Los personajes de Gravitation pertenecen a Maki Murakami y los utilizo en ésta historia sin fin de lucro.
Crónica uno
—Shuichi—
¿Cómo podría definir a Shuichi? ¿Cuál sería la palabra correcta?... Ah, sí: ¡Insoportable! Con sus pantaloncitos cortos y esa sonrisa estúpida que tiene en la cara, puede parecer una persona inofensiva pero no-lo-es. Es una especie de criatura sacada de Little shop of horrors—Enserio, casi puedo verlo cantando al lado de la planta—. Pero, el factor extraño de la ecuación, es que él me gusta. Me gusta comenzando en sus ojos castaños, pasando por la nariz acabada en bolita y terminando en su boca rosa. Me encanta empezando en su cuello, deslizándome por su pecho y terminando en su estómago plano. Me fascina iniciando en su… err, voz y luego, argh, ¡Al diablo! ¡Sólo me gusta!
Creo que enloquecería si supiera que, desde que nos conocemos, él ha inspirado a la mayoría de mis personajes femeninos. Sí, creo que enloquecería de coraje. Porque a pesar de todo, los dos tenemos muy en claro que ambos somos hombres y que esto implica demasiadas cosas. Aún así, nunca he podido dejar de relacionar sus tintes de cabello con estéticas rosas y, por ende, con damas. Es-su-culpa. De la misma forma en la que es su culpa que esté colado por él y que mi pecho se aloqué y corra al galope con cada una de sus miradas o sus palabras. Es su culpa por no haber respetado nuestro trato de «Una semana». También es su culpa por ayudarme, sin que yo lo pidiera, a olvidarme de Kitazawa.
Pero su carácter, pienso yo, siempre ha sido así: egoísta, poco sacrificado ante las emociones y pensamientos de los demás. Shuichi es un alma completamente libre cuyo nido se encuentra en cualquier lugar en el que su corazón pueda ser depositado. En estos momentos, su nido soy yo pero ¿Qué pasará cuando sus alas sientan la necesidad de despegar de nuevo?
Yo, por el contrario, soy el árbol que ofrece sus ramas enteras a su cobijo pero cuyas raíces son incapaces de ir detrás de él en caso de que se aleje. Y soy tan idiota, que aún conservo las esperanzas de que las espinas de mis flores, de este árbol con brotes, lo atornillen a mí para siempre.
No sé ni porque pienso así. Mi personalidad algunas veces resulta indefinible. La conozco, pero ni yo mismo, quien la posee, quien la siente, la puedo definir. Sin embargo, me concibo como un hombre atrapado en la burbuja de su crudo pasado… y a Shuichi como la aguja sin piedad que ha llegado para reventarla.
Probablemente, le debo mucho a este chico que duerme contra mi pecho en estos momentos.
A lo mejor, debo agradecerle seguir viviendo.
Lo que definitivamente no tengo como pagarle… es el haberme hecho apreciar el valor de mi existencia de nuevo.
