Hola a todos y todas!
El motivo de crear este fic es uno solo, amo la pareja de Damian y Dick, así que necesitaba una excusa para juntarlos y casarlos, y para evitar la ilegalidad de la diferencia de edad cree un mundo conveniente donde poder obligarlos a contraer matrimonio, porque ese tipo de clichés me encantan!
Espero que ustedes también sean de la misma opinión, habrá algunas parejas secundarias pero no deseo extenderme mucho en ellas.
Sin más, los dejo con el fic 3
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Sus consejeros le miraron tras rendir sus reportes, estaba callado, nunca había sido un hombre de muchas palabras. Pero en ocasión deseaba que Lucius Fox, Alfred Pennyworth y James Gordon, estuvieran equivocados.
Sus arcas estaban casi vacías, las cosechas se habían ahogado con el mal temporal, por lo cual no había grano que vender, sus aguas se habían contaminado con la explosión de una fábrica cercana, matando algunas especies de peces e intoxicando a la población cercana y por si fuera poco su reciente divorcio le había arrebatado la mitad de sus ingresos de los fundos que comprendía el Reino de Gótica.
Podría hacer un préstamo a los reinos vecinos pero ya le debía demasiado a esas aves de rapiña, lo cierto es que el Reino de Gótica, nunca había sido suelo fértil, dependían en gran medida en su evolución en la mano de obra, agilizando procesos con poleas, ruedas y máquinas de vapor, alzándose a la vanguardia por delante de otros pueblos con mayor población o riquezas.
Medito qué podrían hacer, necesitaban comida a bajos costos o alguna alternativa al pan y la pesca.
-¿Cuáles son nuestras opciones?-
-El reino vasallo de BlüdHeaven está en deuda con nosotros, tenemos buena relación con él, pero después de la muerte de los reyes, su príncipe heredero está buscando posicionarse en mejor escala social, querrá que el dinero que nos preste sea afianzado con algo más importante que solo palabras, probablemente un contrato donde cedamos parte del territorio en caso de incumplimiento.
-El incumplimiento al contrato es inevitable, somos insolventes, y en cuanto nuestros acreedores lo sepan perderemos el territorio de cualquier manera, sin un ejército fuerte seremos rápidamente invadidos- Bruce miro el mapa en su mesa, su reino era amplio, lo que también hacia difícil las comunicaciones entre el centro y los extremos. Además estaban rodeados de reinos hostiles. Sus relaciones con ellos eran por decir lo menos diplomáticas.
-Podríamos intentar alguna alianza con un reino más alejado- Alfred le miró –El reino de Metrópolis acaba de crecer, se adjuntó Kansas, y la reina ha muerto por lo cual su joven rey esta viudo- dijo mostrándole en el mapa la locación del reino del que hablaba.
Era ciertamente un reino amplio, fructífero y en paz, con buenas alianzas y posición económica cómoda.
Pero no le gustaba, sabía que el reino de Kansas era una unión de pequeños pueblos granjeros y en general pobres, que se habían unido mediante una revolución para conseguir su independencia y unión, su líder se había consolidado como el "Rey de Kansas", aún más impresionante su poder político lo había llevado a congraciarse con la Reina de Metrópolis, Lois Lane, la cual tras un breve matrimonio había muerto, muchos decían que el actual rey la había matado para hacerse del poder y las riquezas de Metrópolis.
Aquel rey era un hombre nuevo y desconocido, nacido de un poblado, ¿Qué sabía él de hacer negocios y política?, ¿Cómo podía autoproclamarse monarca?, aquello lo hacía enojar, pero quizás podrían estafarlo, encontrar alguna taza de interés que pudiera ayudarlos en su crisis económica, según los rumores eran joven e inexperto, podría tomar la mayor ventaja y ofrecerse a sí mismo como una mano amiga.
-Contáctenlo-
-Él lo ha hecho con nosotros-le dijo Lucius, mostrándole un pergamino
Bruce ceñudo lo tomó y comenzó a leer, aquella no era una invitación a su palacio, una tregua o una oferta de mercado libre entre ambas naciones, era una propuesta de matrimonio.
Con cuidado leyó cada palabra, era demasiado conveniente parecía tan sugerente que apareciera en el momento correcto, que solo pensó que podría ser una trampa.
No se fiaba de un pueblerino. Con un gesto desdeñoso bajó el papel y miró a sus consejos que le esperaban expectantes
-Trataremos con el reino de Blüd Heaven, ¿Cuáles son sus demandas? ¿Qué tenemos para ofrecer?- les preguntó prefería tomar una decisión menos arriesgada
-Desean lo mismo que el reino de Metrópolis, un matrimonio a cambio de cualquier ayuda- le dijo Gordon entregándole el pergamino con la carta donde el príncipe heredero firmaba sus peticiones.
Richard Grayson era por lo menos, catorce años menor que el, y si algo destacaba entre los chismes por sus múltiples parejas, era su ejército, su armada era una de las mejores, podría ayudarle a defenderse en contra de los acreedores, pero eso no limpiaría sus aguas ni daría comida a sus pobladores.
-No voy a casarme con él- afirmó rotundo, si su mano era una moneda de cambio, iba a venderla al mejor postor, además debía tener cuidado, su divorcio con Talia Al Gul, lo había empobrecido, pero si aquella noticia no era común para todos, quizás podría salvar su prestigio y conseguir un nuevo matrimonio que fuera beneficioso, lo cierto es que entre monarcas pocas veces existía el amor, eran más importantes las relaciones políticas y el bienestar general.
-El incluso habló de una segunda posibilidad- mencionó sugerente Lucius, el hombre era mayor, suficiente para ser su padre, al igual que James y Alfred.
-¿Qué segunda opción?- Bruce les miró con cautela, sus consejeros eran sabios, confiables y leales, por ello a veces sabían cómo hacerle cambiar de opinión cuando las cosas iban por el mal camino.
-Ha solicitado la mano del príncipe.
Las cejas de Bruce se alzaron, Damián solo tenía doce años, era su único hijo vivo, su primer matrimonio había terminado con su esposa Selina Kyle y su hija Helena, ambas habían muerto por una terrible enfermedad que había menguado con un tercio de la población, su segundo matrimonio con la princesa Talia Al Gul, una mujer fuerte y poderosa, quien después de un par de años en matrimonio había pedido el divorcio dejando el reino vacío en sus arcas y con él a cargo de su único heredero.
-¿Richard y Damián?- dijo ligeramente incrédulo, la diferencia de edad entre ellos, ciertamente era abismal. Pero su único heredero al trono era una pieza valiosa, aunque sin reino que proteger, tampoco valdría mucho tenerlo a resguardo, porque sabía que con un ataque no solo su cabeza rodaría sino también la de su vástago, ante un ataque debía protegerlo, él podría estar seguro con Grayson.
Meditó sus opciones, viendo que todas eran arriesgadas y desesperadas, entrelazó sus dedos bajo su barbilla y al final se decidió con voz trémula.
-Manden llamar a hijo por favor- les pidió, Gordon se apresuró a hacer llegar el mensaje a los guardias que custodiaban las puertas del salón del rey.
No pasó demasiado para que la pequeña figura apareciera.
El príncipe de Gótica, llevaba las ropas acordes a su rango, un conjunto negro de pantaloncillos cortos y chaqueta de corte militar con el murciélago bordado en su espalda como unas pequeñas alas demoniacas.
-¿Me has llamado padre?- su hijo era altivo, con una personalidad fuerte y un carácter duro, había crecido bajo el rechazo de su madre y su poca habilidad para fomentar lazos de unión de padre e hijo, con poco tiempo para mimos o juegos, había crecido rápidamente y poco quedaba de niño en él.
-Debemos hablar de tu futuro hijo, una carta del reino vecino ha llegado, el príncipe Richard solicita tu mano- dejó que el pequeño tomara la carta y la leyera, había sido adiestrado en múltiples artes desde los dos años, arrancándole así su tierna infancia. Sabía que Damián podía tomar una decisión como aquella y conocer su sincera opinión.
El niño frunció la boca, tenía aquellos ademanes adultos copiados de él que en alguien tan pequeño resultaban adorables.
-Si Grayson quiere pedir mi mano, puede venir y solicitarlo, cuando lo vea de frente sabré mi respuesta a su solicitud- desdeñó el papel y dio una reverencia antes de dar media vuelta y regresar a sus menesteres.
Sonrió a las palabras de su hijo y miró a los tres hombres -Ya lo han oído, y una cosa más, respóndanle al Rey de Metrópolis en los mismos términos.
-Si su majestad- dijeron a coro inclinándose y dejándolo solo.
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