Nota: Esta serie de drabbles nació como reto para que mi bff se ponga a escribir. También tienen prompts tomados de un post de tumblr; no los tomé al pie de la letra, solo lo suficiente como para me me inspirasen. Por último, los drabbles y viñetas, aunque bastante inconexos, siguen la línea de mi trope favorito (y placer culpable): "Relationship Upgrade".
Beta: (sin betear, lo editaré cuando lo esté)


Prompts 42, 40, 23 "Do you know any jokes?", "I like your new place." "You have a picture of me? On your fridge?"

—¿Conoces algún buen chiste, Caesarino?

—Te conozco a ti —le respondió antes de beber un sorbo de cerveza a pesar de ya tener bastante alcohol en su sangre.

—Muy gracioso —dijo ofendido.

Caesar había llevado una pequeña reunión en su nuevo piso, y entre los invitados habían estado Suzie, Mark, Smokey y, por supuesto, Joseph. La verdad era que no había querido hacer algo más grande para no empezar la relación con sus nuevos vecinos con el pie izquierdo, pero su mejor amigo había demandado que, por lo menos, los invitara a tomar cerveza. El resto ya se había marchado a casa y, como siempre, Jojo se había quedado un rato más.

Ahora Caesar se encontraba en su sillón, cigarrillo en mano; mientras Joseph estaba sentado sobre el piso, a su lado.

—Me gusta lo que has hecho con el lugar, Caesar.

—Todavía me falta terminar de amoblarlo-

No shit —rió Joseph, interrumpiéndolo. Su amigo le dio una patada.

—… Pero por lo menos ya es habitable.

—Yo debería mudarme solo también.

—¿Oh? ¿Tu abuela o tu madre te han dicho algo? —curioseó.

—Nah. Pero me gustaría tener mi propio espacio, ¿sabes?

—Te gustaría poder pasearte en ropa interior sin que nadie te diga nada, ¿no? —Tradujo.

—Oh, Caesarino, me conoces tan bien —Y se levantó, riendo—. ¿Dónde estaba el baño?

—Es la puerta que no conduce ni a la cocina ni al dormitorio —Señaló con el dedo.

—Hoy estás particularmente sarcástico.

Caesar simplemente se encogió de hombros y vio a su amigo cruzar la habitación. No obstante, Joseph se detuvo ante el marco que conectaba a la cocina y pareció notar algo. El italiano se preguntó si el otro ya estaba lo suficientemente borracho como para ver cosas.

—¿Tienes una foto de mí en tu refrigerador? —Entró en la cocina. Caesar casi se atragantó con la cerveza y sintió cómo se le subían los colores—. ¡Oh! ¡Esto es de cuando ganamos el torneo de hamon! ¿Por qué tapaste tu lado de la foto con imanes?

—No sé, Jojo, simplemente puse la foto para decorar el refrigerador con algo —improvisó—. Ni me había fijado en que mi lado estaba tapado.

—Vaya que eres despistado, Caesarino.

Y así sin más, dejó el tema de lado para ir por fin al baño. El italiano suspiró aliviado. Menos mal que Joseph era tan despistado.

Prompts 36, 4, 55: "I knew I'd find you here." "I don't know if you noticed… but we're in a party" "We can leave, you know?"

Después de haber dado un par de vueltas por la casa de Mark, el anfitrión de la fiesta a la que habían ido con Joseph, y comportarse como un total caballero con algunas damas, Caesar no pudo evitar preguntarse qué estaría haciendo su mejor amigo. Lo halló en el mismo lugar donde lo había dejado una media hora antes: apoyado contra la pared, cruzado de brazos y con cara de berrinche.

—¿Sigues aquí? —le preguntó pasándole una cerveza.

—Seh, Smokey tiene exámenes pronto y se fue temprano —respondió de mala gana—. ¿Encontraste a Mark? ¿Cuántos corazones rompiste en el camino?

—Sí, lo encontré. Y no, no muchos —se le acercó y se apoyó contra la pared también—. ¿Por qué te quedaste aquí? Podrías intentar entablar una conversación con alguien, ¿no crees?

—¿Contigo como competencia? Sería una batalla perdida.

Caesar no dijo nada. Pero sí le llamó la atención que, a pesar de ser alguien tan observador como lo era Joseph, éste no había notado que varias damas lo habían mirado con intenciones que bastante se alejaban de querer iniciar una amistad. Más de un caballero también.

—Si vas a estar con cara de pocos amigos toda la noche, ¿por qué no nos vamos a mi departamento a ver una película o algo?

—¿Oh? —Joseph levantó las cejas—. Pensé que habías venido particularmente de caza, Caesarino.

—Tómalo o déjalo, Joestar.

—Está bien, pero yo elijo la película. Si tengo que volver a soportar otro bodrio como El diablo viste a la moda, juro que me pondré a hacer algo productivo.

Riendo, Caesar lo rodeó con un brazo sobre los hombros y lo acompañó hacia la salida.

Prompts 39, 9, 11, 22, 62 "All I needed was my friend." "Why didn't you call me?" "I loved you." "I think we should stop seeing each other." "I don't want to see you anymore."

—¡Por fin contestas el teléfono! —protestó Joseph casi gritando—. ¿¡Cuántas veces tuve que llamarte para que me atendieras!?

—Sesenta y cinco —contestó con voz neutral. Puso el celular en altavoz y palpó sus bolsillos en busca de su encendedor.

—¿Y se puede saber por qué no me has estado contestando? ¡Ni siquiera respondes mis mensajes!

—Jojo… —quiso detenerlo antes de que continuara. Pero, lamentablemente para él, Joseph Joestar era una fuerza de la naturaleza.

—¡Me vas a decir por qué no viniste al campeonato de hoy! ¡Me hiciste falta, Caesar! ¿¡Dónde estabas!? —Empezó a elevar la voz aún más—. ¡Y no sólo hoy! ¡Últimamente no apareces por ningún lado! ¿¡Qué mierda te está pasando!?

Bueno, si Joseph demandaba una respuesta, ¿por qué no contestarle con honestidad?

—Me gustas, Jojo, y no es algo reciente —dijo con simpleza. Pudo oír cómo el susodicho se tragaba las palabras que había estado a punto de gritarle—. Como tu mejor amigo, pensé que era algo que podía superar; pero ya no hay vuelta atrás. No creo que debamos seguir viéndonos. Lo siento mucho.

Presionó el botón rojo de su celular y la conversación murió ahí.

Prompt 34: "I'm not lying."

Unas horas más tarde, alguien tocaba el timbre del departamento de Caesar como si el destino del mundo dependiera de ello. Era obvio que solo había una persona capaz de hacer eso. Haciendo caso omiso a la desesperación del sonido y con lentitud, se dirigió a la entrada. Puso la mano sobre el picaporte, respiró hondo y se preparó mentalmente para enfrentar a Joseph. Finalmente juntó suficiente valor y abrió la puerta.

Del otro lado del marco, su (¿ex?) mejor amigo lo miraba como nunca lo había hecho antes. Obviamente habían tenido peleas y discusiones; pero ellas solían involucrar a un Jojo muy gritón. Esta vez, no obstante, parecía ser que su rabia había cruzado un límite que había transformado su manera de enojarse. Ahora estaba callado, el único sonido que emitía era el de una respiración agitada. A lo largo de toda su vida, Joseph Joestar había sido calor, la viva imagen del fuego; pero lo que Caesar tenía ante sus ojos era gélido.

Sin decir absolutamente nada, Joseph lo hizo a un lado y entró. Tomó una silla y se sentó a la mesa. Se cruzó de brazos y miró silenciosa y fijamente a Caesar. Éste, todavía inmóvil al lado de la puerta abierta, por primera vez en su vida se sintió incómodo en presencia del otro joven.

—¿Puedo ayudarte con algo? —se animó a preguntar.

—Sí, de hecho sí puedes. Puedes empezar por el principio. Primero: Lo que me dijiste, ¿es verdad?

—¿De verdad crees que mentiría al respecto? —respondió, cerrando la puerta.

Joseph asintió, concediéndole la razón a Caesar.

—Bien. En segundo lugar, estás actuando como un estúpido. Lo cual es gracioso, porque por lo general ése es mi rol, mientras que el tuyo es ser la voz de la razón.

—Oh, lo siento —Caminó hasta pararse detrás de la silla opuesta a Jojo, apoyando las manos sobre el respaldo—, ¿tener sentimientos por alguien es ahora una estupidez? No estaba enterado.

—No, la estupidez es la cobardía con la que te estás comportando —Lo señaló acusándolo con el índice—. ¿Te parece que desaparecer de un día a otro es la forma madura de abordar las cosas?

—Está bien, Jojo, tienes razón, ¿de acuerdo? —Dio un suspiro largo—. Pero eso no cambia el hecho de que las cosas entre nosotros han cambiado.

—En eso tienes razón, Caesarino —dijo, apoyando los antebrazos sobre la mesa y entrelazando los dedos—. ¿Sabes? Lo que me dijiste me hizo poner las cosas en perspectiva. Y, oh, vaya que más de una cosa ha cambiado. Para empezar, me pregunté si yo habría podido hacer algo para que las cosas no se dieran así. Luego pensé que eso era una ridiculez porque siempre, desde pequeños, la pasamos bien estando juntos, y eso es algo que no cambiaría jamás. Entonces... —Hizo una pausa dramática— me di cuenta de que no, no te quiero fuera de mi vida, muy por el contrario; lo que me llevó a tener una gran epifanía: tú también me gustas.

Caesar se encontró sin palabras. Joseph lo miraba expectante. Como vio que su mejor amigo no reaccionaría, Jojo se levantó y se le acercó.

—Así que, antes de besarte…

Caesar tendría que haber visto venir el puñetazo.

Prompts 2, 6, 59: "Get out.", "DON'T LOOK!", "Why didn't you ask me instead?"

—Joseph, estás ahí hace media hora —lo llamó Caesar golpeando la puerta del baño—. ¿Podrías ir terminando? Yo también me quiero bañar.

—Se llaman "baños de inmersión" por algo, Caesarino —Se oyó la voz de Jojo del otro lado de la puerta—. Y en este momento estoy muy inmerso en mi relajación. Vuelve más tarde.

—Si ibas a quedarte en la bañera tanto tiempo, podrías haber sido un poco más considerado y haberme preguntado si yo no quería ducharme primero —El italiano se pasó las manos por la cara, frustrado.

—¡Desconsideración es interrumpir el relax ajeno!

El entrenamiento había sido largo y agotador, y Caesar solo quería asearse y echarse a leer aunque fuera un rato antes de la cena. Esa noche le tocaba cocinar a Joseph, pero si las cosas seguían así, eso no ocurriría sino hasta dentro de unas horas, hasta que el inglés saliera del agua hecho una pasa de uva. Por lo tanto, Caesar tenía que tomar medidas drásticas o el otro se saldría con la suya. A veces (por no decir la mayoría del tiempo) Joseph podía ser realmente testarudo. Y caprichoso como un niño pequeño.

—Tú te lo buscaste —dijo abriendo la puerta.

—¡Caesar, no! ¡Estoy indecente! —protestó Joseph cubriéndose vanamente el pecho y la entrepierna, a pesar de que la primera parte no necesitaba taparla y la segunda se hallaba bajo el agua y varios centímetros de burbujas.

Caesar hizo oídos sordos. Entró al baño, se quitó la ropa, la tiró por ahí y, a pesar de las infinitas objeciones de su pareja, empezó a meterse en la bañera. No fue fácil, puesto que el otro mastodonte medía casi dos metros y pesaba poco más de noventa y siete kilos y, por lo tanto, no había mucho lugar de sobra. Pero cuando Caesar se proponía ser tan cabeza dura como el otro, lo lograba. Así que, de una manera u otra, consiguió sentarse en la bañera frente a Jojo. Estuvieron mirándose con cara de pocos amigos unos segundos hasta que Joseph rompió el silencio.

—Podrías haberte limpiado antes de meterte, ¡ahora el agua está toda sucia con tu transpiración!

—Pues me encantaría que me dijeras dónde, ya que éste es el único baño de nuestro departamento —Caesar no iba a ceder.

Joseph cruzó los brazos enojado, con un "¡hm!". Preferiría estar muerto antes que darle la razón al italiano. Y frecuentemente se encontraba optando por esa primera opción.

En otra situación de índole más sexual, Caesar hubiera apreciado el cuerpo de Jojo todo mojado y con burbujas pegándosele a los brazos y hasta cierta altura del pecho. Las gotas agua cayendo por su cuello. Mas no. Hoy no.

—¿Sabes? Siempre pensé que esto sería más sensual —comentó Joseph mirando al techo, pensativo.

—Pero es realmente incómodo, ¿no? —Y aprovechó para molestarlo con su pie. El inglés gruñó, molesto. Caesar supo que la victoria estaba cerca.

—¡Está bien! ¡Tú ganas! —protestó mientras se levantaba—. ¡Espero que estés contento!

—Lo estoy —Le sonrió y se acomodó en la bañera, triunfante.

Prompts 27, 50, 14: "Breathe, okay? Just breathe.", "Sorry I woke you up.", "I'll take the couch."

—Tranquilo, tranquilo —dijo Joseph mientras le acariciaba el hombro y le acercaba una taza de té. Caesar la cogió entre sus manos, dio suspiró y dio un sorbo. Entonces dejó la taza sobre la mesa ratona que tenía en frente; honestamente, no tenía ganas de tomar nada.

—Gracias, Jojo. Perdón por despertarte —se disculpó.

—No pasa nada, no te preocupes —Le sonrió.

Joseph Joestar solía ser la fuente de un sinnúmero de dolores de cabeza para Caesar; pero, si había algo que realmente sabía apreciar, era el hecho de que no encontraba su fobia a los insectos como un motivo de burla. Al contrario, era comprensivo y corría a reconfortarlo no bien tenía un episodio.

Esa noche en particular, una araña había tenido la brillante idea de dar un paseo sobre el brazo de Caesar mientras dormía, quien se despertó a los pocos segundos de sentir las ocho patitas sobre su piel. Dando un grito ensordecedor (y, según él, poco masculino; pero Jojo no había hecho ni mención al respecto), despertó al hombre que tenía al lado. Cuando Joseph entendió a qué venía tanto jaleo y vio que Caesar salía disparado de la habitación, dio caza al insecto hasta encontrarlo y matarlo. Se aseguró que su pareja viera cómo tiraba a la basura el cadáver de la araña, el cual estaba envuelto en una mortaja de papel higiénico.

—¿Cómo te encuentras? —Quiso saber Joseph cuando vio que el otro volvía a respirar con normalidad.

—Mejor.

—¿Volvemos a la cama? —preguntó con voz suave—. Son las cuatro de la mañana, después de todo.

—A decir verdad… Prefiero dormir en el sillón, Jojo. Yo me quedo aquí.

Por un momento le pareció que Joseph iba a protestar, pero se lo pensó mejor a último momento. Optó por pararse, ir hasta la habitación y volver con un par de mantas y almohadas en brazos.

—A un lado, Caesarino. Y procura no destaparme, ¿está bien?

Prompts 19, 45 "What are you doing?" "Hiding.", "Do I even wanna know?!"

—Joseph.

—¡Shh!

—Joseph…

—¡Shhhhhh!

—Joseph, ¿se puede saber qué estás haciendo?

—Escondiéndome —respondió con un susurro.

—Sí, eso está clarísimo —Caesar empezaba a impacientarse—. Pero no puedo evitar preguntarme por qué estás escondiéndote tras el sillón.

—¿Alguna vez has visto a mi madre enojada?

—Lamentablemente.

—Pues entonces imagínatela hecha una furia.

Caesar no quería imaginársela hecha una furia.

—¿Puedo preguntar qué hiciste esta vez? —Entonces reconsideró—. No, espera, ¿no quiero saberlo, verdad?

—Mejor... no.

De pronto, alguien tocó el timbre y Joseph casi chilló.

—Caesar, si de verdad me amas, vas a mentirle a mi madre y decirle que no estoy aquí. Si me encuentra de todas formas, te dejo todas mis posesiones terrenales.


¡Gracias por leer!