Después de leer todos los KevEdd existentes en inglés (bueno, no todos) he decidido de que ya es tiempo de escribir un buen fic de esta pareja para los hispanohablantes (porque el español es hermoso) ya que no hay muchos de esta pareja en nuestro idioma. Esta es mi pequeña contribución para quienes gustan de esta magnífica pareja de la que tengo poco de haberme enamorado.

Warning: Este fic es de contenido M, por lo que si eres menor de edad o sensible a los temas explícitamente sexuales y violencia no te recomiendo que lo leas. No tengo intención de spoilear el contenido de mi historia, si algo no es claro en el momento, te ruego que tengas paciencia a los capítulos siguientes, no voy a dejar cosas en blanco :9

Disclaimer: Los personajes de Ed, Edd n Eddy no me pertenecen y doy todo crédito a sus creadores y animadores. Sin embargo la redacción y trama de la siguiente historia es completamente mía.


In Love With My Bully
(Enamorado de mi bully)

Kevin

Nunca es fácil ser el nuevo en una escuela preparatoria; ni lo es ahora ni lo fue hace diez años, o hace veinte años cuando doble D tuvo que mudarse con sus padres a mediados del segundo semestre desde que había ingresado al sistema de preparatoria. Era inteligente, inteligente como nadie y su joven ingenio dejaba mucho que desear en estudiantes mayores que decían llamarse "prodigios". Pero magnífica inteligencia no le ayudaba en términos sociales, era un chico tímido e introvertido que siempre buscaba zafarse de los problemas antes que tener que enfrentarlos, si bien sus maestros se sentían orgullosos de tenerlo como alumno y exponerlo como ejemplo a seguir, no podía cantar la misma historia con sus compañeros. Siempre era lo mismo, no importaba dónde estuviera, siempre ¿siempre? Sí, siempre era objeto de acoso por parte de sus compañeros, ya fuera porque le tenían envida o porque no conocían otra manera de descargar sus frustraciones sin vivir consecuencias. Porque si, el joven prodigio del intelecto no tenía la suficiente asertividad como para decirle a alguien las cosas que le hacían.

Y eran terribles en verdad, una de las principales razones por la que lo atacaban era su esbelta figura. No era que lo tacharan de afeminado, pero en aquellos días se tenía que cumplir muy al pie de la letra el concepto de "hombre", de lo contrario no eras más que un debilucho al que la vida tendría poco que ofrecer y ninguna pareja que disfrutar. En la clase de deportes era más víctima del balón que de manos de sus compañeros. Otra era el hecho de que nunca se quitaba el mismo gorro negro de la cabeza, no importaba que, cuando o donde, jamás se lo sacaba. Prefería dejar que le golpearan la cara a permitir que le separaran de su preciado gorro. Y por último la más obvia, su gran inteligencia y excelentes calificaciones no eran más que motivo de envida, si sacaba una mayor nota que el resto se dejaba pasar lo más desapercibido para que a la salida no le esperara más bien una golpiza que una felicitación.

Así planeaba hacerlo también en esta nueva escuela, ubicada en una zona más rural era preferible dejarlo pasar como todo lo demás y no esperar que sus nuevos compañeros se portaran más decentes con él. El primer día fue su madre quien lo llevó hasta las puertas de la modesta institución. Escondida entre la maleza y musgo de piedras y grandes árboles tenía un toque encantador que doble D no se esperaba ver. Acostumbrado a la gran ciudad y a la gente arraigada a la moda se sentía raro viendo a los chicos rurales moverse con tanta naturalidad por los pasillos, como si vivieran en un mundo completamente ajeno al que existía allá afuera. Buscó la dirección para pedir su horario que dictarían los salones donde recibiría sus clases.-Bienvenido a nuestra institución Eddward, esperamos grandes cosas de usted.- Fue lo que la secretaria le dijo antes de soltarle el papel.

Las clases ya habían dado comienzo y Edd se encontraba perfectamente perdido, el orden en los salones como todo en esa escuela eran un desastre. No estaban establecidos por orden numérico ni por materia o semestre. Toda la estructura era hacia lo largo y ancho y no hacia lo alto, por lo que le tomó un buen rato caminando hasta que por fin dio con el bendito salón B15, que era donde le impartirían la materia de Historia Mundial Contemporánea. Se disculpó con el maestro y le explicó el porqué de su tardanza, el hombre solo asintió y señaló un pupitre vacío que quedaba justo en medio del salón. Los escalofríos le recorrieron el cuerpo de pies a cabeza al sentir tantos ojos sobre su piel, pero era inevitable y lo sabía, así había sido siempre. El profesor comenzó a impartir su clase y él ya no recordaba en que momento exacto las bolitas de papel comenzaron a golpearle la espalda y un largo suspiro escapó de sus labios.

Pese a todo, la clase se le pasó rápido y la campana sonó para avisar que en diez minutos comenzaría el siguiente periodo. Edd se sintió aliviado al no tener que soportar los golpecitos en su espalda y sacó su horario para averiguar dónde sería su siguiente clase, aparentemente en el B14. Doble D esperaba que por lógica dicho salón se encontrara justo al lado del que ya estaba o al menos muy cerca; para su sorpresa y disgusto resultó ser que su siguiente salón estaba al otro lado del campus y ya se le estaba acabando el tiempo para llegar a punto.

Así pasó gran parte del día, corriendo de un lado a otro buscando sus salones y soportando las miradas curiosas de sus compañeros. La buena noticia era que hasta la hora del almuerzo nadie le había dirigido la palabra; para él era bueno porque si no le dirigían la palabra, si ni siquiera se le acercaban, entonces no le harían nada. Ahí vio un rayo de esperanza en su vida escolar, tal vez tendría la oportunidad de pasar su semestre completamente desapercibido, si se seguía manteniendo así. Que equivocado estaba, pero en esos momentos aparentemente felices, todavía no lo sabía.

El comedor era pequeño y ruidoso por lo que la mayoría de los alumnos optaba por limitarse a comprar su almuerzo y comer en el patio, ya fuese en una banca o en las grandes raíces de un árbol que la mayoría de las veces eran más cómodas. Edd no compraba almuerzo, nunca lo hacía, no quería ni pensar en los miles de gérmenes que pudiesen tener los cubiertos de la cocina o aun peor, las manos de las cocineras. Siempre acudía a los talentos culinarios de su madre para llenarse el estómago cuando tuviese hambre y llevaba consigo una pequeña bolsita de papel llena de los más sabrosos manjares. Se buscó un lugarcito en una mesa arrinconada en el abandono de una esquina y ahí se dispuso a comer en silencio. Todo iba bien hasta el momento y desde su lugar podía ver bien todo lo que pasaba a su alrededor, todos y cada uno de los alumnos le eran visibles y se sintió simpatizado por un pequeño niño de raza negra que estaba sentado junto a otros niños iguales a él que se sentían aislados por ser "diferentes". Aparentemente esta escuela no hacía un buen trabajo contra las despreciables actitudes racistas que tenían sus alumnos, pero igual les daba lo mismo, para los directivos y maestros del lugar si existía una diferencia entre blancos y negros.

De la nada el escándalo aumentó cuando un grupo grande de estudiantes entró de golpe en el lugar gritando el nombre de su escuela y el equipo de americano que se entrenaba en esa escuela. Las mesas de otros equipos de deportes les saludaron con gran júbilo y las chicas "populares" corrieron a felicitarlos por su más reciente victoria la semana pasada. Y ahí, en ese preciso instante fue la primera vez que lo vio, altivo y fuerte con sus cabellos rojizos cobijados por la tela una gorra. Tres chicas saltaban a su alrededor alagando su gran destreza como capitán del equipo. Él solo les sonreía y jugaba a empujones con sus amigos entre las mesas.

Todos parecían quererles, todos menos los alumnos de la mesa que estaba frente a Edd, se veían nerviosos y algunos de hecho sudaban frío y no apartaban la mirada del equipo de americano. Pronto escondieron todo lo que tenían cuando al fin ocurrió lo que era inevitable y el capitán pelirrojo y otros cinco jugadores se dirigieron con gran sorna a su mensa. Doble D sostuvo en aire en sus pulmones ante la escena, no habían durado diez segundos frente a los chicos antes de que escogieran a tres de ellos para llevárselos a los baños. El capitán se acercó al chiquillo con el que había simpatizado y la diferencia de tamaños se hizo evidente cuando con un solo brazo lo levanto de su sitio por los pantalones. El chiquillo chilló y el resto rio a carcajada abierta ante el gesto. Fue por cosas del destino que al momento de girarse para dejarlo ir sus ojos verdes se cruzaron con los azules de doble D.


Bueno este es el primer capítulo de mi historia, siento que no sea muy largo, pero eso significa que la actualización podrá ser pronto y espero enormemente que haya sido de su agrado.
Si tienen alguna pregunta o aclaración con gusto se las doy.
Sus comentarios me motivan a hacer una actualización más pronta y si han notado algún error en mi escritura, les ruego me lo digan