Una noche tranquila en la ciudad parisina; sus calles siendo recorridas por sus ciudadanos sin preocupación alguna, más que las que aquejan a toda persona. En lo alto de un edificio cercano a la majestuosa torre Eiffel se encontraba sentada una fémina figura observando tranquilamente las actividades ajenas, apreciando la ignorancia de estas; su presencia pasaba desapercibida, incluso de los dos héroes de la ciudad que podía ver claramente desde su posición, estos ese encontraban en la gran infraestructura.
―sabes, Niira, no me siento cómoda en este lugar, quiero regresar a mi Sicilia- hablo a la nada la fémina, sabiendo que su interlocutor se encontraba dentro de ella.
―"no tienes otra opción. El que a tu padre transfirieran no se podía evitar, además no tenías intenciones de venir a la ciudad del amor algún día ¿Cuál es el problema que sea ahora?"-escucho la voz amable y tranquila de su kwami en su cabeza.
―aah, es cierto, pero quería venir cuando fuera "libre"; si es que lo seré alguna vez- ante esto último bufo en desgano.
No eran de su agrado las circunstancias que la hicieron hacer ese largo viaje, ni los motivos de los mismos. Lo único que podía hacer era resignarse ante lo sucedido, total siempre había sido así desde… ¿Desde siempre? Ya no lo recordaba; mejor no forzaba su mente a recordar, siempre salía perdiendo ante esto. Bueno tenía que ver el lado amable a todo esto, y eso era que podría comenzar de nuevo en el college, hacer nuevo amigos, tendría más lugares para inspirarse (como la vista que tenía enfrente de ella) y el hecho que no se desataría el infierno "tan" seguido en su casa, por los horarios de sus padres. Sí, no era tan malo en cambio al parecer.
―será mejor regresar ya es tarde y mañana comienzo la escuela- con esto dicho se levantó de su lugar para haci emprender camino saltando entre los tejados haciendo alguna que otra acrobacia para hacer el recorrido más interesante antes de que terminara.
Descendió en el balcón de una residencia en la que se podía apreciar que pertenecía a gente de una posición alta económicamente; entro con sigilo para no ser escuchada por la persona que sabía que se encontraba en esa misma habitación, no le extrañaba, siempre hacia lo mismo. Deshizo su transformación dejando ver a un pequeño ser color azul con apariencia de pájaro y con unos grandes ojos color amarillo ocre; a pesar de la escasa luz que había pudo ver como su compañero se dirigía directo al cajón entre abierto de su buro para comer su bien merecida recompensa, una barra de chocolate blanco, esto causo la risa de su protegida. Ella se dirigía al cuarto de su hermana, ya que no podía dormir en su cama por el simple hecho de que su "adorable" hermanita la estaba usando, menos mal que los cuartos estaban unidos solo separados por una cortina de perlas.
No le importo el cambiarse de ropa, lo único que quería era dejarse llevar por los brazos de Morfeo y poder olvidar todo lo ocurrido en ese ajetreado día. No supo cuánto tiempo durmió, pero algo estaba seguro, no fue suficiente; con la pereza aun presente en ella se dignó a levantarse y comenzar su rutina mañanera, que consistía en su aseo personal y la titánica tarea de levantar a su hermana. Solo Dios sabia el esfuerzo que le costaba el levantarla y los mil y un métodos con lo que lo hacía; ahora… ¿Con que la levantaba? ¿Cubos de hielo o agua fría? Se decidió con el hielo, no quería mojar su cama seria más trabajo para ella del que ya tenía para ese día.
― ¡arriba, ya es de mañana y hay mucho que hacer! Vamos, vamos no tengo todo tu tiempo-mientras decía esto retiraba las sabanas con las que se cubría y dejarle caer sin ningún descaro el hielo, consiguiendo un grito, el cuerpo de su hermana en el piso revolcándose por la congelante sensación y como toque final, la sarta de maldiciones hacia su persona. Que gratificante era ser la hermana mayor.
― ¿¡se puede saber porque hielo!?
―no quería mojar mi cama- contesto simplemente.
― ¡pero hielo! ¿¡HIELO!?- si… era grandioso ser la mayor.
―aah, no es para tanto, anda ya arréglate que se nos hace tarde- con esto dicho salió de la habitación con su mochila en mano en la cual se encontraba escondida Niira.
Dirigiéndose a la cocina se encontró con la ama de llaves Felecia, la saludo con una cordial sonrisa que fue recibida con una de igual manera más el agregado de un plato con su desayuno acompañado de un vaso de jugo de manzana. A los pocos minutos de haber comenzado a degustar su comida llego su hermana, siendo recibida de igual manera que ella, una mañana tranquila como siempre. Como todos los días, antes de que sus padres se levantaran, su madrastra más que nada; partieron para sus respectivos institutos, la ventaja de esto era que ambos estaban cerca uno del otro, solo separados por unas cuantas calles; acompaño a su hermana hasta la puerta para asegurarse de que realmente entrara.
―bien, Mikaela, de dejo, recuerda cualquier cosa que suceda espérame. Vendré por ti saliendo de la escuela así que pórtate bien.
―sí, si no te preocupes estaré bien, cuídate y que te valla bien sorella- con esto se dieron un rápido abrazo antes de separarse.
No pudo evitar ponerse nerviosa de camino al instituto Françoise Dupont, era demasiado para ella, nunca se caracterizó por ser alguien sociable, más por el hecho de quien era hija; solo rezaba que le tocara un salón tranquilo, en la que podía pasar desapercibida, incluso que la tomaran como un fantasma eso le ayudaría mucho teniendo en cuenta su secreto. Una vez enfrente del edificio se quedó contemplándolo por alguna razón la atmosfera que irradiaba la descoloco, no estaba acostumbrada a lugares tan… cálidos, eso era, un lugar cálido. Entro para dirigirse con el director y le diera su horario, en el proceso de acordar ciertos asuntos con él toco el timbre para dar comienzo a las clases, tuvo que correr para llegar a lo que sería su nuevo salón, podía escuchar el barullo que había dentro, a los pocos minutos vio que se aproximaba la docente, supuso que era ella.
―hola, tú debes ser la nueva alumna, Akadia Di Simforá ¿Correcto?-pregunto una mujer joven de cabello castaño cobrizo y mirada aqua.
―sí, disculpe le puedo pedir que no diga mi apellido, por favor-hablo con una voz queda.
―está bien, pero no veo problema de que sepan su apellido señorita- con esto dicho solo recibió un rostro desganado como respuesta. No quiso entrar en detalles, por alguna razón lo pidió-será mejor entrar- solo tuvo un sentimiento.
Al entrar el lugar se sumió en silencio, lo atribuyó a su presencia; se sintió cohibida, no le gustaba ser el centro de atención, y esto fue a peor con la mirada de recibía de parte de la rubia que todo su persona decía "soy superior a ti", ante esto solo bajo su mirada. No escucho lo que haya dicho la profesora, solo reacciono cuando le pidió que se presentara.
―mucho gusto, soy Akadia R.D.S y vengo de Italia-dijo con en tono bajo, sus nervios no le daban las fuerzas para elevar más su voz, ""Gesù, ni tengo diez minutos aquí y ya quiero irme. Por favor apiádate de mí, soy buena chica"", ese fue su pensamiento en el mismo instante en el que alzo la mirada para apreciar a sus compañeros.
―podrías repetirlo, más fuerte por favor para que te escuchen- ante el pedido inspiro aire para tomar valor.
―me llamo Akadia, soy de Italia y es un gusto conocerlos- esta vez sí fue escuchada por todos, algunos le sonrieron al escuchar la mención de su procedencia, otros en cambio no pudieron guarde sus pensamientos.
―claro que es un gusto el que me conozcas, siendo la chica más bonita de aquí y de todo París –hablo Chloe jactándose, varios viraron los ojos ante estas palabras.
Esto le demostró que debería mantener cierta distancia para evitar problemas. Se le asigno su asiento al final de las escaleras junto al chico pelirrojo que no hacia acopio de su presencia, concentrado en lo que escribía en su cuaderno; sin preámbulo se dirigió hacia allá, saludando en el camino a la simpática rubia que de manera discreta le daba la bienvenida, una vez que se situó pudo apreciar que el chico no estaba escribiendo, sino dibujando, esto le dio la confianza suficiente para, por una vez en la vida, ser ella misma sin ser juzgada.
Con esto, sabía que su estancia en Paris seria benéfica. Ahora solo quedaba la incógnita de la reacción de los héroes del lugar con su presencia, por lo que investigo y escucho de ellos, tenía grandes expectativas; pero de ¿Qué manera era la correcta de presentarse? Eso más tarde lo averiguaría, por el momento tomaría atención a las clases para adecuarse, le serviría de distracción.
