N/A: Nee, Minna-san, Ohayo! (oxo depende a que hora lo lean) no pude resistir la tentación o.- Primero por que no toy haciendo nada en clase (o.o no es por que no quiera) y en segunda por que las clases me inspiran de una manera muy extraña. Además - por fin eh terminado mis exámenes…!!! De esta semana ;-;

Disclaimer: Nop, desgraciadamente ningún miembro de Akatsuki me pertenece.

Por ahora solo serán dos capítulos… mi cabecita no da para más ;P

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Di "A"

Capítulo I: El Idiota que abrió la puerta.

Parte I

Deidara estaba ahí, sentado. Observando las paredes blancas saturadas de láminas, mostrando bocas abiertas, caries y demás cosas que no llegaba a comprender. Sobre todo, un reloj de manecillas haciendo comercial de Colgate.

Deidara miró desafiante al artefacto colgado en la pared. Se miraron mutuamente. El rubio tachó de desesperante a la cosa esa con pilas. Le observaba, con esos ojos de manecillas, recorriendo su cara.

Y…

Y Deidara estaba nervioso. No mucho, lo necesario como para desear el abrazo de su mami. No deseaba eso desde que lo habían tirado a un pozo.

Fijó la vista al frente, y se acomodó en la silla reclinable de dentista. Y no sólo la silla era de dentista. El olor que emanaba del piso y de las paredes era de dentista.

Intentando no pensar en algo que tuviera como consecuencia la palabra dentista, Deidara se llevó la mano a la mejilla. Le dolía la muela como jamás le había dolido algo. Si le hubieran dado a elegir, seguramente habría preferido que le arrancaran de nuevo ambos brazos.

Deidara cruzó las piernas.

Exageraba.

Metió y sacó el tobillo de su sandalia, puso las manos entrelazadas en su regazo y volvió a mirar fijamente el reloj-colgate, esparciendo su tic-tac mudo en la habitación.

Notó la perilla moverse y recobró la compostura. Un Kakuzu con bata atravesó el marco de la puerta. En su brazo llevaba un papel y en la mano unas radiografías.

--Buenas tardes.—saludó, aparentemente al viento.

--B-buenas tardes un.

--¿Y tu eres…?

Deidara le miró, curioso.

--Vamos, nena ¿No me vas a decir tu nombre?

Deidara se mordió la lengua para no matarle.

--¡¿Qué te sucede, Kakuzu?! Llevamos un año trabajando en la misma organización un.

--Aquí no soy tu compañero, soy tu dentista. A si que yo no sé que en verdad eres hombre, que podrías pasar como piromaniaco-ninfomaníaco y que te llamas Deidara. No seas mal educado y presentante como es pertinente.

Deidara giró las pupilas.

--Soy Deidara y soy hombre.

--Muy bien, Deidara-chan, vamos a….

--¡Kakuzu no yatsu! Ya te aclaré. Soy un hombre.

--¿y a mi qué? No imagino Deidara sin el chan… Y desde ahora, Deidara-chan, soy Kakuzu-sensei.

--Por qu…

--Soy tu médico. Merezco respeto.

Deidara lucia irritado. Dio por terminada la plática introductoria. Kakuzu le indicó con un gesto de la mano que se recostara. A regañadientes, Deidara obedeció. Kakuzu reclinó el asiento y mientras preparaba sus utensilios, el rubio se entretuvo mirando de cabeza hacía una de las paredes. Encontró algo parecido a un diploma enmarcado. Forzó la vista: "Se otorga el presente diploma a:" vio unos rayones, y era difícil encontrar que demonios decía. Forzó aún más la vista: "Tsunade" el cual estaba tachado con un crayón rojo… parecía que lo habían rayado con mucho coraje y repetitivas veces. Debajo de la línea y de la firma del entonces Hokage estaba escrito "Kakuzu" Fuera de eso, nada más acreditaba a su médico como tal.

Deidara tragó saliva.

¿El líder no pensaba clausurar ese consultorio clandestino? Esa sería una opción para poder acudir con un médico calificado para poder inmiscuirse en su elemento anatómico más querido: su boquita. Y si algo salía mal, uno de sus jutsus favoritos quedaría atrofiado. Lamentablemente, el líder había autorizado semejante barbarie… al menos a él se le autorizaba atención médica. Tener a Konan como rival para los favores del líder había dado sus frutos.

--Según tus radiografías….

Momento.

¿Había una maquina de rayos x, silla de dentista, bata…. Pero no alcanzaba para un doctor decente? Deidara iba a protestar, pero Kakuzu le detuvo.

--Sé lo que estas pensando, Deidara-chan.

--¿Si un?

--Si.

--…. un

--….

--¿Y un?

--¿Qué?

--¿No piensas responder un?

--Por supuesto que no.

--¿Y por qué no un?

--Por que no quiero.

--Más bien uno de tus sueños frustrados es ser dentista y viste la oportunidad para no morir con las ganas un.

--Exactamente.

--Por favor, Kakuzu-sensei. No es necesario ser sarcástico.

Una lagrimita, desapercibida para Deidara, se escabulló de la pupila del dentista.

--Claro… sarcasmo.

Kakuzu se despabilo y miró… Deidara no pudo interpretar esa mirada, pero sintió frío en la nuca.

--Muy bien. Empecemos.

Deidara obedeció, extrañamente tranquilo, como unos tentáculos negros se aproximaban, no solo a su boca, si no se abalanzaban sobre su carita.

--K-Kakuzu-sensei… ¿No piensas labarote las manos primero?

Kakuzu se detuvo en seco y meditó un momento.

--Mmmm…. No, mejor me pongo guante.

Deidara notó que había dejado de respirar y el aire volvió a circular cuando su querido sensei se colocó los guantes y estaba dispuesto a continuar.

Después, ambos se miraron largo rato. Kakuzu esperaba algo de Deidara; y el artista algo de resarcidor.

--¿Qué esperas?

--¿De qué un?

--¡Di A!

Deidara miró de derecha a izquierda, insinuando un "¿Por qué un?" pero recordó que Kakuzu era su médico y de él dependía su sufrimiento.

--A un.—pronunció rápidamente.

Kakuzu giró las pupilas.

--A de abrir el hocico.

--¡Lo hubieras dicho antes un!

Aunque le costó unos segundos, Deidara cedió y Kakuzu se inmiscuyó en las profundidades de la boca de Deidara.

--Muchas caries… ¿Cada cuando te lavas los dientes, Deidara-chan?—preguntó, sacando la mano de su boca.

--Diez minutos antes de venir al dentista un.

--¿y cada cuando desperdicias nuestro dinero en eso?

--una vez al año. Si iba más, seguro te darías cuenta de los 100 ryus que desaparecían misteriosamente un.

Kakuzu le miró amenazadoramente y Deidara intentó sonreír culpablemente.

--Lo agregaré a tu cuenta.

Continuó.

Kakuzu buscó en cada recoveco algo extraño, y a excepción de arcilla metida entre los dientes, no encontró nada sospechoso.

--¿Qué dijiste que te dolía?

--ra muera un.

--Yo no veo nada raro.

--Ej porque taj ciejo o muj estupidoj unj.

--¡Entendí eso!

--¡Esja erja la ideaj unj!

Kakuzu movió una muela del lado derecho bruscamente a modo de venganza.

--¡Auuu! Un.

--Perdón, se me resbaló.

--Noj. Eja esj la que me duelej unj.

--Ah.

Kakuzu apartó la lengua de Deidara y volvió a mover, ahora cuidadosamente, la muela.

--¡Auu!

--Tal como pensé, esa es la que te molesta.—diagnostico sacando las manos de la boca del rubio.--Cuéntame, Deidara. ¿Cómo pasó?—preguntó Kakuzu, dando a entender que ahora era Kakuzu-el-compañero-de-Akatsuki.

Deidara se levantó y miró fijamente a su dentista. Asintió.

Flash back.

Deidara lo tenía en la mira. Observando egocéntricamente como el buzón de quejas/sugerencias estaba materializado en un rincón olvidado de la guarida de Akatsuki, justo al lado de la habitación que Konan y Pein compartían.

Miró su mano, y el papelito se estrujó contra su muñeca, en un ataque de confianza…

--Momento. ¿Lograste meter un papelito al buzón de quejas/sugerencias y solo te lastimaste una muela? Vaya que eres afortunado. —comentó Kakuzu, quitándose los guantes. –Yo lo intenté un día.

--¿Enserio?

--Aja.

Flash back de Kakuzu

Kakuzu pone papelito en quejas/sugerencias.

Fin del Flash back de Kakuzu.

--¿Y como es que saliste ileso un?

--Hice una versión pirata del original en mi recámara.

--Ah… ¿puedo continuar un?

--Sip.

Deidara ahora se arrepentía de haber hecho una apuesta con el Uchiha. Pero, de cualquier forma, aquello era una causa perdida.

El rubio era el único que tenía "permiso" para acercarse a la caja de quejas/sugerencias. Al líder le tenía sin cuidado. Casi siempre, los papelitos del artista contenían sugerencias más que quejas. Y la mayoría de sus sugerencias eran con letra tan indescifrable que se justificaba su desechamiento.

Deidara tomó la pluma que estaba al lado de la caja. Se acercó a la superficie, casi estampando los ojos, para escribir mejor. Sujetó la pluma con todos sus dedos y con la lengüita asomándose por la parte superior de la comisura izquierda, comenzó a redactar, esta vez con letra clara: "Queremos chicas (Konan no cuenta) en Akatsuki."

Dobló el papelito cuidadosamente y estaba dispuesto a meterlo en la ranurita de la cajita vacía. Cuando las moléculas iban a hacer contacto con las de la caja, unas uñas negras y meticulosamente cuidadas interfirieron.

--Deidara…

--…Konan un.

Ambos se miraron. Deidara encontró un odio insípido en las pupilas de su compañera, quien fijaba toda su atención al único ojo visible del artista.

--Pein no está. —explicó, con un tonito superior, como autorizada a saber que hacía o no el líder.

--Lo sé un.

Y vaya que lo sabía. De saber que estaba, no se habría atrevido a salir de la trinchera. Konan guardaba la expresión de un perrito muy agresivo atado a un poste, ladrando insultos a quien pasara.

--Sabes muy bien que no está permitido poner papelito alguno en el buzón.

--¿Entonces para que demonios está un?—criticó, hundiendo la riña en asuntos más complejamente tácitos.

--Protocolo.

Deidara desistió, aparentemente.

--Muy bien. Dame el papelito. Ve a buscar que explotar.

--¡Estoy en mi derecho! Lo decía en mi contrato cuando lo firme un.

--No firmaste nada.

Demonios.

--¡Quítate un!

--¡Oblígame!

Deidara se recorrió las mangas, dispuesto a, si era necesario, jalar el cabello azul de cierta personita. Konan sonrió efusivamente, y aquello hizo que Deidara sospechara algo, pero cuando se dio cuenta ya era muy tarde.

Una puerta se llevó la pobre humanidad del artista. Estrellándole la puerta en la cara. Lo último que sintió antes de perder la conciencia adrede, fue la mano de Konan quitándole su papelito.

Fin de flash back.

Kakuzu terminó de escuchar la historia, conmovido por la noble misión fallida del rubio.

--¿Y quién fue el imbécil que abrió la puerta?

--No lo sé, simplemente un imbécil un.

--No te preocupes, Deidara-chan, intentaré repararte.

Kakuzu volvió a examinar la boca de Deidara, esperando escuchar su lapsus linguae cometido con la boca abierta... ¿Por qué insistía tanto en hablar?

--Es una decisión difícil pero…

--¿Unj?

--Tendremos que hacer endodoncia.

--¡¿Qj qj?!

Kakuzu observó atentamente, meditando la situación.

--Sí, será lo mejor… ¡Enfermera!

El tiempo tropezó, y la dichosa enfermera no apareció. Kakuzu hizo una mueca de disgusto.

--¡Enfermera!

Deidara estaba intrigado.

--¡Vamos, Tobi, sal de una buena vez!

Deidara parpadeó dos veces. Se levantó, ocultamente escandalizado. Salió detrás de la puerta, un Tobi muy enfermera. El sonrojo se notaba inclusive sobre su máscara.

--Kakuzu-sensei…-- pronunció tímidamente.

--Enfermera Tobi, Deidara-chan; Deidara-chan, enfermera Tobi.

Tobi se jaló la falda y saludó con tres deditos al rubio.

--Deidara-senpai…

--Tobi…un. —dijo, con un pequeño matiz de perversión.

--Bien enfermera Tobi…

--Dijiste que respetarías mi masculinidad a cambio de mi dignidad.

--¿Enserio? No lo recuerdo.

Kakuzu preparó su arsenal y miro maquiavélicamente a Deidara.

--Tobi-enfermera me asistirá y como dije, tendremos que hacer endodoncia.

--Tobi es una buena enfermera :D

Deidara no quería saber, pero preguntó.

--¿Qué es eso un?

--Una dolencia en la que el esqueleto intenta salir por la boca

El rubio palideció

--Por Jashin-sama… ¿Qué pasará con mi nariz un?

--no te preocupes. —Consoló Kakuzu preparando la anestesia. —se caerá y continuara secretando fluidos fluorescentes…. Como siempre.

--Uff… que alivio un.

--Empecemos. Enfermera Tobi, rápelo.

--¡¿Para qué un?!

--Llegaremos de la chimenea a la muela…. ¿Te gustan los gatos?

--a-a veces…

--a mi tampoco.

El artista sintió un Puck en su boca, la cerró e hizo una emboscada a los dientes, jugueteando con la lengua. La muela se había desprendido solita.

--¡Miga! Sej cao sojita unj.

--Mi método a funcionado... son... 50,000 Ryus.

--¡¿Qj?!

--Te lo descontaré de tu salario.

--¡Pejo tuj no hijiste nadaj!

--¿A que no? Soy tan bueno que ni lo notaste.

--Pejo yoj no tenjo sadajio.

--Pretextos, pretextos. Un año sin salario.

--Tej acabo de dejir qj yoj noj tengoj sadajio!

--Pues este año tienes, solo que, contra mi voluntad, tendré que confiscártelo.

Deidara enmudeció

La próxima vez usaría un hilo y una puerta.

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Para quien pregunta… no, no se me ocurrió esto mientras mi dentista me torturaba… o.o… ;-;

Sí, tengo planeado una continuación con dos victimas más.

Dudas, amenazas, comentarios, y en este caso, ideas… koko ni, nee?