Advertencias: Spoiler de antes del War Game, yaoi y lime-a-punto-de-ser-lemon.
Nota: Creo que me desconecté por completo al escribir esto de sólo imaginarme eso xD.
Beta: Charlone.
Palabras: 420.
Disfruten la lectura.
Entre los pasillos
Era la noche antes de que se iniciara oficialmente el segundo War Game de la historia. Se suponía que todos los contendientes deberían de estar durmiendo, para tener las fuerzas y ánimos necesarios en las batallas que sucederían al día siguiente; pero en la gran habitación donde descansaban los participantes había dos camas tendidas, en clara señal de que no habían sido tocadas por sus correspondientes usuarios.
Ambos jóvenes, uno de cabellera rubia y otro azulada, se encontraban en esos momentos en uno de los pasillos del palacio, ocultos por las sombras de la noche. El menor tenía apresado contra la pared a Alviss, prohibiéndole hablar al estar invadiendo su boca con fuerza, presionando su cuerpo contra el de él, frotando a propósito sus caderas con tal de poder hacer gemir al mayor.
Alviss se había opuesto al principio todo lo que podía, porque inconcientemente él había comenzado todo eso. Se había llevado a Ginta a ese lugar, para dejarle en claro que lo que sucedería al día siguiente no era ningún juego y que la paz de Märchen estaba en peligro, pero la discusión se dio entre ambos, demostrando lo testarudo que era el otro chico. Para callarlo, Alviss lo había besado sin razonar. Ginta se había sorprendido al principio, pero pronto tomó el control de la situación y fue Alviss después quien intentaba escaparse de eso.
Pero cuando esa mano inexperta se coló entre sus pantalones y lo tomó con fuerza, aumentando así la fricción que comenzaba a enloquecerlo, toda señal de oposición por parte de Alviss desapareció, filtrando una de sus manos debajo de aquella playera azul, mientras que se mordía la otra cuando los labios de Ginta se dirigieron a su cuello, con tal de poder acallar los gemidos que intentaban escapar de su boca.
Ninguno de los dos sabían porque hacían eso, pero ya vendría después el tiempo de arrepentirse, porque deseo era lo único que gobernaba sus mentes en esos momentos, deseo que obligó a Ginta bajarle a Alviss los pantalones con dificultad, al igual que los suyos, y tomar con una mano ambos miembros para frotarlos juntos, haciendo que los gemidos fueran incontrolables y la cordura desapareciera completamente al sentir de esa forma el calor del otro.
Era seguro que esa noche no descansarían, porque les sería imposible detenerse, no cuando aquello era nuevo y tan deseado –de manera inconciente- por ambos. Ya verían como solucionarían mañana el pequeño inconveniente del cansancio y el posible dolor que tendría Alviss por culpa de Ginta.
Fin de la historia.
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