1. Un alumno nuevo
El reloj marcó las siete y treinta de la mañana en el preciso instante en que Viktor ingresó en su salón, el largo cabello platinado amarrado en una apretada coleta alta lo único presentable además del injustamente atractivo rostro del adolescente: ojos azul zafiro, nariz levemente respingada, pómulos firmes y labios finos y sonrosados. En cuanto al uniforme... mejor no comentar. El chico empezó a deshacerse en excusas que detuvo al no ver ni rastro de la profesora de lenguaje y, aliviado, se apuró en tomar asiento, dejándose caer en su pupitre de la segunda columna, tercera fila, tan cerca del mejor lugar junto a la ventana y tan lejos a la vez. La maestra era tan injusta, puesto que nadie ocupaba aquel lugar pero se lo había negado a Viktor cada que lo pidió, porque lo conocía y en realidad tenía muy buenas razones para no hacerlo, pero seguía siendo injusto para el platinado.
Como la docente seguía sin aparecer tras los primeros cinco minutos de clase, varios de los compañeros de Viktor, incluyéndolo, sacaron sus teléfonos celulares del interior de sus mochilas y se olvidaron de lo que los rodeaba.
—Oí que hay un alumno nuevo —escuchó de pronto Viktor, de boca de una de sus compañeras, mientras tipeaba un mensaje simple hacia su mejor amigo, que estaba a un piso de distancia y probablemente no se encontraba prestando atención a la lección de física. Es pecado dar clase de esa materia a primera hora de la mañana, en especial cuando es lunes pero no hay nada que se pueda hacer al respecto además de rumiar su inconformidad.
—¿En serio?, ¿esa es la razón de que la profesora tarde tanto?
—Podría ser, si mis fuentes no se equivocan, no es ruso, tiene rasgos orientales...
—¡¿Asiático?! ¡Ayuda en matemáticas!
—Jajaja, ¡en eso es en todo en lo que piensas!
—Oye pero, ¿qué tal que sea de los egoístas? ¿Y si nos manda de paseo?
—¡No hay forma de que lo haga en cuanto vea tu personalidad!
Las risas de las chicas contagiaron a Viktor sin querer y tuvo que fingir una tos para que no lo acusaran de entrometido.
Centrándose de nuevo en su teléfono y borrando el mensaje que iba a mandar, escribió:
Mi maestra no aparece y al parecer se debe a que hay un chico nuevo. /(:D)/
La respuesta le llegó casi al instante.
¡Maldito!
A mí se me está derritiendo el cerebro del aburrimiento aquí.
Ven a ayudarmeeeee. _
Riendo, ahora sí solo, Viktor empezó a responder.
Ah, por cierto, ya vi a tu nuevo compañero.
Pero fue muy lento.
¿Qué? ¿En serio?
Yup.
¡Cuéntamelo todo y exagera! /(+_+)/
Idiota, ¡eres una vieja chismosa!
No es más que un cerdo, de todos modos.
Demasiado soso. Típico asiático: cabello negro
y ojos oscuros. Usaba lentes. Apenas y dijo dos palabras en inglés, el resto fue en su idioma natal o lo que sea.
¿No reconociste el idioma?
¡Qué sé yo! Japonés, supongo.
¡Oh, un japonés!
Un cerdo japonés.
Eso no es amable, Yuri.
¿Acaso no me conoces?
Jajaja, tienes un punto.
Lo sé.
Ugh.
Uuuuughhhhh.
¡El viejo me vio! ¡Mierda!
¡Nos vemos en el almuerzo!
Yuri ya no respondió y Viktor suspiró.
Justo a tiempo, porque en ese momento la maestra de lenguaje ingresó al aula, disculpándose por la tardanza y con un muchacho tal cual lo había descrito Yuri.
Viktor pensó que su mejor amigo era un exagerado. Si bien el nuevo estaba algo pasado de peso, llamarlo cerdo era excesivo.
—Muy bien, clase —Viktor metió su teléfono de regreso en su mochila y prestó atención junto al resto de sus compañeros—, como podrán ver, tenemos a un alumno de intercambio, apenas llegó hace unos días así que no ha tenido mucho tiempo para adaptarse, los que tengan un buen manejo del inglés serán los encargados de mantenerlo al tanto de las tareas y actividades, ¿han entendido? —un sentimiento general fue la repuesta en conjunto con un "sí" unánime—, excelente. Guarden silencio. Su nuevo compañero se presentará.
Viktor escuchó entonces a la profesora hablarle en inglés al japonés, entendiendo sin problemas. Su nivel era bastante bueno.
—M-Mucho gusto —empezó tras largos segundos de silencio el nuevo, luciendo como un perfecto manojo de nervios—, mi... mi nombre es Yuuri, Yuuri Katsuki —Viktor enarcó las cejas, preguntándose qué tanto le molestaría a su Yuri compartir nombre con el japonés al que consideraba un cerdo—, tengo... dieciséis años —tras unos segundos de vacilación, agregó—, gracias por aceptarme en su salón de clases.
Viktor observó de reojo a las mismas compañeras que habían estado hablando minutos atrás compartir miradas cómplices y sonrisitas conocedoras.
—Muy bien, Yuuri —indicó la profesora—, por favor toma asiento... allá.
Viktor sintió todas las miradas sobre él y abrió grande los ojos, girando a su vez. ¡La maestra acababa de darle el mejor asiento del aula al nuevo! ¡El mejor! Frunciendo el ceño, Viktor chasqueó la lengua en cuanto Yuuri tomó asiento, notando cómo el japonés se encogía ante el sonido.
Parpadeando, Viktor comprendió que se lo había tomado como algo personal y se inclinó hacia él, queriendo aclarar el malentendido.
—Hola —saludó, sonriendo para romper el hielo—, soy Viktor.
—H-Hola —fue todo lo que dijo el nipón.
—Ese chasquido no era para ti —fue directo al grano el platinado—, lo que pasa es que he querido sentarme allí desde que empezó el año, pero la maestra no me dejó. Nada personal.
Yuuri miró unos segundos en su dirección, aún levemente encogido.
—Okey —indicó al final, asintiendo.
—Bien —imitó la acción, habiendo esperado una respuesta más elaborada. Y, como no le parecía correcto dejar el tema así, agregó:—, bienvenido.
—Gracias —respondió Yuuri y Viktor se dio cuenta de que no había esperado aquella ultima palabra; del mismo modo en que él no esperó la pequeña sonrisa que apareció en labios del moreno, una fracción de segundo.
La clase empezó poco después y Viktor se olvidó de la persona a su izquierda.
Casi.
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Muy buenas (la hora que sea que leas esto), ¡aquí BlAnWhiDe!
Aprovechando que la musa está de humor, otro pequeño AU, porque es 21 y en algún momento iba a tocar el tema escolar. :D
Aviso: Probablemente el final no sea feliz.
Gracias por leer.~
