Buenas, aquí otra historia de las mías…
Joo ¡Llevaba mucho tiempo sin publicar nada! Bueno aquí un proyecto que llevaba tiempo tratando de desarrollar y finalmente pude :D
Disclaimer: Ni Twilight Princess ni ninguno de sus personajes ni lugares me pertenece, solo la idea y bueno cualquier OC que coloque por ahí.
Espero les guste
Capitulo 1: La roca del cielo
Un largo mes de recuperación había transcurrido en la tierra de Hyrule desde que la amenaza del crepúsculo había sido detenida. La paz y prosperidad comenzaban a asomarse a buen paso luego de aquellos infames acontecimientos. Ese día el sol se asomaba tímidamente mostrando su brillo dando claridad al día. La aldea de Ordon se encontraba en completa paz, mientras recibía el amanecer. El joven héroe que vivía en aquella aldea comenzaba a prepararse para partir al castillo por petición de la recién coronada reina. El rubio terminaba de ajustarse su uniforme de color verde, de colocar la espada de Ordon en su funda y esta seguida por su escudo en la espalda del muchacho. Bajó las escaleras de un salto, como últimamente se había habituado a hacer, y caminó a la puerta de su casa para salir, esperando encontrarse solo a su yegua debido a la hora, pero junto con esta estaban unos niños.
- ¡Link no puedo creer que vayas a convertirte en un Caballero Real! – exclamó Talo con su emoción de siempre.
- ¡Si vas a ser como un príncipe! ¡El príncipe de Hyrule! – exclamó Beth.
- Son dos cosas completamente distintas – dijo Malo en voz baja, presumiendo aquella inteligencia sarcástica que se le daba fácilmente.
Link sonrió ante los niños – Yo también estoy muy emocionado – dijo mientras frotaba su mano detrás de su cabeza.
- Mmm… ¿no será por la reina…? – dijo Malo.
- ¡Ah! – Exclamaron Beth y Talo – Malo, no digas eso, si Ilia te escucha podría molestarse – dijo la chica preocupada. Link trataba de mantener su sonrisa optimista ante los comentarios de los niños delante de él, que comenzaba a tornarse en una pelea dramática sobre quien tenía sentimientos por quien.
- No les hagas caso – dijo Colin. Link se dio vuelta hacia el pequeño rubio, que estaba trayendo a Epona. Le acercó la cuerda con la que sostenía a la yegua y el joven la tomó – Yo también vine para desearte suerte – dijo sonriendo. Cuanto había cambiando desde lo que paso un mes atrás, en aquel entonces no podría decirse que el niño que estaba frente a él y Colin eran el mismo.
- Gracias Colin – dijo sonriendo de nuevo, pero ¿como no podría? Ese día le darían su titulo de Caballero Real por todo lo que había hecho para salvar a Hyrule.
- Mi padre te debe estar esperando en el castillo, se fue temprano porque tenía un asunto que hacer primero – dijo – a mi también me gustaría poder ir… - calló por un momento y observó a los otros niños hablando entre ellos – pero creo que la aldea necesita a alguien que la cuide, en tu ausencia… - lo miró de vuelta y le sonrió.
Se montó sobre aquella yegua y dispuesto a partir hizo girar a Epona hacia la entrada del bosque de Farone y salida de Ordon.
- ¡Link! ¿No vas a esperar a Ilia? – preguntó Beth gritando.
- No vendrá – dijo Malo.
- ¿Ah? ¿De qué hablas? – preguntó la chica.
- Tu sabes como se pone cuando le hablan de la reina y Link, no creo que venga a despedirse – replicó el niño bajito.
- Ah… con que eso es… - dijo Talo. Link resistía con todas sus fuerzas las ganas que tenía de darles un pescozón a cada uno por los comentarios. Miró a Colin, que tenía una cara que claramente decía: "no hagas caso".
- Bueno niños, adiós – dijo haciendo una seña con su mano.
- Que te vaya bien, Link – dijo el rubio pequeño. Entonces el joven de cabellos dorados dio la orden a su yegua y arrancó a correr.
- ¡¿EH? LINK QUE TE VAYA BIEN… CUIDATE… REGRESA PRONTO – Escuchaba gritar a Beth y Talo mientras se alejaba. Corrió por aquella arboleda tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos se encontraba frente a una inmensa pradera. Un gigantesco castillo se apreciaba a distancia. El cielo comenzó a nublarse y se escuchaban como múltiples truenos caían. Era impresionante la velocidad con la que el clima había cambiado y por alguna razón el ambiente se sentía diferente, algo en el aire daba miedo, se sentía una extraña ira presente pero invisible. Cabalgó por la desierta pradera sintiendo el viento en su rostro, el cielo anunciaba la proximidad de una tormenta. Los truenos se hacían más constantes, casi tanto como los pasos de Epona. El sonido se fue mezclando con el galope de la yegua creando una melodía peculiar. Sonaba como una batalla a caballo. Los truenos parecían espadas chocando unas contra otras. Link comenzó a pensar que ya el hecho de convertirse en caballero lo estaba volviendo loco, pues ¿quién, además de un loco, escucharía el sonido de una guerra en medio de una pacifica pradera? Vio frente a su persona la muralla de entrada al pueblo del castillo.
- ¡Bienvenido! – exclamaron dos de los guardias en la entrada. Ahora que la paz se había restaurado la seguridad había vuelto al pueblo. Le abrieron paso como si se tratase de un rey, después de todo sería su superior al terminar el día. Se abrió paso entre las personas y los puestos de comida. Aquellos ciudadanos lo veían con gratitud. Un ligero sentimiento de orgullo le recorrió el cuerpo.
Cayeron una docena de truenos mientras estuvo atravesando a la gente. Se detuvo y contemplo el cielo. Los truenos ya se estaban haciendo insoportables y extraños. Era la primera vez en su vida que veía al cielo en tan mal estado, tenía un color gris oscuro y se divisaban en ese momento los relámpagos que precedían a los ruidosos truenos. Pero lo que estaba pasando comenzaba a alejarse de lo normal.
- Parece que viene una tormenta, chico – dijo una voz femenina.
- Si eso parece – respondió Link sin despegar los ojos de las nubes.
- Mmm… pero no creo que eso arruine tu gran día – dijo la misma voz y dejó salir una ligera risa al finalizar. Ahora que el rubio entró en conciencia esa voz era muy familiar. Bajó la mirada y ahí estaba su respuesta, era esa mujer algo mayor y pelirroja con un gato blanco - ¡Telma! – exclamó el rubio sonriendo.
- Jajaja… pero chico pensé que no me recordarías – dijo la mujer.
- Como crees… - respondió. Si no se la encontraba en ese momento posiblemente no la habría recordado.
- Lo supuse – dijo sintiéndose importante – pero creo que ya no te podré decir chico, sino Sir –
- Chico está bien – dijo, realmente no le importaba mucho como lo llamaran.
- Pues te creo que te diré Link y listo – dijo la mujer. ¿Por tanto rollo por un nombre o apodo? – ¿Y cómo se siente estar a punto de convertirse en un caballero real? –
- No me siento diferente, en realidad –
- ¡Ah! ¡Eso es porque ya lo eres, Link! Tu sólo fuiste capaz de hacer tantas cosas por este reino y por la Reina misma que ninguno de los soldados buenos para nada pudo hacer – exclamó. Un par de miradas molestas, otras avergonzadas aparecieron en los rostros de los soldados que pasaban cerca de ellos.
- Ah… bueno creo que te he detenido por mucho tiempo… además tengo que atender el bar, me parece que nos veremos luego ¿no? – preguntó.
- De acuerdo – aceptó Link.
- Oye y… ¿no has visto a Renado recientemente? – preguntó la mujer.
- La verdad es que no lo he visto últimamente… - respondió Link. Cuando a Telma le pasaba ese hombre por la cabeza se volvía loca.
- Ash… Ese hombre, le gusta hacerme esperar, siempre tarda en responder mis cartas –
- ¿Ah? –
- Eh… creo que dije demasiado… no te preocupes Link, son solo cosas de adultos – respondió y se dio media vuelta – Me gustaría ir a ver como te nombran caballero, pero tengo que limpiar el bar – volteó a verlo – Pásate por aquí si tienes tiempo – dijo y le guiñó el ojo sonriéndole – ¡Nos vemos!- batió su mano despidiéndose.
Esa si que era una mujer peculiar, siempre encontraba la forma de asustarlo.
Link, dio la orden a Epona y continuó cabalgando a paso lento hasta el castillo. Los truenos había cesado finalmente, pero el cielo seguía tan gris como antes, sin duda lo que vendría sería lluvia. Al acercarse a la entrada del castillo, los guardias le anunciaron que la reina lo esperaba y lo hicieron pasar al castillo. Antes de entrar al enorme palacio, dejó a la yegua atada en el patio de la entrada. Recordaba ese lugar perfectamente pero ahora estaba en un mejor estado que en aquella oportunidad. Era realmente hermoso ahí adentro, no tenía comparación ni con la más lujosa de las casas en la aldea de Ordon.
Un hombre alto con bigote y cabello oscuro lo guío hasta la sala del trono, explicándole todo lo que se podía o no hacer en el castillo, de es la labor de un caballero real y demás cosas que se suponía Link debía estar prestando atención. En realidad estaba abrumado por la atmósfera del castillo, se sentía una soledad increíble a pesar de las sirvientas y demás personas que se veían de vez en cuando. Se debía ser horrible vivir ahí, con tantas reglas y soledad. Eso lo diferenciaba aún más de su pueblo, siempre se sentía tan vivo, con aquellos cuatro pequeños corriendo de aquí para allá, unas cuantas cabras que se escapaban de vez en cuando, hasta el simple sonido del riachuelo que pasaba en medio de la aldea, o el de las hojas de los árboles golpeadas por el viento. Ahí lo único que escuchaba era la voz del hombre y los pasos de ambos. ¿Dónde se supone estaría Rusl? Se preguntó por un momento mientras el hombre no paraba de hablar, debió haberle dicho unas 500 reglas en el poco tiempo que pasó mientras ellos caminaban.
Finalmente se encontraron en la torre del trono del castillo, una vista al cielo y cualquiera diría que era de noche, a pesar de que en realidad estaban casi en el medio de día. Se acercaron al portón, casi veinte soldados estaban haciendo una fila bordeando el camino que llevaba directo al trono. Link se detuvo impresionado por la formalidad y alzando su mirada observo a la Reina sentada en su trono sonriéndole y esperándolo.
- Sigueme joven héroe – dijo el hombre del bigote. Y continuaron caminando, dirigiéndose al trono. Cada caballero que pasaban levantaba su lanza haciéndole honor a Link. La satisfacción por ser un héroe reconocido comenzaba a invadir al rubio, aunque sentía que era demasiado formalismo por una hazaña que a pesar de salvar a Hyrule se habían dado por si solas. Al estar ya próximos al trono el hombre se aparto de Link y camino junto a uno de los soldados a observar el nombramiento, al voltear se dio cuenta de varias caras familiares en ese lugar. Junto al hombre estaba Rusl y junto a él Ashei y Auru, dos de las personas que lo habían ayudado a salvar a Hyrule. El joven se puso sobre su rodilla izquierda y fijó su mirada en Zelda.
- Me alegra volver a verte, Link – dijo la reina.
- Digo lo mismo su majestad, es un honor que me halla ordenado venir – dijo siguiendo el formalismo. Zelda sonrió ligeramente y negó con la cabeza.
- El honor es mío por tener a semejante héroe ante mi – dijo levantándose – ¿Me concedes tu espada? –
Link la sacó de su funda y la sostuvo a lo largo con ambas manos. Zelda la tomó por el mando.
- Por el poder que se me otorga como gobernante del reino de Hyrule, yo… - La tierra tembló bruscamente, todos se estremecieron. Varios objetos cayeron al suelo mientras seguía aquel temblor. Se detuvo de pronto.
- ¿Están todos bien? – preguntó Zelda observando a su alrededor. No parecían haber lesionados ni nada por el estilo. Primero los truenos incesables y ahora un temblor ¿Qué estaba pasando?
- ¡Miren! ¡En el cielo! – exclamó uno de los soldados. Todos dirigieron su mirada al cielo, una impactante escena estaba en acción. De entre las nubes lo que parecía se un meteoro estaba cayendo, rodeado de enormes llamaradas, para que pudieran ser tan visibles desde donde estaban debían serlo. Las nubes tenían un color rojo fuego igualmente, mientras la bola de fuego caía una ráfaga fuerte ráfaga de aire caliente se sintió de inmediato. Varias cosas se volaron por la fuerza de esta. Todos en la habitación corrieron al balcón y observaron como la roca o lo fuera cayó más allá del dominio de los Zoras. La tierra tembló una segunda vez, tan fuerte como la primera y en seguida una tempestad de lluvia comenzó a caer. El ambiente se había vuelto apocalíptico en unos simples segundos.
- No puede ser… está pasando… - dijo Zelda observando el caos en Hyrule.
- ¿Qué cosa? – preguntó Link. La reina adopto una actitud de alerta.
- Caballeros necesito que se distribuyan en dos cuerpos – comenzó a hablar – Ustedes necesito que bajen a la ciudadela y aseguren de que todo esté en orden…. Además ayuden a todo aquel que necesite auxilio – dijo apuntando a más de la mitad del equipo de soldados – Alexander… tú Rusl y Ashei reúnanse con Shad y vayan al posible lugar donde cayó el objeto del cielo, e infórmenme de cualquier daño. Es importante que me traigan lo que sea que haya caído - habló con uno de los tres soldados restantes, luego de que los otros comenzaron a bajar. Al parecer el supuesto hombre tenía una armadura con una decoración diferente a la de los demás.
- ¡Si su majestad! – Exclamaron. La lluvia los empapaba mientras empezaban a bajar.
- Link… - dijo Zelda acercándose al muchacho que estaba atónito por todo lo que estaba pasando.
- ¡Ah! ¿Sí, su majestad? – pregunto viéndola.
- Escucha… necesito que vayas con Rusl y Ashei…- le dijo determinada – Si eso que cayó es lo que pienso, entonces… Hyrule puede estar en grave peligro – le dijo en forma más privada. En verdad se veía muy preocupada, como si aquella roca fuese como una señal de que el mundo estaba por acabarse – Ve con ellos, continuaremos la ceremonia en otro momento… confío en ti – dijo. Link asintió con la cabeza y se dio media vuelta y corrió para alcanzar a los demás.
Confío en ti. Esas palabras le daban mil vueltas en la cabeza. Por algún motivo tenía el presentimiento de que tendría un significado más profundo que simplemente una despedida. Analizándolo… ¿Acaso desconfiaba de los otros? Debía ser solo una mala interpretación, así que no le dio importancia. Estaban resguardados de la intensa lluvia, algo apretados, bajo un techo ubicado en la entrada. Todos estaban montados sobre sus caballos esperando a Shad, que aún no aparecía.
- ¿Ah… y hasta cuando hay que esperar a ese chico? – dijo el tal Alexander, que no parecía ser un caballero de la manera que Link se esperaba. No tenía ni un parecido con aquel hombre que lo llevó ante la reina. Era difícil creer que esas 300 reglas que el hombre le había dicho, este tal "caballero" las cumpliese. Además no parecía tan mayor como habría de esperarse en un hombre que ha alcanzado el más alto de los rangos entre los caballeros, según parecía tenía alrededor de 25 años. Así es, su color de armadura era debido a su alto rango, o eso le había comentado Rusl. ¿Dónde estaba este hombre cuando Hyrule corría peligro?
- ¡Hola! – Exclamó finalmente Shad batiendo la mano y corriendo en la lluvia junto con Rusl en dirección a ellos – Eh eh… perdonen la tardanza – dijo, parecía cansado.
- ¡Nada de disculpas! – Exclamó Alexander – Estamos en medio de una misión de urgencia, por ordenes de la reina, y usted tiene la osadía de llegar tarde porque estaba… - dijo esperando a que el joven de lentes terminase la frase
- Buscando un libro… - dijo algo temeroso
- ¿Un libro?... – preguntó irónico.
- Sobre piedras… - se excusó.
- Creo que deberíamos partir – agregó Ashei de pronto, viendo que la discusión no iba a ningún lado. Ambos callaron como si la chica fuese algún tipo de capitán o teniente.
- Tienes razón Ashy – dijo Alexander.
- No me llames Ashy – agrego seria la chica.
- Chico libro, súbete en el caballo de Rusl y veámonos… - Shad hizo caso sin decir una palabra - debemos apresurarnos a llegar al norte, en donde al parecer según los citadinos y bueno según lo que vuestros propios ojos vieron el objeto impactó en algún lugar cercano al Dominio Zora. Quizás ese lugar este en peores condiciones que por acá - y seguido de eso sin más preámbulos ni discusiones todos salieron de la ciudadela bajo aquella intensa lluvia. Al tocar la pradera, les dieron la orden a sus respectivos caballos y estos comenzaron a correr. El sonido de esa pradera era distinto ahora, la lluvia cayendo y cientos de galopes, ahora no sonaba a guerra, sino a aventura. Una descarada sonrisa se apodero del rostro empapado de Link.
Hacia un mes que no visitaba ese lugar y la verdad que con tan solo ver esa enorme y hermosa cascada miles de recuerdos le venían a la mente. Lastimosamente no podía concentrarse mucho en observar una cascada, aquel lugar era un desastre. Había tres Zoras inconcientes y varios heridos. Al parecer el temblor y cambio de temperatura les había afectado mucho más y tan solo por el hecho de que eran criaturas marinas y rodeadas de muros de piedra, ambos desastres naturales, así fuese a mínima escala, eran fatales. Según algunos de los intactos Zoras que rondaban por aquel lugar, varios trozos de piedra de los muros se habían venido abajo, el nivel del agua había bajado bruscamente y su temperatura había subido. Al parecer la lluvia torrencial no había caído ahí, pero igualmente aquel lugar en ese momento era un completo caos. Sin embargo parecían no necesitar ayuda, ya tenían a los heridos siendo atendidos por algún tipo de medico, así que tras averiguar la ubicación del objeto, según lo que los citadinos vieron, había caído en algún lado del pico.
¿De la intensa lluvia a la nieve? Tenían que estar bromeando, además Link solo llevaba puesto aquel uniforme verde que no se podría decir que abrigaba mucho. ¿Porqué la bendita roca o lo que fuere no pudo haber caído en la pradera?
- Jaja… Espero que todos hallan traído abrigos – dijo Alexander en tono de broma, ¿o no? Ashei y Rusl asintieron con la cabeza y dirigieron su mirada a Link y Shad, que se miraron mutuamente con una mueca de desdén. Ninguno de los dos había traído abrigo y estaban empapados – Espero que un poco de frío no les moleste, ¿verdad chico libro?-
El frío era insoportable en ese lugar. El viento parecía que quemara cuando le rozaba en el rostro a Link. No sentía los dedos de sus manos y para colmo tenían que ir a pie, ya que era muy difícil que un caballo pudiese subir aquella montaña, así que los dejaron en el Dominio Zora. Menuda suerte que tenían esos caballos. Caminar sin dirección en una montaña cubierta de nieve buscando una roca no era precisamente como Link se imaginaba iba a ser su "ceremonia".
- Miren – señaló Ashei, lo que parecían ser varios árboles quemados en el tope de la montaña.
- Mmm…. Ahí pudo ser donde cayó la roca – señaló Rusl.
- Bueno entonces vamos – aclaró Alexander. Link ya tenía fobia solo con la idea de tener que subir esa colina con el frío que hacía. Extrañamente, Shad parecía tomárselo muy bien, no había dicho una palabra en todo el viaje y además estaba pegado a ese libro que trajo. El rubio suspiro, tenía que tomar fuerzas para subir. Levantó la mirada y a lo lejos observó una figura que parecía estar bajando la montaña. ¿Podría ser alguno de los Yetis? No, era muy pequeña para serlo. Parecía ser una persona.
- Oye Link ¿no vienes? – exclamó Rusl.
- ¡Ah, si! – exclamó viendo al hombre que lo llamó. Volvió a observar el lugar donde estaba la figura, pero ya no había nada. Perfecto ahora el frío lo hacia alucinar. Subió la colina en un par de minutos pero aquello le parecía mil años. Cuando llegó vi a todo su grupo alrededor de un agujero de lleno de cenizas. Ashei observaba los alrededores, Shad y Rusl veían unos restos de piedras alrededor del agujero mientras Alexander observaba el agujero. Era enorme si duda, pero lo extraño era que no había ninguna roca ni nada por el estilo.
- Si duda es algún tipo raro de rubí, pero me parece extraño que un objeto de ese tamaño desapareciera repentinamente – intuyó Shad.
- ¿Ah? Pero se pudo haber roto en trozos – agregó Rusl.
- Si es muy posible, pero hubiesen sido mucho más grandes y en mayores cantidades esparcidas por todo el lugar, además la estructura de este rubí es bastante dura, pesada y resistente por lo cual debería haber quedado algún tipo de muestra grande en el agujero pero… - dijo el muchacho de lentes.
-… No hay nada – terminó la frase Alexander.
- Ni tampoco hay ningún trozo de rubí por los alrededores – agregó la chica de armadura. Algo raro ocurría aquí, Link lo pudo notar fácilmente. Link observó junto al agujero y a los alrededores confirmando lo que dijo Ashei, cuando su mirada se cruzó con algo muy extraño. Eran unas huellas de pisadas cubiertas por cenizas.
- ¡Oigan! ¡Creo que encontré algo! – exclamó el joven rubio. Todos se acercaron a él.
- ¿Huellas? – preguntó Alexander.
- Mmm… interesante… son bastantes profundas pero pequeñas y están cubiertas de cenizas… ¡Ah parecen que hacen un camino! – exclamó Shad.
- Comienzan a bajar la montaña pero terminan aquí y la cantidad de cenizas disminuye – dijo Rusl quien había seguido las pocas huellas.
- ¿Qué clase de criatura dejaría huellas así? ¿Un Goron? – preguntó Alexander.
- No lo creo el pie de un Goron es mucho más grande, estas parecen de pies humanos – dijo Shad que seguía investigando aquella huellas.
- Además me parece muy difícil que un Goron sobreviva a estas condiciones de frío – dijo Link, que moría de frío – ¿Será que alguien vino y se llevó el rubí? – preguntó.
- No lo creo Link – dijo Rusl terminando de subir de nuevo la montaña – Las huellas van de bajada, no encontré ninguna que subiera a parte de las nuestras, y menos con estas características –
- Además es físicamente imposible que alguien pudiese cargar con sus manos una piedra del rubí de ese tamaño – dijo el chico libro acomodándose los lentes.
- Es como si lo que fuera hubiese salido del agujero – dijo Alexander – Miren que las huellas salen después de la marca del lugar de impacto – agregó señalando el comienzo de aquel camino.
- Algo de aquí me da un mal presentimiento – dijo Ashei – Algo que cayó del cielo causó todo un caos natural al impactar en Hyrule, temblores y cambios climáticos drásticos, aparte de eso lo que cayó parecía estar compuesto de rubí y parece que era… un ser vivo – analizó la chica.
Todos estaban muy confundidos – Pero si así fuese, cualquier ser vivo que caiga desde esa altura y con esa velocidad hubiese muerto en el impacto, e incluso su cuerpo se hubiese destrozado así estuviese hecho de rubí – agregó el chico de lentes.
- Pero… - continuó Ashei y tragó saliva - … fue capaz de levantarse y bajar la montaña a pie y hace no mucho tiempo, puesto que las cenizas siguen visibles – terminó la frase. Hubo un silencio repentino, el miedo y la confusión invadían al grupo, que se miraban los rostros unos a otros.
- Sea lo que sea, no quisiera toparme con esta criatura – confesó la chica.
- Yo diría que lleváramos el rubí a la reina y le demos la alerta de que puede haber una criatura rondando por la montaña – dijo Rusl.
- Compañero, me parece que esa es la mejor idea, debido a que no tenemos armamento adecuado para enfrentarnos a un monstruo de esas características – dijo Alexander y ambos comenzaron a recoger los rubís. Shad se acercaba al agujero viéndolo fijamente con una cara de preocupación. Link intrigado se le acercó y observó el monstruoso agujero. Todas aquellas ideas tan extrañas sobre esa criatura, le daban escalofríos, ¿o solo seria causa del frío de la montaña?
- Si lo miras bien… - dijo Shad tratando de calentarse pero sin despegar su mirada del agujero – casi parece la figura de una mujer – dijo.
Yay, si leíste hasta acá es porque algo te gustó. Bueno eso es lo que espero. Si te gustó déjame un review acepto criticas o cualquier tipo de comentario.
Un saludo y tal vez nos leamos en el 2do capi?
