Notas de Autor en el siguiente capítulo. Sólo lean, gracias n.n
Alas Rotas
"Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias".
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) Novelista, dramaturgo y poeta español.
PRÓLOGO ~
No podemos elegir nuestro destino.
El sitio que habitamos, el que habitaremos. Nada es nuestro en realidad pues todo ha sido concertado mucho antes de que pudiéramos entenderlo, menos aún negarnos.
Cruda realidad…
Somos simples marionetas movidas por sus hilos. Pobres niños perdidos en ilusiones que sólo son impuestas para desaparecer en el día del juicio, el día en que abrimos los ojos a la Realidad, la deshonrosa y cruenta realidad que nuestros pecados han creado.
Y este es el último resultado. Vivir las consecuencias de lo que nuestras acciones han dejado.
Destino.
El caudal en el que estamos no se detendrá aunque sepamos que su fin es el vacío de un precipicio hundido por nuestra propia arrogancia. O la de otros. Qué importa…
Y aunque existan unos pocos que osan ir en contra de la marea que ellos mismos han concebido, no demorarán en percatarse de que su atrevida marcha no es más que un acto más promovido por el gran maestro del Destino, quien en su insana diversión busca darles falsas esperanzas sólo para arrebatárselas de tajo, sin piedad.
Les romperá sus débiles alas. Lentamente, pluma a pluma, cada sueño; con crueldad.
Quedarán inertes en la balsa que terminará por conducirlos en el río que negaban a aceptar.
Morirán en su propia desesperanza, tarde o temprano, sin oportunidad de escapar, sólo para recordar lo que pudieron tener y que ha quedado destruido por el "hubiera".
Muertos en vida creados para ver marchar su dicha, esfumándose como estrellas fugaces en un cielo que no alcanzarán. Se unirán a la lista de muñecos desahuciados, sin omitir quejas ya, para ser "uno más" de la larga lista que crece y crece en el libro del Destino.
Así como ha sucedido y sucederá siempre.
Hasta formar parte unánime de esta verdad. Todos iguales, sin excepción.
Iguales a mí...
