Hola a todos ^^

Este es mi primer fanfic de Inuyasha, la idea se me ocurrió de repente y no pude evitar plasmarlos antes de que se me fuera la inspiración. Espero que sea de vuestro agrado.

Por supuesto los personajes no son míos, pertenecen a Rumiko Takahashi. Pero esta historia es totalmente de mi creación.

No te dejaré, eres mía.

Una chica pelinegra corría lo más rápido que podía a través de un frondoso bosque. Tenía que darse prisa, o si no…

Repentinamente una silueta roja y blanca saltó por encima de ella y se puso delante cortándola el paso. Maldita sea. Jamás conseguiría ganarle en velocidad.

-Se acabó el juego. Volvamos a la aldea – habló Inuyasha seriamente cruzándose de brazos.

-Esto no es un juego – le contradijo enfadada – No pienso volver para ser tratada como una prisionera.

-No eres ninguna prisionera. Solo te estoy protegiendo.

-No es necesario que me protejas de él. Jamás me haría daño – replico exasperada – Y ni tú ni nadie va a impedir que estemos juntos.

-No te dejaré ir con ese lobo sarnoso, así que no insistas – sentenció Inuyasha empezando a enfadarse.

-¡¿Es que no lo entiendes? – le gritó empezando a llorar de frustración – Yo le amo. No puedo vivir sin él.

-¡Tú eres mía! – empezó a gritar también Inuyasha – Y mientras viva no voy a permitir semejante cosa.

-No tienes ningún derecho. Soy mayorcita como para tomar mis propias decisiones.

-Ya me cansé de esto. Te vienes conmigo y punto – sentenció a la vez que la agarraba por la cintura y la cargaba en su hombro como si se tratara de un saco de patatas. A pesar de los forcejeos de ella consiguió hacerlo sin ningún esfuerzo.

-¡Suéltame! – exigió mientras pataleaba y le golpeaba la espalda lo más fuerte que podía – No podrás impedir que estemos juntos. Él vendrá a por mí.

-Si ese sarnoso se atreve a hacer semejante cosa ten por seguro que no saldrá con vida – aseguró Inuyasha con tono serio y amenazante mientras caminaba tranquilamente sin inmutarse por los intentos de su "carga" por liberarse.

-¡Eres un…! – comenzó a decir, pero su reclamo se cortó en cuanto escuchó la voz de alguien.

-¡Inuyasha! – gritó la voz, que cada vez se acercaba más.

Inuyasha se paró en seco y se tensó nada más escucharlo. En cambio la chica sonrió ampliamente al reconocer de quién se trataba.

-¡Estamos aquí!

-Silencio – exigió Inuyasha asustado – ¿O es que quieres que me mate?

El sonido del trotar de un caballo empezó a hacerse cada vez más fuerte. Inuyasha trató de huir de allí, pero antes de que le diera tiempo a reaccionar un caballo montado por una joven vestida de miko apareció entre los árboles.

-Inuyasha, suéltala ahora mismo.

-Pero…

-¡Que la sueltes he dicho!

Inuyasha sintió un escalofrío por su amenazante tono y mientras refunfuñaba dejó a la chica que cargaba en el suelo. Esta, al verse libre, corrió rápidamente hacia su salvadora.

-Menos mal que ya has vuelto mamá. Te ha echado de menos. Papá es un tirano – exclamó mientras se lanzaba a abrazar a la miko que acababa de bajar de su montura.

-Ya lo sé hija. No te preocupes. Ya estoy aquí – empezó a consolarla mientras la abrazaba protectoramente.

Inuyasha trató de aprovechar para huir sigilosamente en ese momento. No quería morir tan joven.

-¡Osuwari!

"Estoy muerto" pesó Inuyasha mientras caía de bruces al suelo sin poder evitarlo.

-Inuyasha, creía que ya lo habíamos hablado.

-Pero Kagome… - se las apañó para decir el peliplateado mientras luchaba contra el hechizo del rosario para poder levantarse.

-Nada de peros. Osuwari – Inuyasha se hundió más profundamente en el suelo y soltó otro quejido de dolor – Nuestra hija puede amar a quien quiera. Osuwari – volvió a decir ante un gruñido de protesta de hanyou – No dejaré que por tu estúpida manía a los lobos le arruines la vida a nuestra niña. ¡Osuwari! – Inuyasha se hundió aún más fuerte en el suelo. Ya estaba a casi un metro bajo tierra.

-Ya es suficiente mamá. No te conviene estresarte demasiado en tú estado – trató de tranquilizarla con un tono preocupado.

-No te preocupes Ushio. Yo y tú hermanito estamos perfectamente – le aseguró Kagome dulcemente mientras acariciaba cariñosamente su vientre de seis meses de embarazo - ¿Quedaste con Takuya en el mismo lugar de siempre?

-Sí mamá. Ahora mismo me dirigía allí, pero papá…

-Sí, ya lo sé cariño. No te preocupes, yo me ocuparé del cabezota de tu padre. No hagas esperar más a Takuya, y dale un beso de mi parte – pidió mientras le daba un abrazo y un beso en la mejilla cariñosamente.

-Claro – aseguró Ushio feliz devolviéndola el abrazo – Volveré antes de que anochezca, como siempre – dijo para después separarse del abrazo e irse corriendo por el bosque agitando la maño en despedida.

-Ten cuidado – advirtió Kagome, pero su hija ya había desaparecido entre los árboles.

Aunque no corría tan rápido como Inuyasha, corría más veloz que una humana corriente. No por nada había adquirido sangre de demonio por parte de su padre. Las lindas orejitas negras que adornaban la cabeza de su hija eran la muestra de ello.

Al oír un gruñido de enfado y frustración a sus espaldas Kagome salió de su ensimismamiento y se dio la vuelta justo a tiempo para ver a Inuyasha salir adolorido del agujero en el que se había hundido por tantos "Osuwari".

-¿Estás bien Inuyasha? – preguntó Kagome preocupada mientras se acercaba a él, ganándose una mirada de enfado de su parte.

-¿Ahora te atreves a preguntarme que si estoy bien? No pareció preocuparte mucho mi bienestar cuando me estabas mandando al suelo – le reclamó el hanyou a la vez que se ponía de pie y sacudía la tierra de su haori rojo.

-Te lo merecías Inuyasha. No me puedo creer que en mi ausencia impidieras a nuestra hija ir a ver a Takuya. Si no hubiera vuelto antes de tiempo no sé que podría haber pasado. Sé que tú y Kouga tenéis vuestras diferencias, pero ni su hijo ni nuestra hija tienen la culpa de ello. No tenemos derecho a separarlos e impedirles ser felices juntos. Creía que ya te lo había dejado suficientemente claro antes de irme.

-No me fio de ese lobo. Tiene la misma cara de imbécil que su padre. No voy a permitir que le haga algo indecente a mi cachorra. Es mía – recalcó Inuyasha.

-Takuya no es de ese tipo de hombres – aseguró Kagome – Además eres demasiado posesivo Inuyasha. Ushio ya es casi mayor de edad. En algún momento tendremos que dejarla marchar y formar su propia familia. No podemos retenerla para siempre.

-Eso ya lo sé Kagome. Pero solo la dejaré ir con un macho a su altura. Ese lobo no es lo bastante fuerte como para protegerla y mantenerla adecuadamente.

-Takuya va a ser el próximo líder de la manada de lobos. Su fuerza es reconocida por todos y es muy responsable y cuidadoso con Ushio. Si le dieras una oportunidad…

-No dejaré que mi cachorra acabe con una manada de lobos y es mi última palabra – sentenció Inuyasha.

El hanyou y la miko se mantuvieron en silencio durante unos minutos desafiándose con la mirada.

-Mañana invitaremos a Takuya a cenar con nosotros… - empezó a hablar Kagome seriamente.

-¡Ni hablar! – exclamó Inuyasha en protesta.

-Vendrá a cenar. – repitió sin intimidarse por su reclamo – Serás amable con él, y le darás una oportunidad. Cuando le conozcas bien y dejes de lado tú manía a los lobos, volveremos a hablar de esto. Hasta entonces Ushio y Takuya se seguirán viendo, y si haces algo para impedirlo te sentaré hasta dejarte inconsciente.

Kagome esperó más reclamos por parte del hanyou, pero estos no llegaron. Él se mantenía a unos metros de ella mirándola a los ojos fijamente. Su mirada parecía triste y abatida.

-¿Inuyasha? – habló Kagome, preocupada por su brusca cambio de actitud; pero, antes de que le diera tiempo a decir nada más, Inuyasha la dio la espalda y se puso a caminar lentamente.

-Volvamos a la aldea – habló Inuyasha mientras agarraba las riendas del caballo en el que había llegado Kagome y acercándosele para que la miko montara – Debes de estar muy cansada. En tu estado no te conviene sofocarte – siguió diciendo con un tono neutro y sin mirar a la miko a los ojos.

-¿Qué te ocurre Inuyasha? – preguntó Kagome, cada vez más preocupada por su marido. Hacía mucho tiempo que no le veía así. Se comportaba de esa manera siempre que estaba preocupado por algo y quería ocultárselo.

-Será mejor que nos demos prisa. Dejé a Takumi y Sayuri con Shippo. Quién sabe la que habrán liado esos tres solos en casa – siguió hablando, ignorando la pregunta, mientras cogía a Kagome delicadamente por la cintura y la subía encima del caballo.

-Inuyasha…

-Por cierto, ¿qué te dijo ese médico de tu mundo? – la interrumpió sin dejarla terminar de hablar a la vez que cogía las riendas del caballo y tiraba de ellas para que este empezara a caminar - ¿Está bien nuestro cachorro?

-¡Ya deja de intentar cambiar de tema! – gritó Kagome enfadada para después saltar del caballo mientras este caminaba. Debido a lo precipitada de su acción, perdió el equilibrio y estuvo a punto de caerse de bruces al suelo. Pero unos brazos protectores la envolvieron e impidieron que se hiciera ningún daño.

-¡No hagas cosas tan temerarias! ¡Recuerda que llevas un cachorro en tu vientre!

-¡La culpa es tuya por ignorarme! – gritó Kagome a la vez que, aprovechando su cercanía, agarraba su cara entre sus manos y le obligaba a mirarla a los ojos. Todo su enfado se disipo al percatarse de su mirada abatida – Dime qué te pasa, Inuyasha. Por favor – pidió mientras abrazaba a Inuyasha con una mano y con la otra le acariciaba cariñosamente la mejilla.

Inuyasha le devolvió el abrazo, con cuidado de no lastimar al cachorro que crecía en el vientre de su mujer, y ocultó su cabeza en su hombro, aspirando el dulce aroma de su cabello.

-Tengo miedo, Kagome – reconoció.

Kagome no pudo evitar sorprenderse ante semejante confesión. El orgulloso Inuyasha reconociendo que tenía miedo de algo. Eso no era algo que sucediera todos los días.

-No quiero que a nuestra pequeña le pase lo mismo que a mí en el pasado. No quiero que nadie la haga sentirse inferior por tener solo una parte de demonio. Si permanece a mi lado yo puedo encargarme de protegerla de todo eso, pero si se marcha con esa manada de lobos ya no podré hacerlo. Ella no es consciente de lo dolorosas que pueden resultar las miradas de desprecio de los demás. ¿Y si el resto de los lobos de la manada la rechazan por ser quien es? ¿Y si se siente excluida? No estoy convencido de que ese enclenque lobo sarnoso pueda protegerla de algo así. Ella ante todo es nuestra cachorra. No quiero que se sienta sola o abandonada.

-Inuyasha – le interrumpió Kagome a la vez que le agarraba de las mejillas y le obligaba a mirarla a los ojos nuevamente – Ni Kouga, ni Ayame, ni Takuya permitirían que Ushio se sintiera así en la manada. Ellos la aprecian mucho, y el resto de la manada tampoco son así de machistas con los que no son de sangre youkai pura – al ver que Inuyasha iba a reclamar nuevamente se apresuró en decir -: Además Ushio nunca va estar sola. Aunque se valla con la manada de lobos, siempre sabrá que puede contar con nosotros para lo que sea. No es como si se fuera a ir a otro continente, solo se iría a la montaña, y podríamos vernos todos los días si quisiéramos. Al igual que lo hacen Takuya y ella.

Inuyasha no estaba aún del todo convencido, pero parecía estar meditando las palabras de la miko. Eso es lo que animó a Kagome a seguir ablando.

-Siempre vamos a estar allí para ella. Siempre. Pero no podemos mantenerla siempre a nuestra vera. Debemos dejarla crecer y formar una familia con la persona que ama. Estar con ella, apoyarla en sus decisiones y ayudarla a elegir el camino correcto siempre va a ser nuestro deber como padres. Pero no podemos decidir su vida por ella. Tenemos que permitirla ser feliz.

Inuyasha miró a Kagome seriamente, meditando sus palabras. Después de unos segundos suspiró pesadamente con tono cansado.

-Está bien. Le daré una oportunidad a ese lobo. Tiene mi permiso para venir a cenar mañana – cedió con tono de fastidio.

-No te vas a arrepentir Inuyasha. Ya verás como Takuya es un buen chico…

-Pero tendrá que convencerme de que puede proteger a mi cachorra – la cortó con tono serio – Mañana cuando venga pelearemos y me tendrá que demostrar que es lo bastante fuerte como para que deje a mi cachorra a su cuidado.

-Pero Inuyasha… - empezó a quejarse Kagome.

-Pero nada Kagome – la volvió a cortar el hanyou con tono autoritario – Si quiere una oportunidad tiene que demostrarme que la merece. Son mis condiciones, y con esto no voy a ceder – al ver la cara de preocupación y disconformidad de su mujer añadió -: Y no te preocupes, no le mataré ni heriré de gravedad. No será una pelea a muerte, solo tiene que demostrarme que puede sustituirme en la tarea de protegerla. No sería tan burro como para matarle delante de Ushio.

Inuyasha y Kagome siguieron con su duelo de miradas durante unos segundos. Hasta que Kagome suspiró rendida y frustrada, para después abrazar más estrechamente al hanyou y recostar su cabeza en su fuerte hombro.

-Cómo puedes ser tan cabezota y testarudo – habló, y antes de que a Inuyasha le diera tiempo a reclamar continuó diciendo -: Está bien Inuyasha. Tendrás tu ridículo duelo contra Takuya.

-No es ridículo – contradijo Inuyasha con tono cabreado mientras inconscientemente llevaba sus manos a la cintura de la miko y afianzaba el abrazo – Para entablar alianzas de este tipo con otros machos es necesario que se realicen este tipo de peleas para asegurarse de que aquel con el que lo realizas es digno de ello. Es una costumbre entre demonios.

-¿Desde cuándo entiendes tú de costumbres de demonios? – preguntó escéptica.

-Desde siempre.

-Pues no recuerdo que te batieras con nadie cuando decidiste casarte conmigo.

-Claro que sí…

-La pelea con Kouga no cuenta – le interrumpió – Me refiero a que no tuviste que pelear con nadie de mi familia para demostrar que me merecías.

-Tú familia nunca se mostró en desacuerdo con nuestra relación. Además de que no creí cortés retar a tu abuelo a una pelea. No quería ser el responsable de alguno más de sus achaques.

Kagome no pudo evitar reír divertida al imaginarse a Inuyasha blandiendo a Colmillo de acero frente a su abuelo mientras este no paraba de lanzarle pergaminos viejos e inservibles gritando: "¡Fuera de aquí espíritu del mal!"

-Sí, hubiese sido la pelea del siglo – reconoció Kagome con tono sarcástico y divertido, para después dejar de reír y volver a mirar seriamente al hanyou – Tan solo recuerda tu promesa, no le hagas más daño del necesario a Takuya; y recuerda avisarle de tus intenciones antes de lanzarte sobre él. Siempre has sido demasiado impulsivo.

-No siempre – la contradijo el hanyou a la vez se acercaba al cuello de su mujer y comenzaba a olisquearlo.

Los leves roces de la nariz del hanyou ascendiendo lentamente por su cuello hicieron que Kagome se estremeciera y suspirara ligeramente de placer. Escuchó a Inuyasha reír traviesamente ante su reacción para después continuar con su lento recorrido por su cuello.

Kagome no entendía cómo podía atreverse a decir que no era impulsivo cuando siempre hacía lo que le daba la gana cuando le venía en gana sin pararse a meditar. Como en ese mismo momento. Se había propuesto hacerla suspirar de placer y allí estaba, empezando a darla ahora también leves besos en el cuello sin importarle nada más. Aunque la leve o nula resistencia de la miko ante ello también podía ser un factor a considerar.

-¿Cómo que no? Siempre haces lo que te da la gana – se las apañó para decir Kagome entre suspiros, enredando los sedosos cabellos del hanyou entre sus dedos y abrazándole del cuello.

-No siempre – repitió Inuyasha sin prestar atención al reclamo – Si hubiese sido más impulsivo, habría confesado mis sentimientos por ti antes y podría haber disfrutado de mi vida junto a ti mucho antes. Fui un estúpido y un ciego.

-En eso no te voy a quitar la razón – admitió Kagome, aunque cada vez podía prestar menos atención a las palabras de su pareja. Este ahora se dedicaba a lamer y mordisquear levemente su cuello como si se tratara del mayor manjar del mundo. La respiración de la miko era cada vez más agitada, sentía todo su cuerpo temblar. La estaba volviendo loca. ¿Cómo podía tener tanto dominio sobre ella?

Inuyasha ascendió por el cuello de Kagome hasta llegar a sus labios y la besó profundamente; con pasión, pero también ternura.

Ante lo intenso que se estaba volviendo el beso Kagome sintió sus piernas ceder, pero el firme agarre que mantenía su hanyou evitó que se desplomara. Finalmente se separaron por la falta de aire.

Inuyasha, con la respiración jadeante, volvió a dirigir su boca al cuello de Kagome para acariciar levemente con los colmillos una marca de mordedora que ella tenía la parte baja de su cuello.

-Eres mía – habló Inuyasha con una voz ronca y gutural al sentir el estremecimiento de placer de su mujer cuando rozó la cicatriz que conservaba desde que la marco la primera noche que la hizo suya.

-Sí, Inuyasha. Yo seré siempre tuya. Eso nunca nadie lo va a cambiar.

Después de esas palabras se volvieron a besar con pasión.

Inuyasha aceptaría que sus cachorros se marcharan a hacer su propia vida en el momento indicado, pero jamás dejaría escapar a la mujer que tenía entre sus brazos. Ella siempre iba a estar allí para él. Eso le reconfortaba en sobremanera, y le hacía sentirse la persona, o en este caso el hanyou, más afortunado del mundo.

Cuando se separaron del beso, Inuyasha cogió a su mujer en brazos en un rápido movimiento y comenzó a caminar decididamente en dirección al bosque.

-Espera Inuyasha. ¿Qué pasa con el caballo? – preguntó Kagome cuando recuperó el aliento y se percató de que el hanyou corría con ella en brazos por el bosque.

-No me fio de que no te vuelvas a caer de esa cosa. Luego mandaré a alguien a por él.

-Pero Inuyasha, Kaede se enfadará si se entera de que dejé a su caballo solo en el bosque…

-No tiene por qué enterarse – la interrumpió Inuyasha – Además, ahora no vamos a la aldea.

-¿Qué? – exclamó Kagome sorprendida. Entonces, ¿a dónde la llevaba?

-No pensarás dejarme con las ganas después de tanta provocación – habló Inuyasha antes de que la diera tiempo a preguntar.

Fue entonces cuando Kagome se percató de la mirada intensa y hambrienta del hanyou y de las marcas moradas que surcaban sus mejillas, dándole un aspecto ligeramente salvaje. Kagome se sonrojó y apartó la mirada de esos brillantes orbes dorados que parecían querer devorarla solo con la mirada. Inuyasha siempre se ponía así cuando ellos iban a…

-Iremos a la cabaña del bosque. No quiero que lo hagamos en cualquier parte por tu estado. Así que pórtate bien y no me provoques para que pueda aguantar sin hacerte mía hasta que lleguemos.

Kagome se sonrojó aún más al ver confirmadas sus sospechas por las palabras del hanyou. Era increíble la libertad con la que hablaba de esos temas al despertar sus instintos youkai cuando normalmente era tan tímido. La miko no pudo evitar excitarse al pensar lo que pasaba siempre que él entraba en ese estado, lo que la hacía sentir…

-¡Maldita sea Kagome! – exclamó Inuyasha al llegarle a la nariz el olor de la excitación de su hembra.

Inuyasha paro su carrera bruscamente y acorraló a Kagome contra el tronco de un árbol. Ella tan solo alcanzó a soltar un breve gritito de sorpresa antes de que sus labios se vieran sellados por el hanyou.

La forma en la que Inuyasha gruñía y rasgaba su ropa de miko con las garras le hacían verse como un demonio más que como un humano. Pero Kagome no tenía ningún miedo; sabía que él jamás, en ninguna de sus transformaciones, la haría daño. Sin dudarlo ni un segundo le correspondió al beso y se dejó hacer.

Al parecer no iban a poder llegar hasta la cabaña.

FIN

¿Qué os ha parecido?

Puede que el final os haya dejado con ganas de algo más, pero es este fic quería centrarme en la vida familiar de Kagome e Inuyasha unos años después de la destrucción de la perla de Shikon. Ya tengo en mente otros fanfics en los que no os dejaré con las ganas de un poco más de acción ¬w¬

De todos modos si queréis que haga una especie de continuación de este fic, ambientada unos meses después para saber si Inuyasha aceptó finalmente al pretendiente de su hija, hacédmelo saber en vuestros reviews.

Tengo en mente hacer un fanfic más extenso de Inuyasha, que empezaría un tiempo después de la muerte de Kykio en el monte Hakurei. También saldrían personajes nuevos, relacionados con el pasado de Inuyasha, antes de que él conociera a Kykio, y se mostraría cómo evolucionó la relación entre Inuyasha y Kagome.

De todos modos, antes de esto, tengo a medio hacer otros fics cortos de Inuyasha que iré subiendo; espero que os animéis también a leerlos.

Hasta la próxima ^^