NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE NICK, SOLO ME DIVIERTO AL ESCRIBIR ESTAS HISTORIAS.
Ehh... Bueno, no tengo ni la más remota idea de qué decir.
Soy Nefertari Queen, y me encanta ATLA. Sobre todas las cosas, prefiero el kataang y soy una asidua escritora de esas historias. Empero, recientemente he decidido abrir un poco más mi criterio. Kataang y Zuatara han estado peleados desde que conozco el fandom, y ahora me pregunto ¿Por qué?
Tengo un amigo americano con el que tuve interesantes charlas acerca del zutara y me hizo ver esa pareja como algo posible, de una manera distinta de lo que la ponen, pero al final de cuentas factible. Además, tengo amigas que son partidarias del zutara y he escuchado varios de sus argumentos. Pero esto no es una pelea por saber cuál es mejor que cuál. Cada quien tiene su gusto y si les gusta el zutara, pues bien, en eso no me meto. Ahora dirán, si es partidaria del kataang ¿Qué hace escribiendo una historia zutara? esta es la principal respuesta:
Es una manera personal de retarme y forzarme a salirme un poco del canon. Como quien dice, una exploración más detallada y profunda de los personajes en situaciones distintas. Los fines son: hacerles pasar un buen rato con la lectura; darles otra perspectiva del zutara; y formarme en mí más tolerancia y cierto gusto por esta pareja.
NO ES una historia romántica. Como dije, es una exploración. Inicia Kataang, se desarrollada Zutara, y tiene un extraño final que no les adelantaré. Se ubica unos años después de la guerra. Zuko está casado con Mai y Katara y Aang son prometidos. No les cuento más porque se los arruino.
Espero que lo disfruten. :)
ILUSIONES.
By
Nefertari Queen.
Capitulo 1.
La Partida.
POV Katara.
—Vuelve pronto, por favor—le dije con el corazón estremeciéndose de angustia y tristeza—Y ten mucho cuidado.
Aang me devolvió una de sus arrebatadoras sonrisas, como diciéndome "calmada, todo irá bien" podía ver en sus ojos esa confianza cegadora que lo caracterizaba. En el fondo, sabía que mis miedos no tenían fundamentos, Aang era el Avatar y quizá la persona más poderosa del mundo. Sorprendentemente, un maestro de la diplomacia. Pero iba a cerrar tratados con la Tribu Agni-Rak, la más violenta y cerrada de cirterio que existiera en el mundo.
Ellos habitaban al norte, cerca de la Nación de Fuego. Son maestros de ese elemento pero no rinden tributos ni se consideran miembros de ésa sociedad. Zuko había tratado de persuadirles, pidiéndoles de buena manera que se unieran a la Nación, pero ellos no entraban en razón. El principal problema era que siempre iniciaban conflictos bélicos, y la razón de que Aang fuera solo hacia la isla de los Agni-Rak, era conseguir acuerdos de paz.
Ni yo, ni Zuko, ni nadie estaba de acuerdo en que fuera solo. Pero Aang decía—con razón—de que ir sin compañía mostraría confianza en ellos, en sus leyes, y demostraría más paz que llegar con doce barcos llenos de soldados "por si acaso". El viaje, tentativamente, duraría dos semanas.
Dos semanas que me quedaría sentada en el Palacio de la Nación de Fuego, pensando qué estaría haciendo ahora y rezando por su seguridad. Era espantosa esta sensación de dolor, de vacío. Quería ir con él, pero no me dejaba, alegando que mi seguridad era más importante.
Sokka le dio la razón y con él todos conspiraron para hacer que me quedase. ¿El colmo? ¡Estaría sola! ¡Dos semanas aburrida en este Palacio! Zuko andaría ocupado con sus deberes reales, Mai se había ido con Ty Lee a un Spa y regresaría al siguiente mes. Toph seguía con sus padres, Sokka se había marchado a Kyoshi con Suki. Iroh en su tienda de té en Ba Sing Se. Y Ahora Aang se iba en este viaje ¡No era justo!
Aang lo sabía, adivinaba mis pensamientos mejor que nadie más. Agarró mi barbilla, levantándola para que viera fijamente a sus ojos. No pude evitar perderme en sus orbes grises y le devolvió, casi por inercia, una sonrisa.
—Tranquila, diviértete en mi ausencia. Ve, sal ¡Pasea! Yo estaré bien y volveré lo más pronto que pueda ¿Bien?
—Ok…
No podía debatir contra sus argumentos. Era una fuerza mayor que yo.
Entonces, me dio un beso. Fue lento, y dulce y tierno. Sus labios sobre los míos se movían de manera sincronizada, deleitándome por su sabor salado con dejo de vainilla. Siempre tenían un sabor diferente, a la vez igual, y eso me encantaba. Envolví su cuello con mis dos brazos para profundizarlo más, con la misión de explorar su boca hasta quedar adolorida. Él sonrió ante mis ánimos y lejos de apartarme, apretó mi talle de modo que entre nuestros cuerpos ya no hubiera ni un poco de espacio.
Lamentablemente el tiempo vuela cuando te sientes en las nubes y tuvimos que separarnos. Aang me dedicó una última sonrisa antes de saltar hacia la espalda de Appa y salir volando, perdiéndose en el horizonte. Y yo me quedé ahí, sola, de bazos cruzados, preocupada y aburrida, sin saber qué hacer.
Con esa mentalidad fue que empecé a vagabundear en el Palacio. Fui de una sala a otra, contemplando los decorados en las fachadas. Los enormes y altos pilares de madera pintada. Todos los retratos de diferentes monarcas, recreando estilos artísticos de épocas antañas. Sin duda, pasear por ahí era recorrer diferentes pasajes del tiempo en unas cuantas horas. Toda una experiencia si no lo contemplaras con semblante de pocos amigos.
No tenía intenciones de pasarme dos semanas encerrada dentro de este enorme Palacio tratando de aprender historia, pintura y arquitectura. Habrá otras locas a las que les guste esto, pero a mí no. De repente, la idea de salir a caminar por el pueblo no sonaba tan descabellada. Sería entretenido buscar y comprar cosas en el mercado, y me ayudaría a recordar viejos tiempos.
Ser la prometida del Avatar te daba ciertos privilegios, entre ellos, ir a donde quieras sin tener que rendir cuentas. Una de mis favoritas era ser capaz de entrar a la Sala del Trono sin solicitar audiencia. Así, los guardias me vieron con cara de pocos amigos mientras abrían las puertas.
Zuko no estaba ahí, pero sí su secretario. El pobre estaba sumergido en un mar de papeles de todos los tamaños y se le veía estresado. Sentí pena por él, pero me indicó amablemente que Zuko entrenaba su Fuego-Control en la explanada.
Y allá fui, con la misiva de preguntarle si algo se le ofrecía del mercado. Nunca se sabe. Zuko era soberano, pero a la vez una persona sencilla que bien encontraba placer en el simple hecho de escoger por toda la tarde artículos y chucherías en los puestos comerciales.
Salí a la explanada, que estaba completamente vacía. Esto era extraño, usualmente los guardias nunca nos dejan ni respirar por sus ojos analizadores, siempre observando. Zuko estaba en medio del liso piso, con una postura relajada y respirando profundo. Se concentraba, seguro que empezaría con su Fuego-Control.
Y efectivamente, empezó. Solo que ahora encontraba cosas distintas en él, y en sus movimientos. Es decir, ahora eran tan fijos, fieros, y precisos, que me dejaban impactada. Las llamaradas que de sus manos salían alcanzaban tamaños impactantes, dejándome anonadada. Nunca había visto que usara tanta cantidad de fuego con esa facilidad.
Bueno, era en realidad mentira. Recordaba perfectamente los movimientos de Aang cuando usaba su fuego control. Aunque en un principio se mostró renuente a aprender de ese arte, con el tiempo fue gustándole mucho y el dominio de todos los elementos se transformo de un deber a un pasatiempo.
Lo veía en los jardines usando el fuego que creaba con sus manos. Era impresionante, siempre tenía ideas nuevas para darle distintas formas a las llamas. El carácter liberal de maestro aire otorgaba a su propia rutina un dejo de fluidez que lo hacía ver impactante.
Recordarlo me hizo sentir mal conmigo misma. Lo extrañaba demasiado, a pesar de que solo transcurrieron unas cuantas horas desde su partida. Zuko tardó pero reparó en mi presencia. Cogió la toalla que estaba en la banca para limpiarse el sudor de su frente y se me acercó con una enorme sonrisa, esa que solo le da a sus amigos íntimos.
El mundo podrá conocer al Señor de Fuego Zuko, de presencia imponente, ideas fijas, dispuesto a todo por reconstruir el honor de su propia nación. Digno soberano que siempre se la pasaba ideando diferentes acuerdos de paz. Y que causaba en muchos, si no es que en todos los nobles, cierto temor.
Pero pocos conocían a este Zuko, carismático, bromista, divertido y sencillo. Lo que vivió durante su adolescencia en la guerra le hizo cambiar para bien, y si sobre el trono aparentaba ser inflexible y aguerrido, abajo era un simple hombre más. Me sentía privilegiada de conocer perfectamente al hombre enfrente de mí, así como a muchos otros "personajes importantes" que salvo sus rangos, nadie más sabía realmente cómo eran.
—Hey Katara.—me saludó—Aang ya se fue ¿verdad?
Bajé un poco la cabeza.
—Así es.
—Lástima que Mai no esté aquí. Podría hacerte mejor compañía.
—Eso no importa—respondí con una sonrisa—Saldré al mercado, quiero comprar unas cosas ¿Deseas que te traiga algo?
Zuko lo meditó un poco.
—Mejor espérame e iré contigo.
Me sorprendió. Zuko tenía un extraño gusto en escoger objetos y regatear, pero desde que se coronó soberano no había vuelto a pisar el mercado de la ciudad. Por todas esas normas de etiqueta y quién sabe qué más cosas.
—¿Seguro?
—Sí.
—Bien, te espero.
Él se dio la vuelta para irse a sus aposentos. Yo me quedé sentada en la explanada, esperándolo.
Esta historia originalmente iba a ser un one-shot, pero me di cuenta que todo lo que quería retratar no cuadraría en un capítulo único. El fic no planea ser más largo de diez episodios, y como se habrán dado cuenta, las cosas se darán de poco en poco. No puedo prometerles actualizaciones rápidas porque tengo otros fics y además una escuela que se olvida de que nosotros, alumnos, tenemos vida social. Espero que les haya gustado el primer capítulo y, sin más preámbulos, me despido. Aclaro con mucho gusto toda duda y recibo sugerencias :)
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chao!
