Hola a todos, el dia de hoy (o sera de noche) les traigo este One-short sobre la infancia de Tigresa, en el orfanato.

Buena lectura :D

Solo una niña

Aquella mañana era como cualquier otra, las encargadas del orfanato preparaban el desayuno para los pequeños que ya se
habían despertado y esperaban pacientes la hora de desayunar, pero no todos estaban ahí. Encerrada en su habitación se
encontraba una pequeña felina de cinco años, aun dormida. Un leve ronroneo se hizo audible, aunque nadie podía oírlo
(Confuso ¿no?) pronto aquel apacible sonido se apago, la pequeña había despertado. Con un bostezo mostro sus relucientes colmillos blancos como las esponjosas nubes, sus ojitos de cachorro se abrieron, el rojo carmín brillaba en aquella oscuridad tan característica de su cuarto.

Era la única que no compartía habitación, tenía el cuarto para ella sola, pero muchas veces las apariencias engañan. Si tenía el
cuarto para ella sola era por una razón y esa razón es simple, tan simple como que un panda se vuelva el mejor guerrero de kung fu de toda china. Ella es un tigre y a pesar de ser solo un cachorro era juzgada como cualquier otro de su especie, era encerrada en la habitación por el simple hecho de haber nacido con garras y colmillos.

Jamás daño a nadie, ella era incapaz de lastimar a una mosca, su enojo lo desquitaba con los muebles o con cualquier cosa no viviente que tuviera a su alcance. A pesar de solo tener cinco años, Tigresa, tenía más temperamento que un rinoceronte y más fuerza que diez lobos juntos, todo aquello que Tigresa tocaba terminaba destruido en mil pedazos, la joven felina no era consciente de ello así que solo actuaba como una niña normal, aunque era obvio que no lo era.

Tigresa se dirigió a la puerta, era hora de desayunar y tenía hambre, pero estaba cerrada. Tigresa empujo con cuidado y
después con fuerza pero era inútil, esa puerta estaba reforzada especialmente para contener a la pequeña cría de tigre.
"¿Por qué?" Se preguntaba Tigresa cada vez que encontraba la puerta cerrada. Estuvo media hora sentada en la cama,
esperando a que llegaran a abrir su puerta. Al cabo de una hora, una oveja abrió la puerta y dejo a Tigresa salir, ella se dirigió al comedor en donde su desayuno ya estaba servido, tofu, arroz y algo de jugo de durazno.
Las encargadas del orfanato intentaban cambiar a Tigresa, solo le daban tofu y mucha, mucha fruta con la intención de volverla vegetariana. A pesar de eso a Tigresa no le satisfacía del todo, algo le faltaba pero eso nunca le importo a Tigresa, solo lo noto pero su apetito jamás quiso ir más allá del tofu y las frutas.

Después de desayunar, Tigresa se dirigió al patio en donde todos los niños jugaban, menos una. Ella siempre fue solitaria aunque no lo fue por decisión propia, los demás lo decidieron por ella. Todos se alejaban cuando ella se les acercaba, no decía ni tres palabras y todos ya se habían ido, huían de ella.

Sentada bajo el árbol, la joven felina se pasaba el día observando a los otros niños, veía atentamente a los pequeños amigos,
todos se divertian, jugaban y charlaban. Los niños solían jugar con un balón o una pelota, algunos se correteaban y otros
volaban cometas. Las niñas jugaban con muñecas, algunas bailaban o cantaban juntas, siempre parecía que las chicas eran las
mas unidas pero Tigresa no. Ella siempre estaba sola y a pesar de ser un tigre y la causa constante del terror en el orfanato,
Tigresa era el blanco de sus burlas y de la mayoría de sus la miraban de manera extraña, la señalaban sin saber porque, ella era solo una niña y no merecía aquel trato, pero el miedo le impedía tener una vida normal. Ella no era la que tenía miedo, el miedo pertenecía a todos los demas, era esa clase de miedo que todos tenemos en algún momento, el miedo a lo desconocido, a todos nos asusta el cambio, las cosas nuevas, todo aquello que no conocemos o que somos incapaces de explicar. Así era la manera en que todos veían a Tigresa, como algo desconocido, algo que no podían entender, por tanto era algo a lo que temer. Se asustaban y la evitaban en lo más posible, esa era lo forma sencilla de resolver el problemas, nadie se atrevía a conocer mejor a la pequeña, en lugar de intentar comprenderla, la evadían como si de una carrera de obstáculos se tratara.
Aunque nadie lo sabía, Tigresa no podía evitar sentirse mal, esos insultos, esas bromas y esas incesantes burlas provocaban una mar, un mar de lagrimas que brotaban como una catarata de sus ojitos ambarinos. Cada día era lo mismo la joven felina rayada lloraba en la oscuridad de su cuarto, nunca dejo que nadie la viera llorar pero eso solo lograba que se sintiera peor, más sola que nunca.

Ese mismo día, durante la noche, Tigresa se decidió a cambiar eso, esa sería la noche, la noche en que conseguiría un amigo. El sol se oculto dando por concluido el tan esperado día de adopción, una tormenta se cernía sobre el orfanato, en cuanto el sol desapareció las negras nubes oscurecieron aun más el cielo nocturno. Tigresa empujo la puerta con toda la fuerza que tenían sus pequeñas patas, pero para su propia sorpresa logro tumbar la puerta.

"Si me ven me encerraran" pensó Tigresa en cuanto dio el primer paso fuera de su prisión "debo esconderme 'modo sigiloso activado' " murmuro Tigresa divertida de las ocurrencias de su mente infantil. Muchas veces eso le traía problemas, su curiosidad y entusiasmo casi hiperactivo, casi siempre se burlaban de ella solo por eso, sus preguntas como "¿Por qué el cielo es azul?" eso le causaba problemas, pero no había terminado de matar su curiosidad, al menos no aun.

Con el sigilo que característico de los felinos, Tigresa, avanzo por casi todo el orfanato en busca de una sola cosa, és de un rato de divagar por los pasillos, Tigresa encontró aquello que tanto deseaba, bueno casi...

El conejito y el pequeño cerdo corrieron despavoridos al verla, ella había sonreído y eso basto para que los pequeños salieran corriendo como si se los fuera a comer. Tenia justificación, al ver sus afilados colmillos y sus negras garras huyeron como siempre.

Esperen-Tigresa extendió su manita, pero los niños ya se habían ido. Por la furia Tigresa rugió, su rugido, a pesar de ser el de un cachorro, hizo retumbar las paredes y estremecer el suelo ,como los rayos que caían en ese mismo momento.
Tiempo después de aquel incidente, un visitante del valle había llegado con la intención de ... Arreglar el problema.

Estaba triste y sola, atrapada en esa celda que algunos llamaban habitación "¿Porque me tienen miedo?" Pensó la pequeña, de pronto el sonido de la pesada puerta al abrirse la saco de sus pensamientos.
Hola soy Shifu y estoy...- dijo el panda rojo que había entrado en la habitación. Tigresa volteo a verlo con recelo.

Asustado-dijo la pequeña con desprecio marcado en su voz.

No-respondió el panda cerrando la puerta tras él.

Pues debería, soy Tigresa, Tigresa el monstruo... El monstruo al que nadie quiere-con tristeza por sus propias palabras, Tigresa abrazo sus piernas y trato de ocultar su mirada.

No eres un monstruo, solo eres una niña- las palabras de Shifu hicieron algo dentro de la joven felina. Nadie, jamás, le había
dicho algo así, solo la insultaban y se burlaban de ella, pero él no. El panda logro verla como lo que era en realidad, solo una niña.

Dejen review plis, bueno solo si les gusto

Adios :D