Disclaimer:Los personajes de Naruto pertenecen a Masashi Kishimoto, este escrito me pertenece a mí :)
Pareja: Sasori x Deidara.
Setting: AU.
DARK LOVER
o0o-Naomi no Iwa-o0o
Capítulo 1ǀTentación.
Deidara
Si existe algo que quedaría grabado a fuego en mi mente por siempre, eso sería el día en que mi padre murió.
Apenas tenía ocho años cuando nos comunicaron que había fallecido en un accidente. El autobús en el que regresaba a casa del trabajo fue impactado por un camión de carga que había sufrido un averío en plena carrera. Muchas personas perdieron la vida ese día. Había sido una horrible tragedia. Recuerdo que mi madre estaba devastada con la noticia, habíamos perdido a un gran padre y esposo, y ella sabía que sin él no podría mantenerse. Supongo que debió amarlo muchísimo, pues ella parecía estarse cayendo a pedazos cada día que pasábamos sin él.
O al menos así fue hasta que apareció Tetsuya Omori.
Apenas acababa de cumplir los nueve cuando mi madre apareció, de la nada, con Tetsuya en casa, presentándolo como su novio. Quedé atónito. Si que la odié a ella con toda mi alma en ese momento. ¡Mi padre llevaba menos de un año de haber muerto! ¿Cómo se le ocurría involucrarse con otro hombre en tan poco tiempo, sin respetar la memoria de papá?
Ahora pienso que ella debía de estar realmente desesperada en ese entonces.
Digo, las cuentas no se pagan solas, y ella era y sigue siendo una perfecta inútil.
Tetsuya parecía un muy buen hombre al principio. Yo me esforcé al máximo por mostrarle mi total aversión por él y por su relación con mamá, pero terminó por convencerme tanto a mí como a ella. Él parecía tan dulce, y yo, aunque lo negara, necesitaba también de una figura paternal. Todo fue maravillosamente bien con él.
Hasta que se casó con mi madre y comenzamos a vivir bajo el mismo techo.
Tetsuya tenía un buen trabajo, así que el dinero no era algo que le preocupara tanto. Seguramente ese fue otro punto a su favor para que mi madre lo escogiera como marido. Él compró una casa nueva, diciendo que ahí comenzaríamos una "nueva familia", y mamá estuvo jodidamente feliz de escucharlo, siempre quiso más comodidades de las que mi padre pudo darle. Pero, por alguna razón, a mí no me gustó como había sonado aquello.
Luego me di cuenta que mi mal presentimiento estaba totalmente justificado.
Comenzaron a pasar cosas raras. De vez en cuando, Tetsuya se quedaba mirándome de una forma muy extraña, tanto que me daba escalofríos, y mientras más pasaba el tiempo, aquello empeoraba progresivamente; desde empezar a decirme cosas sucias, hasta masturbarse mientras me veía. Y todo eso pasaba a espaldas de mi madre.
Yo moría de miedo, sudaba y temblaba cada vez que él hacía esas cosas. No sabía qué hacer, y tampoco entendía por qué Tetsuya hacía eso, mucho menos qué significaba, sólo estaba seguro de que no era algo bueno, pero no sabía si debía decírselo a mamá…
Una noche la puerta de mi habitación se abrió lenta y silenciosamente, y yo me encogí bajo las sábanas completamente aterrado, pensando que sería algún monstruo que venía a devorarme, como muchos niños de esa edad pensarían.
Y bueno, tan lejos de atinar no estuve, pues aquello que había entrado a hurtadillas en mi cuarto sí era un monstruo.
El peor y más asqueroso monstruo.
Sentí algo gélido atravesar mi cuerpo cuando vi la silueta de Tetsuya recortada por la luz de la luna, y si estaba asustado antes, ahora estaba muerto de terror. El miedo era tal que no pude moverme cuando él se abalanzó sobre mí, como un depredador feroz dispuesto a engullirme, y me sujetó rudamente cuando comencé a contorsionarme y a patalear, desesperado por liberarme de él. Puso una de sus callosas manos sobre mi boca cuando yo quise gritar, mientras me ordenaba que me callase. Y claro está que yo no era tan idiota como para obedecerle en una situación como aquella. Seguí gimiendo fuertemente contra su mano, tratando de pedir ayuda, llorando angustiado, hasta que él dijo algo que me dejó helado…
«Si no quieres que mate a tu madre, maldito mocoso, será mejor que cierres la puta boca.», me dijo con rabia y total convicción… y entonces le obedecí.
¡Cuán imbécil fui!
Dejé que me cogiera, que hiciera conmigo todo lo que se le antojase, pues yo amaba tanto a mi madre que no concebía que le pasara algo malo a ella. Ella era lo único que me quedaba.
Cuando Tetsuya acabó, simplemente se vistió y me dejó ahí, advirtiéndome de que no debía decir a nadie lo que había ocurrido o mi mamá pagaría con sangre por ello.
Lloré el resto de la noche, destrozado y terriblemente adolorido. Aquello se repitió una y otra vez durante siete largos años, sin que yo dijera una sola palabra.
Oh, y eso no fue lo peor.
Resulta increíble pensar que, después de todos los horrores que había pasado en mi vida, aún confiara en que alguien al menos me estimaba. Nunca imaginé que podría ser tan crédulo, tan descuidado, tan ciego.
Tan condenadamente estúpido.
Yo había pensado todos esos años, ilusamente, que mi madre era la única persona en este mundo que realmente me amaba. Hasta esa noche…
Llegué sumamente tarde de la escuela, pues siempre trataba de estar el menor tiempo posible en casa, y entré sin que me escucharan. Oí a Tetsuya y a mamá hablando en su habitación, y al percatarme que era sobre mí, no pude evitar quedarme a escucharlos.
Enorme fue mi sorpresa al escuchar a mi propia madre maldecirme y decir que era yo el peor y más descarado puto sobre la Tierra, por estarle robando a su hombre, echarme a mí la mayor parte de la culpa, como si yo fuese un simple ofrecido. Le reclamaba a Tetsuya por engañarla conmigo… y le exigía que me echase de la casa.
Sólo esto faltaba para que se rompiera en mil pedazos el último trozo de esperanza y dicha que quedaba en mí.
Salí rápidamente de ahí, y comencé a correr por las calles sin ningún rumbo, como si con ello pudiera escapar de mis problemas, llorando silenciosamente como un estúpido, hasta que mis piernas no dieron más de sí y empecé a caminar, pensando en la mierda que era mi vida.
No podía creer que ella dijera algo así de mí, ¡por ella mi cuerpo estaba mancillado y lleno de magulladuras y golpes! ¿Había soportado todos esos años de tortura, dolor y sufrimiento, sólo para que ella me pagara así? ¡No era justo!
Lo único que deseaba en esos momentos era cerrar mis ojos y no tener porque abrirlos de nuevo nunca más. Estaba cansado. Estaba harto ya de mi vida sin sentido. ¿Acaso solamente había llegado a este mundo a sufrir? Quería desaparecer de una maldita vez, que la tierra que un día me vio nacer me tragase entero, sin dejar rastros de mi miserable e intrascendente existencia. Seguro que nadie me extrañaría... Y no es que eso me importara.
Pero entonces me di cuenta de que lo que más ansiaba en este mundo, lo que más deseaba y me motivaba a seguir respirando al menos un día más, era la venganza. Ese deseo atroz, voraz, crecía cada día más y más, envenenando mi alma, mi corazón. Pero, ¿Cómo llevarla a cabo?, no tenía la más mínima idea, y eso me fastidiaba a niveles inimaginables, y quería llorar de solo pensarlo. Maldita sea, ¡Quería llorar hasta que en mis ojos ya no quedaran lágrimas! Pensaba que esa etapa de ser un inútil llorón había quedado atrás, pero al parecer estaba equivocado. Patético, verdaderamente patético. No era capaz de vengarme por mí mismo, sin importar cuánto lo deseara, sin importar cuánto daño me había infringido el malnacido de mi padrastro. Yo seguía siendo el mismo mocoso débil y miedoso en el fondo, aunque me esforzara terriblemente en aparentar lo contrario.
Mis ojos ardían, al igual que mi garganta, mientras andaba por las oscurecidas calles de la ciudad, húmedas por la reciente llovizna de la tarde, haciendo oídos sordos a algunos susurros obscenos que me eran dirigidos desde la penumbra de los callejones. Casi siempre era lo mismo, pues a primera impresión algunos pensaban que era una chica, cosa que me molestaba muchísimo antes, pero que ahora ignoraba. Quería llorar de rabia, coraje, frustración, decepción, lástima, tristeza... miedo. Temía lo que me pasaría si esto seguía del mismo modo.
Y uno de los sentimientos que más me gobernaba en esos momentos era el odio, el más profundo y sombrío que pude haber sentido en toda mi vida. Quería que Tetsuya Omori sufriera, quería que agonizara, quería que pasara por todo lo que yo pase y mucho más.
Quería verlo muerto.
Y claro, mi madre también recibiría lo que se merecía por haber preferido a un maldito bastardo antes que a su propio hijo.
—¿Deidara Iwa, no es así?
Paré en seco cuando a mis oídos llegó esa voz desconocida, pronunciando mi nombre con un acento algo extraño, pero sumamente agradable, incitante, pero a la vez inquietante y escalofriante. Los vellos de mi nuca se erizaron. Era como si esa voz resonara en lo más recóndito de mi alma, de mi corazón, y casi fuese capaz de gobernar sobre mí.
Me ocupé de buscar con mi mirada rápidamente al dueño de esa masculina voz, encontrándome pronto con un joven que parecía más o menos de mi edad, sentado cómodamente en medio de la oscuridad de una banqueta, como si aguardara por un autobús. Noté su mirada sobre mí, sus ojos tenían un extraño color entre café claro y violeta que jamás había visto, daban la sensación de poder ver a través de mí. Eso me asustaba y, extrañamente, me fascinaba de una manera ininteligible, imposible de describir.
Debo agregar que su belleza era increíble, inimaginable, y había algo en él que me hacía imposible dejar de mirarlo, algo que incitaba a tocarlo. Su cabello rojo sangre enmarcaba su atractivo rostro y formaba un armonioso contraste con la claridad inhumana de su piel.
Era injustamente hermoso.
Condenadamente delicioso.
La viva personificación del pecado.
Y que yo pensara así de él, era una prueba más que suficiente, ya que luego de todo lo que mi padrastro había hecho conmigo, no tenía el más mínimo interés físico ni sentimental en nadie… menos en un hombre. Pero este… este era diferente, y eso me preocupó en el fondo.
Cuando sonrió, sentí como mi sangre se helaba y al mismo tiempo hervía. Ambas cosas a la vez, por raro que parezca.
—¿Así que deseas venganza?— comentó con voz serena. Yo contuve el aliento, ¿Cómo rayos lo sabía? ¿Quién era? ¿Qué quería? —Yo podría ayudarte, si me lo permites... Dei.
Un escalofrío me atravesó por completo la espalda. Algo dentro de mí me gritaba y rogaba porque huyese muy lejos de él, pero la morbosa necesidad de quedarme cerca y saber qué quería y cómo sabía eso tan privado de mí, me lo impedía. Ese insano deseo era más fuerte que yo.
Él se levantó y se aproximó lentamente a mí, con pasos lentos, elegantes y seguros.
Sus ojos, antes de aquél peculiar matiz café-violeta, ahora eran de un rojo tan profundo que parecían irradiar luz propia. Aquellos no eran los ojos de un humano, no podían serlo.
—Yo puedo darte todo lo que deseas y alguna vez deseaste. Absolutamente todo. Pero debes saber que, tal como todo en esta mugrosa vida, debes pagar un precio por ello.
Su voz era suave, sensual, y tenía un deje maligno que me hacía querer retroceder, pero también me hacía querer avanzar hacia él.
Con uno solo de sus dedos acarició fugazmente mi barbilla, bajando por mi cuello. Algo como una descarga eléctrica de lo más placentera recorrió mi cuerpo íntegramente. Jamás había sentido nada igual. Nunca había sentido el menor placer al ser tocado por alguien, no luego de lo que Tetsuya hacía con mi cuerpo.
Me asqueaba cualquier tipo de contacto con un hombre, y no comprendía cómo éste no resultaba repulsivo para mí.
—¿D... de qué se trata, 'un?— conseguí articular quedamente, casi en un gemido.
¿Cómo podía lograr esas reacciones en mí con tan poco?
Su ladina sonrisa se amplió sutilmente, con obvia diversión, y sus ojos brillaron aun más, de una forma completamente sobrenatural que me hizo estremecer.
—Sencillo; tu alma y tu cuerpo me pertenecerán totalmente, y podré hacer con ellos lo que me plazca...
Ah, claro, ¿por qué no lo imaginé antes?
Simplemente estaba a punto de hacer un pacto con el demonio, eso le pasa a cualquiera –nótese el sarcasmo-. Y debía estar bastante perturbado ya, porque no me pareció mala idea.
En lo absoluto.
Algo caliente y necesitado pasó a través de mí como si fuera una afilada cuchilla, mientras luchaba contra el absurdo impulso de acercarme y tocarlo.
Lo que pedía a cambio por ayudarme era mucho, y prometía muchas cosas, también.
De hecho, la perversa mirada en su angelical rostro prometía terror…
Terror del más exquisito.
Y no tienen la menor idea de lo difícil que es resistirse a las tentaciones de un demonio. Esa vil criatura de la oscuridad, con la apariencia del más bello de los ángeles.
Sonreí, deseando saber de primera mano de lo que él era capaz.
Notas:
Hi, hi! :3
He aquí mi intento de fic SasoDei xD
Espero que les gustara y me dejen sus reviews, ¿debería continuarlo? :/
¡Gente, escriban más SasoDei/DeiSaso! Y dejen reviews a los fics que les gusten, así nos animamos a seguir haciendo crecer el lugar de esta parejita tan linda en el fanfiction en español ;D hahahaha.
¡Se cuidan!
Nao~.
