Bienvenidos a todos a ... tatachán... redoble de tambores... "La segunda guerra: El retorno del señor oscuro"... No, ahora en serio... hace tiempo que estamos trabajando en este fic, mucho tiempo la verdad, y esperamos q disfrutéis leyéndolo, tanto o más como nosotras escribiéndolo.
N/A: basado en el sexto libro; a ver en cuántas cosas acertamos...
1
Suplicio en Privet Drive
"Dos personas se batían en duelo alrededor de un arco de piedra. Un haz de luz roja salía de una de las varitas para dar de lleno en el pecho del contrincante. Sirius Black, que hasta el momento había estado riendo, abrió exageradamente los ojos, sorprendido, mientras su cuerpo caía a través del velo que colgaba del arco.
La escena cambió. Cinco figuras doradas se interponían entre Bellatrix Lestrange y él. Los diferentes hechizos golpeaban las estatuas, haciendo que saltaran pedazos de dorado metal.
-¡Sal, pequeño Harry, sal! –gritaba una mujer de párpados caídos-. ¿Para qué me buscabas, si no¡Creía que habías venido para vengar a mi querido primo!
-¡Así es! –contestó Harry con un grito atronador.
-¡Aaaah¿Lo querías mucho, pequeño Potter? –la rabia y el odio corrían por la sangre de aquel muchacho de quince años.
-¡Crucio! –bramó Harry en dirección a aquella mujer.
-Nunca habías empleado una maldición imperdonable¿verdad, chico? –gritó Bellatrix-. ¡Tienes que sentirlas, Potter! Tienes que desear de verdad causar dolor, disfrutar con ello. La rabia sin más no me hará mucho daño. Voy a enseñarte cómo se hace¿de acuerdo? Voy a darte una lección...
La escena volvió a cambiar. Ahora una figura oscura se enfrentaba a Albus Dumbledore. De inmediato, sintió un dolor terrible, un dolor causado por el fuego del mismísimo infierno, y comprendió que Lord Voldemort lo había poseído.
Caía. Caía en un abismo negro y profundo...".
Harry Potter se incorporó sudoroso en la cama de su habitación en Privet Drive. Apartó las sabanas de golpe para así poder sentarse en el borde de la cama y ahuyentar de su mente el dolor que le producía revivir aquellas imágenes. Harry sabía perfectamente que no se trataba de una pesadilla común y corriente, sino del recuerdo de su último encuentro con su peor enemigo, Lord Voldemort. Apoyó la cabeza entre las manos con la intención de borrar ese horrible sueño, aunque se tratara de algo imposible, pues la pesadilla se repetía una y otra vez, noche tras noche, desde hacía semanas.
Dirigió la mirada hacia el reloj de la mesilla de noche. Eran las cuatro de la madrugada. Se recostó en la cama, aun sabiendo que le sería imposible volver a conciliar el sueño. De modo que esa fue otra noche de insomnio, rumiando su rabia hacia Bellatrix Lestrange, la culpable de la muerte de Sirius, su padrino, cuando al fin su inocencia podía haber quedado demostrada. Voldemort le había arrebatado a sus padres en el pasado y más recientemente su más fiel seguidora había acabado con lo más parecido que había tenido a un padre.
Sumido en sus pensamientos, perdió la noción del tiempo, sin darse cuenta de que ya había amanecido. Unos leves picotazos en la ventana le devolvieron a la realidad. Hedwig ululó débilmente en señal de compañerismo a la recién llegada lechuza. Harry, intrigado, abrió la ventana y reconoció de inmediato el emblema de Hogwarts en el sobre que le entregaba la lechuza. Se preguntó qué sería cuando, de repente, recordó los TIMOS, que había olvidado completamente debido a los últimos acontecimientos.
Se apresuró a abrirla esperando lo que serían unas notas desastrosas. Al momento quedó sorprendido, puesto que no eran tan malas. Leyó el encabezamiento:
Resultados del Título Indispensable de Magia Ordinaria
Estimado Señor Potter,
Nos complace informarle de que los resultados de sus TIMOS son ya oficiales. Aquí tiene la lista de los TIMOS obtenidos:
Encantamientos: Supera las expectativas
Defensa Contra las Artes Oscuras: Extraordinario
Transformaciones: Supera las expectativas
Astronomía: Aceptable
Cuidado de Criaturas Mágicas: Supera las expectativas
Herbología: Aceptable
Pociones: Supera las expectativasAdivinación: Insuficiente
Historia de la magia: InsuficienteTambién le informamos de que le remitiremos la lista del material necesario para cursar sexto grado en agosto.
Atentamente,
Minerva McGonagall
Directora adjunta.
Harry sonrió para sus adentros al leer que había conseguido un Extraordinario en Defensa Contra las Artes Oscuras, algo que ya esperaba, al igual que los insuficientes en Adivinación e Historia de la Magia. Sin embargo, le sorprendió el Supera las expectativas en Pociones. Lo único que conseguía en esa asignatura eran ceros, cuya razón se debía a la manía que le profesaba Snape, su antipático profesor de Pociones.
¿Qué habría obtenido Ron en sus TIMOS? Se imagino la reacción de Hermione al ver todos sus Extraordinarios, y como se escandalizaría al saber que Harry había sacado dos Insuficientes. Sintió añoranza al pensar en sus amigos, preguntándose si los vería pronto.
Bajó a desayunar y entró en la cocina, evitando las miradas de odio de los Dursley. Durante las dos semanas que habían transcurrido desde su vuelta a Little Whinging, parecía que el odio que sentían sus tíos hacia él había aumentado considerablemente. Podía ser por el hecho de que los dementores habían atacado a Dudley el verano pasado, o porque Harry había huido de casa una noche en la que ellos asistían a un inexistente concurso de jardines.
-¿Qué quería esa lechuza? –preguntó con brusquedad tío Vernon. Odiaba que rondasen lechuzas alrededor de su casa-. La he visto por la ventana. Responde.
-Si tanto te interesa, te diré que ha venido ha entregarme los TIMOS- respondió Harry sin entusiasmo.
-¿Los TIMOS? –tío Vernon contrajo el ceño en una mueca de incomprensión.
-Un título mágico de estudios; las notas de cada asignatura.
Tío Vernon no le preguntó por los resultados, algo que Harry ya suponía. Desayunó rápidamente y tras terminar las tareas que le ordenó su tía, como plantar unas enormes rosas blancas en flor o limpiar la despensa, salió a la calle en busca de un poco de tranquilidad.
Las cosas no habían cambiado en absoluto en Privet Drive desde que Harry había abandonado la casa de los Dursley el verano pasado. Tal vez, la indiferencia con la que sus tíos lo trataban hubiese aumentado, y la razón quizá se hallase en las advertencias de Ojoloco Moody antes de abandonar la estación de trenes. Harry se alegró de no tener que lidiar a menudo con su tío, y de vez en cuando disfrutaba de los problemas que acosaban a su primo Dudley. Al parecer, tía Petunia había desistido en su empeño porque su querido hijo bajara de peso, y tío Vernon se sentía muy orgulloso de Dudley, que había obtenido varios títulos de boxeo durante el transcurso del año escolar. Lo que realmente no había cambiado, ni lo haría nunca, era el comportamiento de los tíos de Harry respecto a su único hijo. Dudley continuaba fumando a escondidas en las esquinas cuando anochecía, acompañado por su inseparable pandilla, con quien además, también se entretenía destrozando los parques del barrio de al lado. Harry sabía que a pesar de los pesares, su primo no era tan estúpido: aún no había cometido la imprudencia de delinquir en los alrededores de su propia casa. Sin embargo, aunque así lo hiciera, Harry dudaba que su tía no creyera en otra cosa que en la palabra de su "Peoncita".
Pocos días después de la llegada de Harry a Privet Drive, una vecina había asegurado ver a Dudley arrojando piedras al coche de un convecino, junto con otros chicos, cuyas familias ya estaban sobre aviso. Pero intentar abrirle los ojos a tío Vernon y tía Petunia era poco menos que imposible. Tía Petunia, obstinada, defendía a su hijo, argumentando que aquella tarde había ido a casa de su amigo Piers a tomar el té, algo totalmente incierto por otro lado. Así que todo había sido en vano: Dudley continuaba abusando de los niños más pequeños y los columpios de los parques de Little Whinging habían quedado inservibles.
Por suerte, Harry había permanecido a un lado de todos aquellos problemas y Dudley no se atrevía a molestarlo, ya que sabía que podía sufrir las consecuencias. Además, tenía ordenes estrictas por parte de tío Vernon de ignorar por completo a Harry.
Cuando regresó de noche a su habitación, encontró allí a Pigwidgeon, la diminuta lechuza de su mejor amigo, Ron Weasley.
Harry tardo unos minutos en atraparla, ya que Pig gorjeaba con orgullo revoloteando por la habitación. Cuando logró aprisionar a la lechuza entre sus manos, se apresuro a abrir la carta:
Harry:
Espero que tus vacaciones no estén resultando una tortura. Por cierto¡adivina quien está pasando unos días en mi casa¡LUNA LOVEGOOD! Increíble¿verdad? Resulta que Luna vive cerca de aquí, y ahora que Ginny y ella son tan amigas, está pasando unos días en mi casa, porque su padre ha ido a Suecia de expedición en busca de algún snorkack de cuernos arrugados. A propósito¿has recibido los TIMOS? Yo he conseguido seis, incluido el Extraordinario en Defensa Contra las Artes Oscuras (tuvimos un gran profesor, y no me refiero a la bruja de Umbridge). ¿Sabes algo acerca de Hermione? No he tenido noticias suyas desde hace tiempo. Espero que puedas venir pronto a la Madriguera, hablaremos con Dumbledore.
Recuerdos de toda la familia,
Ron
Harry no pudo reprimir una sonrisa al saber que Luna estaba en casa de Ron. Se aproximó al escritorio en busca de pergamino, tinta y una pluma. Miró distraídamente por la ventana mientras pensaba en lo que le contestaría a Ron.
Ron:
¡No sabes las ganas que tengo de ir a la Madriguera y perder de vista a estos muggles! Yo tampoco he tenido noticias recientes de Hermione. Ya hablaremos sobre los TIMOS; yo he sacado siete.
Tengo unas ganas tremendas de volver a Hogwarts.
Escríbeme en cuanto sepas algo de Hermione.
Hasta pronto,
Harry
Harry enrolló el pergamino y ató la carta a la patita de Pig. La lechuza salió volando por la ventana, se tambaleó un poco en el aire y se perdió en el horizonte. Sin fuerzas suficientes para comenzar con la tarea de Transformaciones que aún no había hecho, Harry se acostó, con el presentimiento de que pronto dejaría aquella horrible casa.
Al día siguiente, el ajetreo de la casa hizo despertar a Harry. Cuando bajó a desayunar, los Dursley, como de costumbre, estaban frente al televisor, viendo las noticias. A Harry la escena le recordó a aquella ocasión en la que la noticia de la huida de Sirius había aparecido en televisión. Se sentó junto a ellos y tras servirse el desayuno, prestó atención a un extraño suceso que en esos momentos estaba siendo retransmitido por un reportero:
-"...raros incidentes han sido detectados cerca de Liverpool. Tres personas han sido halladas con síntomas extraños; los afectados se encuentran en estado de shock y su temperatura corporal ha descendido notablemente. Se cree que podemos estar ante una enfermedad desconocida..."
-¡Oh, no! –susurró Harry-. Dementores.
-¿¡Dementores!? –preguntó sorprendida tía Petunia-. ¿Dices que a esa gente la han atacado los dementores?
Dudley ahogó un gemido. Harry escrutó la mirada de su primo, como si de repente se hubiese dado cuenta de que realmente los dementores habían atacado a Dudley el verano pasado.
-¿Qué viste? –quiso saber Harry. Los dementores hacían revivir los peores recuerdos de su víctima y Harry se preguntaba cuales podían ser los de Dudley, que había llevado una vida entre algodones.
-Qué vi... ¿cuándo? –preguntó su primo, confundido.
-¿Qué viste cuando te atacaron los dementores?
-¡Chico, no...! –comenzó tío Vernon.
-Pues... yo... sentí mucho frío... –balbuceó Dudley-, y recordé…yo…recordé cuando…
-¿Sí? –le instó Harry.
-Aquella vez en la que... en la que… ¡A ti qué te importa!–acabó Dudley con un deje de histerismo en la voz.
Harry miró muy serio a su primo. ¿Tal vez estaría recordando algún encuentro con magos? Les tenía tanto miedo infundado que hasta el apacible señor Weasley le parecía peligroso. La idea de que Arthur Weasley, que adoraba todo lo relacionado con muggles, pudiera hacer daño a un muchacho que le inspiraba lástima era tan absurda que a Harry se le curvaron las comisuras de los labios en un amago de sonrisa.
-¿Qué te hace tanta gracia, muchacho? –bramó tío Vernon con rabia.
Harry no sabía si responder o no, por miedo a perder su vida en el intento, pero las miradas acusadoras de sus tíos disiparon todas sus dudas.
-Bueno, es que... –contestó finalmente. Y sin saber qué más decir se encogió de hombros mientras la sonrisa sarcástica que dibujaban sus labios se acentuaba levemente.
Tío Vernon no pudo aguantar más, la vena de la sien ya empezaba a hinchársele.
-¿¡Cómo te atreves a...¿¡Es que acaso crees que tú tienes un recuerdo peor¡Más vale que...!
-Claro que no –siseó Harry en voz muy baja interrumpiendo a su tío y sin importarle si éste le oía o no-. Mi vida aquí, con vosotros, ha sido un camino de rosas… ¿Cómo iba a tener un recuerdo peor que "Peoncita"?
Sus palabras fueron seguidas por un incomodo silencio. Su tío le miraba mientras la vena de su sien palpitaba peligrosamente y Dudley parecía querer protestar, aunque se mantuvo en silencio. Harry salió del comedor como una exhalación y subió rápidamente las escaleras hacia su dormitorio. Cerró la puerta bruscamente y dio una patada a la papelera, completamente furioso, con lo que se volcó. Estaba más que harto de los Dursley, no los soportaba. Aquella noche le costó terriblemente conciliar el sueño a causa de la rabia contenida.
Sin embargo, aunque Harry estaba dispuesto a olvidar el incidente relacionado con los dementores, no fue posible, ya que un par de días más tarde de aquella terrible discusión, el nombre de los guardias de Azkaban volvió a surgir en el número cuatro de Privet Drive.
Una mañana soleada, cuando Harry se encontraba desayunando en la cocina junto a la familia Dursley, una lechuza parda entró volando por la ventana abierta, dejó caer un paquete estrecho sobre la mesa junto a las tostadas y sin siquiera parar el vuelo, abandonó la estancia por donde había entrado.
-¿Qué demonios significa esto? –dijo tío Vernon, furioso, observando el paquete con ojos entrecerrados y la taza de café sin terminar en la mano-. ¿Acaso no te he dicho cientos de veces que no quiero ver a estos bicharracos volando por casa, chico¡Y ahora incluso arrojan tu correspondencia en mitad del desayuno...!
Mientras tío Vernon continuaba despotricando en contra del correo vía lechuza, Harry cogió el paquete que reposaba sobre la mesa y trató de averiguar quién era el destinatario, y la sorpresa de recibir correo en mitad del desayuno y frente a los Dursley (las lechuzas se dirigían directamente hacia su dormitorio, ya que sus amigos conocían demasiado bien la aprensión de los Dursley hacia el mundo mágico) aumentó considerablemente cuando supo que era el Ministerio de Magia quien le enviaba aquel paquete. Por si aquello fuera poco, el envío no iba dirigido en exclusiva a Harry, sino a toda la familia Dursley, de modo que las letras escritas con tinta verde esmeralda sobre el pergamino amarillento que cubría el paquete decían así:
Señores Dursley y H. Potter
Privet Drive, 4
Little Whinging
Surrey
-¡Papá, papá! –exclamó Dudley, que sin que Harry lo hubiera notado había estado observando el paquete con curiosidad-. ¡El paquete no está dirigido sólo a Harry...!
Antes de que su primo hubiese podido continuar y sin que Harry pudiese evitarlo, tío Vernon prácticamente arrancó el paquete de las manos de su sobrino y lo observó con curiosidad. Por último, dirigió a Harry una penetrante mirada.
-¿Qué significa esto? –preguntó tío Vernon sosteniendo en alto el misterioso paquete.
Harry no hizo otra cosa que encogerse de hombros. Tras observar con recelo el envío, tío Vernon se decidió a abrir el dichoso paquete.
-¿Guía de Defensa Personal y del Hogar Elemental? –leyó en voz alta, sin comprender.
Una vez se deshizo del envoltorio, tío Vernon sostuvo entre sus manos lo que parecía un libro muy fino y más pequeño de lo habitual, cuyas cubiertas de pergamino delataban su origen mágico. Hojeó el libro con una expresión confusa, y Harry supo que fuera lo que lo fuese, su tío sería incapaz de comprenderlo, ya que en esos momentos él mismo había entendido al fin de qué se trataba: pocos días antes de finalizar el curso escolar, había sido publicado en El Profeta un extenso artículo sobre el regreso de Lord Voldemort, en el que además de informar al pueblo mágico sobre el retorno de El-que-no-debe-ser-nombrado, se mencionaba la inmediata publicación de unas guías para el hogar, que constituirían de gran ayuda para el mago de a pie frente a situaciones peliagudas o emergencias.
-¿Se puede saber qué...? –pero antes de que tío Vernon pudiese formular de nuevo la pregunta, Harry le arrebató el libro de las manos y lo hojeó rápidamente para confirmar que realmente estaba en lo cierto.
-Es una guía de defensa para... gente como yo –explicó Harry, que sabía perfectamente que su tío no toleraría la palabra "mago".
-¿Y por qué demonios el maldito paquete está dirigido también a nosotros? –espetó tío Vernon.
-No lo sé... supongo que como el Ministerio está al corriente de que vivo aquí, ahora que Voldemort ha regresado, ha creído conveniente que incluso vosotros, que no pertenecéis a nuestro mundo aunque lo conocéis, debéis estar preparados para cualquier imprevisto...
-¿Qué quiere decir exactamente "cualquier imprevisto"? –preguntó tío Vernon confundido.
-Bueno... ya os expliqué el verano pasado que Voldemort, el culpable del asesinato de mis padres, había regresado después de que intentará matarme hace quince años y no lo lograra... –Harry no creyó que los Dursley necesitaran conocer más detalles acerca de la desaparición de Voldemort tiempo atrás, pues el profesor Dumbledore se había ocupado de que sus tíos conocieran la historia de lo sucedido mediante la carta que encontraron junto a Harry, cuando éste llegó a Privet Drive siendo un bebé.
-Sí, sí, lo recuerdo, pero¿qué tiene que ver eso con nosotros? –preguntó tío Vernon.
Harry se disponía a contestar cuando su tío lo interrumpió:
-Un momento... un momento... No intentará venir aquí a por ti¿verdad? –no fue capaz de disimular su temor.
-Eso no es posible –susurró tía Petunia, que hasta entonces no había tomado parte en la conversación-. Aquel hombre... aquel anciano que te trajo aquí cuando ellos murieron... dijo que nadie podría hacerte daño mientras permanecieras aquí... en aquella carta explicaba que Él no podría jamás acercarse a nuestra casa... hablaba sobre el vínculo que se forjó cuando tu madre te protegió antes de su muerte, vínculo que aún continuaría existiendo aquí, en nuestra casa, puesto que, después de todo, ella había sido mi hermana...
Todos escuchaban expectantes a tía Petunia, que había hablado entre susurros. De nuevo, al igual que el verano anterior, Harry se sintió tremendamente extraño, pues los dos mundos en los que vivía habían vuelto a unirse, a pesar de que entre ellos no existía ninguna conexión, a pesar de que ambos tenían tan poco en común. Harry tuvo la impresión de que tía Petunia comprendía más de lo que él mismo creía, que de un modo u otro, entendía lo que había sucedido en la vida de su sobrino.
-Bien... –dijo finalmente tío Vernon, que había recuperado la compostura-. Así que... así que ese hombre, Voldquienquieraquesea, no puede acercarse a nuestra casa, pero... ¿entonces porque nos envían esto? –preguntó de nuevo, señalando el libro que sujetaba Harry entre sus manos-. Después de todo, nosotros no somos como tu gente...
-Ya te lo he dicho... –dijo Harry cansinamente-. Ahora que Voldemort ha regresado, la guerra entre el bien y el mal ya ha comenzado¿es qué no has oído las noticias? Tal vez las personas que fueron atacadas por dementores tampoco eran mag... tampoco eran de los míos –se corrigió Harry a tiempo-, pero eso a Voldemort no le ha importado. ¿Es qué no lo entiendes? Antes de su desaparición, no sólo asesinaba y torturaba a personas como yo y como Él, sino también a gente como tú, sin poderes mágicos.
Tío Vernon estaba tan impresionado que ni siquiera se molestó en reprender a Harry por haber utilizado las palabras prohibidas bajo aquel techo.
-Él considera a la gente como vosotros, a los muggles, inferiores a los de mi misma especie. Por eso, torturar y asesinar muggles es para Él pura diversión; no le importaría que vuestra especie desapareciera de la faz de la Tierra; incluso piensa que los magos de orígenes muggles, como lo era mi madre, no tienen derecho a estudiar magia.
El silencio inundó la cocina. Nadie era capaz de articular una sola palabra.
-Así que este libro... –dijo tío Vernon tras unos minutos.
-Ese libro ha sido distribuido por el Ministerio de Magia a todos los hogares habitados por gente como yo, con la intención de que estén preparados para cualquier situación, como cuando el verano pasado Dudley y yo fuimos atacados por dos dementores. Supongo que contendrá algunos hechizos sencillos y eficaces, el modo de percibir la presencia de un dementor y como ahuyentarlo, además de algunos consejos útiles.
Tío Vernon continuó examinando la guía con aparente suspicacia y curiosidad, y Harry, sin la intención de alterar el humor de su tío, que aquella mañana había gritado menos de lo que se hubiese esperado, abandonó la cocina sin pedirle que le devolviera la guía. Pensó que, tal vez más tarde, se deslizaría hasta la cocina para recuperarla. Cual fue su sorpresa cuando no logró encontrarla por ningún lado.
Los siguientes días transcurrieron con total normalidad, es decir, no hubo nuevos ataques de dementores y los Dursley pasaron olímpicamente de Harry.
Tras una nueva pelea con su tío, Harry subió enfurecido a su habitación, donde encontró nuevamente a Pig. No había recibido ninguna otra carta de Ron desde que éste le había invitado a pasar las vacaciones en la Madriguera. Le quitó el pergamino a la lechuza. Aquella carta era mucho más corta que la anterior:
Harry:
Dumbledore nos ha dado permiso para que vengas a la Madriguera. Mañana a las doce del mediodía vamos a buscarte. Prepara tu baúl. Te veo pronto,
Ron
Harry se preguntó cómo irían a buscarle. Hacía dos años lo habían intentado mediante la Red Flu, sin darse cuenta de que la chimenea del salón estaba cegada. El resultado fue desastroso; el salón de los Dursley había quedado arruinado.
En la cena, Harry anunció que al día siguiente se marchaba a casa de un compañero del colegio, y aunque vio un brillo de ira en los ojos de su tío, debió pensar que valía la pena que destrozasen su casa para que Harry se fuera, por lo que no comentó nada.
Subió a la habitación, ilusionado con abandonar aquella casa. Lo último que vio antes de cerrar los ojos y dormirse fue su baúl recogido y a Hedwig en su jaula.
Y hasta aquí llega el primer capítulo. El próximo lo subiremos el jueves. Los primeros capítulos van a ir bastante rápido, así que no vais a tener que tiraros de los pelos porque no actualicemos seguido... xD Ahora sólo tenéis que darle a ese botoncito de ahí abajo, sí, al "Go", y dejar un review!!! Aunque sea para decir que nos dediquemosa otra cosa... xD
Trinity, Tridjia e Ibi
