Persigue al amor y huira, huye del amor y te perseguirá.
1.- Las apuestas en el amor son peligrosas...
-Despierta...- dijo una melodiosa (molesta) voz, sacudiéndolo fuertemente- Wake up, Gilbert...
-Cinco minutos mas...- respondió cierto albino mientras se daba vuelta en el sillón de la sala. – Estamos en un país libre y puedo dormir todo lo que quiera…
- Entonces no debiste de irte de parranda con tus amigotes… Además porque diablos hiciste todo este desastre... párate y recoge todo esto.
¿Es que acaso no lo entendía? Solo quería dormir un poco más...El hecho de que hubiera ido a beber con sus amigos y llegara las 5 de la mañana con la mayor borrachera del mundo; no tenía nada que ver. Si ese británico con el cual compartía departamento no lo entendía, no podía hacer nada al respecto.
-Levántate de una maldita vez- grito su compañero lanzándole una almohada- Bloody Hell! Acaso piensas quedarte todo el día ahí... Si quieres dormir en paz al menos deberías limpiar este desastre- continuo mientras recogía las latas de cerveza esparcidas por todo el lugar.
Gilbert sonrió internamente. Era la misma escena de todas las mañanas. Aunque hasta cierto punto se podría decir que ya estaba acostumbrado. E incluso sabía cómo sacar provecho de ello y divertirse un poco a costa de Arthur, el cual era el nombre de su compañero de departamento. Si no lo dejaba dormir al menos lo molestaría un poco.
-Soy demasiado awesome para hacer eso ¿Sabias?... No me puedo rebajar a hacer eso. Además para eso te tengo a ti…- dijo abriendo sus ojos y sonriéndole.
-¿Quien demonios te crees?- dijo un colérico ingles arrojándole una de las latas de cerveza
-¡Auch! Solo era una broma- Cuando se enojaba podía ser tan agresivo...
- Stupid... No soy tu sirvienta, ni nada parecido. Wake up now! Idiot…- siguió tomándolo del cuello de la camisa y tirándolo al piso-Limpia este maldito desastre. Como el caballero que soy no pienso dejar que este departamento sea un basurero, ¿me oyes?
-Si, lo entiendo. Me imagino que no quieres que tu amado Alfred vea lo vea…- Las mejillas del ingles se tiñeron de rojo mientras el albino sonreía derribado en el suelo
-¿Q...qué diablos dices?...- tartamudeo Arthur con la cara completamente roja- No…no es que el me guste… o algo así… él y yo solo... solo somos amigos… ¿de dónde has sacado semejante tontería?...
- Solo amigos como no…- rio Gilbert levantándose. Cualquiera que tuviera vista se daría cuenta de que se moría por ese estadounidense… Claro que Alfred no contaba en la lista de personas con buena vista. A veces se sorprendía de que no se hubiera dado cuenta ya. Era tan obvio…
-De todas maneras no cambies el tema y ponte a limpiar…- ataco el ingles- Voy a hacer el desayuno, cuando acabe quiero ver este lugar limpio.- trato de dar por acabada la conversación dándose la vuelta y yendo hacia la cocina.
El prusiano sonrió maquiavélicamente. Su brillante mente tenía una maravillosa idea. Aun no terminaba, todavía tenía que vengarse por el golpe que Arthur le había dado…
Aprovechando que el ingles estaba descuidado, se abalanzo sobre él y lo tiro al piso, colocándose encima de él. Arthur intento defenderse del ataque, pero el prusiano fue más rápido. Con un hábil movimiento, sujeto sus muñecas con una mano mientras ponía sus rodillas a ambos lados de su cintura. El ingles trato de levantarse, lanzándole insultos y maldiciones hasta quedarse sin habla. Su compañero no hacía más que sonreír al ver la desesperación del británico.
-¡¿Que te pasa imbécil?! ¡Suéltame de una maldita vez!- grito furioso el rubio- ¿Que demonios quieres?
El de ojos rojos solo se rio con fuerza, aproximando lentamente su rostro al suyo, hasta que quedaron a pocos centímetros de distancia. Demasiado cerca para el rubio. El de ojos color esmeralda sintió como sus mejillas comenzaban a teñirse de carmín y su respiración se volvía más agitada producto del cansancio de tanto forcejear o tal vez por otra cosa.
-Esta es mi venganza…- susurro Gilbert en su oído, provocándole un escalofrió. Arthur cerró los ojos esperando cualquier cosa del albino. Sin embargo, no sucedió nada. Sintió como el otro se apartaba de él y oyó un pequeño tintineo metálico. Lo primero que vio al abrir sus ojos fue una cascada dorada que caía sobre él, provocando que casi se ahogara. El muy idiota le había arrojado cerveza encima...
-¡Eres un imbécil!- le grito el rubio apunto de abalanzarse sobre Gilbert para estrangularlo, mientras este se carcajeaba al ver el estado en el que había quedado- Hijo de motherfucker. Acabas de arruinar mi playera favorita- agrego secándose - Esta vez si no te la vas a acabar...
Arthur se arrojo encima del prusiano y ambos estuvieron forcejeando por un rato. Golpes y patadas voladoras iban de aquí a allá. Sin que ninguno de los dos se diera por vencido. Su lucha continúo por un rato mas hasta que ambos terminaron derribados en el suelo, completamente exhaustos.
-Esto sí que es divertido, ¿no crees?- comento el albino riendo fuertemente
-Cállate, idiota. Por tu culpa mi camisa esta arruinada... Además de que estoy perdiendo mí tiempo contigo como si no tuviera cosas más importantes que hacer...
-No creo que haya una cosa más importante que juguetear un rato con mi maravillosa persona, y también pienso que no te puedes divertir más con tus cosas aburridas que conmigo
-Idiot... -repitió el ingles mientras se levantaba y se dirigía a su habitación para cambiarse.
Gilbert solo se rio de la respuesta de su compañero, observando cómo se iba. Se quedo un rato tirado en el suelo, pensando en ciertas cosas. De pronto, sacudió su cabeza para ahuyentar sus pensamientos.
En cuanto termino de recoger todo y de tomar un baño. Se dirigió a la cocina para desayunar. Al llegar al comedor vio a su compañero sentado tomando una taza de té y comiendo uno de sus (horribles) según él deliciosos scones. Gilbert se sirvió una taza de café y un poco de cereal. Cualquier cosa era mejor que su espantosa comida. Todavía recordaba la vez que había probado su comida, término en el hospital por tres días.
-Kesesese... ¿Acaso piensas darle esas cosas a Alfred?- pregunto mirando con recelo una caja llena de scones que estaba sobre la mesa
-Si- respondió Arthur- Le prepare mis mejores scones para que aprenda a respetar mi comida. No puedo creer que se burlara de mi comida… que tienen de especial esas apestosas hamburguesas…
Gilbert se apiado mentalmente del americano. Aunque por lo general el estadounidense solía zafarse fácilmente de esas situaciones.
-Está bien que no le guste tu comida. Pero no es motivo para que lo mates…- dijo el albino tratando de provocarlo
-¿Cómo que matarlo?... –habló enojado el ingles- Mi comida es la mejor y no le hace daño a nadie…
-Si, claro. Díselo al perro del vecino de al lado que se murió por comer uno de tus scones.
-¡¿Qué?! Vete al demonio, Gilbert – contesto- Ese estúpido perro se murió por caer de la azotea no por mi comida.
-Lo que tú digas... - contesto el albino no muy convencido. El juraba que había visto como el perro caía fulminado después de haber comido el scone.
-Para que veas lo bondadoso que soy, te regalare uno preparado especialmente por mi.- dijo mientras le ofrecía uno con la mano
-Prefiero tomar cianuro...- lo rechazo el awesome prusiano. Probablemente el cianuro sabría mejor y seria más rápida y menos dolorosa su muerte. Al ver que la cara del británico se ponía verde del coraje, decidió salir corriendo de ahí antes que le arrojara sus (bombas de destrucción masiva) scones
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Gilbert se encontraba mortalmente aburrido. ¿La razón? Muy simple. Había sido arrastrado por sus dos mejores amigos a la biblioteca de la universidad donde estudiaban. ¿Que demonios iba a hacer en un lugar tan poco awesome? Todo por culpa de sus pervertidos amigos que estaban espiando a sus presas, es decir, a sus próximas conquistas. Suspiro resignado y apoyo su mano en su mentón, observando cómo cierto francés desnudaba con la mirada a un inocente canadiense que estaba sentado a tres mesas de ellos. Mientras que un español, no perdía detalle de los movimientos de un italiano. Estaba a punto de mandar a sus amigos al demonio y largarse de ese horrible lugar, cuando noto la presencia de un muy familiar ingles, sentado en una de las mesas más alejadas. No era extraño que estuviese ahí, ya que el estudiaba literatura. Una carrera igual de aburrida que el.
-Podemos largarnos de una vez- comento recordando el hecho de que odiaba estar en ese sitio- Si quieren acostarse con ellos, entonces invítenlos a salir...
-Mon ami, me parece que no conoces el amor- respondió el francés- Estando tan cerca y a la vez tan lejos del ser amado... Esa es la misteriosa y compleja naturaleza del amor... Además estoy seguro de que aquí encontraras a alguien que te haga sentir el amour...
-Sobre todo en un lugar tan horrible y lleno de tipos tan aburridos como Arthur...
-¿Y quien dice que él no es esa persona?- agrego el español
-¿Están seguros de que estamos hablando de la misma persona?- pregunto dudando de la estabilidad mental de sus amigos. ¿Que podía tener de atractivo ese cejon y amargado británico?
Los tres amigos voltearon a ver al susodicho en cuestión. El cual solo les dirigió una mirada de enojo y un insulto entre dientes.
-¿Y bien?- pregunto el francés
-Están mal de la cabeza, ni loco me metería con ese aburrido y amagado cejon...
Ambos amigos sonrieron de forma perversa e intercambiaron unas palabras entre sí, dejando al albino de lado. Tenían una maravillosa idea para divertirse un poco a costa de él.
-¿Que te parece si hacemos una apuesta?- propuso Francis
-Es algo que hasta ni siquiera tú podrías hacer- completo Antonio
-El asombroso yo puede con cualquier cosa...-dijo muy seguro de si
-Entonces no tendrás problema en darle un beso a Arthur...- respondieron los dos al mismo tiempo
-¡¿QUE?!- grito Gilbert -¿Están locos o qué?
-Ya ves- susurro el francés con malicia a su compañero- Te dije que no sería capaz...
-Es cierto- contesto el español- por lo visto no es capaz de hacer casi cualquier cosa
-Pero...- trato de defenderse el prusiano- Esta bien. Les demostrare lo increíble que soy...
Gilbert se levanto de su asiento y se dirigió hacia detrás de unos estantes donde el inglés buscaba unos libros, ajeno al hecho de que alguien se acercaba a él y no con buenas intenciones... Con un rápido movimiento, lo tomo del brazo y lo arrastro hacia la pared, en una parte donde nadie los pudiera ver. Lo arrincono entre su cuerpo y la pared, dejándolo sin forma de escaparse. El ingles trato de alejarlo dándole varios golpes en el pecho.
-¿Que diablos crees que estás haciendo? Suéltame de una vez...
-Deberías estar agradecido de que alguien tan maravilloso como yo haga esto...- susurro en su oído
Lo siguiente que paso no se lo esperaba el británico. Gilbert agarro su barbilla y fue acercando lentamente sus labios hasta que quedaron sobre los suyos. Arthur trato de apartarlo, pero el otro apretó más su boca contra la suya. Tomándolo posesivamente de la cintura, intentando profundizar más el beso. Sin saber como el de ojos esmeralda abrió sus labios permitiéndole el paso a su boca. Intensificando el ósculo. Besándose apasionadamente por un par de minutos, luchado por tener el control. Cuando se separaron, un fino hilo de saliva unía sus bocas mientras recuperaban el aliento.
-Después de todo no estuvo tan mal...- hablo primero el albino observando con una sonrisa como su compañero respiraba entrecortadamente y tenia las mejillas completamente sonrojadas. Repentinamente el ingles lo abofeteo en la cara.
-¿Quien puta madre te has creído?- le grito - Yo...yo no estoy para tus estupideces... Yo amo a...a...
-Lo sé. Aunque apuesto a que no eres capaz de decírselo... Este beso no significo nada para mí y creo que tampoco para ti.
El prusiano se dio la vuelta y salió del lugar...
Si eso es lo que el había dicho ¿Entonces por qué no podía olvidar ese beso? Gilbert bebió lo último que quedaba de su cerveza y suspiro molesto. Se encontraba solo en su departamento, tirado en el sofá rodeado de varias botellas de cerveza. Arthur había salido a cenar con el insoportable americano. Probablemente le confesaría su amor y vivirían felices para siempre. ¿A el que debía de importarle?
En ese momento se oyeron unos golpes en la puerta. No tenía ganas de ver a nadie. Pero no tenía más opción que abrir ya que el que tocaba parecía que iba a tirar la puerta. Cuando abrió la puerta, vio a un ingles ebrio que apenas podía sostenerse en pie. Antes de que pudiera decir algo, Arthur se abalanzo sobre él y lo beso en los labios.
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