Advertencias: Yaoi, Lime y el hecho de que está ambientada en el 4to especial de tv, en ese donde estan como en la epoca Edo y Luffy es un detective y Zoro un monje.
Notas: ¿Saben que adoro los especiales de tv de One Piece? te situan a los personajes en UA sin necesidad de que tu te quebres la cabeza y lo que suceda en esos especiales tecnicamente es canon en ese mundo (L)
Palabras: 494.
Disfruten la lectura.
En contra de todo
No era correcto, o bueno, puede que si lo fuera para el resto de la gente, pero para él no podía serlo o no debía al menos. Era un monje por Kami-sama, entrenado durante años para seguir ciertas reglas que sólo se aplicaban para personas como él, las cuales debía de cumplir al pie de la letra. O eso se suponía, porque desde que había llegado a esa ciudad lo último en lo que había pensado era en si estaba haciendo o no lo correcto.
Si, pudiera ser que no era un monje modelo y que desde un comienzo cometiera algunas faltas graves –como el hecho de gustar del Sake más de lo debido–, pero nada era comparado a lo que estaba haciendo en aquellos momentos. Una cosa era gustar de alguien, tener alguno que otro pensamiento 'pecaminoso' sobre esa persona, pero hasta ahí, no se podía llegar a más que unas simples miradas o sonrisas ocasionales.
Pero Zoro era adicto a romper las reglas, a ir en contra de lo que se supone esta 'bien' o 'mal', a pesar de ser un Monje. Puede que sus actos ya hubieran condenado a su alma a vagar en el mismísimo infierno; pero cada vez que sentía aquellos labios sobre su cuerpo casi devorándolo, como esos brazos lo rodeaban o esas manos masajeaban con deleite su miembro, como ese chico era capaz de hacerle perder el control y que gimiera con tal fuerza cuando era penetrado, cada vez que eso sucedía consideraba que no era tan malo ser condenado de por vida, con tal de que él también sufriera la misma pena y así pudieran pagar sus pecados juntos.
No entendía como mucha gente prefería el opio a aquello, aunque de cierta forma lo agradecía, porque estaba seguro que si los demás se enteraban que con un solo beso, de esos que logran quitar el aliento y hasta hacerte olvidar como fregados se respira, el Jefe Luffy era capaz de hacerte ver puntos blancos y que te sintieras como el ser más jodidamente feliz en ese planeta, de seguro todos se harían adictos al detective, como él lo era actualmente. Y para Zoro, ese monje que siempre solía perderse y que olvida fácilmente cuales son sus obligaciones, no sería algo bueno. Por qué lo último que quisiera hacer, sería compartirlo. No cuando le costó tanto hacerse con él, con ese chiquillo que portaba un cargo tan importante en esa ciudad.
Seguiría siendo un pecador, yendo en contra de la voluntad de Buda y condenándose a sufrir el peor de los castigos, no sólo por desear de esa forma la carne ajena, sino por desear a alguien menor que él y que fuera un hombre. Lo haría, con tal de que Luffy siguiera aceptándolo de esa forma, a él, un monje que no tenía nada y que lo único que podía ofrecerle con seguridad era su compañía, tanto en la noche como en el día.
Fin de la historia.
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