El niño y el destino
¿El destino estará decidido o podrá ser cambiado?; tras una decepción, Mai comenzó a maltratar a su única compañía, su pequeño hijo Yugi, pero el destino no perdona, podrá Mai cambiarlo o será demasiado tarde.
Yugioh! No me pertenece… porquesi lo fuera, sería la madre de Yugi y no habría dejado que se fuera a la isla privada de un hombre millonario como Pegasus, a una madre le daría muy mala espina todo eso y menos si el chico (que parece niño) en cuestión, me dice que irá en compañía de un espíritu milenario que no sabe ni cómo se llama, no teniendo tiempo ni lugar para sus aventuras… siendo así y en conclusión: ¡Qué bueno que no me pertenece!
Parte 1: ¿Su destino esta sellado?
Era una sombría tarde en ciudad Dominó, por la ventana de una pequeña casa a las afueras de la ciudad, se podía ver a una joven mujer de cabello largo y rubio, esta estaba de pie mirando el televisor con un gesto entre el fastidio y la nostalgia, en sus manos tenía el control remoto del reproductor, estaba viendo un video.
─ Aww, me veía tan hermosa… parecía una princesa ─ hablaba con voz tierna mientras regresaba una y otra vez la imagen ─ pudo haber sido la boda del siglo ─ terminó de hablar molesta.
─ ¿mami?... ─ la mujer miró a la pequeña criatura parada en el marco de la puerta, el pequeño debía tener más o menos de 4 añitos, la criatura más tierna a los ojos de cualquiera, menos a los de su madre,
─ Ah… eres tú, ¿Qué quieres? ─ Por respuesta el niño bajo la mirada, ella bufó molesta mientras que el video seguía su curso, en este se escuchaban voces.
"(¿Tu Mai Valentine, aceptas a Yami Motou como tu esposo?)… (Si acepto)… (Y tu Yami Motou, aceptas a Mai Valentine como tu esposa)… (Yo… lo lamento Mai, no puedo)"
─ Infeliz, cómo pudiste ─ Mai volvió la mirada al pequeño ─ ¿sigues ahí?... ja, mírate, eres idéntico a tu padre ─ el niño sonrió.
─ ¿De veras? ─ El niño la miraba con ilusión ─ ¿me parezco a mi papá?
─ Si… la misma cara, el mismo cabello… menos los ojos, esos son como los míos, violetas, los de tu padre eran como rubíes… desgraciado, infeliz.
─ Mamita, ¿Qué le pasó a papá? ─ la mujer enfureció al escuchar la pregunta.
─ El murió… o eso debería pasarle ─ Mai contestó de forma tan fría y seca que al pequeño se le llenaron los ojos de lagrimas.
─ Mai… y-yo quisiera conocerlo…
─ ¿Quieres conocerlo?... Jajaja, ¡ENTONCES MIRATE EN EL ESPEJO Y DEAME TRANQUILA! ─ la rubia gritó arrojando lejos el control, asustando así al niñito quien comenzó a llorar enserio.
─ Perdón mami…sniff… no quería que te enojaras ─ el pequeñín salió corriendo a su habitación.
─ Hash… no quiero oír lloriqueos niño, termina de empacar tus cosas… mañana a esta hora ya estaremos un el nuevo departamento… ¡me escuchaste Yugi o voy por ti! ─ No hubo respuesta, la rubia encendió un cigarrillo y desconectó los aparatos que había estado usando ─ Yami eres un desgraciado.
Un par de semanas después de la fallida boda, Mai fue al médico, había tenido malestares durante semanas pero pensaba que era por los nervios de la boda, la realidad fue otra, luego de la revisión, al siguiente día le dieron una penosa noticia, iba a ser madre.
─ Por tu culpa… soy madre soltera hipócrita, infeliz.
Al momento de la boda ninguno lo sabía, pero si hubiera sido así, tal vez Yami se habría quedado, mas no lo sospechaban, ambos se amaban, pero eran muy jóvenes, Mai tenía 20 y Yami acababa de cumplir 21, estaba nervioso y asustado, era de suponerse, iban a dar un paso enorme y no sabían que sería de ellos, ¿la relación durará o fracasará, estaremos bien, lo lograremos?
Mientras tanto en su habitación, el pequeño Yugi apenas había terminado de guardar sus juguetes y ahora luchaba por doblar su ropa, era demasiada y toda estaba enredada en el suelo, junto a él, había una caja y su valija vacía, donde se supone debería guardarla, Mai iba y venía por el pasillo empaquetando lo que faltaba.
─ Escucha Yugi, mañana temprano te llevaré a la guardería, luego iré al trabajo un rato y regresaré aquí a supervisar a los de la mudanza, después te recogeré para ir al departamento… no quiero llegar a la guardería y que no te quieras ir ¿entendido?.
─ Si mami… ─ fue la única respuesta del infante, le asustaba ver a su madre enfadada.
Al terminar de empaquetar, la mujer se sentó en una silla que tenia al pie de la puerta de entrada para descansar un momento, miró su reloj de pulsera, apenas eran las 8; Mientras que en otro lado de la ciudad, en una oficina se encontraba cierto joven:
─ Señor aquí están los contratos de compra-venta de los departamentos, este es el último ─ una secretaria dejo los papeles frente a él.
─ Muchas gracias señorita, después los revisaré, ya puede retirarse… ─ la secretaria salió del lugar, mientras el joven revisaba los papeles ─ ¿Mai? Mai Valentine, hace tanto tiempo… Mai…
La tarde siguiente Mai llegaba con el pequeño Yugi de la mano, al que sería su nuevo hogar de ahí en adelante, el departamento quedaba en el 5 piso, era espacioso y gracias al carisma de Mai con los de mudanzas (ya que ella es modelo), todo estaba amueblado y en orden.
─ Tu habitación esta al fondo niño ─ Yugi no esperó mas, al escucharlo salió disparado hacia allá para ver, mientras Mai se sentaba en el sofá a mirar televisión.
─ ¿mami?...─ el niño se le acercó ─ mi cama esta cerca de la ventana, me da miedo.
─ Mocoso latoso nada te gusta, déjame en paz, vete a jugar por ahí y luego lo arreglaré… ─ el celular de Mai sonó.
─ Si ¿diga?... claro voy para allá… no, no hay problema ─ colgó ─ escucha Yugi, me llamarón del trabajo, te dejaré aquí solo ya no tengo tiempo para dejarte en la guardería, así que te pones a ver tele o a ver que se te ocurre pero no me rompas nada, no quiero que salgas… vendré pronto.
Dicho esto la mujer salió a prisa del departamento cerrando con llave; el pequeño se quedo mirando el lugar, tenia curiosidad así que decidió investigar, minutos después Yugi se sentó en la ala junto a su mejor amigo Kuriboh, su peluche favorito.
─ Kuriboh, ya me aburrí, el lugar es grande pero no tiene donde jugar al escondite… ¿Qué dices?, si, yo también extraño nuestra vieja casa ─ el niño abrazó a su muñeco y lo llevó a su alcoba para jugar; aun le daba algo de miedo la ventana y mas porque estaba abierta, por lo que decidió jugar en el suelo, Yugi se sentó y comenzó a arrojar a Kuriboh al aire, para atraparlo una y otra vez.
Mai en su trabajo estaba decidiendo si firmaba un contrato para un comercial para una marca de champú, luego de aceptar se dirigió a su departamento, al llegar vio al niñito jugando en el suelo con su juguete, por un instante le pareció adorable la manera en que el pequeño platicaba con el objeto, pero de un instante a otro so cambió; al arrojar con demasiada fuerza al muñeco este cayó en la cornisa al otro lado de la ventana, Yugi ante la angustia de perder a su único amigo corrió y de un saltó subió intentando tomarlo con sus manitas, Mai vio con horror todo eso y corrió para ayudar al pequeñín… demasiado tarde, Yugi había caído por la ventana, el viento movía el cabello de Mai quien estaba petrificada en el lugar ante la imagen de su pequeño hijito de poco más de tres añitos, inmóvil en el suelo a 5 pisos de distancia… un espantoso grito salió de su garganta.
─ ¡MI BEBEEEEE!... ¡NOOOO POR FAVOR, NO MI YUGIIII! ─ Mai corrió tanto como pudo tomó el elevador, tenía el corazón en la garganta cuando llamo a la ambulancia, esta llegó rápidamente pero ya no podían hacer nada
─ Lo lamento señora, pero lamentable… el niño falleció al instante. ─ Mai se derrumbó en el suelo, lagrimas de amargura salían de sus ojos, podía escuchar claramente el llanto de su bebé cuando este recién había nacido, su vocecita llamándole mami, incluso ver su carita siempre triste y temerosa al verla, ella tenía la culpa, su rencor contra el padre de su pequeño la había cegado al punto de desquitarse contra un pobre niñito inocente, que siempre la había querido, como pudo ser tan cruel, era su madre, ella era su madre y le había hecho tanto daño.
─ Es culpa mía… mi Yugi, mi bebito, se ha ido por mi culpa… ¿Qué clase de madre soy? Perdóname cariño…
Durante el funeral Mai no dijo una sola palabra, sus lágrimas rodaban por sus mejillas sin control mientras abrazaba el peluche de su hijo, el único recuerdo que le quedaría de él…
─ Perdóname por favor Yugi, lo siento tanto bebe… mi Yugi.
En el cementerio un poco alejado del sitio donde estaba Mai, se encontraba un joven, viendo con atención el diario de esa mañana, para ser más exactos, veía detenidamente la foto del pequeño fallecido, ese niño tan parecido a él, supo de pronto de quien se trataba y con un sentimiento de rencor se acercó a la desconsolada madre para gritarle, pero no pudo, en el fondo sabia que también él era culpable y sin más se alejó del lugar.
Próximamente la segunda y ultima parte.
