El reloj marcaba las seis menos cuarto.

Stiles soltó un suspiro ahogado, y con disimulo miró con odio al profesor Harris. El mismo profesor que seguía sentado en su mesa como si no tuviera nada mejor que hacer que amargar la vida de los demás, y quien en teoría le había castigado hasta las cinco y media… Sólo para decirle, a las cinco y veintinueve, que aún le quedaba media hora de propina.

En el fondo Stiles tenía que estar acostumbrado a aquello, pues no era ni mucho menos la primera vez que lo hacía. Porque Harris no dejaba de ser un capullo con tendencias a fastidiar a la gente… Y sobre todo a cierto Stiles Stilinski.

Pero cada vez que lo hacía, jodía como si fuera la primera.

Sobre todo si, además, el castigo coincidía con la reunión que iban a tener los demás en el loft de Derek.

Y eso sí que no era justo.

En un primerísimo momento, Stiles se dijo que aquello no era justo porque estaba más que seguro que, cuando llegara a la reunión bastante más tarde de la hora indicada; Derek le diría unas cuantas borderías y, más que probable, le empotraría contra la pared o la puerta del loft (no es que hubiera más superficies horizontales contra las que empotrarle), porque no se tomaba en serio los peligros que acechaban Beacon Hill.

Pero tras ese primerísimo segundo, Stiles se recordó a sí mismo que estaba solo y que no dejaba de estar pensando, con lo que no es que nadie más pudiera oírle, y que por tanto podía ser sincero consigo mismo.

Y la verdad, la triste verdad, es que no era el temor a ser sermoneado por Derek lo que más le cabreaba de aquel castigo.

Lo que realmente le cabreaba, era que por culpa del estúpido Harris, ahora mismo no podía estar en el mismo lugar que estaba Derek Hale, viéndole en todo su esplendor y escuchando embelesado cualquier palabra que saliera de sus labios… Las pocas que podrían llegar a salir de sus labios.

Y aun así sería suficiente. Poder escuchar una vez más aquella voz grave y tan condenadamente sexy, saliendo de aquellos labios gruesos tan condenadamente sexys y besables, que estaban en aquella cabeza tan condenadamente sexy, dentro de aquel conjunto tan increíble, asombrosa y condenadamente sexy.

Y sí. Stiles sabía que probablemente estaría exagerando un poquito, porque era imposible que nadie fuera tan condenadamente sexy. Que lo estuviera viendo todo desde la perspectiva de un adolescente hiper hormonado y virginal que había tenido el flechazo de los flechazos de la historia de los flechazos…

Pero tampoco es que pudiera evitarlo.

En fin… Él no tenía la culpa de que, de la noche a la mañana, hubiera llegado a un pueblo donde no pasaba absolutamente nada y donde Jackson era el tío más atractivo por aquel entonces (por favor) un misterioso muchacho vestido de negro que se dedicaba a mirar a la gente desde la distancia, con cara de querer matar a todo el mundo, y que resultaba que era un jodido hombre lobo con cuerpo de hombre lobo incluido… Es decir, absolutamente perfecto, con todos los músculos increíblemente bien definidos y sin un solo pelo en el cuerpo… Y no es que él lo dijera pero, aunque no tenía nada de sentido, estaba totalmente de acuerdo con aquella regla no escrita de que los hombres lobo no podían tener un solo pelo en el cuerpo porque… en serio… Asqueroso.

En resumen. Que no era su culpa que se hubiera fijado en él… Error. No era su culpa que su mente de adolescente fácilmente impresionable, se hubiera fijado en aquel tipo llamado Derek Hale.

Porque… en serio. El tipo parecía estar hecho a posta para atraer a la gente: Increíblemente atractivo, con ese toque de tío duro y peligroso que sabía volvería loco a cualquiera, con una voz hiper grave y encima un pasado trágico que daban ganas de achucharle cada vez que te enterabas de algún que otro detalle que, en teoría, no deberías saber porque no era asunto tuyo y porque no era educado cotillear en las fichas policiales de tu padre, que resultaba que era el Sheriff del pueblo…

Pero el caso es que, con semejante historial y lista interminable de atributos, era humanamente imposible que no le gustara a nadie…

De acuerdo… Faltaba el pequeño detalle de que también era el tipo al que no le gustaba estar rodeado de gente, el que solía amenazar con matar a dicha gente que cometía el sacrilegio de estar en sus cercanías, y que además era mortalmente alérgico a expresarse por medio de palabras…

Una serie de… atributos, que sí que podían ser considerados como buenas razones para no querer estar cerca de Derek Hale.

Algo que, por otro lado, explicaba que a estas alturas el muchacho no tuviera una lista interminable de pretendientes allá donde fuera, y que la gente no fuera muriendo por falta de riego sanguíneo a su paso.

Pero en el fondo aquello era bueno. Y probablemente era la única ventaja que Stiles le podía sacar a su tendencia suicida de fijarse siempre en lo más peligroso y lo que atraía problemas: Que tenía la oportunidad, como le estaba ocurriendo justo ahora, de estar colado por un tío perfecto que no atraía a nadie más.

Y de acuerdo que el detalle de que a dicho objeto de su fantasía no le gustara mucho… nada, hablar, tendría que haberle bastado a Stiles para comprender que no tenía ningún sentido que Derek se convirtiera en su flechazo e ideal de hombre con el que debería salir. Porque sería como juntar dos imanes: Sólo lograría que se repelieran más.

Pero Stiles había pensando mucho en ello. En plan, mucho, muchísimo, y durante largas e interminables horas (era lo único bueno de ser castigado todos los días) y había llegado a la conclusión de que, tal vez, el problema de la falta de comunicación de Derek, sí que podía ser considerado como defecto en su lista del hombre perfecto… Pero, a cambio, la lista de "qué hace que Derek Hale sea el tipo perfecto para Stiles Stilinski" contaba con un millón de atributos más, e iba en aumento a cada día que pasaba.

Justo en ese momento, Stiles estaba añadiendo a su lista dos atributos más: Es el único hombre que conoce al que la barba le sienta asombrosamente bien, y el único para el que tener los dientes delanteros tan grandes no es motivo de burla sino un ejemplo más de perfección.

La lista en cuestión, que no era precisamente una lista imaginaria, abarcaba ya más de dos páginas. Y en ella se podían leer otros atributos de Derek Hale como: Increíble capacidad para vestir siempre sexy pese a la evidente falta de color en su vestuario; facilidad para hacerse entender a base de gruñidos y/o alzamientos de cejas (ese era uno de sus favoritos porque, quién iba a decirlo, resultaba que Stiles tenía un fetiche con las cejas pobladas); bonito y sexy coche a juego con su dueño; andares muy masculinos; capacidad asombrosa para soltar frases que iban directamente a la entrepierna de Stiles, como "soy el Alfa", o "voy a arrancarte la garganta con los dientes". Sí, sí. En teoría eso último no era algo bonito, pero en la pervertida y ajena al peligro mente de Stiles, sonaba de un modo totalmente distinto.

Stiles soltó un suspiro ahogado y miró de nuevo el reloj.

Las seis menos catorce minutos.

¿En serio? ¿Se había parado el reloj o qué? Era imposible que sólo hubiera pasado un minuto. Por mucho que su mente fuera capaz de pensar en millones de cosas a la vez, el tiempo no podía ir TAN despacio.

- Algún problema, señor Stilinski.

Stiles se apresuró a decir que no, y a fijar la vista en su hoja de papel. Sabía que no hacerlo podría conllevar media hora más de castigo, pues eso era lo peor de que su profesor fuera tan capullo: Como no había nadie esperándole en casa, porque era tan capullo como para tener a alguien que quisiera compartir su vida con él, no es que tuviera nada mejor que hacer el resto del día.

Lo que llevaba a Stiles a su actual situación.

Que él sí tenía mejores cosas que hacer.

Mordiéndose el labio con rabia, cogió el lápiz y siguió con el dibujo que había dejado a medias aquella mañana.

No es que fuera muy bueno a la hora de dibujar, y menos el cuerpo humano. Pero sí que era increíblemente bueno a la hora de captar los detalles. Sobre todo si eran detalles que atraían muy mucho su atención.

Por eso, cuando empezó a dibujar los ojos de Derek Hale, con aquellas pobladas y sexys cejas encima, le resultó increíblemente fácil. Y ahora tenía a un más que respetable dibujo de los ojos de Derek, con esa mirada de "si quisiera podría matarte, pero no mereces la pena el esfuerzo".

¿Y no era ridículo que Stiles suspirara ante aquella imagen, como si fuera lo más romántico y tierno del mundo?

Pero tampoco es que pudiera evitarlo.

Si tuviera la suerte de que Derek fuera realmente ese tío solitario al que no le gustaba estar rodeado de gente, su flechazo se habría evaporado en cuestión de días. Tan sólo tendría que haber pasado el tiempo suficiente sin que le viera, y por supuesto sin pasearse por el bosque, y su mente hiperactiva se habría fijado en otra cosa.

Pero, por supuesto, eso sería demasiado fácil. Y como su vida era la máxima de la sencillez y la falta de problemas (nótese el sarcasmo), tuvo que ocurrir todo lo contrario. Y resultó que su mejor amigo se convirtió en un miembro del selecto club de los hombres lobo (le desapareció el poco pelo que tenía en el pecho, en serio), con lo que Derek empezó a ser una constante en la vida de su mejor amigo, y por tanto en la suya también.

Pero hay no acababan los problemas…

Los problemas empezaban de verdad cuando Derek Hale, y aún no tenía ni idea de por qué, parecía ser propenso a estar cerca de él en cualquier situación… ¡De él! Del muchacho que ni siquiera era un hombre lobo, y al que no soportaba oír hablar, como ya le había dejado claro en más de una ocasión.

Pero en vez de dejarle en paz y seguir con su vida rodeada de cosas sexys, y de paso hacer la vida de Stiles un poco más relajada… No, por supuesto que no. En vez de eso, Mr. Derek Hale tenía que aparecer siempre, como caído de la nada. Y encima pidiéndole una serie de cosas que iban a lograr que tuviera un infarto antes de cumplir los 18.

Era como si el muy capullo lo hiciera a posta.

Porque no era nada normal, la verdad, que cuando sólo le conocía desde hacía una semana, y cuando la única conversación que habían tenido había sido dentro de un coche de policía, separados por el cristal de seguridad; se presentara en el instituto, delante de su coche, vestido de esa manera que…

En serio. ¿No se daba cuenta del daño que estaba provocando en su cerebro cada vez que aparecía, tan… condenadamente sexy, incluso habiendo sido disparado. Pero no, eso no era suficiente. También tenía que meterse en el coche con él, con esa cara de cachorrito apaleado pero que trataba de ser duro diciéndole cosas que, si él supiera realmente el efecto que tenían en él, no las diría… Y después de todo eso, como resultaba que Stiles era de piedra, tenía que quitarse la camiseta, mostrarle un primer plano de su tatuaje hiper mega sexy, y pedirle que le cortara el brazo…

¿Lo decía en serio? ¿Cómo se le ocurría pedirle que cortara una parte de aquel cuerpo tan increíblemente sexy?

Aun a riesgo de morir.

Pensándolo bien, Stiles empezaba a plantearse la posibilidad de que realmente fuera de piedra. Porque sino, no tendría sentido que hubiera sobrevivido al resto de "encuentros" con Derek Hale y que incluían, entre otras cosas: Ser empotrado contra la pared y tenerle muy, muy pegado a su cuerpo, mirándole muy, muy fijamente. Recibir un pase privado de camisetas con nuevo visionado en primer plano de su tatuaje (empezaba a pensar que no llevar camisetas debía ser otra cualidad de los hombres lobo). Pasarse DOS HORAS manteniéndole a flote en la piscina, teniendo que pegarle a su cuerpo y notando perfectamente su anatomía porque toda su ropa estaba muy mojada y no daba margen a la imaginación precisamente. Caer paralizado encima de su firme cuerpo, pudiendo oler su pelo porque casualmente había caído a la altura del cuello…

En serio… No, en serio… ¿Por qué el mundo le odiaba tanto?

Por qué no podía ser como cualquier otro adolescente que tuviera un flechazo de campeonato, y que nunca se encontraba con el protagonista de sus fantasías. Que éste solamente aparecía en sus sueños, haciendo y diciendo cosas increíbles, sexys y super románticas…

Stiles estaría totalmente de acuerdo con seguir ese plan.

Pero no. Claro que no. En vez de eso, tenía que encontrarse con el causante de su flechazo en situaciones increíblemente incómodas e íntimas, y aparentar que no pasaba nada. Hacer como si también estuviera siendo un incordio para él tener que salvarle otra vez la vida, y estar deseando salir de allí para ir a casa y hacer los deberes.

Dios. ¿Por qué le odiaba tanto el mundo?

Lo triste de todo eso… Lo increíble y lamentablemente triste de todo ese asunto… era que Stiles era el primero que buscaba aquellos "encuentros" fortuitos. El primero en ofrecerse a ayudar, no importándole tener que pasarse la noche en vela para encontrar información sobre el monstruo barra psicópata de la semana.

Y de acuerdo que aquello lo hacía para ayudar a sus amigos y porque era una buena persona a la que no le gustaba que muriera gente inocente… Pero, si después de haber hecho el trabajo, también era el primero en ofrecerse a acompañar a Derek a la estación de policía para rescatar a Isaac, o acompañarle al hospital para averiguar más sobre Peter… En fin. Eso sí que era exclusivamente culpa suya.

Porque no es que Derek necesitara precisamente un coche o un chófer para moverse por el pueblo, ¿no? Era un Alfa y todo eso, y ya le había visto correr delante de cuatro coches de policía sin ningún problema.

Stiles soltó un suspiro digno de cualquier novela de Danielle Steele.

Lo más asombroso de todo aquello era que, a estas alturas, Derek no se hubiera dado cuenta de nada. Que siguiera pensando que Stiles simplemente era el amigo rarito y pesado de su Beta más díscolo; y no el amigo rarito y pesado que además estaba absurdamente colado por el Alfa de la manada.

Joder. ¿Por qué su corazoncito era tan cruel con él? ¿Por qué no podía haberse fijado en alguien más normal y… accesible?

En fin. Ya tenía problemas para encontrar a alguien que quisiera ir con él al baile del instituto. Y eso que se lo pedía a gente de su misma edad y misma… o casi similar, constitución física; y que bateaba por los dos equipos y todo el mundo lo sabía.

Pero, al parecer, aquello era demasiado fácil para Stiles Stilinski. Quien tenía que haberse fijado en el más perfecto de los tíos, y tan increíblemente alejado de su liga que hasta a él le entraban ganas de reír.

Pero lo cierto era que nada de aquello tenía gracia.

Y no es que pensara que algún día pudiera llegar a ocurrir un milagro, como por ejemplo que Derek le mirara como a una persona en vez de algo que golpear… Sabía que eso era soñar despierto.

Pero todo sería mucho más fácil si no tuviera sentimientos encontrados cada vez que Scott le pedía que se reuniera con los demás en casa de Derek. Porque ir allí era una buena, increíble noticia, pues podría ver al protagonista de todas sus presentes y futuras fantasías. Pero, por otro lado, implicaba tener que actuar y estar pendiente de cada uno de sus movimientos para que nadie sospechara nada. Porque si llegaba a saberse, sería el fin de su vida como la había conocido hasta entonces.

Hasta ahora lo había hecho increíblemente bien.

Cierto que parte del éxito se debía a su capacidad de no parar de hablar. Algo que el resto atribuía a que simplemente era así de raro, pero que en el fondo era a causa de lo nervioso que se ponía por tener a Derek tan cerca. Y eso que ya se preocupaba de, cada vez que iba a estar cerca de él, tomarse una dosis extra de su medicina para calmar un poco su hiperactividad.

Una medicina que, además, ofrecía la ventaja de enmascarar el olor de puro deseo que desprendía su joven, hormonado e impresionable cuerpo, cada vez que estaba cerca del Alfa.

En conclusión: Para bien o para mal, Derek Hale iba a acabar con él.

Porque cuánto tiempo podría mantener oculta aquella farsa, antes de cometer una locura como confesarle su amor incondicional…

Dios. Esperaba que mucho tiempo. O al menos hasta que acabara el instituto y la universidad pusiera un poco de distancia entre ambos.

- Aprecio el interés, señor Stilinski – dijo entonces su profesor, sacándole de aquel mar de pensamientos – Pero, no sé usted, yo tengo ganas de irme a casa y olvidarme de todos ustedes por unas cuantas horas.

Stiles observó a su profesor con extrañeza, hasta que se dio cuenta de que estaba apuntando al reloj.

Donde marcaban las seis y cinco minutos.

Sin decir una sola palabra, cogió el cuaderno y las hojas en las que había estado escribiendo y dibujando, no queriendo perder el tiempo en guardarlas en la mochila, y se marchó corriendo.

Stiles entró en el loft de Derek corriendo… Literalmente.

La reunión había empezado hacía una hora, pero afortunadamente todos seguían allí. Así lo indicaba el Porsche de Jackson, y la moto de Scott que había aparcados en la entrada del edificio, junto al Camaro de Derek.

Pero eso no significaba que quisiera perderse más de la reunión, o de Derek… Especialmente de Derek.

Nada más abrir el portón de entrada, se topó con toda la manada mirándole como si acabara de caerse de un árbol… Si bien no ayudó precisamente el que en esos momentos estuviera tratando de recuperar la respiración de un modo muy poco sutil: apoyando las manos en las rodillas y dando escandalosas bocanadas de aire.

- Siento… Siento llegar… tarde – consiguió decir tras casi un minuto – Harris volvió a castigarme.

- No te preocupes. Isaac acaba de llegar – le explicó Scott, quien estaba junto al gran ventanal y al lado de Jackson.

- ¿Isaac? – localizó al estudiante sentado en el sofá, junto a Erica y Boyd - ¿No vives aquí?

- He ido a comprar algo de ropa.

- ¿Otra vez? – le miró como si se hubiera vuelto loco - Derek, creo que deberías quitarle la tarjeta de crédito. Va a conseguir que te arruine – se dio cuenta entonces de que el hombre aún no había respondido, y sobre todo que aún no le había echado la bronca por llegar tarde. Lanzó un vistazo general al loft, y se dio cuenta de que faltaba el hombre lobo que conseguiría que subiera el ratio de atractividad del lugar - ¿Derek? – miró entonces a Scott, dejando la mochila y cuadernos encima de la mesa que había frente al sofá - ¿No está?

- Ha ido a por unos libros que tiene en el sótano.

- ¿Es que tiene sótano? ¿Por qué no los guarda aquí? – miró de nuevo a todas partes, un gesto de asombro - No es que le falte espacio.

- ¿Te crees que me importa? – respondió Isaac sin dejar de ojear la revista de venta por catálogo que tenía en las manos.

Stiles le hizo una mueca al Beta que podía ser fácilmente descrita como "de niño pequeño", con sacamiento de lengua incluido, antes de ir a la cocina a por un vaso de agua.

Ya que el resto de gente no estaba muy dispuesta a conversar, y que no estaba presente la única persona a la que no le importaría mirar en silencio durante horas; bien podía aprovechar para recuperarse un poco de la carrera.

Iba por el tercer vaso de agua, cuando captó por el rabillo del ojo que Jackson estaba sacando de su mochila el stick de Lacrosse.

Estuvo tentado de decirle algo, como por ejemplo que no era de buena educación cotillear las pertenencias de los demás; pero al final optó por no hacerle ni caso. Más que nada porque sabía, por propia experiencia, que cuanto más le molestara, más seguiría haciéndolo.

- ¿Qué es esto? – preguntó entonces Jackson, que tenía entre sus manos una hoja de papel - Ojos sexys. Cejas sexys. Abdominales sexys. Coche sexy…

Stiles sintió que el corazón se le paraba.

Dejando el vaso en la mesa, vio cómo Jackson leía la lista de virtudes que había confeccionado sobre Derek durante el castigo… y que se le había olvidado guardar en la mochila a causa de las prisas.

Se acercó rápidamente a él, intentando evitar la catástrofe.

- Hey. Devuélveme eso. No es tuyo.

Stiles llegó junto al chico y trató de arrebatarle la hoja, sólo para ver cómo este saltaba al otro lado del loft y lejos de su alcance.

- Quién es la que está tan colada por Derek – preguntó Erica entonces, acercándose a Jackson para ver la hoja en detalle – Y hasta ha dibujado sus ojos… Qué tierno.

Jackson observó a la rubia con desdén, y luego de nuevo la hoja.

- Y yo qué leches sé… Estaba con las cosas de…

El tiempo pareció detenerse entonces. O ir a cámara lenta. Una de las dos cosas.

Probablemente tenía que ver con el hecho de que a Stiles se le había parado el corazón.

Porque Stiles vio como Jackson, muy lentamente, levantaba la vista de la hoja y le miraba con cara de asombro.

Y Stiles, sintiendo que las piernas le temblaban tanto que tuvo que sujetarse a la mesa, sólo pudo mirar a Jackson y suplicarle con la mirada que por favor no dijera nada.

Porque estaba claro que Jackson ya había descubierto su pequeño y sucio secreto… Pero albergaba la esperanza de que fuera el único.

Así que, visto que el daño ya estaba hecho, sólo le quedaba tirar su orgullo por los suelos y mirar a Jackson con cara de cachorro apaleado. Como si fuera el único que podría salvarle la vida.

Porque realmente era el único.

Pero entonces la expresión de Jackson cambió.

Y si no supiera ya que Jackson Whittemore era el más capullo de los capullos, ahora lo habría descubierto.

Porque Jackson pasó, en menos de un segundo, de mostrar asombro a lástima, y de ahí a crueldad infinita.

- Estaba con las cosas de Stiles – gritó bien alto para que todos le pudieran oír. Incluso Isaac se olvidó momentáneamente de la revista y miró con curiosidad al único humano de los presentes.

Hubo un breve pero intensísimo silencio en el que Stiles sintió que su corazón pasaba de estar parado, a latir a mil por hora.

- ¿Stiles? – preguntó Erica con esa voz melosa de femme fatale, la sonrisa torcida - ¿Hay algo que quieras decirnos?

- De qué estáis hablando – preguntó Scott, mirando a su amigo y al resto de hombres lobos, sin entender absolutamente nada.

Por supuesto que él no se enteraría.

- De nada – casi gritó Stiles, que aprovechó el momento para arrancarle la hoja a Jackson – No están hablando absolutamente de nada.

Estaba a punto de ir hacia su mochila, cuando la risa de Jackson le frenó en seco.

Porque conocía muy bien esa risa…

Era la misma carcajada que soltaba el entrenador cuando, cada año, Stiles intentaba convencerle que esta vez sería el mejor jugador del equipo.

Era una carcajada de verdadera y absoluta mofa.

- ¿En serio? – miró a Stiles de arriba abajo con asombro - ¿Cómo puedes ser tan patético?

- No lo soy – gruñó Stiles, al tiempo que sentía que se le encendían las orejas de pura rabia.

- Estás colado por Derek Hale, un tío que jamás se fijaría en algo como tú – puso su mueca fanfarrona a la que daban tantas ganas de darle una patada – Eso es ser patético.

- ¡Quieres callarte! – se dirigió hacia su mochila, presto a guardar la hoja – Derek no puede enterarse de nada.

- Enterarme de qué.

La voz del Alfa sonó alta y clara.

Como siempre, hizo la pregunta sin ser realmente una pregunta… Pero como siempre, no necesitó darle entonación para que todos supieran que era una pregunta.

Stiles dio media vuelta… para toparse con el protagonista de sus fantasías a menos de medio metro de distancia.

Malditos hombres lobo que entran en las casas sin hacer nada de ruido.

Y maldito Alfa en concreto, que además tiene que entrar como lo hace siempre: Apareciendo de repente, con las piernas ligeramente abiertas y esa ropa sacada del manual del perfecto tio sexy… Con esos pantalones desgastados que se pegaban a su cuerpo tan bien que no dejaban nada a la imaginación sobre cómo debía ser su culo por debajo de la tela, y con esa camiseta increíblemente simple color gris, pero bajo la que se moldeaba perfectamente su increíble cuerpo.

Con semejante aparición, era humanamente imposible que Stiles fuera capaz de inventar algo creíble que poder decirle al Alfa.

- ¿Qué? – tragó con muchísima dificultad, al tiempo que temblaba de pies a cabeza - De nada. No hay nada de lo que enterarse, porque no hay nada. No pasa nada. Absolutamente nada. Nothing. Niente. Rien de rien.

La incontinencia verbal vino acompañada, como era costumbre en él, con una serie de aspavientos que esperaba ayudaran a que Derek se cansara de él (y del tema), y se centrara en otra cosa.

Pero en uno de esos aspavientos la hoja que seguía sujetando Stiles, y que era la prueba del delito, se escapó de sus temblorosos dedos.

A cámara lenta… A cámara increíblemente lenta, Stiles vio horrorizado cómo la hoja planeaba entre los dos hasta acabar a los pies de Derek.

Y con más horror, la garganta seca y el corazón saliéndosele del pecho, vio cómo Derek cogía la hoja del suelo y la observaba en silencio durante unos segundos.

Segundos en los que Stiles suplicó que por favor el mundo se abriera a sus pies, muriera en el acto, y su sufrimiento acabara.

Pero no ocurrió nada de eso.

En el más absoluto silencio, Derek le entregó la hoja a un Stiles que seguía temblando. Lo hizo despacio, como si supiera que el chico necesitaba tiempo para recomponerse, y no apartando sus ojos de los de Stiles ni un solo segundo.

La expresión del Alfa era completamente indescifrable. Porque le miraba como si estuviera observando a un espécimen extraño y al que debía tratar con cuidado, bajo temor de que dicho espécimen le atacara… o sufriera una combustión expontánea.

Sólo cuando Stiles cogió la hoja, se dignó a hablar.

- Llegas tarde – alzó las cejas para remarcar su disgusto.

Y oír la voz grave del Alfa, hablándole y gesticulando como habría hecho en cualquier otra ocasión en que Stiles metía la pata, fue como recibir un soplo de aire.

Aunque Stiles tuvo que luchar con todas sus fuerzas para decir algo. Lo que fuera.

- Lo… lo sé. Lo siento… Harris me…

- No me importa – le interrumpió Derek, dirigiéndose ya al centro del loft, donde le esperaba el resto de una atónita manada – O te lo tomas en serio, o dejas de venir.

- Sí… - tragó con dificultad – Me lo tomaré en serio… Lo prometo.

- Por Dios. Deja de sudar, Stilinski.

El comentario de Jackson, tan desagradable como siempre, consiguió que el milisegundo de calma que había conseguido tener Stiles, se fuera a la porra. Porque el hecho de que Derek fuera un tío legal y no quisiera discutir el cuelgue de un adolescente estúpido delante del resto de sus compañeros; no cambiaba el hecho de que todos supieran que era un adolescente estúpido que estaba colado por el Alfa de la manada.

Y aquella situación era, con diferencia, la más humillante de las que se había encontrado en su corta vida.

Pero entonces Derek se colocó delante de su Beta más desesperante, le miró durante unos segundos con los labios imposiblemente apretados, y alzó una ceja en su marca registrada de "eres estúpido o lo imitas muy bien".

- Algún problema – preguntó deliberadamente lento.

Y Jackson demostró lo valiente que siempre decía que era: Tragó saliva varias veces, empezó a sudar como un cerdo, y acabó apartando la vista de su Alfa.

- No… Ninguno.

El resto de la reunión transcurrió con increíble normalidad.

Aunque Stiles no podía estar realmente seguro de aquello, ya que no fue del todo consciente de lo que estaba ocurriendo.

Principalmente porque, por primera vez en la historia, Stiles no participó activamente en la conversación. En plan muy activamente, siendo prácticamente él el único en hablar, sacando todas las teorías que se le ocurrieron y finalmente diciéndose a sí mismo que se callara.

Esta vez no fue así. Porque esta vez hizo todo lo posible para no ser el centro de atención, y en vez de ello convertirse en ese punto invisible que solía ser en el resto de su día a día.

Porque ahora mismo lo que quería era largarse, ir a su casa y meterse en la cama. O golpearse la cabeza contra la pared de su dormitorio, repitiéndose un millón de veces que era un estúpido y que ahora su vida sería un verdadero infierno porque todos sabían que estaba colado por Derek Hale.

Pero como aquello no era posible, sólo le quedaba aguantar la reunión con la mayor dignidad posible (la poquísima que le quedaba), y actuar como si no estuviera viviendo su mayor pesadilla. Esa que hasta hora había sido la de descubrir que estaba desnudo en mitad del pasillo del instituto, y que a partir de ahora sería la de "esa en la que Derek y toda la manada se enteraba de que Stiles estaba colado por él".

Afortunadamente, la advertencia de Derek había conseguido que los comentarios sobre el tema en el que todo el mundo estaba pensando permanecieran a cero. Aunque no impidió el hecho de que, de vez en cuando, alguno de los presentes mirara de reojo a Stiles, con evidente curiosidad.

Y cada una de esas veces, bajando la vista al suelo, Stiles deseaba que por favor la reunión acabara de una maldita vez.

Por eso, el chico no fue muy consciente de nada de lo que dijo Derek, o de cuál era realmente el motivo de aquella reunión. Porque toda la atención de Stiles estaba concentrada en mantener un ritmo constante de su respiración, para que no le diera un ataque de pánico que sólo lograría que su pesadilla subiera de nivel, convirtiéndose en "esa en la que Derek y toda la manada se enteraba de que Stiles estaba colado por él, y acababan llevándole al hospital porque sufría un ataque de pánico en mitad de la reunión".

En las poquísimas ocasiones en que se atrevió a levantar la cabeza y actuar como que no estaba tratando de evitar un infarto, Stiles sólo era consciente de cada uno de los movimientos que Derek hacía, y de las contadísimas ocasiones en que le miró.

Porque con cada una de ellas, Stiles trataba de averiguar qué estaba pasando por su cabeza, ahora que sabía la cruda verdad…

¿Tal vez se sentía alagado porque un adolescente se hubiera fijado en él? ¿O por el contrario sentía desagrado porque fuera un adolescente? En masculino.

No. Eso último no lo creía… Y de acuerdo que tampoco conocía íntimamente al muchacho como para saber qué opinaba del tema homosexualidad. Pero le había visto con Danny y nunca le había tratado distinto a los demás: Le había mirado exactamente con la misma cara de "te voy a matar" que dirigía al resto del mundo. Y eso, en el caso de Derek, tenía que significar algo.

Además, Derek podía ser muchas cosas, pero no un homófobo. Sobre todo porque dudaba que en un mundo como el suyo donde existían los hombres lobos y los cazadores y a saber cuántos seres mitológicos más, ponerse a diferenciar en cuanto a sexos a la hora de encontrar alguien con quien estar, fuera algo especialmente relevante.

Otra cosa, claro estaba, era que el desagrado que Derek pudiera sentir por la noticia, fuera dirigido exclusivamente a la persona de Stiles Stilinski… Y eso sí que lo entendería.

Pero el caso era que, si eso era verdad, no lo parecía.

Eso, o que Derek era un actor increíble y disimulaba que te cagas.

Porque no vio nada distinto en su comportamiento. Actuó, habló y gruñó exactamente del mismo modo en que lo había hecho durante las últimas reuniones… Y teniendo en cuenta que Stiles se conocía al dedillo cada una de sus poses, frases (tenía una lista muy corta, la verdad) y levantamientos de cejas; confiaba bastante en la veracidad de la situación.

El problema era saber, y era un gran problema, si iba a ser así siempre. Es decir, si sólo era una especie de tiempo muerto que Derek le estaba dando por eso de que estaba claro que Stiles no quería que nadie lo supiera, y menos el propio Derek; y que a partir del día siguiente todo sería distinto porque TODO EL MUNDO lo sabía.

Stiles confiaba de todo corazón que no fuera así. Que su metedura de pata no le obligaría a tener que dejar de ir a las reuniones, por eso de que era incómodo para los demás. Porque si era eso, Stiles podía asegurarles que no tenían que preocuparse. En fin, todo el instituto sabía que estaba colado por Lydia desde que tenía 9 años, y la vida había continuado igual para todo el mundo.

No tenía por qué ser distinto ahora.

¿No?

De pronto, todos se pusieron en pie y Stiles dio por hecho que la reunión ya había acabado.

No queriendo dar tiempo a los demás para que se acercaran a charlar, Stiles se apresuró a coger su mochila y dirigirse ya a la puerta. Vio de reojo cómo Jackson le miraba con una sonrisa burlona y absolutamente pateable, mientras que Boyd se despedía de él con una absoluta indiferencia… Y nunca antes había estado tan agradecido por la evidente falta de emociones de Boyd.

Antes de marcharse y empezar a bajar por las escaleras, porque no pensaba esperar al ascensor, muchas gracias; buscó a Derek al fondo del loft. Estaba hablando con Isaac y Scott, señalándoles algo de uno de los libros que había traído.

Pero en un momento dado, como si supiera que le estaba mirando, Derek alzó la vista del libro y le observó con los labios apretados y el ceño levemente fruncido.

Y pese a que no era ni mucho menos la primera vez que le miraba así, Stiles no quiso esperar para averiguar qué podía significar.

Así que aprovechó que todos estaban distraídos, para largarse de allí corriendo… Literalmente.