Harry se sumergió bajo las burbujas una última vez antes de estirarse todo lo que pudo con gusto. Olía a un montón de perfumes a la vez y tenía burbujitas de diversos colores atrapadas en los pelitos. La vida no podía ser más perfecta.
El baño de prefectos era una maravilla sin comparación de haberlos sabido se hubiera esforzado un poco más por ser uno. Si no se hubiera quedado dormido lo hubiera disfrutado más pero ya era de noche y sus amigos debían estar preocupados, mejor se limpiaba con la varita antes de que fueran a buscarlo con el mapa.
Harry tanteo en la oscuridad el borde de la piscina buscando sus cosas pero debía de haberlas dejado del otro lado porque solo palpaba el suelo y no, del otro lado no había nada tampoco. Raro.
Cuando se le ocurrió que los fantasmas mirones podían mover cosas ya era tarde, estaba completamente desnudo fuera del agua.
-Vaya, Potter - susurro una vocecita masculina con un tono meloso y burlón que le ponía los pelos de punta- me pareció ver un lindo puffkeincito
-¡No es un…
Momento...
¿Lindo?
