Fandom:: South Park
Genero:: Ciencia ficción, horror.
Advertencias:: Esta muy mal escrito, y me disculpo si está un poco OOC las personalidades [?] ah, sí y muerte de varios personajes.

Notas: Se que Stephen King me demandara por derechos de autor, así que dejo en claro que la idea principal es de él y fue publicado bajo el titulo de "The long Walk"

Para quienes no lo hayan leído la trama se basa en una simple marcha alrededor de la ruta 1 de EEUU, quien gane y sea el último aún pudiendo caminar recibirá gloria y fortuna o lo que él quiera, mientras que los que vayan cayendo a medida que los días u horas avanzan sólo recibirán el pasaporte… Que significa la muerte inmediata.

Cabe agregar que el comandante es la autoridad suprema.


Datos extras:

Cambie unas cuantas cosas y otras tantas las deje como estaban. Los personajes y la historia no me pertenece OTL nada más las combine.

Por adelantado, gracias por leer.


La salida

¿Y por la mañana donde va a parar todo ese dolor?

Al mismo lugar que la fama, se te sube a la cabeza.

El reloj marcaba las 7:54 de la mañana en Van Buren, Maine.

Los colores del cielo oscuro de a poco se iban dispersando dejando en vista un contiguo día soleado, tan característicos de aquella época del año. Hacía un momento habían dejado atrás a los vigilantes quienes les hicieron aparcar exigiéndoles los papeles que verificaban la participación de uno de ellos en la carrera.

Stanley Marsh.

Numero de ID: 87-677-89

Marchador titular

En aquel viejo auto sólo iban dos personas: Un joven de cabellos negros cubiertos por un gorro azul con pompón y bordes rojos, alto, de buena compresión física. Adelante en el asiento delantero del conductor iba su madre, también alta con ligeras arrugar rodeándole los ojos y de mirada insegura, o más bien temerosa. –Stan ¿estás completamente seguro de querer hacer esto? – Musito brindándole un mohín vacilante –Tú padre y tú hermana estarían contentos si te retractaras, piensa en ellos–

–No pasará nada mamá, ganaré–

Atino a responder enseguida, más era evidente el ambiente tenso que se tejía.

Stanley recordaba bien como nadie lo apoyo en la decisión de participar, incluso siendo marchador titular. Tanto su padre como su hermana reaccionaron de forma impetuosa, esta última gritándole: "Te matarán por pendejo" antes de partir aquella misma noche.

Ambos estacionarón definitivamente a los pocos minutos, bajando y sintiendo la fría brisa matinal que les daba la bienvenida.

–Stan por favor considéralo, aún tienes tiempo– Replico nuevamente la madre intentado no angustiarse.

El azabache sostuvo el aire durante un segundo en sus pulmones, exhalando un largo suspiro para calmar los nervios que comenzaban a consumirlo. –La fecha límite expiro – Respondió mirándola con cierto deje lastimero ¿Qué sensación sería la de perder un hijo? No pudo evitar preguntarse, no, debía corregirse y pensar ¿Que se sentirá tener un maldito hijo suicida? Aquello encajaba mucho mejor ante las acciones que pretendía cometer.

Empeño en sobrecargarse de paciencia y no darle importancia a los comentarios que le rondaban, limitándose a contestar con un "Sí, no te preocupes" a todas las advertencias que le daba su madre. Parecía un niño que partía por primera vez a un campamento.

De reojo observo el entorno, viendo como lentamente acrecía la llegada de personas.

A los alrededores los vigilantes mantenían una postura serena ¿Qué sentirán? Pensó, negando repetitivas veces con la cabeza en un vago intento de olvidar la pregunta, tenia que evitar ponerse en el lugar de las otras personas, ahora el protagonista resultaba ser él… ¿Y él que sentía? Lo mismo que en un principio: Expectación como mayor constituyente, seguido de incredulidad. Por fin el mundo dejaría de ser una mierda, todavía más que el premio esto lo alentaba a seguir adelante, quería experimentar la vida y dejar de ser un simple espectador.

– ¿No cambiaras de idea? – La voz femenina de la mujer que tenia al lado lo hizo despertar.

–No…– Murmuro sutil apartando la vista, percibiendo entre todas las voces un leve suspiro de resignación.

–Lo terco lo sacaste de tú padre– Fue lo último que escucho luego de que unos brazos delicados lo abrazaran con fuerza, casi quebrando la actitud calmada que había tratado de mantener durante el viaje. –Cuídate mucho, te esperamos en casa con tu comida favorita– Stan no alcanzo a responder su garganta estaba apretada... Demasiado defectuosa para decir algo –Adiós Stanley–

–Adiós mamá, te amo–

No tardo mucho en que la opresión del abrazo cesara. El vehículo en el que había llegado ahora prendía el motor y la mujer que lo crío soltó una sonrisa adolorida desde adentro mostrado un mirar afligido… Al paso de los minutos se perdió en la carretera.

–Al menos no lloraste, eso la hubiera destrozado– Un muchacho rubio de contextura delgada le hablo desde atrás.

–Piérdete–

– ¿Porqué todos están tan tensos?… Acabo de hablarle a uno allá adelante y estuvo apunto de golpearme– Agrego soltando la sonrisa más sincera que había visto Marsh en mucho tiempo.

– Supongo que lo raro es que no lo estuvieran– Acabo por contestar ¿No tenia nada de malo hablar con los demás competidores, cierto?

Ninguna regla lo prohibía.

–Creo que es cierto, ¿Te cuento un secreto? Las ansias me están jodiendo…– El joven parecía estar en buen estado físico, llevaba en encima una abrigada parca naranja que combinaban con los pantalones igualmente naranjas. – Por cierto, me llamo Kenny McCormick–

– ¿Diminutivo de Kenneth? –

–Algo así, ¿Y tú? – Devolvió la pregunta.

–Stanley Marsh –

–Un bonito nombre para una bonita cara– Respondió McCormick.

– ¿Qué? –

Pero antes de que pudieran decir cualquier cosa desde atrás se escucharón los parlantes anunciando la retirada de toda persona que no fuera un marchador, ya sea de reserva o titular.

Kenny se quito la capucha dejando ver bien su rostro, esbozando una mueca hastiada al observar la partida y el largo camino que les tocaría recorrer. –Ese es nuestro aviso también– Al decir eso camino hasta un grupo de participantes que se agrupaban como pequeños animales de granja, la gran mayoría sentados.

Consejo número 13: Conservar las energías siempre que sea posible.

– ¡Me cago en Dios! ¿Cuándo comenzara está mierda? –

–Cuando suelten a los perros Chris…–

–No me jodas Gregory–

Los chicos hablan animadamente entre ellos.

Marsh y McCormick tomarón asiento en el asfalto junto a los demás. El cielo ya despejado mostraba una mañana agradable, una brisa cándida corría de un lado a otro revolviendo las ramas de los árboles que se encontraban en el auge primaveral.

– ¿Para que demonios alguien trae una revista Playboy aquí? – Inquirió uno de los tantos chicos que estaba sentado en medio de la gran carretera.

– ¿Porqué no traerla? Piensa, cuatro o cinco días rodeados de hombres…Por lo menos yo no quiero cruzar a la acera de enfrente–

Consejo número 15: Llevar solamente lo justo y necesario.

–En ese caso hubiera traído un libro– Volvió a hablar el primer muchacho, volteándose hacía los recién llegados. – ¿Y ustedes que dicen? –

–Yo apoyo al castaño y pido que la comparta– El rubio fue el primero en responder.

Stan prefirió guardar silencio, lo de traer revistas porno no le parecía un tema sustancial.

–Nada de castaño, me llamo Clyde Donovan ¿Y ustedes? –

Tanto Stan como Kenny se presentaron correctamente.

–Yo soy Kyle Broflovski– Añadió el pelirrojo que les había hablado hace un instante.

–Me llamo Gregory…No olviden el nombre del futuro ganador– Desde una distancia apartada hablo otro participante.

–Ya quisieras– Añadió un tipo que yacía descansado a su lado.

–Al parecer hay algunos muy confiados– Broflovski le dirigió la palabra al azabache –No puedo creer que este tan loco para prestarme a esto–

–Dudo que aquí haya alguien cuerdo–

Para nadie era secreto que "La larga marcha" no resultaba ser otra cosa que un distractor de los verdaderos problemas del país. Un concurso tan morboso que nadie se perdería por nada en el mundo.

Los jóvenes fácilmente caían ante el premio de "Fama y fortuna" o lo que uno quisiera, porque en aquella época de la vida es cuando uno cree que nada nunca terminara mal, las esperanzas desbordaban pese al temor que les imponía la carretera.

Quizás trataban de convencerse de que no podría ser tan malo, después de todo siempre duele más al alzar un cuchillo que clavarlo ¿no?

–Al final son animales de matadero– No muy lejos un chico de cabello negro y vestimenta del mismo color alzo la voz, llevaba un colgante de cruz invertida, un detalle llamativo pensó Stan.

– ¿Te tienes mucha fe Damián? – Pronuncio un muchacho con acento inglés.

–Estoy seguro que ganare esta tontería–

– ¿Saben que existe la posibilidad que sus pies se entumezcan debido al miedo? – Gregory se acerco a los cuatro –A pasado varias veces según he oído, que triste debe ser recibir el pasaporte sin siquiera haber empezado–

¿Porqué decir algo como aquello cuando se está apunto de empezar? Meditaba Marsh.

–Creo que es peor quedar sin suministros de comida– Contesto Kyle –O una partida lenta y dolorosa, agradecería que mis pies se entumieran, así mi pasaporte seria rápido–

Ningún otro dijo nada. Las alarmas sonarón fuertemente dando el aviso de que el comandante estaría apunto de llegar. Y así fue, una furgoneta grisácea estaciono adelante.

Los vigilantes dejarón de haraganear enfundando sus fusiles de grueso calibre, formando filas delante del vehículo.

Unos cuantos participantes se colocaron de pie en señal de respeto, mientras otros muchos prefirieron ahorrar las energías.

– ¿Igual se te revolvió el estomago al ver las armas?– Kyle nuevamente le hablo al azabache, esta vez en murmuro.

–Lamentablemente sí– Dijo honesto, un extraño presentimiento de que sus pies se entumecerían le rondo causándole desasosiego. Intento olvidar aquel pensamiento concentrándose de lleno en la llegada del comandante. Era un hombre alto, erguido, con un intenso bronceado de desierto a juego con su traje. Llevaba gafas de sol y un semblante serio.

– ¡Recuerden el consejo número trece!– Exclamo alzando la voz implacable, llevando enfundada en su chaqueta un arma. Enseguida les dio una mirada a los competidores. –Como ya se deben haber enterado no suelo dar discursos cursis antes de empezar una marcha, sólo felicitare al ganador con mis respectivos respetos cuando esto termine, y al resto se les agradece y honra el valor que están demostrando por su país–

McCormick bufo burlón al escuchar lo último.

Uno de los vigilantes llevo una tablilla con un sujetapapeles a las manos del comandante.

–Cuando diga su nombre acérquense para recibir sus respectivos dorsales. Después regresen a su sitio hasta que sea la hora correspondiente. No quiero desorden–

Marsh aún peligraba gracias a los pensamientos que no lo dejaban tranquilo ¿Y si era el primero en recibir el pasaporte? ¿Y que tal si sus piernas se adormecían? No, nada de eso pasaría… Debía concentrarse en lo importante: Colocar un pie adelante del otro, eso es todo.

–Token Black– Fue el primer nombre en ser pronunciado.

Un muchacho de piel morena se levanto entre los animales de granja, camino parsimonioso hacía el comandante sin esbozarle el mínimo gesto de agradecimiento tomo el dorsal con el número 1 impreso y regreso a su lugar.

–Kyle Broflovski–

–Al parecer soy el segundo…– Musito al levantarse, camino, y regreso victorioso llevando el número 2 ahora en su pecho.

–Eric Cartman–

Un chico de gruesa contextura se acerco a recibir el dorsal, llevando con él comentarios como "Sera el primero en recibir el pasaporte" Estaba más que claro que el estado físico era fundamental en esto. Curiosamente fue el primero en intercambiar palabras con tal celebridad.

– ¿De que hablarón? – Pregunto el pelirrojo cuando este tomo asiento.

–De cómo les pateare el culo a todos ustedes–

Y así continúo, ningún alboroto ocasionado hasta entonces a excepción de un pequeño tropezón dado por un chico rubio de nombre Tweek, el rumor decía que le habían hecho una zancadilla.

8:45 AM.

Nada más faltaban unos pocos dorsales por ser entregados, entre ellos los de Pip Pirrup, Kevin Stoley entre unos cuantos.

Por fin, llego el turno de Stan. Le correspondía el numero 21 e intercambió unas pocas palabras de aliento con el comandante, algo que le parecía increíble, casi irreal.

–Al fin la hora de la verdad– Clyde bosquejo un semblante incauto en tanto se colocaba de pie sacudiendo el polvo que llevaba encima. Su dorsal marcaba el número 7.

Un tiempo después los soldados distribuyerón unos anchos cinturones donde se suponía que llevarían la comida que les darían a las 9 AM mientras estuvieran compitiendo, esta debía durarles durante el resto del día. Las botellas de agua por el contrario eran ilimitadas.

Los chicos ajustarón sus cinturones como les acomodaba, algunos dando pequeñas probadas a la comida orgánica que portaba.

–Creo que es comida de astronauta– Dijo Kevin, o al menos ese nombre recordaba Stan era por al cual lo habían llamado.

El comandante les miro erguido, muy sobrio…El reloj señalaba las 8:55. Marsh creía que vomitaría en cualquier minuto debido a la presión, pero aguantaría, el tiempo para retractarse expiro y sólo le quedaba enfrentar.

–Muy bien, colóquense en filas de diez…No hay orden especifico, quédense con sus amigos si así gustan– Dicto la última orden el comandante y no tardo en efectuarse, llevando a cabo.

–Buena suerte a todos– Exclamo McCormick colocándose al lado de Stan.

–Yo no la necesito– Contesto Eric tomando lugar atrás de Kenny… Y a su lado Kyle.

De pronto su organismo trabajaba al máximo, Stanley Marsh sentía las manos sudorosas y la saliva espesa, después de tantos meses en espera el momento decisivo había llegado. Parecía un sueño, también era comparable con una pesadilla ambas cosas en una extraña mezcolanza. Se pregunto quien sería en primero en ser eliminado, o si es que alguien se paralizaría.

Esperaba que no, no quería ver eso tan pronto.

Pero por sobre todas las cosas, no quería ser el primero en morir.

El comandante tenía la puesta vista en el cronometro de acero, en pocos segundo este marcaría las 9:00. –Buena suerte– Fue lo último que dijo antes de levantar su mano en señal de que podían partir.

Ahora todos se echarón a caminar.