— Okogi Yuzuko.—El suave pero serio llamado de su madre había erizado los vellos de sus brazos, alertando todo sistema de su cuerpo. Podía palpar la molestia en su tono de hablar.
— ¿S..si?
Y con una expresión de enojo contenida, puso en alto una hoja blanca con varios números en ella, todos muy bajos.
— ¿Me puedes explicar cómo suspendiste la mayoría de tus materias en este lapso? —El miedo se hizo presente en el cuerpo de la rubia. Sus manos empezaron a sudar mientras hacía muecas nerviosas y le sonreía a su madre en un vago intento de calmar su, muy notable, enojo.
Nada parecía funcionar.
— Pu..puedo ex...explicarlo, mamá.—respondió ella dejando caer su bolso del colegio en la entrada de la casa, esperando lo peor para ella. Sabia muy bien que ese lapso no había sido el mejor, sus constantes escapadas con Harumin y Matsuri era una de las principales causas, pero su madre estaba en todo su derecho de sentirse enfadada con ella por ello. Tenía la certeza de que nada iba a salir bien para ella.
Ume inhaló y exhaló varias veces, sosteniendo el boletín de calificaciones de su hija, intentado calmar su enojo y no desatarlo en ese momento. O al menos no tan necesario. Yuzu estaba más que nerviosa con cada paso que daba, sabia que esa vez no sería como las anteriores donde su madre se esforzaba en hablar con los profesores para lograr un ligero cambio significativo en las notas de su hija, pero esa vez se había excedido del limite. Su madre no sería tan suave como en otras ocasiones.
Por un instante vio como el rostro de su madre se iluminaba, como si pasase del enojo a la felicidad. Yuzu no sabia si sentirse mejor o asustada de lo que pudiese pasar, su último castigo había sido ser privada de todo tipo de medio de comunicación y prohibidas las salidas con Harumin o Matsuri, no sabia que sería en esta ocasión.
— ¡Lo tengo! —exclamó a viva voz. Yuzu se estremeció y aceptó su devastador futuro. Su madre ya había decidido su sentencia final.
— ¿Qué cosa? —preguntó en un suspiro de rendición. Ya se estaba despidiendo de todo tipo de salida, se estaba despidiendo de su vida social.
— Tendrás un profesor extracurricular.—sentenció con una sonrisa de oreja a oreja.— La hija de un amigo da tareas dirigidas, puede que ella pueda darte una que otra clase si le explico la situación. Puedes irte diciéndole adiós a la salidas con tus amigas o a pasar todo el día en tu teléfono, Yuzu.
— ¡Espera, espera! —Se puso a la defensiva. Eso no podía ser así. ¡Ella no quería un profesor! — Siquiera has escuchado mi opinión. ¡Me niego!
— Ya esta decidido, Yuzu, tendrás un profesor extracurricular. Hablare con Shou para ver si Mei tiene algo de tiempo en su agenda.
— ¿Mei? —pensó la rubia confundida observando como su madre se marchaba con una sonrisa muy radiante.
Sin encontrarle más reparaciones al castigo que le había impuesto su madre, Yuzu decidió darse un baño caliente para relajarse. Tal vez un profesor extracurricular no debía ser tan malo después de todo, ¡Tendría a alguien que le hiciera la tarea si quería! Lo único que era negativo en todo eso era que en vez de un profesor, iba a ser una profesora. No le molestaba la idea, tal vez podía convencerla para ir de compras en vez de estudiar, sonaba a un buen plan para librarse de la molesta tarea de estudiar para algún examen.
Salió del baño, ya vestida y con una toalla en la cabeza. Se sintió ligeramente más fresca que hace unos momentos, cuando tuvo la charla con su madre, y no pudo evitar pensar en lo que le esperaba ahora.
— ¡Te lo agradezco mucho Shou! —Escuchó la alegre voz de su madre hablándole a alguien al teléfono, lucía tan emocionada por la idea de un tutor.— Y dile gracias a Mei-chan de mi parte, y que disculpe las molestias. Sí, ella puede quedarse el tiempo que quiera, sabes que no hay problema con ello ¡Otra vez gracias! La estaré esperando mañana en la mañana. Cuídate, y suerte en tu viaje, Shou.
Colgó el teléfono y giró a ver a su hija sorprendida.
— ¡Yuzu! —Sonrió.— Felicidades, a partir de mañana ya tienes profesora que te enseñe durante las vacaciones y si es posible, durante las clases también, ya hablaré con tu profesor. Es por tu bien, hija.
Y con eso, Yuzu vio el final de su vida juvenil.
