ELLA
Cap. 1: Alguien para mi cama...
Mi niño interior llora.
Siempre llora. Lo odio. Es tonto y débil. Yo soy fuerte, ya no soy
más ese niño, pero aunque soy fuerte, nunca he podido vencerlo.
Siempre está ahí. Molestandome, siempre diciendome que una vez fui
tonto y débil. Siempre está para torturanme con sus recuerdos.
Hay
días en que está dormido. Me encantan esos días. Esos días puedo
hacer lo que quiera y dormir después. Pero... son muy escasos. Si no
me acosa el, me acosan los ojos de mis padres.
"Venganos...
venganos"
Parecen decirme con cada una de sus miradas.
Yo
no los ignoro, pero me duele tanto pensar en eso, verlos y saber que
nada he hecho por mi venganza. Me hice más fuerte, y de nada sirvió.
El maldito sigue vivo, y por ir en su búsqueda los de Konoha me
atraparon. Ahora me tiene retenido aquí y yo quiero escapar...
necesito escapar.
Este lugar me traé tantos malos recuerdos que no he podido dormir ni una sola vez, y cuando logro traspasarme al mundo de sueños tengo pesadillas... siempre las mismas, siempre tan aterradoras, siempre tan reales.
Ver mi alrededor es lo
peor. Las cosas no cambiar, pero las personas sí. Todos parece
felices, con sus estúpidas sonrisas en sus caras, siempre saludando
con alegría, siempre felicitándose entre sí, siempre tan alegre.
Me dan asco. Me gustaría gritarles algunas vez "¿¡De qué
demonios se ríen!?
A mí nada me da risa. Nada me da tristeza.
En esta etapa de mi vida es poco lo que queda de tristeza o
felicidad... sólo queda el dolor.
Dolor por recordar la
felicidad que tuve algún día... dolor por recordar y ver lo triste
que es mi vida.
Cuando llegas al punto dónde yo me encuentro ya nada queda. Ya nada hay que perder, ya nada hay que ganar. Todo es oscuridad y el concepto de la luz no existe. Cunado llegas a dónde yo he llegado sólo queda caer, o tal vez no se pueda caer más. El día y la noche son igual, son triste y desolados. El frío es un buen amigo, el calor es un compañero; todo da igual.
Voy caminando por la calle y veo cómo algunas personas me miran. Todavía hay murmuraciones. Todos saben que regrese, pero no muchos salen de su asombro. Muchos me consideran un traidor, muy pocos otros me concideran un amigo. Yo no sé que decir de cómo los concidero. Son unos idiotas patético que por lo visto no están suficientemente conformes con su vida, por ello se entrometen en la mía.
He intentado ver el lado bueno de las cosas, aunque no hayas muchas. Por un lado están las estúpidas que me acosaban; todavia andan rondando por ahí, pero son más discretas, son más grande y, si cabe decirlo, más apetecible. Lo mejor de todo es que han mejorado sus métodos de "conquista", cosa que me permite llevármelas rápido a la cama.
Eso, por cierto, me lleva a pensar que
hace casi una semana que no tengo a nadie en mi cama. No, sé lo que
están pensando y la respuesta es no. No estoy estoy haciendo ningún
tipo de renencia, para nada, pero es que a las mujeres no se les
puede dejar que trepen a tu cama más de tres días seguidos, o ellas
hacen sus conclusiones siempre opuestas a lo que en verdad es.
No
he sentido un gran apetito en los últimos días. No sé por qué.
Supongo que me canso de las chicas de Konoha. Son muy rutinarias, por
si no lo sabían. Hay algunas que se ven más interesantes, no lo voy
a negar, pero siempre son las que están "prohibidas", o
las que yo mismo me prohibo por obsesivas. Está Sakura; dirán,
seguramente, que se hace difícil que quiera Sakura en mi cama...
bueno, no. He de aceptar que Sakura no está nada mal, más ahora que
ya no es tan tonta como antes, pero es la novia de Naruto, y Naruto
es la única personas que se puede acercar a ser un amigo, además,
la muy tonta sólo tiene ojos para él, cosa que en verdad no me
disgusta. Están hechos el uno para el otro: tontos y felices los
dos.
Está Ino. Pero ya estuvo en mi cama y, aunque es muy buena en el asunto, no la volveré a tener allí. De las mujeres, consideraría a Ino y Sakura de las más obsesivas, y sé que si llevo a Ino otra vez a mi cama será mi perdición, así que prefiero descartar la idea.
También esta esa chica, eh, Tenten, creo que se llamaba. Es linda. Despierta un instinto lujurioso en mí, pero no. Primero está Lee, que parece es su novio, y segundo, a decir verdad, la chica no parece muy buena en la cama. Me atrevería a decir que es virgen, o que sólo ha estado con Lee en su vida.
No me gustan las vírgenes.
Están, en realidad, sobre valoradas. Son tontas, además, y sin experiencia. Siempre tan frágiles, con tanta vergüenza. Siempre con su "no me mires", siempre tapándose. Además creen que si su primera vez es contigo ya tiene algún derecho. No. Prefiero no liarme. Nunca he estado con una, y a decir verdad tampoco lo deseo.
Hoy legue a uno de los lugares más lejanos y solitarios de Konoha. Me siento más melancólico de lo común, cada vez que estoy así tengo pesadillas toda la noche mientras duermo, y si no duermo, me atormentan los recuerdos. Por eso voy a buscar un buen bar dónde emborracharme hasta casi perder el sentido, y luego voy a buscar alguna puta con que liarme. Sé que si lo hago así, después de dos o tres secciones se sexo, quedaré tan cansado que apenas podré respirar. Como consecuencia dormiré tranquilo y sin pensar en nada.
Visualizó el lugar perfecto para mí. Es un bar viejo y poco visitado, por lo visto, que ilumina la calle oscura. Bien. Ese lugar es perfecto. Al entras está todo como lo pensar: pocas personas, un lugar deprimido, una camarera voluntariosa (Eso. Perfecto) y una mesa al final del lugar.
Me siento y en seguida viene la camarera a atenderme. Me regala una gran sonrisa, enseñando sus tientes blancos y sus labios delgados y rojos. Analizo su cuerpo. Es muy delgada, cosa que en realidad no me gusta mucho, y tiene los pechos grande, cubierto apenas por una blusa. El escote dejaba muy, pero muy poco a la imaginación. Llevaba una mini falda entra, unas medias largar negras también que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y una blusa negra. Al parecer era el uniforme del restaurante.
-¿Qué desea, señor? -me pregunto sonriente.
-Mmm... dame un Whisky, el mejor que tanga. No, mejor la una botella.
-Muy bien. ¿Algo más, señor? Puedo ayudarle en todo lo que desee -Hubo tanto énfasis en la palabra "todo" que hasta el más idiota de los idiotas captarían la indirecta de sus palabras.
-Puede. Después te lo diré -contesté.
-Bien.
Me sonrió otra vez provocativa he hizo una reverencia. Por un momento pensé que se le iban a salir los pechos de la blusa, pero no fue así. La camarera se alejó moviendo las caderas provocativamente. La verdad es que, en otras circunstancias, ella me había dado asco. Pero no soy exigente a la hora de una buena sección de sexo. No me importa quién sea, sólo lo que me pueda dar. Bueno, qué puedo decir, la vida es así.
Mientras bebo mi whiske en un intento
por emborracharme, cosa que sé va a ser difícil porque estoy muy
acostumbrado a beber, veo que alguien llega. Me pregunto quién será.
Entró a la cocina del bar, así que supuse que era una empleada más,
o la esposa de algún empleado. Unos minutos después salió del
mismo lugar al camarera, pero estaba vestidas con sus ropas normales,
o al menos eso creo, aunque no son menos vulgares que su uniforme.
Se acerco a mí y dejo, con poco disimulo un papel en mi mesa,
luego se fue moviendo las caderas. Veo el papel y, tal y como supuse,
es su nombre y su dirección, además de "te espero"
escrito y firmado con un beso. Casi dejo escapar un risa de burla.
Cuando levanté la mirada puede verla. Fue un cambio de
turno, por lo visto. La chica que había entrado ahora llevaba el
uniforme y una libreta retenida entre las manos y fuertemente
agarrada contra su pecho. No estaba mal. A decir verdad, no pude
evitar impresionarme. No se podía decir que era atractiva, o bella.
Deslumbrante.
Esa sería una palabra que se la acercarse más.
Llevaba el pelo tomado en una coleta baja y le llegaba casi a la cintura; era azul, un azul oscuro, casi negro, muy liso y sedoso, resplandeciente. Su piel era blanca, muy blanca y a la vista parecía suave, deseable. Sus mejillas estaban sonrojadas. Sus orejas rojas, y no sé por qué pero sentí un gran deseo de pesar mi lengua por allí, algo en mí me decía que era ella muy sensible en esa parte. Su boca era carnosa, rosada, delineadamente perfecta... deseable. Y sus ojos... eran blancos, llenos de vida; brillaban mucho, cono si tuviera alguna bombilla que los hiciera resplandecer, eran grande. Nunca había visto un ángel pero, lo sé, sus rasgos no podría ser tan magníficos, pero tal vez lo que más se le asomara.
Y su cuerpo... si tu cara era de ángel, su cuerpo era todo lo contrario. Estaba hecho para el pecado. Con curvas delineadas y bien dotados. No era muy alta, pero tampoco baja. Sus piernas eran largas, en lo que había de su tamaño, y deseo verse envuelto en ellas. Su cadera ancha, pero su cintura estrecha. Sus pechos eran grandes, firmes y apetitosos, aunque estaban todos por la blusa.
A diferencia de la otra camarera, esta iba bien cubierta, y apenas dejaba ver el trozo de piel que había entre las medias y la falda.
Salí de mis pensamientos cuando vi un hombre entrar. Luego de un minuto otro. Luego otro más. Ella, muy eficiente, empiezo a tomar ordenes, sin ninguna intención de coqueteo.
No puedo evitar mirarla mientras servía aquí y allá. El bar no estaba a tope, pero sí mucho más lleno que cuando llego. Todos estaban allí por ella. Les servía rápido y eficientemente, ignoraba los comentarios subidos de tono, aunque se sonrojaba visiblemente.
Lo
mejor era verla cuando se volteaba. Tenía un culo perfecto. Más
grande que pequeño, redondeado, respingon. A la medida perfecta de
mi mano. Aunque, el parecer, todos los que allí estaban pensaban lo
mismo. Eso, no voy a negar, me enojo mucho. La ira me invadió de
pronto.
No es que sea celoso, no, es sólo que no me gusta que
toquen y/o mire mis cosas. Y me gusta mucho menos cuando no saben que
es mío.
Bueno, ya había encontrado lo que había venido a buscar.
Sería ella. Ella dormiría conmigo hoy. Ella calentaría mi cama.
Continuara...
