Vocaloid no me pertenece.

Hace tiempo que no me paseo por acá, ya lo extrañaba xD


Quien diga que ser cantante es fácil, obviamente no ha estado en la vida de Miku Hatsune por un día. Levantarse temprano, correr hasta la agencia donde esperaba su manager y de ahí subir a su auto que la guiaría a set de filmación, a la disquera, a shows de televisión, estaciones de radio, tiendas comerciales, set de fotografía, ir con patrocinadores, ensayos de canto y baile. ¿Quién diablos dijo que ser cantante era fácil? Seguramente alguien quien no lo era.

Suspiró, recargando su cabeza en el vidrio del auto, observó las calles y estas estaban casi desiertas; como no estarlo si era miércoles a las doce y tantas de la noche, prácticamente era jueves ya. Iban a un programa de televisión, donde daría comienzo su Comeback, aún no tenía ni el vídeo musical y ya estaba promocionando la canción. Su productor de verdad amaba hacer las cosas al revés. Suspiró de nuevo al ver como comenzaban a haber más autos y luces.

La televisora estaba rodeada de autos, tanto de cantantes y sus equipos como de fieles fans. En verdad, los premios debían ser para sus fans, ellos eran tan adorables que la iban a ver incluso si al día siguiente debían ir a trabajar o a la escuela. Ellos eran los importantes, no ella. Su auto aparcó en el estacionamiento cerrado, bajó y sus guardaespaldas la ayudaron con su bolsa. Escuchó gritos de sus fans, se giró y los saludó con una radiante sonrisa, los gritos aumentaron.

Ingresó a la construcción y esta era sofocante, se quitó el abrigo mientras seguía a su manager. Iban hacía las bambalinas, donde estaban los demás cantantes que estaban preparándose. Una vez ingresó, la adrenalina corrió por sus venas. Comenzó a dar grandes pasos, esquivando con agilidad a otros cantantes, bailarines, maquillistas y demás. Se inclinaba con respeto y sonreía cada que se encontraba con alguien de frente. Escuchaba gritos, risas, chistes y quejas. ¡Claro que ser cantante era fácil! Imbécil aquel que dijo eso.

El lugar estaba dividido por cubículos, sin puerta, desgraciadamente, pero con una placa de papel que indicaba a quien pertenecía cada cubículo. Encontró el suyo e ingresó seguida de su manager que había dejado atrás en el momento que ingresaron al infierno. Su equipo de vestuario y maquillaje ya estaba ahí, esperando por ella. Arrojó sin cuidado su maleta y su abrigo a una esquina de la habitación y se sentó en la silla frente al espejo. Sus maquillistas no tardaron nada en deshacer su coleta mal hecha y a pasar el cepillo por sus hebras.

Suspiró, sacando todo su estrés. Su presentación era hasta las dos de la mañana, bastante cutre, la verdad, pero no podía quejarse; un horario es un horario. Prefería tener listo todo mucho antes, así al menos podía calmarse un poco después o calentar o ver que había de nuevo en su club de fans, hacía ya un tiempo que no entraba a su página. Quizás dar un agradecimiento a sus fans antes del espectáculo estaría bien, pero antes debía tener su cabello hecho.

Dejando que los profesionales se encargaran, decidió observar lo más que podía atrás ves de su espejo. Observaba quienes pasaban fuera de su cubículo, algunos cantantes los reconocía; ya fuera porque había hablado con ellos o porque los había escuchado antes y visto en programas. Algunos tantos no le sonaban de nada, como ese chico que parecía bastante entretenido en su teléfono.

Hace bastante dejo de preguntarse o preocuparse por los nuevos talentos, eran demasiados y no tenía memoria para saber quiénes eran todos, pero ese chico se veía sin duda interesante. Estaba sentado en una silla de plástico, no es como si les dieran sillones de cuero, su teléfono estaba sobre la mesa y recargado en una botella de plástico llena de agua y descansaba los codos en la mesa que también era de plástico. Ya estaba completamente vestido por lo visto, además de maquillado ya que alcanzó a ver el delineador negro, su cabello rojizo tenía unas cuantas ondas aunque la mayoría era cubierto por la gorra que descansaba sobre su cabeza.

–Meiko, ¿quién es él? –. Preguntó, señalando el reflejo en el espejo.

Su manager dejó de ver su teléfono y observó a donde le indicaban. Dio una mirada rápida y regresó a su teléfono. El cabello de Miku estaba casi listo, necesitaba el maquillaje y el vestuario para poder respirar en paz por unos cuantos minutos.

–Si mal no recuerdo, Fukase–. Contestó, tecleando con furia. –Hace unos cuantos meses debuto, por lo que se ve es bastante bueno. Ha ganado fama en muy poco tiempo–.

Miku realizó un sonido afirmativo, pero siendo sincera no le sonaba de nada el nombre. Aunque no se sorprendía, sino tenía tiempo para decirle a sus fans lo mucho que los quería, menos tiempo tenía para escuchar la radio y ver los nuevos talentos. Como no había nada interesante que ver, además de sí misma o su equipo, dejó que su mirada se detuviera en el chico. Observó como subió su pierna derecha a la silla y usaba su rodilla de apoyo. También observó cuando le entregaron unas galletas y lo observó comerlas.

Una de las cosas que Miku más odiaba eran las dietas, no evitó hacer gestos de envidia al ver como el chico, Fukase, debía recordar su nombre, saboreaba las galletas y… ¡Dios santo! Hasta ese momento se dio cuenta de cómo estaba la mesa. Había envoltorios de golosinas por toda la mesa, unas cuantas bolsas y abrigos, pero alrededor de él, especialmente alrededor del teléfono, había envolturas de galletas, frituras e incluso alcanzó a ver una hamburguesa a medio terminar. Todo lleno de migajas. Su envidia se transformó en asco, ¿cómo podía tener así su mesa? ¿Eso eran patatas fritas regadas por la mesa? Arrugó la nariz ante el espectáculo.

Una mano en su mejilla le hizo ver hacia adelante, al parecer el cabello estaba listo. Su natural cabello lacio estaba peinado en dos coletas y ahora habían rizos, su flequillo caía con gracia sobre sus cejas, cubriéndolas. Los caireles se movieron con elegancia cuando movió la cabeza a los lados para ver sus flancos. Sus maquillistas se pusieron frente a ella, dándole la espalda al espejo. Uno de ellos cubrió su única fuente de entretenimiento. Con nada más interesante que ver, observó su reflejo.

Capa tras capa, cubrían con eficacia cualquier imperfección que podría tener su piel, como aquella pequeña cicatriz en su mejilla izquierda, o su lunar en el cuello del lado derecho casi imposible de ver pero fue igualmente cubierto. Sus pestañas fueron erizadas y cubiertas con rímel negro, el delineador negro pasó por parpados superiores, obligándola a cerrar los ojos. Al abrirlos tuvo que mirar el techo, para el delineado inferior. Volvió a cerrar los ojos para la sombra en los parpados, su boca entre abierta, sintiendo los pinceles sobre sus labios secos.

Lo único que le desagradaba del maquillaje eran las capa infinitas, prefería algo más natural y sin tanto accesorio, pero no tenía derecho a opinar; sus maquillistas sabían más que ella en ese ámbito. Los tres pares de manos se redujeron a uno, abrió los ojos y una chica trabajaba en sus mejillas. Había vuelto a tener espacio suficiente para ver alrededor. Sus ojos viajaron al chico de antes, su postura había cambiado, ahora estaba con ambos pies en el suelo y veía algo en su teléfono con la boca abierta.

–Meiko–. Volvió a llamar y la mujer levantó la mirada para verla. –Préstame tu teléfono–.

La mujer mayor arqueó una ceja, no muy contenta, y volvió la vista a su pantalla móvil. –Tienes el tuyo, úsalo–.

–Lo deje en mi maleta–.

–Ese no es mi problema–.

Miku gruñó ante la nula cooperación de su manager, vaya ayudante le habían dado. Aún no podía levantarse y la verdad tenía curiosidad sobre Fukase, quería ver que tan bueno era, para ver si su fama equiparaba su talento pero no podía sin un aparato mágico con internet. Observó a Meiko por el reflejo y después a Fukase, ¿qué todos tenían el teléfono a su mano menos ella? Refunfuñó.

–Dame mi bolso entonces–. Pidió.

Meiko suspiró y Miku gruñó, la mayor no se molestó en levantarse y solo observó alrededor a ver si la encontraba. La halló en la esquina cerca de la puerta, se quejó al ver que tendría que levantarse pero al final lo hizo y sacó la maleta de abajo del abrigo, sin molestarse en levantar la prenda. Caminó hasta con la cantante y entregó la maleta.

Un gracias fue dicho y Miku abrió la maleta para hurgar en ella, Meiko volvió a sentarse en la silla que estaba detrás de la cantante. Había de todo en su bolso; desde un espejo pequeño hasta rotuladores, nadie sabe cuando te encontraras un fan y la verdad prefería ir preparada. Se sorprendió al encontrar viejos boletos de cine de la última vez que había ido a ver una película con Gumi, hace ya casi tres meses. Cuando encontró su teléfono dejó caer su maleta frente a sus pies.

Dio una rápida mirada a Fukase y lo vio comiendo galletas de nuevo, ¿de dónde las sacó?, regresó la mirada a su teléfono y buscó el nombre del chico. Varios resultados aparecieron en segundos, desde redes sociales hasta su página oficial de fans. Era obvio que el chico cantaría, no por nada se encontraba ahí en ese momento, así que Miku solo buscó el día de su debut y la compañía a la cual estaba afiliado, además de ver sobre sus álbumes.

Descubrió que pertenecía a la misma compañía que el grupo ZOLA, con quienes ella había hecho una colaboración hace algún tiempo. Al parecer también había hecho colaboraciones con Flower, una cantante conocida por ser una de las más introvertidas. No evitó arquear las cejas al descubrir que también había hecho colaboraciones con cantantes extranjeros. Hasta había hecho modelaje y promociones para marcas de ropa deportiva.

La voz de su maquillista le permitió levantarse; su cabello y maquillaje estaban listos, ahora solo faltaba el vestuario y aunque eso sonaba sencillo, no lo era. Sacaron a todo el equipo masculino al pasillo, ya ellos decidían si descansar ahí o ir a las maquinas expendedoras por algo. Miku dejó su teléfono sobre el tocador y caminó hacía el resto de su equipo.

Como esos cubículos carecían de puerta, gracias señor constructor, se las arreglaron para colgar una manta, Meiko resguardaba la entrada y Miku era ayudada por su equipo. Se desprendió de su ropa cómoda y procedió a entrar en ese esponjoso vestido. El cambio fue rápido, tanto que casi se rompió una uña, no podía darse el lujo de rompérselas, esa mañana habían ido a la manicura. El cierre al final lo subió una de las chicas.

Una vez dentro del vestido, procedió a sentarse y colocarse los zapatos; malditos tacones de diecisiete centímetros. La manta fue retirada una vez se puso de pie. Las chicas comenzaron a preparar el vestuario, alisando la tela y acomodando los pliegues, acomodaban los tirantes y hacían de lo imposible para ocultar el sostén de la cantante. Una de las chicas revisó las uñas de Miku, para asegurarse de que ninguna uña estuviera dañada.

La cantante observó su equipo por un rato, antes de levantar la mirada y ver su reflejo. Vestido ampón de color azul cielo con blanco, zapatillas azules. Los tirantes del vestido eran ligeramente más gruesos que los de su sostén. Listones blancos sujetaban sus coletas. Sombras azul en sus parpados, labios rosados y rubor antinatural en sus mejillas. Suspiró, estaba casi lista y podría descansar al fin.

Cuando las chicas se alejaron de ella lo tomó como la señal final; estaba lista. Sin esperar nada caminó hasta Meiko y tomó asiento en la silla junto a su manager. Un gemido salió de sus labios y cerró los ojos, disfrutando de la paz que le proporcionaba la oscuridad. Abrió sus ojos después de unos segundos, miró hacía Meiko y se cruzó de piernas. Observó a la mayor teclear con fuerza la pantalla táctil de su teléfono.

–¿Qué pasa? –. Preguntó con curiosidad.

–Quieren que mañana comiences la grabación del vídeo musical–. Contestó molesta. –Mañana tienes una junta de fans, además de que la firma de autógrafos llevara mucho tiempo. En la tarde debemos ir a la entrevista en la radio y en la noche tienes que ir a un programa de variedades–.

–Suena poco–. Contestó la chica.

–Y lo es, el problema es que esas tres horas consumirán todo el día, no hay hora libre para el vídeo–.

Miku asintió, aunque quería grabar cuanto antes el vídeo, hacía tiempo que no tenía junta con sus fans y siendo sincera los extrañaba. Normalmente ninguna de esas cosas eran tan largas, pero ahora que regresaba a los escenarios y que su nuevo álbum estaba a la venta, obviamente las entrevistas iban a ser larguísimas, las platicas con sus fans también serían prolongadas y en el programa sería la comidilla. Suspiró y se levantó.

–Iré a dar una vuelta–. Comunicó y Meiko asintió.

Miku salió de la seguridad de su cubículo para enfrentarse con la marea de gente en el pasillo, camino hasta llegar al cubículo del que había sido su distracción y observó el interior. Solo se encontraba el equipo, y todos en sus teléfonos, al parecer Fukase ya había salido, eso significaba que iba antes que ella. Siguió caminando hasta salir de bambalinas, caminó con confianza por los pasillos de la construcción, saludando cortésmente.

Llegó a la sala principal, había sofás y una pequeña mesa, además de un gran televisor colgando de una pared que transmitía en vivo. Se detuvo, detrás de uno de los sofás. Varios lugares estaban ocupados, pero aún así podía sentarse si quería. Entre las personas que estaban sentados había desde cantantes hasta bailarines. Era un lugar comunitario para disfrutar del espectáculo. Se cruzó de brazos y observó las nítidas imágenes.

Sus ojos viajaban hacia la letra de la canción, que era puesta en la parte inferior izquierda de la transmisión, hasta la chica que bailaba y cantaba. Sus mejillas regordetas y rosadas, junto con su largo cabello negro le daban una apariencia adorable y Miku deseó poder pellizcas esas mejillas, tal vez lo lograría si se presente a la chica. Lo bueno de ser una idol súper conocida es que la mayoría de los otros cantantes la dejarían pellizcar sus mejillas.

La canción terminó y el público aplaudió, nadie en la sala lo hizo ya que no había porque. Entonces los presentadores salieron y comenzaron a conversar sobre los cantantes que estaban por pasar; conocía al chico, pero no a la chica. Piko al parecer no dejaría esa mirada de aburrimiento aunque fuera un presentador, no evitó rodar los ojos y sonreír divertida, se lo recalcaría al chico cuando pudiera. La conversación duro un poco más hasta que la pantalla se puso en negro. En la parte inferior izquierda salió Fukase y el nombre de la canción.

Los gritos saturaron el sonido, y aumentaron cuando comenzó a sonar la música. Las luces se iluminaron, luces rojas, amarillas y blancas. En las pantallas traseras del escenario se mostraban colores amarillos y naranjas, se veía la típica ilustración de ondas de sonido moviéndose al ritmo de la música. Había chicas con shots bastante cortos y usando tops blancos y negros; si la dejaban ser sincera, eso dejaba muy poco a la imaginación. Entre las cuatro féminas logró distinguir al chico de cabello rojo.

Las bailarinas ya habían comenzado su baile cuando él comenzó a caminar, hacía el frente. Las chicas a su lado seguían bailando y Miku no podía dejar de pensar que esos movimientos eran demasiado provocativos. Fukase cantó el primer párrafo mirando directo a la cámara, y caminó hacia atrás cuando regresó el instrumental.

Miku tragó duro y tenía unas ganas enormes de mirar a otro lado, el espectáculo que tenía frente suyo no era nada de lo que había esperado. Demasiados movimientos de cadera, demasiados body roll. El camarógrafo debía controlarse y dejar de enfocar a las bien torneadas piernas de las chicas o la cadera Fukase cada vez que hacía un movimiento bastante sugerente. Comenzó a rascar su piel cuando observó ese innecesario y bastante sensual toque que Fukase le dio a una de sus bailarinas en la espalda baja, ¿esa cara de satisfacción por parte de los dos había sido actuada o real? No quería saber.

Se mordió la lengua y decidió mejor fijarse en la música y no en la coreografía. A los pocos segundos se arrepintió cuando escuchó lo que parecían ser gemidos, no estaba segura si lo eran o no, pero por la entonación que daba el chico sonaban a unos malditos gemidos. Estaba siendo bastante incomodo de ver y aún así no podía apartar la mirada. El Fukase que vio comiendo galletas en una mesa hecha un asco no era el mismo Fukase que se estaba bailando entre chicas semidesnudas.

Miku sentía calor, aún con ese corto vestido que no cubría más allá de sus rodillas y carecía de mangas, sentía calor. Ya no eran las bailarinas, ya no era el ritmo de la música, ya no era nada más que el conjunto de todo lo que la ponía nerviosa. Sabía que varios grupos gustaban de hacer movimientos sugerentes, pero Fukase lo llevaba al extremo. Encajó sus uñas en su piel cuando el chico miró directo a la cámara y pasó la lengua por sus labios con una mirada que Miku no quería describir.

La canción terminó, la posición de las bailarinas y la de él era como la del principio. El público estalló en aplausos, la transmisión se puso en negro de nuevo y Piko con la otra chica reaparecieron. Miku dio media vuelta, sin saber que pensar y corrió hasta bambalinas, se abrió paso entre la gente y pidió perdón cada que chocó con alguien. Entró casi tropezando a su cubículo y se dejó caer en la silla junto a Meiko. Su respiración era agitada y sus manos estaban aferradas a los descansabrazos de la silla.

–¿Qué te pasa?-. Preguntó su manager, pero la chica no contestó. –Miku, que pasa–. Exigió.

La cantante negó con su cabeza y no le importó que su manager no se mostrara muy convencida. Miku se levantó y fue por su teléfono que seguía en el tocador. Lo tomó y escogió su última búsqueda, pero hora en búsqueda de vídeos. Encontró el vídeo de la canción que acababa de escuchar. Se detuvo por unos segundos, insegura de si verlo o no, lo pinchó y una señal apareció; Mayoría de edad. Debían estar jugando. Dudo un par de segundos antes de aceptar y dejar el video reproduciendo.

Se arrepintió casi al instante, si pensó que el baile en vivo había sido sugerente, lo del vídeo era explicito. Tomas más largas, casi no había baile y si se presentaba era demasiado explicito, tanto que parecía otra cosa en lugar de una coreografía. Las chicas no estaban en short y en top, estaban en bikini. Las tomas de Fukase distaban de ser tranquilas, el espacio personal entre ellas y él era inexistente, la forma que miraba a la cámara tampoco estaba catalogada pura y Miku de verdad deseaba cortarle esa maldita lengua.

El vídeo terminó, la pantalla se puso en negro y Miku miraba eso como si fuera lo más interesante del mundo. Tragó con dificultad y no sabía muy bien cómo reaccionar. Sabía que el rubor que adornaba sus mejillas era totalmente natural ahora, la punta de sus orejas también eran rosadas y respiraba con rapidez. Chupó con fuerza su labio inferior, sin que le importase el labial y brillo que habían colocado antes sus maquillistas.

–Eso fue, sin duda, una cosa que no me esperaba y que me encanto–.

La voz detrás de ella la hizo saltar, casi tirando su teléfono, se giró y encontró a Meiko con una sonrisa, la mayor se cruzó de brazos. Miku no dijo nada, solo acunó su teléfono en su pecho; sintió como su corazón tamborileaba a gran velocidad en su pecho. Sus mejillas quemaban y su mente seguía en blanco. No sabía que decir, estaba molesta con Meiko por espiarla, pero tampoco es como si hubiera visto algo indecente; no comprendía porque se sentía como una niña que había sido atrapada viendo pornografía.

Sintió la mano de Meiko en su hombro y la observó, la castaña le sonreía con cariño casi maternal, sus ojos eran suaves y su sonrisa tranquila. Eso calmó a Miku de manera inexplicable, su agarre en el teléfono se suavizó.

–Está bien, Miku–. Comenzó Meiko. –Está bien, ¿sabes por qué? Porque para una idol tan ocupada como tú es normal estar frustrada sexualmente–.

Tardo exactamente cinco segundos en entender lo que decía su manager. El rostro de Miku se pintó de rojo, comenzó a temblar y sostuvo su teléfono con tanta fuerza que lo podría romper, se tensó y abrió la boca, grande, sin contemplaciones. Gritó furiosa, avergonzada y nerviosa, sobretodo la última. Meiko le miraba con comprensión, con supuesto entendimiento. Meiko le masajeó el hombro de manera reconfortante.

–¡No estoy frustrada sexualmente! –. Gritó, tan fuerte y estable como pudo.

El lugar quedó en silencio, no solo su cubículo, todo el lugar se quedó en un silencio pesado y denso. Miku observó alrededor, mirando a su equipo quienes le veían con sorpresa, a Meiko que se había alejado un paso de ella debido al grito, escaneó el lugar con la mirada. Sus ojos se detuvieron en el pasillo.

El cabello rojizo se pegaba a su frente y logró ver gotas de sudor resbalando por las sienes, su cabello alborotado y libre de gorra. Su pecho subía y bajaba algo rápido. Su mano derecha descansaba en su cuello con una toalla en ella. Ojos rojizos contra ojos turquesas. Miku sintió la vergüenza aumentar. Observó a Fukase llevarse la toalla a la boca, sus ojos se convertían en medias lunas y sus hombros comenzaron a temblar.

El chico se alejó lentamente, no antes de mirar la cara ruborizada de Miku una vez más. La chica logró ver la sonrisa que el otro intentaba ocultar con la toalla. El lugar seguía en silencio. Miku se recargó en el tocador, aún sin soltar el teléfono se llevó las manos a la cara, quería desaparecer de la faz de la tierra. Un sonido conocido llegó a sus oídos, había vuelto a reproducir el vídeo. Arrojó el teléfono contra la pared más cercana. Miku Hatsune no estaba frustrada sexualmente.


Tengo dos fics que terminar, uno de ellos es realmente importante y esta a tres capitulos de finalizar; ¿Qué hago? Escribo esto. ¡I'm a Genius!

Bien, quizás no lo soy xD Pero no lo pude evitar. Es la primera vez en la que, de verdad, soy capaz de tener una ship con Miku sin hacerla sufrir en el proceso. Porque si soy sincera, tengo unas cuantas ships, pero en todas Miku sale mal parada )': Fukase fue un regalo del cielo xD

No se como funciona el mundo de los idol en Japón, lamentablemente, así que me base en los idol coreanos. Muy ligeramente.

¡Y tengo unas ganas de hacer esto un long-fic!pero unas ganas, de las buenas. Pero antes debo acabar el otro fic )': Ya veré que hago.

Gracias por leer :)