Los personajes pertenecen a Akira Toriyama.
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Ajena.
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...Pero duele muy profundo saber que el sentimiento que mi pecho alberga, sea cruelmente ignorado por usted.
De nueva cuenta te descubres bajo el velo nocturno, vigilando desde la rama de un árbol aquello que desde hacía unos tres años te altera los sentidos.
Cierras los ojos e imaginas que estás ahí, a su lado aspirando su dulce aroma.
¿Cómo has llegado a eso? Te gusta recordarlo.
Recuerdas, con la sonrisa a flote, sus gestos, su risa, sus ojos, su cuerpo. Lo último te mata. Te tiene mal.
— ¿Mai?—Te descubrió. Abres tus ojos y te encuentras con esos grandes y expresivos ojos negros. — ¿Qué haces?
—Hola, Pan.
Los labios te titilan con decir su nombre.
Quieres besarla, abrazarla.
Quieres hacerle todas las cosas que el inútil de Trunks le hace. Ahora que recuerdas, a él lo detestas por tenerla. Lo envidias y quisieras proporcionarle un tiro en la frente con tu consentida de nueve milímetros.
Pero el maldito sería capaz de detener la bala con un dedo, por eso tienes en mente crear una que sea especial para su especie.
— ¿Estás bien?—La preocupación se refleja en su rostro. La pequeña no es capaz de esconder nada, no como tú.
—Sólo paseaba.
— ¿En un árbol?
—Candy lo hacía — Dices como si nada, de pronto notas como mueve nerviosa los pies.
— ¿Me acompañas a cenar? Trunks tenía papeles que firmar. Estoy sola — Hace un puchero. Quisieras apretarle las mejillas de lo adorable que se ve.
El hogar es bello, estás segura que es posible comer en el piso pero, a pesar de la limpieza excesiva, el calor de armonía te envuelve, te aviva desde adentro.
Una rápida ojeada te permite ver los cuadros en las paredes y en las mesitas, la mayoría fotos de Pan durante su vida, otras con Trunks, esas no te gustan y menos la foto de boda. Si Trunks no estuviera ahí sería la mejor de todas. El estómago ruge al delicioso olor de la comida. Sigues el olor hasta llegar donde ella.
— ¿Podrías cortar la zanahoria por favor?
Comienzas con la labor, pero la distracción que mueve las caderas frente a ti causa un pequeño accidente, el filo corta tu piel y la sangre sale.
Pan, alborotada corre por el botiquín, asustada aunque le dices que no es nada importante ella comienza a vendar tu herida.
Es cuando el corazón late con más fuerza, ella ha sido una de las pocas personas que a pesar de lo fracasada y mentirosa que has sido no te ha juzgado, quizás ni le interesa lo que has hecho. Ella ve tu persona en el momento y no en el pasado. Con ella te sientes fuerte. Te sientes bien.
Con ella sientes amor.
—Lamento que por ayudarme te hayas…
No quieres verla culpable así que haces lo que deseas y la besas.
Sin pensarlo. Muchas cosas salen mejor si no se piensan.
Mueves tus labios en los de ella.
Lo que suceda después… Bueno, no tiene caso pensarlo ahorita.
