#PALABRAS: 379.

AVISO: Este fic participa en el Reto "Frary" del foro "Reign: Love is the most dangerous subject".

DISCLAIMER: Ninguno de lo personajes me pertenece, son propiedad de la CW.


OJALÁ


Francis abrió la puerta con tanto cuidado como pudo. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, que si Mary se enteraba sólo lograría acrecentar su miedo y el sentimiento de que era culpa suya lo que había sucedido. Por eso, debía ser muy cuidadoso al entrar en los aposentos de la Reina en medio de la noche.

Se acercó a la enorme cama y la observó dormir. Mary se movía en sueños, probablemente a causa de las pesadillas. Pesadillas que estaba sufriendo por culpa suya. Verla así, tan inocente y sin embargo con aquella expresión de sufrimiento, hizo que Francis recordara la única otra vez en la que había visto a Mary teniendo pesadillas.

Sucedió muchos años atrás, cuando ella tenía siete años y Francis sólo cinco. Aquella tarde, ambos niños habían estado jugando al escondite. Por primera vez en mucho tiempo, Mary había sido la encargada de esconderse en vez de tener que perseguir a Francis por el castillo.

Mary siempre había sido muy competitiva. Se escondió por los pasadizos del castillo, y esperó. El pequeño Francis no era muy bueno encontrando a gente, así que no logró encontrarla. Horas después, Mary quiso volver de los pasadizos y se perdió. Creyó haber visto a un monstruo, a alguien de una altura similar a la suya que llevaba una bolsa en la cabeza.

Cuando finalmente había conseguido regresar, estaba llorando, y muy asustada. Francis, a pesar de tener sólo cinco años, se quedó con ella toda la noche y la abrazó hasta que la niña se quedó dormida.

Ojalá todo fuera tan sencillo ahora. Pero Mary no había visto a un monstruo en un pasadizo. Mary había sufrido lo peor que podría sufrir una mujer. Y Francis nunca se había sentido tan impotente como ahora.

El Rey extendió una mano y acarició suavemente la mejilla de su esposa. Quería ayudarla. No había nada que deseara más que aquello, y la desesperación por lograr ayudarlo no le permitía pensar en otra cosa. Era un Rey, tenía muchas responsabilidades. Sin embargo, todos sus pensamientos a la mujer que dormía en aquella cama.

—No voy a dejar que nadie te haga sufrir nunca más, Mary. Te lo prometo.

Si sólo ella pudiera entenderlo. Si ella pudiera, aunque sea, escucharlo…