De verdad lamento la demora. Me tienen secuestrada la Compu. Mi pobre Doly está sufriendo en manos de las pequeñas creatura de mis primitos. Quiero decirles que voy a demorar en actualizar. Primero xq estoy con dos exámenes que rindo el lunar y 2 por q este finde de semanas terminan mis vacaciones y comienzo el cole.
Una vez mas me disculpo por el final que le di al ginecólogo, de verdad. Pero si escribo lo que la multitud pide seria como un Justin Beber (q hace musica comercial)
Prefiero escribir lo que siento y en lo que mi inspiro. Se que mis verdaderas seguidoras lo entienden y por eso me siguen y estoy muy agradecía por ello.
Confieso que me sentí muy mal, con las criticas de algunas chicas, creo que si no le gusto mi final, no tienen derecho a decir que deje de escribir porque a ellas no les gusto.
Pero no se preocupes por que se que otras personas como mi pequeñas y grandes fieles lectoras algunas amigas me siguen. Gracias! (Llorando)
Bella
Solo porque sus amigos venían, me obligo a que me fuera con el obrero a hacer las compras
-Joven… -Lo llame.
-Edward – Me corrigió con una sonrisa.
-Yo lo llevare a hacer las compras, cargaremos las cosas en la camioneta.
-oh…esta bien vamos!
El camino fue incomodo, era un silencio sepulcral. El olor del cigarrillo que me ahogaba.
Lo espere en la camioneta, se demoro cerca de dos horas, lo odiaba.
Por fin en casa, fui directo a mi cuarto a recostarme un poco, ese pequeño viaje me había dejado exhausta. Estaba entrando en la segunda fase de mi sueño cuando sentí un canturreo. Me acerque somnolienta a la ventana que daba al jardín, era el albañil cantando.
Baje a pedirle por favor que se callara, no era que cantara mal, solamente era que me dolía muchísimo la cabeza y necesitaba dormir.
Por bajar rápido esos cuatros escalones, me enrede los pies con unas herramientas y me caí. Pero el amortiguo la caída, quedando encima de el.
-Lo…lamento-dije sonrojada y apenada.
-¿Se encuentra bien?-Ayudo a levantarme.
-Si-No pude decirle nada, entre a casa avergonzada.
Hoy Jacob no vendría a casa hasta las nueve de la noche, me tome mi tiempo para cocinar algo ligero y rápido para el empleado y para mí. El pobre estaba desde temprano aquí.
Me esmere en poner la mesa, cada cosa en su lugar detalladamente, sentí una nostalgia y emoción de lo que hacía tanto tiempo que no comía acompañada un medio día.
-Joven…Edward, esta la comida ¿Quieres?...
-Oh Claro gracias! – Primero entro a lavarse la mano.
Resultaba un poco incomodo el silencio.].Esta delicicioso- No sabia si lo decía por cortesía o porque fuera cierto.
-¿Qué edad tienes?-Pregunte para romper con el silencio.
-26 –sonrió con una sonrisa de labio.
-¿Usted?
-20 –Dije avergonzada, el abrió los ojos como plato sin poder disimularlo.
-¡OH es una niña! –Enarco una ceja y me dedico una sonrisa torcida.
No conteste a su alago, observación o lo que fuera, terminamos de comer en silencio.
Agradeció y volvió a su trabajo.
Subí a mi cuarto y me recosté a descansa un poco, cuando me desperté me di cuenta que eran las 8 de la noche, algo preocupada realice el cheque de pago de Edward y baje. Faltaba una hora para que el llegara.
-Edward, puedes irte. Aquí tienes- el miro el papel asombrado.
-Pero aun no he…
-Mañana a las 8 am. Puedes irte- repetí.
-Hasta mañana, Sra. Black- odiaba que me llamaran de esa manera.
-Bella, solo bella. Que descanses.
Volví a quedarme dormida en cama cuando un golpe en la cara me despertó. ¿Por qué estas dormida? ¿Por qué no está la cena? Fue esa la excusa para golpearme y someterme.
Me bajo los pantalones y me violo, resultaba más que una simple muñeca para él, me manejaba a su gusto y me hacia lo que quería. Dándome bofetadas para que gritara de dolor aunque para él, era música para sus oídos y lo excitaba mas.
El monstruo se durmió. Me metí a la ducha para limpiarme su asqueroso olor y todos sus fluidos.
Si me separara de el, no tendría donde ir y no era una opción para mi. Hizo que vendiera la propiedad de mi madre y había quedado en la calle.
Me quede llorando en silencio esa noche. Me acosté a su lado e intente dormir. Pensando si desertaría la mañana siguiente, si el no me mataría cuando entre en el mundo de los sueños.
El despertador sonó y salí inmediato a prepararle el desayuno, en algún momento me paso por la cabeza matarlo, envenenarlo y torturarlo para hacerle pagar todo lo que me hizo. Pero era un hombre muy poderoso y vendría por mi de inmediato, todas las sospechas recaerían sobre mi.
El timbre sonó, vi el reloj quien marcaba las ocho en punto. Era el joven Edward. Le abrí la puerta y le ofrecí una taza de café.
-Gracias…
-Bella, sube ¡YA! – grito la bestia.
Tome su desayuno y subí. ME sentía avergonzada que me gritara delante de Edward, maldito!
-¿Por qué demonios no me despertaste? – tiro la bandeja contra la pared.
Me halo de los cabellos tirándome contra la cama, luego se cambio furioso y se fue al trabajo. No deseaba bajar, solo quedarme a llorar y soportar este infierno.
Escuche el ruido de platos rotos, levante la mirada con los ojos irritados que ardían de tanto llorar. Estaba agachado recogiendo los vidrios de los platos rotos, lo miro sorprendida y mis lágrimas se volvieron a desbordar.
- ¿Se encuentra bien? –me miro con lastima aunque intento disimularlo –Lamento…pero escuche…y
-Gracias, gracias!- me derrumbe y llore con toda la intensidad de aquel dolor que dominaba mi interior, ya no tenía que aguantar ese nudo insoportable que me impedía mi llanto.
El me ayudo a levantarme y me abrazo. Ambos nos sonrojamos y nos alejamos.
-Volveré…al jardín- acomodo su cabello y bajo nervioso.
Seque mis lágrimas, me cambie de ropa y baje.
Me senté en el borde del escalón del jardín. Hacia su trabajo, tan prolijamente. Sacaba una toalla que colgaba de su pantalón y secaba su frente, su musculosa blanca hacia que sus pechos y brazos resultaran. Su cuello estaba cubierto de sudor.
Fui en busca de refresco a la cocina para llevarle.
-¡Oh gracias!
Saco un cigarrillo de la caja que traía en el bolsillo izquierdo, lo llevo a su boca y lo encendió.
-¿Estas mejor? –agrego.
-Si, gracias.
Su sonrisa me gustaba, era cruzada y transmitía tranquilidad.
Edward
Cuando llegue a la residencia Black, la Sra. Bella me recibió con una sonrisa y me invito una taza de café. Esos ojos verdes no lucían tan apagados como la última vez.
Oí el grito de Sr. Black y los ruidos de platos rotos. Salió con el ceño fruncido, molesto ni si quiera noto mi presencia. Subí corriendo las escaleras y me encontré con ella.
Arrodillada con el rostro hundido en la cama, el desayuno tirado en el suelo. No dije nada, solo levante los vidrios rotos. Ella levanto la mirada abrió esos grandes ojos verdes, rojos e hincados.
Me miro con dolor y vergüenza. Y comenzó a llorar. Me recordó al llanto cuando mi madre casi muere. Todos se encontraban en el hospital esa noche. Cerré las ventanas y llore con todo mis fuerzas, gritando y no dejando nada adentro. Estaba sufriendo y podía asegurarlo.
Me acerque y la ayude a levantarse, tuve la necesidad de darle mi consuelo. Era como si sabía que ella no tenía un hombro donde llorar. A los segundo se aparto y ambos nos sonrojamos.
Apenas intercambiamos dialogo y volví al jardín.
Cuando voltee la vi sentada en el escalón de la puerta del jardín. Estaba con una solera blanca, y unas gafas, por el sol. Me resultaba… muy linda. La primera vez que la vi, no era su mejor día.
Pero por lo menos esa mañana sonreía. Me trajo un refresco y nos quedamos charlando como quedaría el jardín y como le gustaría la pequeña casa.
Le conté algunas de mis historias graciosas para que sonriera, no iba contarle de mi triste vida. Me pareció una falta de respeto preguntarle sobre su matrimonio.
-¿Dónde tocas?
-En Lamb's Conduit Street, puedes ir cuando quieras – me sentí mal pro decir eso, no fue mi intención, su rostro cambio por completo – Lo lamento…
-No. No te preocupes. ¿Dime vives con t familia? – se que intento desviar mi error.
-Si, con mis padres y tengo una hermana casi de tu edad – ERROR, otra vez. Volví hace que pusiera esa cara. No era normal para mí, ver a alguien tan joven casada, menos con un tipo como ese.
-Mejor voy por unos refrescos – sonrió y se levanto.
Me quede pensando en que preguntarle, sin que metiera la pata. Algo en que no le molestara. Deseaba verla sonreír, no esa cara de tristeza.
-Sabes, se siente bien tener alguien con quien hablar… - miro al horizonte y me entrego la botella.
-¿No tiene amigas? – bajo la mirada, e hizo una risa irónica.
-No – sus ojos se llenaron de lágrimas. Edward eres un estúpido.
-Lo lamento…
-No te preocupes. Debo hacer unas cosas. Vuelvo enseguida.
La única conversación que puedo entablar con ella, y la arruino. Además la hago llorar.
Seguí con mi trabajo, con la esperanza de que volviera a bajar, pero no lo hizo.
Cuando llego el horario de salida. Bajo me entrego el pago del día, y me marche.
Tome el tren y me partí a casa. Por suerte este trabajo ayudaba para mis gastos extras, y los medicamentos de mi madre.
Al llegar me duche y Salí de inmediato al bar, había compuesto una canción nueva en el tren. Ella me había inspirado.
