Hola finalmente me decidí a participar en una okikagu week... nunca me había atrevido porque requiere de mucho tiempo y se debe actualizar todos los días (además de que debo actualizar otra historia también), pero bueno :) daré lo mejor de mi y dicho esto espero que os guste
El tema de hoy no es lo mío pero espero que sea decente xD
Día 1: Yandere Okita
El joven de ojos rubí se encontraba observando a la joven dueña de sus pensamientos, aquella que sonreía feliz, ajena a su presencia.
Sougo no podía recordar como había comenzado aquella obsesión, solo sabía que antes de darse cuenta, aquella joven al principio insoportable, se había convertido en algo irreemplazable en su vida, que parecía carecer de sentido alguno hasta antes de conocerla. A su propia manera, intentaba estar siempre junto a ella, tomaban el tren a la misma hora, tenían clases juntos y sus pupitres estaban bastante cerca, lo perfecto para que Sougo pudiese vigilarla a todas horas, la chica era después de todo un auténtico imán para los problemas.
Claro era, que Sougo no se daba a conocer como el príncipe en caballo blanco, pues cuando ayudaba a la joven era a base de comentarios sarcásticos, insultos y con suerte acababan a golpes, pero era su propia manera de tratar entre ellos. Además de que Sougo siempre aprovechaba para morder con fuerza el hombro de la joven, dejando así una marca que pudiese demostrar al resto de hormigas en la escuela, que la chica ya tenía dueño, aunque ni ella estuviese consciente de ello aún, pero eso no era importante.
Como si alguien tuviese la intención de arruinarle el día, Sougo pudo ver como un chico de la clase paralela se acercaba a Kagura, mientras que ella le sonreía. Antes de poder reaccionar, su cuerpo se movió por si solo, no le gustaba la idea de que alguien estuviese tan cerca de su china, nadie más tenía el derecho de hablar con ella y menos aún de recibir esa sonrisa sincera de la chica. Por eso mismo, tomó a Kagura por el brazo, obligándola a esconderse tras de él, mientras que miraba con odio al joven.
- ¿Qué mierda te sucede? - preguntó la chica bastante sorprendida por la actitud de Sougo
- Eso mismo, ella tenía una conversación importante conmigo - añadió el chico
Sougo no dudó en acercarse al chico y tomarlo por la camisa de su uniforme escolar, quería golpearlo, demostrarle que nadie más se acerca a lo que es suyo y sale con vida, pero debía guardar la compostura, Kagura no dejaba de hablar y él solo podía escuchar ruidos lejanos por culpa de la rabia, que lo estaba cegando cada vez más.
- Suéltame, no tienes ni idea de con quien estás tratando - ordenó el chico
- Si, con una pequeña hormiga en mi camino - susurró con odio el mayor, de manera que Kagura no pudiese escucharlo
Antes de que Kagura pudiese intervenir, al estar harta de ser ignorada, Sougo soltó al que consideraba su rival, solo para tomar la mano de la chica y arrastrarla fuera de allí.
- ¿Qué fue todo eso? - preguntó Kagura furiosa
- No quiero que te acerques nuevamente a él - ordenó Sougo
Esas palabras sorprendieron aun más a la joven, ¿Qué le pasaba al chico por la cabeza? Además de que llevaba un rato comportándose extraño, ahora encima le daba órdenes como si fuese su dueño, eso no le gustaba a Kagura, por lo que no dudaba en hacérselo saber.
- No tienes derecho alguno a obligarme, puedo hacer lo que yo quiera - recriminó la chica
Eso solo lograba enfadar a Sougo, pero a pesar de que deseaba gritarle que era su propiedad, decidió tomar otro camino.
- ¿No dejarás de hablar con él? - preguntó el de ojos rubí, queriendo asegurarse de la situación
- Veo que lo entiendes - añadió Kagura con orgullo
Lo entendía. Sougo entendía perfectamente lo que debía hacer.
Con una excusa vaga, se despidió de la joven, debía preparar algunas cosas, ya era hora de que tomase las riendas de la situación.
Se encargaría de demostrarle a ese bastardo que nadie se metía con la chica de Okita Sougo.
Sougo se sentó en su escritorio, mientras tomaba una hoja en blanco y un bolígrafo. Debía escribir una carta, una donde citase a Dai en el parque cerca de la escuela, en un horario donde nadie más los vería juntos. El joven no necesitó mucho esfuerzo para imitar la caligrafía de Kagura, en parte porque la conocía de memoria y por la otra parte, la joven carecía de delicadeza alguna y siempre llenaba todo de borrones o dibujos de comida.
Cuando acabó de escribir la carta, la guardó en un sobre rosa, algo que a las chicas, y seguro que a alguien como Kagura le gustaba y se llevó la carta consigo. Entregaría la carta personalmente, al menos la dejaría en la puerta de aquel que planeaba robarle el corazón de su amada. Para evitar ser reconocido, se puso una chaqueta negra con capucha, una que muy rara vez usaba. La dirección del chico la supo gracias a observar como se encontró con Kagura una vez, así que aquello sería fácil.
Una vez entregó la carta y observó desde la seguridad y oscuridad de un callejón como el chico la tomaba, pudo finalmente sonreír, con aquellas sonrisas sádicas que siempre formaron parte de él. Todo marchaba a la perfección.
A la hora citada no había nadie en el parque, tal y como lo planeó. Dai buscaba a Kagura, por lo que Sougo llamó su atención con un silbido, protegido por la oscuridad que los árboles le brindaban. La víctima sonrió feliz, ajeno a lo que estaba por acontecer.
Ni siquiera tuvo tiempo a reaccionar cuando vio a Sougo bajo los árboles, él fue más rápido y ya lo tenía sujeto frente al tronco de un árbol, mientras sonreía de manera insana.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó Dai sin poder imaginar lo que ocurriría - ¿Donde está Kagura? -
- ¿No te lo imaginas? - preguntó Sougo mientras reía de manera casi histérica - Ella nunca te citó aquí en primer lugar -
Dai palideció, tenía miedo, aquella situación le estaba dando mucho miedo.
- ¿Qué hiciste con ella? - preguntó el menor
- ¿Con ella? - preguntó Sougo mientras reía de manera histérica - De quién deberías preocuparte es por ti mismo, de ella me preocupo yo -
Dai intentó huir, pero el agarre de Sougo era demasiado fuerte para poder liberarse.
- Tienes mucha energía, pero ahora es el momento de dormir - añadió Sougo mientras tarareaba una canción infantil de muy buen humor
Sougo nunca fue un buen estudiante, pero había algo que adoraba y eso eran las clases de biología, le encantaba ver las disecciones de animales, distinguir los órganos y la textura de la sangre. Por eso estaba disfrutando de esta clase extra, de ver la cara de terror de aquel ser inferior al ser diseccionado, no podía evitar preguntarse si sus órganos serían iguales a los de aquel modelo de exposición que tenían en clase, tenía curiosidad, demasiada.
El timbre lo sacó de sus pensamientos, logrando que la cara triste de la chica fuese su primera preocupación.
- ¿Qué sucede? - preguntó Sougo
- Dai no me contacta desde hace una semana - explicó ella
- Te dije que era un idiota, vamos, te invito a un Sukonbu, pero no te acostumbres - añadió Sougo intentando parecer indiferente
- Sukonbu gratis - gritó Kagura con una sonrisa y olvidando sus problemas
Todo parecía haber vuelto a la normalidad, al menos casi todo. Sougo todavía debía hacerse cargo de la pesada bolsa de plástico que se encontraba escondida en su armario, pero eso podía esperar hasta después del Sukonbu.
Fin
No se que decir, escribir esto me costó horrores y no me gustó T^T espero que a vosotros no os parezca tan horrible y con los otros temas volveré al romance normal que tanto me gusta :)
