¡Hola! Okey, después de tantas vueltas y tiempo, logré aprender a subir fics aquí y ésta es la primera *nervios*. Así que a los pocos que lean esto, por favor comprendan que soy novata -no me maten- xD Espero que le den una oportunidad a esta historia y si a alguien le interesa, ¡la continuaré! Gracias...
Los personajes utilizados aquí son propiedad de Dreamworks y William Joyce.
Capítulo 1: Yo creo en ti.
~Sophie's POV~
Una vez soñé que me cargaba en brazos un tierno, hermoso y gigante conejo.
Sólo que no fue un sueño.
-No fue un sueño, no fue un sueño... -me repetí en voz baja mientras miraba por la ventana de mi cuarto, las lágrimas luchando por salir de mis ojos-. Jamás ha sido un sueño. Yo creo en ti. Aún creo en ti.
Sin embargo... no pasó nada. Él no vino.
-Yo creo en ti -susurré una vez más, mis manos presionando el cristal de la ventana lleno de escarcha...
Escarcha...
-¿Jack? -pregunté en voz alta entonces.
La escarcha sobre la ventana se extendió mucho más, había una carita feliz dibujada sobre ella. Sonreí y me limpié las lágrimas rápidamente. Abrí la ventana, dejando pasar a mi amigo, quien me tomó entre sus brazos y me hizo girar con él en el aire. Mi risa se desató llenando la habitación, así como la nieve que se desprendía de él.
-¡Jack!
Jack descendió hasta permitirme posar mis pies otra vez en el piso y lo abracé fuertemente.
-¡Sophie! -dijo él con la misma alegría-. ¡Qué...! -Se interrumpió para mirarme de arriba a abajo-. ¡Qué grande estás! Ya casi no puedo levantarte como antes, ¿eh?
-¡Oye! -Lo golpeé un poco-. ¿Me estás diciendo gorda?
Jack se rió.
-Claro que no, pero es cierto que has crecido.
-¿Qué esperabas? Ya tengo dieciséis años y una licencia de conducir -dije orgullosa, con una ceja en alto y los brazos cruzados.
Jack revolvió mi cabello rubio con sus manos frías y se sentó a mi lado en el borde de la cama. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y cerré los ojos, pero pronto él estaba tomando mi rostro entre sus manos y mirándome curioso.
-¿Has estado llorando? -preguntó, preocupado.
-No -dije seriamente, apartando mi cara de sus manos.
-Mentirosa -dijo él con una leve sonrisa.
-¡Que no! -grité.
-Shhh, vas a alertar a tu mamá.
-Entonces no me hagas enojar -me quejé.
Le di la espalda, pero él me hizo cosquillas a los costados y brinqué de la risa. Volvió a despeinarme y le di un fuerte empujón. De todos modos, no me importaba mucho el estado de mi cabello.
-¿Esperabas a alguien más, verdad? -preguntó él de repente, usando su cayado para crear nieve dentro de mi cuarto.
Bajé la mirada a mis manos, sin querer que leyera mis pensamientos a través de mis ojos. Jack era mi mejor amigo desde que tenía conciencia, conocía todo de mí.
-¿Esperabas al canguro, cierto? -me preguntó suavemente.
Lo miré con el ceño fruncido.
-¡No es un canguro!
Jack se partía de la risa.
-Vamos, sabes que eres la niña... bueno, es decir... la chica favorita de ese conejo gruñón en todo el mundo -dijo abriendo sus brazos a los costados-. Sólo sonríe por ti.
Una gran sonrisa se plasmó en mi rostro y corrí hasta mi escritorio. Tomé uno de mis más recientes dibujos, era uno en el que me había dibujado de niña con el Conejo de Pascua, mi mejor amigo. Se lo tendí a Jack.
-¿Se lo puedes dar tú? -pregunté casi tímida.
Jack lo miró, lleno de curiosidad.
-¿Otro dibujo más? ¡Pero si ya tiene cientos! Oye, a mí jamás me dibujas nada...
-Pero claro que te hago dibujos, sólo es que tú no sabes dónde ponerlos.
-De acuerdo, pero no es necesario que yo se lo lleve, él vendrá a verte en Pascua.
Mi sonrisa se desdibujó con rapidez.
-Dime qué sucede, Sophie -me pidió Jack.
Me senté en mi cama otra vez y tomé uno de mis peluches. Solía abrazar a mis peluches buscando consuelo cuando estaba triste. Jack secó una de mis lágrimas, estaba esperando a que hablara, así que tomé valor y lo miré.
-La verdad es... que el tiempo está pasando muy rápido... y yo he crecido, como dijiste tú. Ya no soy una niña.
Jack se sentó a mi lado una vez más y me rodeó con sus fríos pero reconfortantes brazos.
-¿Y eso qué tiene de malo?
Ahogué un sollozo.
-¿No lo entiendes? -pregunté suavemente, apretando mis párpados-. Temo que me pase lo mismo que a Jamie.
Sentí la tensión en Jack. Sabía que Jamie era alguien muy importante para él, habían sido grandes amigos por muchos años, pero lamentablemente nada es para siempre. No cuando tu mejor amigo es inmortal y debes creer en él para verlo.
-No quiero dejar de creer, no quiero olvidarme... de todos ustedes -murmuré.
Jack parecía tan triste como yo, pero aún así intentó sonreír para mí.
-No lo harás, Sophie.
Suspiré y volví a darle el dibujo.
-Por favor, ¿puedes dárselo? Haré otro para cuando venga a visitarme.
Jack lo guardó en el bolsillo de su sudadera azul y se levantó. Una de las haditas de Tooth, la que siempre acompañaba a Jack, entró por la ventana e hizo sus típicos ruiditos queriendo decirle algo al guardián de la diversión.
-Está bien, está bien, ya voy -dijo él con algo de fastidio.
-¡Baby Tooth! -exclamé.
La pequeña hadita voló hacia mí, se posó sobre mis manos y me saludó. Jack se dirigió a la ventana.
-Tengo que irme, Sophie. Al parecer North quiere que nos reunamos en el Polo.
Tenía que dormir temprano para al día siguiente ir a la escuela, pero lo que dijo Jack pasaba de ser increíblemente irresistible para mí: los cinco guardianes juntos, y yo que los extrañaba tanto... Quería ir con él a ver a todos mis amigos...
-¡Espera! ¡Llévame contigo! -grité mientras buscaba mi abrigo.
Jack se detuvo.
-¿Qué? No, tú tienes que dormir -me dijo.
Bufé y rodé mis ojos, restándole importancia.
-Tú no eres precisamente la figura más responsable para decírmelo, ¿sabes?
Jack rió y se encogió de hombros.
-Tienes razón, vamos.
Di unos saltitos victoriosos y me puse mi abrigo. Jack me cargó sobre su espalda, rodeé su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas. Recordaba volar con él desde muy, muy pequeña. Jack se quejó dramáticamente de mi peso, logrando hacerme reír.
-Oh, ¿pero qué comiste todo este tiempo? Me vas a quebrar...
-¿Qué pasa, Jack Frost? ¿Es que ya no tienes fuerza o estás muy viejo? -me burlé.
-Oye, al menos soy más joven que tu canguro parlante -replicó.
Sonreí y apoyé mi barbilla sobre su hombro. Baby Tooth se preparó para acompañarnos. Personalmente, prefería los túneles de Bunny (y ni hablar del trineo de North), pero volar era muy divertido también. Y nos esperaba un largo viaje...
