Inspiración: Mi hermosa y amada hermana Clara, también la canción Paparazzi de Lady Gaga

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si no a su respectivo autor y no estoy haciendo esto por fines de lucro ni nada, sólo por entretención mía y de los que me leerán.

Parejas: Alfred/Arthur (USA/UK) Al/Iggy, Bla, bla y blá…

Advertencia: Este fic es no sé, ¿pasional?, mucho romance…, algo de acoso leve. UA.


Esta historia en sí comenzó hace un par de años atrás. No tantos como los que tienes tú o yo, si no unos cuantos menos. Sí, fueron exactamente dos años. El lugar de este evento fue simple y no muy rebuscado, en el patio de una gran casa. Un chico millonario y famoso residía allí.

Tenía una sonrisa algo normal y un tanto engreída. Era célebre y podía decirse que le gustaba serlo, pero en algunas ocasiones simplemente lo odiaba. Lo detestaba, desearía ser un tanto ¿normal?

Él odiaba a los paparazzi, esa forma suya de meterse siempre en lo que no les importaba ¿acaso no tenían vida? Sí… sí, era su trabajo, ¿pero acaso su trabajo era meterse en toda su vida privada?, el chico simplemente los detestaba de vez en cuando, a la prensa igual, un error y se lo comen literalmente vivo. Ese era Alfred F. Jones, un norteamericano que residía en Los Ángeles.

Pero desde él no empezaba la historia, sino muy en contrario de un periodista. Un británico que se había ido a vivir a Estados Unidos de Norteamérica. Casi lloro, y de forma exagerando el hecho claramente, al tener que irse de Londres y estar allí. Pero bueno, eso ya fue hace tiempo. En ese preciso momento estaba en la casa de un chico millonario y actor. Tenía que entrevistarlo, claro… si lo dejaban, había como 18 desesperados a los que parecía que les salía espuma por la boca que buscaban el mismo objetivo.

En realidad le importaba una mismísima ¿caca?, para no ser tan grosero que ese niño le aceptara o no, si no lo hacía le darían otro trabajo y todos felices. Al menos él lo estaría. Odiaba entrevistar famosos. Se sentía como todos los parásitos acosadores de la prensa y él no quería ser eso. Le gustaba escribir e indagar sobre otras cosas.

El niño estaba afuera mientras miraba a todos. Arthur se fijó en éste, no estaba taan mal. Era atractivo, muy atractivo para ser hombre incluso, una piel tersa y sin imperfecciones, ojos azules, cabello rubio algo café de donde sobresalía una extraña imperfección. Un cachito desafiador de la gravedad. Un terno elegantísimo pero a la vez casual, sin corbata y algo abierto de color negro con una camisa rallada.

Pero…se tapaba la cara cuando sonreía, siempre. ¿Por qué? ¿Tendría una sonrisa muy mala? eso recorrió su mente hasta que el muchacho se dio a escoger.

Casi se muere al ver una extraña sonrisa en los labios del chico mientras lo miraba con fascinación, aquel muchacho no dejaba de casi devorarlo con la mirada mientras un "You" salía de sus labios.

Lo escogió. Arthur trató de enmarcar en su cara una sonrisa pero le resultó patético, no pudo evitar sentir malestar al que lo haya escogido. "You", esa malvada y mortal palabra.

Pensó en ella durante mucho tiempo mientras iban directo al living de la casa, parecía que hubieran caminado mucho y sólo porque la mansión en si era enorme. Se sentaron ambos suavemente y Arthur pidió permiso para tomar asiento. Cortesía inglesa dirán algunos, para él era sólo caballerosidad, se lo habían impuesto desde pequeño. Y humildad… palabra que quizá no conociera ese niño. Le pregunto la primera cuestión de la entrevista…sin embargo…

—Eres muy lindo…—así comenzó aquel muchacho rico.

El inglés se encorvó un poco nervioso soltando un leve rubor en sus mejillas ante aquel descarado muchacho ¿Qué estaba haciendo? ¿Jugando con él? ¿Le parecía divertido molestar a la gente por ser un niñito mimado?

—La pregunta por favor…—insistió Arthur mientras trataba de mantener su serenidad.

El americano seguía mirándolo con aquel rostro, algo perdido. El británico se sentía tan observado. Él era allí quien hacia las preguntas pero aún así.

—Creo que me estoy enamorando de ti…

Arthur abrió los ojos mientras sentía que aquel niño se había tomado algo en mal estado.

—Metas… ¿Metas para el futuro? Casarme contigo…adoptar y hacer una película que sea considerada la mejor del mundo… y luego viajar y llevarte a conocer cada rincón de este planeta…, enserio me enamore de ti, a primera vista…

Arthur en tanto con cada comentario sentía más deseos de suicidarse o morir. Entre sus apuntes puso "casarse, adoptar y hacer la mejor película del mundo y viajar", claro que no le iba a poner que con él. ¿Qué pensaría todo el mundo?

—¿Tu edad? —prosiguió.

—Dime la tuya antes…—se acomodo con una elegante sonrisa.

Arthur suspiró y volvió a insistirle al chico, pero este se negaba nuevamente y esperaba al inglés.

—Bien…— "maldito crío hijo de puta" —Te diré mi edad, 21…

—21… o dios, 21… luces más joven y sexy…me encantas. Realmente me encantas—le sonrió coqueta y dulcemente.

Arthur sintió las extrañas ganas de darse contra cualquier superficie plana o al meno arrojarle algo a ese estadounidense ¿así eran todos los ricos? ¿Con el derecho de joder a quien se le daba la maldita gana?

—Tu edad…—suspiró tratando de conservar calma.

—17, cuatro años menos que tú, igual creo que podemos tener algo, no es mucha diferencia ¿verdad?

Arthur abrió sus ojos, ya, una era un buen chiste, dos era aceptable, tres era molesto pero que siguiera… ¿Por qué? ¿Con qué intención?

—¿Nombre? —continuó el americano.

—Arthur… Arthur Kirkland.

—El mío Alfred F. Jones—le rió ligeramente.

—Lo sé, con respecto a su siguiente película ¿Qué lo llevo a aceptar tal papel?

El americano se enfrasco en si mismo durante esa pregunta y se para, dio media vuelta a la habitación.

—Me gusta la personalidad del protagonista, se adapta a mí. ¿A ti te gusta ese papel? Dime… ¿te gusto yo? —le decía acercándose al puesto del británico.

El inglés abrió los ojos casi desorbitados mientras un leve rubor se apoderaba de sus mejillas. Estaba tan cerca, estaba gateando casi por el asiento donde estaba a tan poca distancia de sus labios que ya era palpable. Lo arrojó con fuerza lejos de él. Alfred casi da un resbalón contra la mesa pero se detiene.

—Eso… eso es un "nada" ¿verdad? —dijo al terminar de pararse con una extraña expresión.

Y así, muchas preguntas raras. Y en más de una ocasión trató de acercarse hasta él aquel norteamericano, tuvo que responder las preguntas de aquel gringo para que éste respondiera las suyas, fue horrible, hasta su teléfono tuvo que darle. Y al final tenía que sacar una foto, Alfred sonrió, era de las pocas veces en que no se tapo la boca, su sonrisa era…era cautivadora.

Fue la entrevista más rara que había tenido en su vida. Él era un prodigio, es cierto. Se había graduado adelantado en muchos aspectos, pudo haber estudiado medicina o algún otro trabajo PERO NO, el tenía que querer ser periodista, estar allí en los momentos de las noticias. Pero no quería tener que ser él quien entrevista a un chico muy rarito millonario.

¿Qué lo quería? ¿Qué le gustaba? ¡Esperaba no tener que verlo en como 20 años más!

Pero…, sólo se libro de él por 8 meses, tuvo que ir a su casa por obligación de su trabajo, fue algo realmente…

Triste.

—¿Por qué mierda soy yo el que tiene que seguir a ese crío? ¡No quiero ser su maldito acosador!

El jefe ni se inmuto, conocía la actitud de Kirkland cuando se enojaba, pero nunca lo sacaban del trabajo, era muy bueno en lo que hacía, excepcional para ser más especifico.

—Kirkland…

—¿Sí? ¿Qué desea? —se cruzó de brazos.

—Necesitamos que tú seas el que lo haga…

—¿Razón, motivo o circunstancia?

Y lo puso, en la mesa. Era la fotografía que había conseguido de él. Su superior le comentó que aquella sonrisa jamás se la había dado antes a la prensa, a ninguna, siempre se tapaba. Él había sido el único que había conseguido un "algo más en él".

—¿Por qué no puedes hacerlo?

—Me aco-acosa…

—¿Ese chiquillo?

—Increíble pero cierto…me dice cosas raras y bien homosexuales…

—Mmn…—su jefe guardo un incomodo silencio acompañado de un meditar. Casi parecía que no le creía.

—Igual me mandara hacerlo ¿no?

—Es muy famoso como para hacer algo que atente contra su reputación. No creo que continué. Te lo encargo demasiado.

Y ese fue su trabajo, su lindo trabajo. Sabía todo acerca de ese chiquillo. Había estado detrás de él por un año y cuatro meses ya. Sí, desde que conoció a ese chico ya eran dos años. Siempre le sonreía, trataba de acercarse a él y el británico ágil y veloz se alejaba. Mantenían conversaciones. El inglés trataba de acortarlas y lo conseguía y un extraño y triste "Bye bye, see you later" salía del estadounidense al terminar la conversación.

Él sólo se dedicaba a escribir cosas relacionadas con aquel norteamericano, a sacarle fotos. Ya hasta se habían hechos varios grupos de fanes a "Arthur Kirkland" por ser el mejor fotógrafo y escritor de Jones. Al anglosajón le dio repulsión. No podía creer el hecho de que se volviera famoso por ese niño.

Estaba que renunciaba. Ya eran 23 años los que tenía. Y no pensaba seguir progresando a costa de ese "sexy actor de películas".

Entró a su casa molido por el trabajo, realmente molido. Quería dormir, pero una pequeña sorpresita le tenía guardada la vida. Un paquete en su puerta junto a unas hermosas rosas rojas.

Vio el paquete y entró a su casa llevando consigo el ramo. ¿De quién sería? ¿Con que objetivo?

Decidió abrir el paquete, dentro había uno que otro ticket a cosas ociosas y fotos… de ¿de él?

—¿Qué demonios es esto? —decaía revisando el contenido del sobre. Eran varias fotos al menos 15 de él mismo, en un negocio tomando un té, fumando un cigarrillo afuera del trabajo. ¡Borracho!, durmiendo…, leyendo un diario, mirando hacia la nada, comprándose un recuerdo para un pariente, caminando…, sacándose el chaleco, con cara de muerto, con cara de enfermo ¡con cara de pervertido!

No podía creerlo ¡Eso era atentar contra su divina integridad!, buscó algo más en el sobre y encontró una pequeña nota de color café clarito.

Hello, creo que este es nuestro primer contacto verdad ¿Sientes esto?
No lo sé, me gustaría saberlo, me encantaría enmarcar una foto la expresión…
La expresión de tu cara al darte cuenta que hay alguien loco por ti, que te ama con pasión.
Sí, soy yo… soy tu gran admirador, tu seguidor. Quiero saber todo acerca de ti. Y lo haré.

Arthur se detuvo ¿Qué mierda era eso? Primero aquellas fotos… ¿cómo las había conseguido? Y ahora… se suponía que lo amaba ¿quién lo amaba?, su forma de escribir no era tan delicada ¿Quizá un hombre? ¿Un hombre andaba detrás de él? ¿POR QUÉ?

Acaso no podía pedir como todo humano normal que se fijaran mujeres en él ¿era mucho pedir?, y en si la carta le intrigaba también ¿qué tanto sabía aquel admirador de él?, continuó leyendo.

¿Qué tanto sé de ti?, pues que tu hermoso nombre es Arthur Kirkland ¿verdad?
Estudiaste periodismo, sé que me encantan tus ojos… también aquella manera cínica de responder.
Me vuelve loco tu acento inglés, siempre me irritaban, pero tú eres diferente. A ti…

A ti te amo.

Tu paparazzi.

Arthur suspiró con nerviosismo, sí, sabía un poco MUCHO para su gusto. Dio un leve jadeó mientras una extraña reacción se apoderaba de su actitud, era un hombre, no cabía duda alguna ya. Pero no dejaba de sentirse extraño. "Le encantan mis ojos…la manera en que respondo, mi acento inglés" se decía algo perdido, aquello, en el fondo lo hizo sentir…un poco bien. Pero no dejaba de ser extraño. Al menos el muy cabrón aún no tenía su dirección.

Miró la carta dándola vuelta, pero al darla vuelta se leía casi con ironía.

PD: Sé donde vives, no me costo mucho encontrarte,
Es muy cercano a tu trabajo, te amo nuevamente.

—¡Mierda! —soltó fuerte. Tenía su maldita dirección, aunque era obvio ahora que lo pensaba, el paquete estaba frente a su casa. El tipo que fuera estaba muy rallado de la cabeza ¿Qué veía en él?

El inglés respiró una y otra vez tratando de estabilizar su respiración, con suerte y lograría hacerlo en tres horas más. La situación estaba acabando con su paciencia. Primero ser el paparazzi de aquel crío estadounidense llamado "Alfred" y luego tener que lidiar con uno ¿qué le había hecho él a dios? ¡Nada!, lo única falta sería que no asistía mucho a actos religiosos, pero por lo demás eran muy buenos amigos ¿Verdad dios?, dios no le respondió claro, además estaba siendo un poco sarcástico.

Su residencia no era muy grande, pero tenía un segundo piso y como había dicho aquel tipo de la carta estaba cercano al trabajo, no tenía que despertarse jodidamente temprano para asistir a la hora, en eso pensaba cuanto ya habían pasado al menos un mes desde aquella extraña carta, pensó que no habrían más. Una leve sonrisa apareció en sus labios. Pero no fue muy nítida, como si no le alegrara del todo que aquel extraño dejara de escribirle.

Llegó al trabajo organizando un par de papeles en su escritorio, iba a guardar algo en el interior del mueble cuando pilló un paquete dentro de éste. Su corazón pareció acelerarse, el punto es ¿Por qué?

Lo abrió sutilmente para asegurarse de no romper el contenido. Lo primero, las fotos… eran todas de su trabajo, cuando andaba de fotógrafo e incluso cuando estaba en lo oficina.

—Cómo demo- ¿Cómo demonios las consigue? —prácticamente no se lo podía creer. Eran fotos de su trabajo ¿Cómo no se daba cuenta si alguien lo seguía?

Prosiguió a leer estupefacto.

Te amo en tu trabajo también, mira estas fotos ¿Qué tal? ¿Lindas, no?
Me encanta esa manera de sentarte en tu oficina.
Simplemente no resisto esa forma en que tratas a la gente que no conoces, formal, con elegancia.
Me fascina, me encanta, te amo, te amo… mucho, demasiado. Me quemas, me excitas.
Me gustaría tenerte aquí a mi lado, quiero probar aquellos rojos labios.
Quiero saber que se siente…tenerte más cerca que sólo en fotografías. Poder tocarte.
Darte la mano como una pareja normal… ¿te gustaría?, me alegraría tanto si sólo tú…
Digieras que "sí" y un "te quiero" de tus labios, sueño con aquel día.
Sueño poder amarte de otra manera diferente a estas simples cartas.
En estos momentos, al escribir esto estoy apunto de dormirme.

Espero…
Espero, realmente espero…
Soñar contigo.

Tu paparazzi.

Fue allí cuando se dio cuenta…que no era sólo una carta la que recibiría, sino muchas más.

Su trabajo continuó, tenía que seguir a Jones gran parte del día o averiguar cosas de él, lo extraño es que éste siempre tenía ganas de cooperar con él, e incluso tenían más charlas hablando de temas que el británico anotaba del propio americano y eran chismes al día siguiente, sí, el americano le concedía ese privilegio y nunca entendía porque. Sí sólo supiera…

Y en cuanto a su seguidor…

Más cartas, carta tras carta. Diferentes formas de pensar, siempre tenía un tema nuevo que comentar en cada nota. La vida de Kirkland parecía seguir su curso normal, pero aquellas cartas ya eran un gran dilema en su existencia. Comenzaban… a llegarle más las palabras de su admirador, antes no las tomaba en cuenta, pero poco a poco fue sintiendo veracidad en sus palabras.

Poco a poco…comenzó a sentirse amado. Realmente amado.

Sí, todos podían pensar que era una idiotez peligrosa, pero realmente estaba sintiendo cosas por aquellas palabras, aquella manera tan especial en que lo veía o decía verlo su seguidor.

Pero la de una mañana fue especial. Hizo que su cuerpo se estremeciera un poco. Era la del 14 de febrero "día de los enamorados" y enfrente de su casa, un día libre de trabajo había un paquete, una caja de chocolate carísima importada incluso y muchos corazones, globos y rosas.

Este día es Valentín, prepárate mi amor. Tendré muchas fotos de este día.
Casi…casi como si lo estuviera viviendo contigo.
Eso... ¡eso me ha dado una idea! ¡Este Saint Valentine's Day prepárate! ¡Estos chocolates no son nada!
Iré a verte…no me importa como, te veré.
Te daré nuestro mi primer beso, te lo aseguro. Aunque sea al final de este día.
Te deseo el mejor de los valentines…

Sé feliz, sonríe…

Sé mío.

Tu paparazzi.

Trató de pasar su día libre normal después de aquello, salir con un par de amigos entre ellos un tipo bastante afeminado, Francis quien le acosa con preguntas, sí, cuando aquel estúpido francés dice "notar" algo, algo había. Pero terminaron yéndose, incluso él. No tenían pareja aún con quien pasar un "Valentine's Day" y Arthur no se estaba haciendo gran panorama con su fotógrafo personal.

Pero aún así no dejaba de mirar si veía un suave destello ante la multitud…muy en el fondo no había perdido la esperanza.

El momento en que la perdió fue cuando paso todo el día vagando en la calle, en tiendas para ver si lo encontraba. Se sentía estúpido por haberlo hecho, ya eran las 23:36, en nada acabaría ese día. Se dirigía a su casa algo agotado…cuando siente que algo lo jala del brazo hacia un callejón oscuro. Se pone a la defensiva, creía que era algún tipo de asaltante.

—Arthur…—dijo depositando suavemente una mano en su mejilla.

—You…—soltó en un susurro ahogado el inglés.

—I…I love you…—decía, entre la oscuridad de la noche.

El británico sólo pudo ver vagamente su rostro, joven…, de tez clara seguramente y ojos claros, pero no podía identificar el color de estos, tampoco el de su pelo, andaba con un poleron grande y bastante cubierto. Pero eso, dejo de importar. Le tomaron el mentón con sutileza y entre una calida sonrisa bastante familiar lo besaron.

Sí, allí, en aquel oscuro callejón. Sintió nítidamente sus labios, el más alto paso sus brazos alrededor de su cintura y luego prolongo más el momento. El inglés sentía como un leve color se apoderaba de sus mejillas e iba entrecerrando sus ojos con placer. Cada vez que se besaban, que se tocaban era especial, mágico, jamás el inglés se había sentido tan amado, con ninguna de sus anteriores novias.

Pero el momento acabo, un montón de gente empezó a llegar con cámaras.

—Shit…—dijo mordiéndose los labios su paparazzi. Miró nuevamente al británico y otra sonrisa calida se vio en su rostro al momento en que depositaba un sumiso beso en su mejilla. Después de aquello…salió corriendo.

Arthur sólo se quedo allí, con aquella mágica sensación, eso en el pecho, un fuerte y caluroso dolor en su pecho.

Pasaron dos meses después de aquello y aún no se sobresalía. Había veces en que suspiraba cercano a una calida brisa y se tocaba los labios, esa manera de besarlo, sus brazos a través de su cintura. Sacó un cigarrillo de su chaleco, desde que ese chico empezó a aparecer en su vida lo hacía más frecuentemente, ese acto "fumar", el nerviosismo seguramente.

Había terminado su jornada laborar, pero tenía un asunto aquel día… para el siguiente.

Sí, fue a comprar a una tienda después del trabajo. Un regalo para su NO muy adorable hermano, no se llevaban "excelente" pero sangre era sangre, iría por aquel regalo y luego lo enviaría por correspondencia. Lo envolvió y regreso a casa. Al siguiente día salio con Antonio, un español que llegó a Estados Unidos por asuntos personales, lo había conocido antes, fue un agradable reencuentro.

Pero él no sabía que aquello molestaría a su ocurrente admirador. Sí, en su puerta nuevamente un paquete. Otra carta de su Paparazzi ¿Qué sería ahora? ¿Cómo y dónde las sacaba? ¿Quién maldita sea era?

La abrió, la siempre infaltable nota residía dentro y unas fotos que dejo para el final, la nota era un poco diferente, estaba entre unos cuantas pegatinas con corazones. Y además la carta en si era de un color rojo clarito. La tomó entre sus manos leyendo lentamente.

He estado pendiente de ti desde que saliste de la tienda
¿De quién es ese regalo? ¿Para quién es? ¿Quién es ese español? ¿Era para él?
Pídeme lo que sea, todo te lo concederé sin falta.
Mira la foto…cómo es que siempre ¿Siempre logras estremecerme, sabes?
No hay ningún momento en que no piense en tu rostro y me detenga a ver una de tus fotografías.
Esa sonrisa tuya es realmente hermosa ¿Te gustaría sonreírme un poco más?, realmente la amo.

Realmente…yo te amo.

Tu Paparazzi.

PD: No me gusta que fumes, puede hacerte mal…cuídate.

Miró la foto y lo vio allí, una calida sonrisa, la palpo con su mano ¿era él?...esa foto era cuando leyó una de las cartas de aquel chico que le seguía ¿Así lucia? ¿De esa manera?, también una foto de él junto al español y otra de cuando compraba el regalo.

No quería aceptarlo pero sí… aquel muchacho estaba logrando su objetivo, se estaba enamorando de su seguidor, de sus cartas, de sus presentes…de aquella extraña manera de atesorarlo y más desde que tuvieron su "primer encuentro".

Su jefe lo llamó espabilándolo, guardo con algo de cuidado la carta entre las muchas otras que tenía, realmente se alegró de recibir una nueva. Lo que quería su jefe era sencillo, tenía que echarle un ojo al programa de televisión de aquella tarde. Vio el programa tal y como le había dicho su jefe, ver aquel rostro blanco nuevamente en TV, aquellos ojos azules, aquella confiada sonrisa. Ver a Alfred nuevamente, lo veía día tras día, ya casi era rutina. Otro programa acerca de él ¿Qué le veía todo el mundo? ¿Ahora qué tendría que decirle al mundo?

La televisión comenzó a trasmitir al aire.

Muchos de la prensa estaban casi comiéndoselo. El muchacho entre aquella multitud parecía que estaba buscando algo, su rostro se frunció con un poco de angustia al ver que no estaba. Arthur desde la comodidad de su sofá miró con curiosidad este acto ¿A quién estaría buscando? ¿A algún conocido? ¿Familia? ¿Novia?

—Señor Alfred, cuéntenos porque sus notas románticas en Internet ¿hay alguien que le interese en este momento?
—Señor Alfred… por favor, díganos un poco.

Alfred seguía buscando con la vista casi con algo de desesperación. Pero terminó por resignarse y mirar a las demás cámaras.

—¿Qué si alguien me interesa?... —susurró bajo.

¿Por qué demonios no dice algo?, pensaba escarbando casi en su sillón el inglés, quería que aquel programa y aquel extraño chico acabara pronto. Estaba pensado en otras cosas, otras como…como su admirador. ¿Por qué se sentía cada vez más extraño con cada carta? ¿Con cada palabras?, después de haberlo…de haberlo besado. Si sólo pudiera recordar con más precisión su rostro. Un leve sonrojo inundó al muchacho al recordar aquellos momentos. Pero el estadounidense en la tele volvía a hablar.

—Yo amo a alguien…

—A quién ¿es alguna persona que se conozca?

—¿Una amiga suya? ¿Esa chica con la que se le vio en el bar?

El americano negó suavemente con la cabeza.—Me gusta… no, miento. Yo estoy enamorado de un hombre…me encanta, me fascina…—sonrió a la pantalla dulcemente.

—Yo…le amo. ¿Lo estás escuchando? Te amo… I love you…I love you so much—decía mientras no dejaba de ver la pantalla con una triste e incluso melancólica sonrisa.

Arthur dio un leve jadeo hacia atrás, se sintió extraño ante aquellas palabras en Jones, casi como si le llegaran. Casi como si esa manera de expresarse le hiciera sentirse familiarizado. Además… ¿Alfred F. Jones era gay? ¿Y lo decía así nada más? ¿Con qué motivo? ¿Qué tan enamorado estaba?

Quizá era un chico enamoradizo, esa vez… esa vez cuando tuvo que entrevistarlo ¿A cuantos le habrá dicho eso? ¿A cuantos le habrá mentido de aquella forma?

Una extraña sensación a su pecho embarcó al anglosajón, como si se sintiera un poco engañado. Volvió a pensar en su admirador cerrando los ojos con fuerza. Quería una carta de él, ahora mismo. La necesitaba. Arthur apagó el equipo perdiendo todo interés. Si sólo hubiera escuchado un momento más la tele, sólo unos segundos más…

"Lo estoy siguiendo…y eternamente lo haré hasta que consiga que me ame"

Eso dijo, si sólo Arthur lo hubiera escuchado…quizá hubiera sabido quien era realmente su fiel admirador, su amor secreto, por más de dos años.


Proximo capitulo: Be mine/Sé mío.


Y así acaba este capitulo. Síp, tiene tres capítulos. Al principio era sólo de un capitulo ¡Sólo uno! pero era como que medio largo, en realidad muuuuuuy largo para un capitulo, así que lo deje en tres, los subiré cada 3 días como máximo para revisarlos o eso espero.

Además quería arreglar un poco el resto de la trama. Es mi fic nº 40 y me alegro que sea así ;D

¿A alguien le gusto? ;_;