Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, todos y cada uno de ellos pertenece a Tite Kubo ^^
Uff, Bueno... como hace mucho que no subía ni escribía nada aquí les dejó una de mis mas recientes historias, se que este es un capitulo muy corto, pero es apenas una introducción, no creo que sea una historia muy larga, ya que quisiera abarcar también la pelea contra los quincy, después de todo si ya afecte una línea original ¿Por que no también la batalla final?
Bueno, espero que disfruten de esta pequeña introducción y me dejen sus reviews y me digan si les gusto o no, si le sigo o no jejeje. Gracias ^^
Esta podía ser, quizás, su última pelea como shinigami, no había podido estar a su lado ya que él se encontraba luchando contra el enemigo en la Sociedad de Almas y ella, por mera obra del destino estaba con su hermano en Hueco Mundo.
-Por lo que más quieras, no mueras…
Fueron las palabras que la chica soltó al viento, mirando el cielo y con su mano sobre el pecho recordaba aquella noche en casa del chico, más específicamente en su habitación, donde habían entregado su cuerpo mutuamente; sin embargo, ella presentía en ese momento, que algo mucho más fuerte la unía al joven shinigami.
Había corrido hacia el cuándo despertó momentos antes de que todos sus poderes desaparecieran, alcanzando a despedirse y prometiendo verse algún día, tal vez hasta que la muerte de éste llevase su alma hasta la sociedad y ahí se reencontraran. El tiempo se había terminado, él avanzaba de vuelta a su casa dejando a la joven pelinegra viéndolo alejarse.
De vuelta en casa todo parecía normal, recostada sobre su cama miraba hacia las afueras de la sexta división observando las nubes desde donde se encontraba, se levantó para sentarse a la orilla del pasillo y mirar con detenimiento. No volvería a ver las nubes del mundo humano, a menos de que fuera realmente necesario, pediría ir allí, ella misma para proteger la ciudad que su "amigo" había protegido con esmero y dedicación.
Días después y de tener que presentarse en la treceava división, y de que su capitán notase la constante preocupación de su subordinada, la llevó hasta una verde pradera lejos de la sociedad para poder hablar con ella tranquilamente. Sin embargo, ninguno de los dos decía palabra alguna y ambos intentaban encontrar las palabras para dirigirse al otro, hasta que Ukitake habló.
-¿Cómo te sientes al estar de vuelta en la sociedad?
La joven alzó la mirada, y con curiosidad miró a su capitán…
-Am, bien… me alegra estar de vuelta en casa después de todo- Sus palabras fueron sinceras, pero su corazón le decía otra cosa –Aunque una parte de mí se haya quedado en el mundo humano…
-¿Por qué estás tan preocupada? Ni siquiera eres capaz de ser sincera contigo misma- Agregó el capitán con cierto tono de sabiduría –Te muestras insegura, temerosa e incluso evades a la gente ¿Hay algo que te tenga tan asustada que no puedas decirlo a nadie?
La joven apenas alcanzó a entristecer la mirada cuando estaba tomando aire para responder, sin embargo, el silencio se izó presente y Ukitake le concedió unos momentos para que se preparara.
-Lo que pasa… lo cierto es…- Soltó un segundo suspiro, era incapaz de decirlo sin sentirse en cierta forma avergonzada, pero esta vez era su capitán quien se lo preguntaba. Aquel hombre de gran corazón que siempre le había dado su apoyo en todo momento, como si de un padre para ella se tratase –Ichigo y yo, intimamos una noche antes de ir a Hueco Mundo y lo cierto es que no me imagino estar tan lejos de el en estos momentos. Esto es algo que ni siquiera puedo contarle a mi hermano, después de todo él nunca ha tenido una buena relación con él, con la persona que amo…
-Supongo que no tengo las palabras suficientes para consolarte en estos momentos, mucho menos saber de una manera para calmar ese dolor en tu interior, sin embargo deberías agradecer y estar feliz de que ambos están vivos
El capitán tomo la mano de su subordinada, estaba tan triste como ella ya que Ichigo era realmente el suspiro de tranquilidad que existía en la Sociedad de Almas, pero eso se había terminado; esta vez deberían arreglárselas solos.
-Capitán ¿puede guardar un secreto? Algo que solo quedara entre usted y yo hasta que esté totalmente segura de que puedo decírselo a mi hermano y los demás capitanes- La joven miró a su Capitán, quien a su vez también la miró con curiosidad. Ukitake asintió, la chica suspiro -Creo que estoy esperando un hijo de Ichigo…
Los ojos del Capitán se abrieron de par en par, intentaba formular alguna palabra, pero de su boca solo alcanzaban a salir balbuceos que no significaban nada.
Para cuando pudo controlarse y aclarar su mente, por fin fue capaz de decirle algo a su subordinada.
-Rukia ¿estas segura de querer mantener esto en secreto?
-Sí, solo será un par de días, a lo mucho dos semanas- Respondió ella insistentemente –Quiero asegurarme de que estoy en lo correcto, y prepararme para cuando tenga que decírselo a mi hermano…
-Está bien, puedes contar con mi apoyo incondicional- Él le proporciono un cálido y tierno abrazo el cual la joven correspondió –Con la condición, de que si lo que me acabas de decir es verdad, me permitirás ser el padrino de ese niño…
La joven había soltado unas risitas, algo que no había podido hacer desde su regreso; sonreír.
-Por supuesto que si Capitán Ukitake, usted podrá ser su padrino
Ambos volvieron a la sociedad de almas, ella estaba feliz de saber que contaba, como siempre, con el apoyo incondicional de su capitán. Al llegar a la división, Ukitake le había entregado un pergamino y permitiéndole abrirlo solo hasta que ella tuviera respuesta alguna sobre su condición.
Así pasaron unos cuantos días, Rukia había hablado con la Capitana de la Cuarta División, más que nada para solicitar su discreción total y hacerle prometer que no se lo contaría a nadie; ni siquiera al mismo Byakuya Kuchiki. Unohana entregaba los resultados de sus análisis a la joven, que aun dentro de la oficina de la Capitana los abrió y, leyendo los resultados y el dictamen final de la médico, alzó la mirada de los papeles para observarla con una sonrisa en los labios y una lágrima recorrer su mejilla…
