LILIUM

Prólogo

Al entrar al salón principal del palacio del Príncipe de las Tinieblas: Lucifer, Lilium vio en un rincón una jaula que albergaba a los dos sujetos a los que iba a buscar. Estaban sentados en el suelo, algo cabizbajos, pero al verla llegar, de inmediato se pusieron de pie.

- ¡Akra! – dijo Sebastian, mientras Ciel solo la observaba esperanzado.

Desde su trono, Lucifer contemplaba la escena, complacido.

- Veo que has conseguido llegar hasta aquí. – Dijo Lucifer, y luego rió. – No esperaba que vinieras en realidad. Debo reconocer que siento curiosidad del por qué te interesa salvarlos, después de todo solo son un demonio y un humano, que ahora es inmortal, pero sigue siendo un humano para mí. – Como si él no supiera el verdadero motivo, pero quería oírlo de los propios labios de la chthonian.

- No he venido aquí para darte explicaciones de mis actos, sino para llevármelos. El demonio al que capturaste me pertenece, estamos vinculados. En cuanto al humano, me lo llevo porque "así" lo quiero. – dijo ella, haciendo énfasis en la palabra así.

Lucifer nuevamente rió y se acercó a Lilium. Tomó su rostro en sus manos, y acercó su cara.

- Tan arrogante como todos los chthonian, ustedes nunca aprenden ¿verdad? Dime ¿Qué podrías hacer en mi contra? ¿Matarme? ¿Podrías realmente? Soy necesario para mantener el equilibrio, y no hay absolutamente nadie que pueda reemplazarme.

- Quizás no pueda matarte, pero te haré sentir dolor, como no tienes idea.

- ¡Dolor! – exclamó el príncipe de las tinieblas, alejándose de ella. – Yo inventé esa palabra. Nadie puede hacer sentir dolor como yo, y lo sabes. Además el dolor es tan placentero a veces, especialmente cuando se lo infliges a otros.

- Si, si – dijo ella, despreocupada. – Vamos a lo importante ¿quieres? Me los llevo y tú te quedas aquí.

- Pero lo importante es que en realidad no quiero dártelos. ¿Notas lo que tienen en sus cuellos?

La chthonian miró a Ciel y Sebastian, notando que llevaban collares alrededor de sus cuellos, muy similares a los que usaban los demonios vinculados.

- No puedes vincularlos a ti, no a menos que ellos quieran.

- Mira más de cerca querida, no son collares de esclavos, son de enlace. El ahora llamado Sebastian es un demonio y como tal responderá ante mí mientras este en el inframundo, no importa lo vinculado que este contigo. Como está enlazado a Ciel, lamentablemente deberán estar juntos o morirán ¿ves que interesante?

Mientras Lucifer hablaba Lilium se acercaba a la gran jaula para ver más de cerca los collares, y constatar las palabras del Príncipe de las Tinieblas. Lo notó, el material de los collares y las palabras de un lenguaje antiguo, ya muerto, grabadas en ellos.

- Ahora, querida ¿en qué estábamos? Oh, sabes que solo quien ponga los collares puede quitarlos ¿verdad? – Lucifer rió de forma macabra, sabiendo que había ganado el juego.

Las miradas de Ciel y Lilium se cruzaron. La confianza en ella que reflejaban los ojos azules del conde la desarmaron. ¿Cómo podría fallarle? Solo había un poder que podría librarlos de los collares aparte de Lucifer, y ese poder la odiaba, además solo hacía tratos con demonios. Jaden no la ayudaría de nuevo.

Sebastian estaba serio, no compartía la misma confianza de Ciel.

Decidida, Lilium miró a Lucifer.

- Está bien, ¿qué quieres a cambio de quitarles esos collares? – preguntó la Chthonian.

- Fácil, tu vida.

- ¡No! – la voz de Ciel se elevó. - ¡No puedes hacer eso! ¡Debe haber otra manera!

- Lo siento, Ciel, pero no siempre tengo todas las respuestas. – Lilium le dio la espalda a Ciel y habló con Lucifer, con algo de ironía. – Sabes que no tienes el poder de matarme ¿verdad? No me puedes quitar la vida ¿quieres que lo haga yo por ti?

- Tranquila, no es necesario, solo necesito un par de cosas, como… - Lucifer hizo aparecer un collar y una daga en sus manos – un collar de contención y una daga forjada en la fuente, bañada en la sangre de War.

Lilium lo miró sorprendida, no se lo esperaba.

- War está en el inframundo de Hades convertido en piedra – dijo ella.

- ¿Quién es War? ¿Qué es un collar de contención? – preguntó Ciel a Sebastian. Pero el demonio estaba demasiado atento a lo que ocurría entre los dos poderosos seres para contestar preguntas.

- Sabía que algún día su sangre me sería de utilidad – Lucifer se acercó a la chthonian. – Así que ahora se tan amable de ponerte esto, y yo les quitaré sus collares a ellos.

Lilium tomó el collar de contención que le alargaba Lucifer, y luego miró a Ciel y Sebastian. Sabía que con el collar puesto no tendría ningún poder para defenderlos a ellos, o sacarlos de allí.

- Primero libéralos del collar y abre la jaula, entonces me pondré esto – dijo ella, mirando de nuevo a Lucifer.

- Querida ¿no confías en mí?

- En lo más mínimo.

Lucifer rió de nuevo. Sabía que la tenía en sus manos, no había nada que ella no hiciera por Ciel, y eso sería su perdición. Además sabía que ella era demasiado honesta para no cumplir sus promesas.

Los collares de enlace de Ciel y Sebastian cayeron al suelo. Luego la jaula se abrió. Al verlo Lilium acercó el collar de contención que tenía en sus manos a su cuello.

- ¡No Lilium, no puedes hacer esto! – Ciel aun no sabía lo que el collar podría hacerle, pero por la cara de satisfacción del Príncipe de las Tinieblas, no sería nada bueno. – Si es necesario daré mi al…

Lilium silenció a Ciel con sus poderes, sabiendo lo que él diría.

- No puedes Ciel, si lo haces jamás estaremos juntos – dijo ella, luego le habló a Sebastian mentalmente. – En cuanto salgan de aquí, llévatelo y cuídalo, no dejes que cometa alguna estupidez como entregar su alma a quien sea y por lo que sea, es una orden Sebastian. Cuídalo hasta el fin de sus días. Cundo sea el momento llévatelo sin mirar atrás, y sin perder tiempo.

- Yes, my lady – dijo Sebastian, en voz alta, haciendo una pequeña reverencia.

Ciel miró a Sebastian, sin entender. Lilium se puso el collar al cuello. Un collar que parecía ser de cuero, pero que era de un material mucho mas arcano y poderoso en muchos sentidos. Los símbolos grabados brillaron durante un segundo cuando el collar se cerró, entonces Ciel pudo hablar de nuevo.

- ¡Noooo! – gritó el conde.

- Todo estará bien – dijo Lilium sonriendo.

- Si, todo estará bien – Lucifer dio un paso hacia la chthonian y clavó en su pecho, justo en el corazón, la daga bañada en la sangre de War. Ella abrió mucho los ojos, por un dolor nuevo. El Príncipe de las Tinieblas se burló de ella. – Parece como un cuento de hadas, un estúpido cliché, pero tu punto débil no es otro más que el amor, ¿no es así?

- Llévatelo de aquí, Sebastian – dijo la chthonian aun de pie, entonces Lucifer empujó más la daga en su pecho y ella cayó de rodillas. Ciel quiso acercarse, pero Sebastian lo detuvo. – ¡Ahora! – insistió la chthonian, mientras caía al suelo, desangrándose.

El demonio no se hizo repetir la orden y tomando a Ciel en brazos, o más bien, arrastrándolo, lo sacó de allí para aparecer en el mundo humano.

Una vez solos Lilium y Lucifer, la Chthonian lo miró con ira contenida, tratando de ponerse de pie, pero apenas alcanzó a arrodillarse.

- No obtendrás lo que quieres… aun con la sangre de War en la daga no podrás matarme – dijo ella, con dificultad en la voz.

- Créeme que lo obtendré… matarte es demasiado rápido… - Lucifer sonrió. De la nada apareció un cadáver junto a ellos. Frente a los ojos de Lilium el cadáver se transformó en la misma Lilium. – Me vasta con que todos crean que estás muerta… lo demás será para mi propia diversión.

El cadáver desapareció. Entonces Lucifer se acercó a la chthonian, quien se había quitado la daga del pecho. La tomó del cabello y la hizo mirarlo a los ojos.

- Estarás aquí por la eternidad y disfrutaré el torturarte – dijo él.

Ella intentó ponerse de pie, pero él no se lo permitió. Arrastrándola de los cabellos la condujo hasta las mazmorras que albergaban a sus víctimas. En una de ellas, individual, la arrojó con fuerza estrellándola contra la pared de piedra.

- No podrás tenerme aquí para siempre – dijo Lilium, poniéndose de pie. Sus manos fueron hacia el collar de contención que tenía el cuello, pero con sus poderes anulados no podía quitárselo, no podía usar ninguno de sus poderes o fuerza extraordinaria, y tampoco podía morir.

- En eso estás equivocada, te quedarás aquí todo el tiempo que yo quiera para mi disfrute. – Lucifer suspiró. – Amaré torturarte como no tienes idea. ¡Tú! ¡Impediste que Thorn continuara a mi lado, lo alejaste de los planes que tenía para él!

- Ja, vive tu vida y deja a tu hijo vivir la que él quiera. Eres patético queriendo vivir la eternidad a través de tu hijo – dijo ella con burla. Pero luego se puso seria y agregó: - Jamás podrás usarlo para el motivo que lo engendraste y no sabes lo feliz que estoy de eso.

- ¡TU! – Lucifer se fue contra ella.

Las ropas de Lilium desaparecieron de su cuerpo. Cadenas emergieron de las paredes que la sostuvieron en el aire de sus extremidades. Un látigo apareció en la mano de Lucifer, y los golpes con el comenzaron a llover en el pálido cuerpo de la chthonian, quien trataba de no quejarse de la severa paliza que estaba recibiendo.

Y ella sabía que esto solo sería el comienzo. Pero eso no importaba si garantizaba la seguridad de Ciel.

Su punto débil no era el amor, eran sus decisiones basadas en sus emociones y no en la racionalidad que toda la vida se dijo que debía tener.

XCXCX

N.A.: El prólogo de esta historia está dedicada a Monse, por su cumpleaños. ¡Felicidades!