REVELACIONES.

Londres, 3 de mayo de 2001.

En un pequeño apartamento una chica lloraba amargamente; aun llevaba puesto el uniforme que la identificaba como aprendiz de medimagia del Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Unos días atrás había recibido una notificación oficial del Ministerio de Magia de Inglaterra, para la lectura de un testamento. Mucho le había asombrado, dado que ella, bruja nacida de muggles no tenía ningún pariente mágico que le legara nada por medio de tal entidad; esa tarde descubrió que sus padres no eran sus padres, y que ella no era quien siempre había pensado ser; el descubrimiento de la verdad la dejó helada.

De inmediato y aún en shock se apareció en la casa de sus padres muggles, exigiendo la verdad a Jean Granger, la mujer que hasta ese día había considerado su madre. Con lágrimas en los ojos, la mujer inició un relato doloroso; ahora Hermione entendía la verdadera razón de su incalculable poder como bruja; y el por qué no se parecía físicamente a ninguno de sus padres; sencillamente no era su hija; la amaban como tal, y ella los amaba; pero sus verdaderos progenitores fueron dos poderosos brujos, de los más poderosos de los últimos tiempos; ambos tenebrosos, los más crueles y sanguinarios de la historia del mundo mágico: Tom Riddle y Bellatrix Black.

Era principios de febrero 1980 cuando Jean y Anthony Granger supieron que no podrían ser padres, tras cinco años de matrimonio; en la clínica donde los atendieron les informaron acerca de lugares en los que podrían adoptar a un bebé si lo deseaban; por lo que enrumbaron hacia Wilthshire, al hogar Nuestra Señora de la Caridad, adscrito a una parroquia de la localidad. Ahí los recibieron y les llevaron a ver a una pequeña niña que llevaba a penas 4 meses en ese lugar, la llevaron recién nacida, aparentemente de horas, el 19 de septiembre, acompañada de un extraño sobre que nadie había podido abrir por ningún medio y un anillo, que junto con las ropas de la bebé mostraba que pertenecía a una familia adinerada. El sobre lacrado era de un papel grueso y oscuro, un pergamino, rotulado con un nombre escrito en una estilizada y anticuada caligrafía que rezaba: Alpha Bellatrix Black Riddle. Ellos al ver a la pequeña criatura de cabellos castaños y brillantes ojos, quedaron prendados e iniciaron los trámites, un par de semanas después retornaron al lugar para llevar consigo a la que desde ese momento sería su hija bajo el nombre de Hermione Jean Granger.

Es hasta ese momento que los Granger entregaron a su hija el sobre y el anillo; reconociendo de inmediato en ellos el emblema familiar de la Noble y Ancestral Casa de los Black. Sin poder resistirlo, colocó el anillo en su dedo; el cual brilló reconociendo la magia de su poseedora, mientras que en el viejo tapiz de Grimmauld Place, bajo el nombre de Bellatrix descendía una línea para unirse al nombre de Alpha.

Totalmente acorde a su naturaleza curiosa, Hermione se dispuso a abrir el famoso sobre, asombrándose sus padres de ver el lacre romperse solo, ante el roce de los dedos de su hija. Ellos habían tratado de abrirlo durante los últimos 20 años y jamás habían podido, definitivamente debieron suponerlo, era magia.

La muchacha empezó a leer detenidamente las líneas:

"Wiltshire, Inglaterra, 19 de septiembre de 1979.

Mi pequeña hija,

Si estás leyendo estas líneas quiere decir que estoy muerta. Antes que nada quiero que sepas que si te dejo con esos seres inferiores, es por tu propio bienestar; verás soy una mujer casada, por deber y sin amor, pero casada. Tú no eres hija de mi esposo, eres la hija de mi único y verdadero amor, por el que soy capaz de matar o morir si es preciso.

Como ya te habrás dado cuenta, eres un ser especial, distinta de todos los que te rodean; y estoy segura que ya sabes el por qué: eres una bruja, pero no una bruja cualquiera. Eres hija de Tom Riddle, el mago más poderoso de todos los tiempos; y por mi parte procedes de una antigua y poderosa familia mágica, los Black. Pero sucede que en el momento que escribo esta carta, estamos en plena guerra; has nacido hace unas horas, nadie sabe de tu existencia, ni siquiera tu propio padre.

La historia inicia muchos años antes, siendo yo apenas una adolescente de 13 años, mis padres eran aficionados a los artefactos de magia oscura, por lo que un buen día recibieron la visita de un hombre, muy apuesto… Tom Riddle, de modales exquisitos y presencia imponente; quedé prendada; aunque era veinte y tantos años mayor que yo. Yo ignoraba en ese entonces que él sólo buscaba el poder; pero un par de años después pidió mi mano a mis padres; lo que le fue negado, alegando mi madre que estaba yo comprometida con un mago sangre pura, Rodolphus Lestrange. La negativa de mi madre me dejó devastada, jamás volví a ser la misma, y empecé a desquitar mi frustración con cualquiera que se cruzara en mi camino: magos, brujas, elfos… pero mi blanco predilecto fue siempre Rodolphus, en el fondo siempre lo culpé y lo odié con todas mis fuerzas.

Lo que mi madre no sabía es que pocos años después, ese pobre diablo; tal y como ella lo describió, ascendería a niveles de poder insospechados. Sin pensarlo demasiado, me uní a su causa y arrastré a mi esposo y cuñado conmigo. Entramos en una guerra, y yo siempre fui la mejor y la más leal, siempre buscando la aprobación de mi verdadero amor; pero nunca era suficiente para él. Un día en particular, luego de una batalla importante, al fin vi cumplido mi sueño, y en esa única noche fuiste concebida. No podía permitir que mi esposo se enterara, llevaba años pidiéndome un heredero y se lo había negado siempre, y en los últimos años inclusive lo había echado fuera de la habitación matrimonial; sin más remedio recurrí al único que podría ayudarme, tu padre me envió fuera en una misión en solitario, o al menos eso dijo a todos; la verdad es que mi hermana Narcissa me ocultó en el último piso de su mansión en Wiltshire, donde ella misma me ha ayudado a traerte al mundo hace apenas unas horas. Debes entender mis razones para apartarte de mí: a tu padre sólo le importa ser más poderoso, tiene demasiados enemigos; y yo, por ser su más fiel seguidora también, serías un blanco ideal; y a eso debo añadir el odio inmediato que se despertaría en Rodolphus; debo protegerte porque tiempos difíciles se aproximan.

Siéntete orgullosa de ser quien eres, perteneces a una noble estirpe mágica y tu padre es el mago más poderoso de todos los tiempos. Al recibir esta carta, tendrás derecho a toda mi fortuna y al lugar que te corresponde dentro de la sociedad mágica.

Si esta carta llega a tus manos, es porque algo ha salido mal; mi idea era volver contigo y recuperarte a penas tu padre ascendiera al poder, de lo contrario, no olvides que eres lo único bueno en mi vida.

Perdóname hija.

Tu madre:

Bellatrix Black. "

Aún con su cabeza dando miles de vueltas, con las ideas colisionando entre sí, Hermione pudo apreciar la magnitud de los hechos; casi había muerto a manos de su propia madre, el chico que le había amargado durante todos sus años en Hogwarts era su primo; Teddy, el bebé de Tonks y Lupin era su sobrino, su prima había muerto bajo la varita de la que resultó ser su madre, el padrino de Harry era su tío… y todo esto no lo supo jamás, hasta ahora, tal y como lo establecía el testamento de Bellatrix; dos años después de su muerte, la verdad saldría a la luz y su fortuna sería entregada a su única heredera.

Y pensar que estuvo ilícitamente dentro de una bóveda que resultaba ser suya. Todas esas ideas bullían en su cabeza, se apareció en el único lugar donde pensó la entenderían, si hubiera sabido, jamás hubiera acudido a ellos; lo primero que hizo fue aparecerse en Grimmauld Place número 12, ahí pudo ver claramente en el árbol familiar de los Black un nuevo nombre, el nombre que ahora ella sabía era el suyo. El misterio estaba develado, la bruja más inteligente y poderosa de su generación era la hija oculta del mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos, Lord Voldemort, el mismo que trató de matar a su mejor amigo desde que era sólo un bebé, el mismo que le quitó la oportunidad de tener padres, el mismo que aterrorizó el mundo mágico por décadas y bajo cuya varita murieron incontables personas inocentes. Su madre no quedaba atrás, contaba entre sus numerosas víctimas a los padres de Neville Longbottom, con un destino aún peor que la muerte; esa maldita mujer no tenía reparos ni en los lazos de sangre, Nimph y Sirius eran la viva prueba de eso, hasta Ginny estuvo en su mira y si no hubiera sido por la oportuna intervención de Molly; ni ella, ni Luna lo hubieran contado tampoco. No era su culpa; pero no pudo evitar llorar, se sentía sucia e indigna; todos y cada uno de ellos habían sido como su familia; no sabía cómo tomarían su nueva identidad y eso la aterrorizaba, pero era una Gryffindor, y como tal debía enfrentarse a sus amigos con valor; ironías de la vida; si sus "padres" vivieran se volverían a morir al ver en lo que se había convertido su hija, una de sus principales némesis y responsable directa del éxito de la misión Potter.

Llorando ante el tapiz la encontró Harry, reparando en el extraño anillo que su amiga lucía en el anular derecho; al verlo de cerca reconoció el emblema; con una mirada, ella simplemente le tendió la carta, los documentos de adopción y el certificado ministerial que la ponía en posesión de todos los bienes de Bellatrix; su papel como heroína de guerra salvaguardó su derecho de herencia, en caso contrario, es decir si ella hubiera estado del lado del bando vencido; sus bienes serían ahora propiedad del Ministerio de Magia.

Luego de examinar los documentos, el auror Potter sólo atinó a abrazar a su mejor amiga y casi hermana.

̶ Te comprendo… ¿vas a decirle a ellos?

Fueron sus únicas palabras, de la boca de la chica no salió ningún sonido que acompañara sus lágrimas silenciosas; solo asintió levemente y se dirigió hacia las cocinas acompañada de su amigo; ahí ya estaba reunida la Orden del Fénix en pleno, desde Minerva hasta Luna Lovegood; inclusive estaban ahí Cissy y Draco Malfoy, ellos ahora eran su familia, aunque no lo supieran. En el rincón más apartado para variar, estaba Severus Snape, su primer paciente; y el que más le había costado, primero por la gravedad de sus heridas físicas; y luego por su endemoniado temperamento; aunque ese ya lo conocía perfectamente de sus años en Hogwarts. Se preparaban para celebrar un nuevo aniversario de la victoria, esa que los había marcado a todos; esa en la que todos habían ganado, pero a un precio excesivamente alto. Todos ahí habían visto caer al menos a uno de sus seres queridos a consecuencia del delirio megalómano de Tom Riddle, o de la veneración ciega y sádica de Bellatrix.

También estaban los Weasley; Arthur y Molly a quienes consideraba como a sus padres; así como todos y cada uno de sus hijos, a excepción del que nunca más podría estar: Fred. Al verlos a todos juntos, sintió sobre sus hombros la carga de cada una de las muertes ocasionadas por sus aciagos padres, se sintió mal, indigna, perversa, sucia; ahora cuando se enteraba de pertenecer a familias mágicas tan antiguas como los Black o los Gaunt; se sentía verdaderamente una sangre sucia.

No pudo sostener la mirada de todos ahí y colapsó, todo empezó a dar vueltas y a oscurecerse. Se sintió atrapada en el aire por unos brazos desconocidos, para despertar unas horas después en la habitación principal, mientras los rostros preocupados de Harry, Molly y Minerva la contemplaban; en un rincón de la habitación, dos cabelleras rubias y una negra insinuaban la presencia de Draco, Narcissa y Severus.

Intempestivamente la puerta se abrió; revelando la desgarbada silueta de Ronald Weasley, quien para variar deslumbró a todos con su total falta de tacto y sentido común:

̶ Tú… mentirosa, asquerosa mortífaga, nos engañaste a todos…

Harry y Molly miraban asombrados sin atinar a decir nada, Minerva se notaba exasperada por la injusta e inmadura actitud del novio de la chica; lo que Weasley jamás esperó es que tres varitas le apuntaran; acompañadas por tres miradas gélidas y a la defensiva.

̶ Silencio Weasley.

̶ Cállate comadreja idiota, si vas a decir tonterías vete.

̶ Señor Weasley, es usted una deshonra para su familia, perdón Molly.

Severus, Draco y Narcissa habían cerrado filas a favor de Hermione; Ronald, como el cobarde que era, guardó silencio y abandonó la habitación. Casi de inmediato una mujer madura con un pequeño en brazos se asomó a la habitación; el parecido físico la delataba; la Black que faltaba ahí habló con voz suave:

̶ Con su permiso señorita Granger, ¿me permite pasar?

Hermione asintió levemente aun en medio de las lágrimas, las cosas estaban saliendo de control, tal como había presentido; Ronald lo había tomado en mal en extremo; aunque le consolaba un poco ver que Molly continuaba siendo tan maternal como siempre. Lo que sí la descolocaba totalmente era la actitud no tanto de Narcissa, pues sabía que ella estaba al tanto de su origen; pero sí de Draco y del Profesor Snape, ellos nunca se habían caracterizado por ser amables con ella; ni aun cuando cuidaba de su ex maestro durante su convalecencia; siempre se mostró mordaz y sarcástico, exactamente igual o quizás peor que en el colegio.

Una vez más, Andrómeda tomó la palabra,

̶ ¿Me permitirían hablar a solas con ella?

Todos vieron en dirección a Hermione, quien por primera vez esa noche habló:

̶ Por favor… menos usted señora Malfoy.

Cissy asintió levemente, mientras todos los demás abandonaban la habitación en silencio.

Al cerrarse la puerta, la habitual máscara de impasividad de Narcissa Malfoy se rompió en mil pedazos, llorando a mares, como no lloraba desde que su marido había muerto; abrazó a la chica de rizados y castaños cabellos; pidiéndole perdón una y otra vez.

Por su parte Andrómeda observaba la escena; sin poder evitar derramar lágrimas. Esa guerra le había quitado todo, dejándola sola en el mundo con su nieto; intuía lo que pasaba con la muchacha, se sentía culpable de las atrocidades cometidas por sus padres, estaba avergonzada. Era totalmente necesario que, cuando ella y su hermana abandonaran esa habitación, Hermione hubiese recuperado la confianza en sí misma, dado que tendría que enfrentarse al desprecio de la mitad del mundo mágico como parte de la herencia maldita recibida de su madre.

̶ Pequeña, quiero que sepas, que nada de lo que pasó es tu culpa; no tienes por qué pagar por los errores de ellos. Y quisiera que me aceptaras como parte de tu familia, eres un regalo para mí, después de todo lo que he perdido. En algún momento mi hija me comentó que tú le recordabas a mí, y ahora entiendo la razón. Mi Dora te apreciaba mucho, ya no llores más, ella siempre me dijo que eras la chica más valiente que había conocido; mira, él es Teddy, tu sobrino.

Narcissa, recuperó un poco su habitual compostura, y también habló.

̶ Cuando Bella supo que estaba embarazada, entró en pánico, a él no le interesaba la familia, no amaba a nadie, era un maníaco, y mi hermana también; la poca cordura que le vi antes de ir a Azkabán fue su celo para protegerte de la ira de Rodolphus y de la venganza de sus enemigos que eran muchos. Para esconderlas, encanté el último piso de Malfoy Manor; y ahí permanecieron; nadie, ni siquiera Lucius lo supo. Ella juró que volvería por ti; pero antes de poder hacerlo, fue capturada. Si antes estaba loca, al salir de Azkabán era un caso perdido; aun así trató de buscarte, afortunadamente no te encontró; de haberlo hecho, te habría matado de inmediato. Ahora eres su heredera; tú sabrás que hacer con ese legado… yo sólo puedo decirte que eres bienvenida para mí.

Hermione guardó silencio por unos minutos, no podía creer lo que escuchaba; no podía creer lo que antes había visto; cuando por fin logró ordenar sus ideas, habló.

̶ Gracias… ustedes son mi sangre, no puedo negarlo; y acepto el cariño que me brindan con una sola condición…

Ambas mujeres la miraron de forma interrogante, mientras el pequeño Teddy extendía sus brazos hacia ella; imitando sus facciones y cabello.

̶ Por años fui considerada una sangre sucia, escuché ese insulto incontables veces; fui marcada con ese título por mi propia madre, gracias a ella lo llevo grabado en la piel; y estuve siempre orgullosa de mi estatus de sangre. He visto lo que los prejuicios hicieron con la Noble y Ancestral Casa de los Black; lo que fue una poderosa familia mágica, hoy es una ruina, Regulus, Sirius, Dora y mi madre están muertos. Draco y yo casi morimos en la guerra; y ustedes dos llevan casi treinta años sin hablarse; el último de nuestra estirpe ha perdido a sus padres; es hora de terminar con todo esto. Los Black estamos oficialmente extintos, nuestra sangre afortunadamente ya no es pura; los ideales de sangre son una basura que casi nos destruye a todos; si quieren contarme dentro de su familia, esa separación absurda debe desaparecer.

̶ Señora Malfoy, ¿podría llamar a Draco?

̶ Llámame Cissy, por favor, tía Cissy, y me harás muy feliz.

Dicho esto abandonó la habitación, y se encaminó hacia la cocina, donde una fuerte discusión se desarrollaba en ese momento.

Weasley era duramente reprendido por su madre bajo la mirada decepcionada del patriarca de la familia, en su cara se notaban huellas de golpes; por su parte, Harry contenía a Draco, mientras Severus trataba de arreglarle la nariz que se adivinaba fracturada.

La llegada de Cissy a las puertas de la cocina, coincidió con la de Ginevra, que la miró de arriba abajo con claro desprecio. Sin inmutarse, la rubia entró en el recinto, observando la patética escena, con una sola mirada hacia su hijo le indicó que la siguiera.

Una vez en el pasillo, al ver la mirada interrogante de Draco, le dijo escuetamente:

̶ Ella quiere hablar con nosotros.

El rubio asintió; y siguió a su madre escaleras arriba, entrando en el dormitorio; donde la castaña jugaba y reía con Teddy; al parecer el pequeño metamorfomago había conseguido devolverle un poco de su natural alegría a la deprimida bruja.

̶ Malfoy…

̶ Draco

̶ ¿Qué?

̶ Por favor, llámame Draco, total eres mi prima, y les debo mi piel y la vida de mi madre a Potter, a mi padrino y a ti. Dime Draco, por favor, Hermione.

La castaña sonrió al rubio, era totalmente asombroso, ni en sus sueños más locos hubiera imaginado al altanero y orgulloso Draco Malfoy. El joven enrojeció; y bajó la mirada avergonzado, era duro para él tragarse años de malos tratos, la sangre sucia de Gryffindor era su prima, nada más ni nada menos que la hija de su loca tía Bellatrix y del mestizo megalómano Tom Riddle.

̶ Draco… sé que no entiendes las razones por las que tu madre te ha traído hasta aquí; pero ví como me defendías de Ron… y… pues… no quedamos muchos, los Black, lo que queda de nuestra familia está reunida en esta habitación. Tu madre y nuestra tía Andrómeda me han aceptado, pero yo no me conformo con eso; quiero que las absurdas diferencias que nos separaron y nos llevaron a la ruina desaparezcan, de lo contrario, creo que tolerar la discriminación una vez más, no valdrá la pena. Creo que me entiendes ¿verdad?

̶ Por supuesto que entiendo, a la… tía Andrómeda sólo le queda Teddy, a mi madre sólo le quedo yo… y tú estás sola, bueno sin contar a tus padres muggles, a Potter, los viejos Weasleys, la profesora Mcgonagall, Hagrid, Lovegood… al fin de cuentas sigues siendo afortunada, ahora puedes sumarme a mí también, prima Herms… ¿o debo llamarte Alpha?, ¿quizás prefieras Bellatrix?...

̶ Ya Draco, ¿o prefieres hurón desteñido?

Ambas mujeres mayores rieron a carcajadas, mientras Draco enrojecía, humillado, víctima de su propio sarcasmo.

Ese día, los últimos sobrevivientes de una ancestral familia liquidaron sus diferencias, todo por un secreto guardado durante veintidós años.

Ese día Hermione Granger, heroína de guerra, la bruja más inteligente de su generación decidió aceptar a su nueva familia mágica, y con ello asumir el peso de su identidad, Alpha Bellatrix Black Riddle les demostraría a todos que lo que cuentan son tus actos y no tus orígenes; le gustara a quien le gustara; y si eso implicaba que Ronald Weasley se iba a molestar, que fuera; ella aceptaría su legado.