¡Bienvenidos al Despacho de Sonrisas!
Y a una nueva mini-locura.
Disclaimer: los personajes no son míos, si no de la fabulosa princesa del manga, Rumiko Takahashi.
Este fic es participante de la actividad «Reto vampírico de 10 días», del inigualable Foro «¡Siéntate!», cuyo link está en mi perfil... y lo escribí escuchando el opening de Dragon Ball GT (lol, nada que ver). Este mini-fic estará contado en drabbles :D
El título de este fic está inspirado en el de la película Yo, robot.
Espero que les guste, personas del otro lado de la pantalla :)
¡A leer!
Yo, vampiro.
Sangre.
Aquel bosque era lo más tétrico que Kagome jamás había visto.
Oscuro por la maleza de los árboles, que no permitía al sol entrar, como una impenetrable barrera, tan espesa que ni siquiera corría el aire. Pero a pesar de ello, el lugar era frío. Helado. Tanto que al soplar, podías ver tu propio aliento. Olía a cadáver, y aunque eso a Kagome no le constaba, no dudaba del olfato de InuYasha. Nunca dudaría de él.
¿Por qué carajo pasaban por ahí? ¿Acaso habría un fragmento de Shikon escondido en la espesura del Bosque Negro de Tolkien? ¿Por qué no podía estar en un bonito claro?
Ordenándose contenerse y haciendo caso omiso al sudor frío que resbalaba por su espalda, acercó una mano al carcaj, dispuesta a sacar una flecha y sintiendo un punzante dolor en el dedo índice al instante.
Lo acercó a su rostro y frunció el ceño, ¿de verdad era tan idiota como para colocar las flechas al revés?
—¿Estás bien, Kagome? —InuYasha formuló la pregunta tan rápido como percibió el olor a sangre.
—Sí. —Él no dijo nada más y agarró fuertemente su espada.
Habían adoptado posición de batalla por acto reflejo; pero, después de dos minutos en los que no pasó nada, Kagome se preguntó si no estarían exagerando.
No lo estaban.
Ágiles sombras comenzaron a saltar de entre los árboles, rodeándolos y moviéndose con tal rapidez que no eran capaces de esquivarlos o atinarles un ataque.
Más rápido de lo que cualquiera hubiese podido reaccionar, una de las sombras se acercó a Kagome y la subió a una copa, estrellándola contra el tronco, causándole un enorme mareo. Dentro de todo el jaleo, el arco había quedado en el piso.
—¿Tú eres la que huele tan delicioso? —preguntó, con voz rasposa pero firme. El hombre no tendría más de treinta años, con ojeras y más blanco que el mármol. Sus ojos eran dos hoyos negros. Sus labios, más rojos que una manzana.
—¿Disculpe?
—Y si así hueles, ¡cómo sabrás!
Kagome quedó paralizada al ver, en cámara lenta, cómo el hombre abría su boca, repleta de dientes afilados hechos para desgarrar, morder y matar.
Santa mierda.
Antes de que fuera consciente de nada, pasaron tres cosas.
La primera: Señor Colmillos la mordió.
La segunda: InuYasha hizo un viento cortante hacía las copas de los árboles, la cantidad de sol los dejó temporalmente ciegos y trajo consigo olor a quemado.
La tercera, Señor Colmillos siseó y salió corriendo.
¿Pero qué...?
—¡Kagome! —InuYasha subió a la copa y sujetó su cintura para bajarla—. ¿Estás bien?
—¿Qué fue eso? —preguntó con voz queda por el susto.
—Vampiros —respondió Sango—. Al parecer, estamos en su territorio. Y no estarán nada felices de lo que hicimos.
—Debemos salir de aquí —sentenció Miroku, como si a nadie se le hubiese ocurrido—. InuYasha, abre un camino de luz entre los árboles para que podamos pasar.
—Khe. —Y comenzó.
Kagome, presa del shock, se desmayó.
¿O sea que los vampiros sí eran reales?
499 palabras... jo, que soy extrema :v Esto será un poco más difícil de lo que pensé, pero igual, ya elegí drabbles, ¡así que ahora a cumplir! Espero no atrasarme y también espero que les haya gustado :)
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¡Se les quiere de este lado de la pantalla!,
Sonrisas.
