KINGDOM HEARTS PERTENECE A SQUARE ENIX
PHINEAS Y FERB PERTENECE A DAN POVENMIRE Y JEFF "SWAMPY" MARSH
La llegada era inminente. Doofenshmirtz miró su reloj de muñeca y se paseó por su guarida.
- Vamos, Perry el ornitorrinco...Sabes dónde vivo...-murmuró impacientado.
Dio unos pocos pasos más hasta que un sonido hizo que se quedara clavado en mitad del salón. Corrió hacia la puerta, se asomó a la mirilla y soltó un pequeño gritito de alegría.
- ¡Jajaja! ¡Ahí está! ¡Reconocería esos pasos en cualquier parte!
Sonriendo, brincó hacia la silla de oficina que había instalado frente a la puerta, se sentó de un salto en ella, se mesó el pelo, se arregló la bata, se giró hasta darle la espalda a la puerta y esperó.
En cuestión de segundos, Perry echó la puerta abajo de una patada y penetró en la casa. Entonces, Doofenshmirtz se dio la vuelta lentamente y miró a su rival con los dedos entrelazados frente a su pecho.
- ¡Perry el ornitorrinco!-exclamó lo que había ensayado esa mañana frente al espejo-. ¡Qué agradable sorpresa!
Metió rápidamente la mano en el bolsillo de su bata, sacó un mando con un enorme botón rojo, lo presionó y una red cayó sobre el ornitorrinco. Perry se retorció, pero no pudo liberarse.
- ¡Has caído directamente en mi red para ornitorrincos!-se mofó Doofenshmirtz-. No te molestes en luchar. Esta red está fabricada con una aleación siete veces más resistente que el acero. Je, eso para que aprendas a ir rompiendo puertas por ahí a la gente.
Perry frunció el ceño y siguió luchando en vano.
- Ya que estás aquí y para hacer tiempo a que sea la hora de cenar, voy a enseñarte mi último invento-anunció Doofenshmirtz.
Se dirigió hacia el otro extremo de la habitación y destapó la sábana que tapaba convenientemente su invención.
- Contempla...¡EL CREADORDESINCORAZONEITOR!
Ante los ojos de Perry apareció un cacharro gigantesco que se parecía bastante a una máquina expendedora, que tenía unos botones con dibujos de criaturas extrañas de diferentes formas y tamaños.
- Verás-explicó el doctor, apoyándose en ella-. Como bien sabrás por todas las veces que te lo he dicho, odio a mi hermano. Lo odio. Lo odio de verdad. Siempre tan perfecto, tan elegante, tan apuesto...¡Pero eso se va a acabar! Mira, llevo años investigando unas criaturas llamadas sincorazón que nacen de lo más profundo del corazón de la gente que ha sucumbido a la oscuridad. ¡Dan mucho yuyu y son muy peligrosos! Con esta máquina, crearé un ejército de sincorazón que desatarán el caos en toda la ciudad, mi hermano, el alcalde, no sabrá cómo pararlos, renunciará a su puesto sumido en la desesperación ¡y entonces yo gobernaré en toda el Área de los Tres Estados! ¡Muajajajajajajá! ¿Qué te parece? ¿Eh? Es genial, ¿verdad? Observa, te voy a hacer una pequeña demostración.
Se acercó a la máquina, pulsó el botón de una sombra y de la bandeja salió un sincorazón que miró a todos lados contoneándose.
- ¡Jajajajajaja! ¿Te gusta, Perry el ornitorrinco? ¡Pues te doy otro más!
Volvió a pulsar el botón y salió otro sincorazón idéntico de la máquina.
- ¡Otro!-pulsó otra vez-. ¡Otro!-pulsó-. ¡Y otro más de regalo!
Los cinco sincorazones se aproximaron un poco hacia Perry. El ornitorrinco deseó poder moverse para hacer algo.
- ¡Sííí! ¡Con vosotros dominaré la ciudad y nadie podrá evitarlo!-rió Doofenshmirtz soltando una enorme carcajada.
Sin embargo, ocurrió algo inesperado. Uno de los sincorazones se giró hacia la máquina y pulsó dos veces el botón del soldado. Dos nuevos sincorazones, más altos y cubiertos por una armadura, salieron de la máquina. Después, el sincorazón volvió a pulsar otro botón y de la máquina empezaron a salir pequeños sincorazones volantes con sombreritos de brujas.
- ¡Eh! ¡Eh! ¿Qué crees que estás haciendo?-gruñó Doofenshmirtz.
Corrió a darle un manotazo, pero entonces los sincorazón le rodearon. Doofenshmirtz comenzó a retroceder asustado hasta golpear su espalda contra la pared.
- Esperad...Esperad...¿Qué hacéis? No...¡No! ¡Yo os he creado! ¡Tenéis que obedecerme! ¡No, esperad! ¡NOOOOOOOOOO!
Perry contempló la escena horrorizado e incapaz de moverse.
