ¡Hasta el final!", "Eres sorprendente Ash", "Tú puedes Ash, da lo mejor de ti", estas frases con las que Serena en distintos momentos le dio motivación hacían eco en su mente en este preciso momento y pensaba que de alguna manera tenía que agradecerle por todo el apoyo que ella le brindaba.

«Rayos, quiero agradecerle a Serena por todo lo que me ha ayudado, pero no sé si esto sea lo correcto», pensaba el chico mientras sacaba de su bolsillo una cajita pequeña con un lazo encima. La observó detenidamente por unos segundos y continuó con su reflexión. «Además, yo no conozco mucho de moda... ¿Qué tal si le desagrada?... pensará que soy un tonto... Creo que lo mejor será no obsequiarle esto, al menos de momento», se decía a sí mismo, nuevamente guardó la caja en su bolsillo, en ese instante estaba siendo apoderado por el negativismo y la cobardía. Seguía pensando y, mientras se abría paso entre la multitud de personas que saturaban las calles de la ciudad, pasó cerca de un bazar y escuchó que alguien habló.

–Lleven su obsequio para el Día de la Gratitud... Joven, ¿está buscando un obsequio?

Ash se encontraba caminando cabizbajo, levantó la mirada y pudo ver a una señora de avanzada edad enfrente del negocio, notó que ella lo observaba fijamente, dando a entender que la pregunta se dirigía hacia él. –No, digo sí, digo... bueno, creo que aún me hace falta un regalo –respondía con nerviosismo.

–Pase adelante joven. Estoy segura que encontrará el regalo perfecto –le decía amablemente la señora.

–Está bien, muchas gracias –aceptó el azabache.

–¿Para quién va dirigido el regalo?

–Este-e-e… bu-u-ueno… es para una chica… muy especial para mí –le dijo muy nervioso y desviando la mirada para que no notara su sonrojo.

–¿Su novia?

–No. Solo es una amiga –decía aún sin mirarla de frente.

–En ese caso, tal vez esto le pueda servir –cuidadosamente sacó de una cesta una flor de color rosado.

–¿Flores Gracídea? –preguntó asombrado al reconocer la flor que la señora tenía entre sus manos.

–¿Ya las ha visto antes?

–Sí. Durante un tiempo viajé por Sinnoh y tuve la dicha de ver un campo lleno de esas flores.

–Entonces sabrás que con estas flores se les agradece a las personas que son importantes en nuestras vidas. Además, a las mujeres nos encanta que nos den flores.

–¿Está segura? –decía Ash sin convencerse del todo.

–Por supuesto jovencito, te lo dice alguien que ha vivido por mucho tiempo y sé que no hay detalle más precioso que una flor. Vamos aprovecha, ya que es la última que me queda.

–Está bien la compraré –le dijo el joven muy decidido. La anciana le sonrió. Se dirigieron a la caja, Ash le pagó el obsequio. Luego de recibir el cambio la señora le dijo –Jovencito ¿Le puedo dar un consejo?

–Claro dígame.

–Exprésele a esa señorita lo mucho que usted la quiere ¿Sí?

A Ash no le quedó otro camino que decir la verdad –¿Cómo lo supo?

–Por la forma en que actúas cuando hablas de ella. Le aconsejo que le declare sus sentimientos pronto, ya que después podría ser demasiado tarde.

–Le agradezco su consejo señora, muchas gracias y hasta luego –le dijo muy apenado.

–Fue un placer ayudarte, que te vaya muy bien –se despidió la señora.

Ash salió de la tienda y se dispuso a caminar de regreso al Centro Pokémon, eran ya las tres de la tarde y tenía que prepararse para la festividad. Diez minutos después llegó, al primero que vio fue a Clemont, este le entrego las pokébolas y a Pikachu y le dijo que las chicas ya habían llegado. Ash se fue para su habitación, para suerte suya, Serena no se encontraba ahí. Ella y Bonnie se encontraban charlando en la cocina del edificio.

Serena sacaba del horno una bandeja llena de galletas y la colocaba sobre una mesa. –Parece que las galletas ya están listas… Bonnie ¿Estás completamente segura que le gusto a Ash? –el comentario que había hecho la menor en la mañana dejó muy inquieta a la ojiazul.

–Tan segura como que me llamo Bonnie –le respondió muy confiada.

–Bien ¡Estoy decidida! Hoy le diré a Ash lo que siento por él –exclama mientras su rostro reflejaba una mirada decisiva.

–¡Qué bien Serena! Ya verás que todo saldrá bien –le animaba Bonnie con una sonrisa nerviosa. «Ups, no pensé que Serena me creería, solo espero que lo que dije sea cierto o ella jamás me lo perdonaría. ¿Qué podría salir mal? Admito que Ash es muy despistado, pero es un chico como todos, debe sentirse atraído por las mujeres ¿Cierto?», pensaba la pequeña. –¿Ya sabes lo que harás? –pregunta Bonnie– Si quieres, yo podría llevar a mi hermano a otro lugar para que tú y Ash queden solos.

–Eso me ayudaría mucho Bonnie ¡Gracias!

Y mientras ellas seguían ideando un plan para lograr su cometido, sobre el escritorio de una habitación Ash apoyaba su cabeza. Nuevamente estaba mirando la cajita que contenía el regalo para su amada. «Después podría ser demasiado tarde», repetía para sí las palabras de la señora. –¿Crees que esto le guste Pikachu? –le preguntaba a su amigo

–Pikaaaa –emitía el pokémon mientras acariciaba con su cabeza a su entrenador como respuesta afirmativa.

–Bien. Será todo o nada. Esta tarde le confesaré mis sentimientos –suspira– Serena, ojalá sientas lo mismo que yo, no sé qué haría sin ti –reflexionaba mientras guardaba la pequeña caja dentro de la mochila junto a la Gracídea. Se levantó de la silla y se dirigió al baño para darse una ducha antes de que comience la celebración.


¿Qué será lo que Ash quiere regalarle a Serena, además de la Gracídea?

¿Cómo planea Bonnie separar a Clemont del resto del grupo?

¿Podrán Ash y Serena confesarse sus sentimientos el uno al otro?

Bien, hasta aquí la primera parte. Aunque es totalmente inusual, vimos a Ash sufriendo por amor jaja. Esto es necesario para avanzar en la trama y como dije anteriormente, hago de cuentas que la historia por Kalos va más avanzada.

Me gustaría conocer su opinión acerca del fic ¿Qué les pareció? ¿Qué les gustó? ¿Qué no les gustó? Les agracedería si pudieran comentar qué les parece mi estilo de narración, la gramática, ortografía, si encuentran algún error háganmelo saber. Esto me servirá para saber si sirvo para la escritura y a ver si me animo a escribir más historias. También me gustaría saber sus opiniones/predicciones acerca de las 3 preguntas que están al principio.

Eso es todo por ahora, nos vemos en la siguiente actualización (que será antes del episodio de esta semana)