Recuperando el gusto por los fics, y debido a la escasez (por no decir ausencia) de historias con Aioria y Mu, he aquí uno surgido a las 3am en un momento de inspiración. Ya saben, los personajes son de su respectivo dueño y esto es sin afán de lucro.


SI YO FUERA UN LEÓN

Era una tarde calurosa y de aquellas en donde no se tenía mucho por hacer, en donde el ocio ganaba terreno pero la imaginación no aparecía reluciendo con alguna buena idea. O, al menos eso creía Mu hasta que Aioria se sentó a su lado.

-¿Qué haces?- preguntó éste con claro interés, obviamente estaba tan aburrido como él.

-Pienso…- se limitó a responder.

-Ah- claramente no había sido suficiente explicación para Aioria, así que éste continuó –¿Y en qué pensamos?-

El lemuriano sonrió y se dejó caer de espaldas sobre la hierba.

-Si, justamente eso me decía yo de camino acá…- hablar sólo era digno del león, así como también lo era agregar palabras en la conversación –pero, aún así, quería saber tu opinión…-

Y que va, había días en que hasta el tranquilo Aries le seguía el juego al rubio.

-Uhm- fingió meditarlo y entonces, con suma naturalidad, añadió –creo, definitivamente, que te pasarías el día entero sobre la rama de algún árbol con sombra…- y levantó la diestra para simular una acción –balanceando la cola de un lado al otro- sonrió un poco más ante la incredulidad de su compañero –estoy seguro que eso harías, si fueses un león- se dignó a explicarle para poder seguir con la peculiar conversación.

Para locuras, había que escuchar lo que en ocasiones se inventaban entre los dos.

-¿Tú crees?- inquirió el aludido.

-Creo- aseguró Mu mientras sentía los pastitos bajo sus dedos.

Aioria dedicó un segundo al silencio y así la idea se sacudió en su mente, alborotada, pidiendo ser escuchada.

-¡No!- contradijo al lemuriano pegando un repentino salto con el que terminó de pie, para mirarle desde las alturas–primero, primero Mu…- extendió la diestra apuntando con el índice hacia él -¿A qué no sabes?- preguntó con aire victorioso llevándose las manos a la cintura.

-Bien…- lo complacería por esa vez –no sé- aceptó sin siquiera pensar.

Una sonrisa felina se aguzó en su rostro y casi tan aprisa como se había levantado, está vez saltó sobre su compañero, agazapándose sobre el cuerpo ajeno para plantar un beso sobre aquel cuello pálido que olía dulce, a vainilla.

-Primero- subió despacio, rozando la nariz sobre la piel cremosa, hasta alcanzar su oído –me comería al corderito-

Sin poder evitarlo un suspiro, con más tintes de gemido, ganó el lugar de la respuesta.

-Muy despacito- Aioria continuó y rozó sus labios con los del lemuriano, sentándose de golpe como si hubiera percibido una gran verdad en toda aquella historia –pero… - era un lamento como lo indicada ese tono de voz -sólo lo haría si fuese un león-

Descuidadamente, como quien no quiere hacerle frente a la respuesta, arrancó unos pastitos que soltó al aire sólo por el gusto de verlos volar.

-Aioria- la voz de Mu ya no sonaba tan firme, luego de los besos, pero no había atisbo alguno de molestia en él.

-Dime…- y para alguien que fingía desinterés, el corazón desbocado no ayudaba.

-¿Sabes lo que haría si fuese un cordero y un león me quisiera comer?- hincándose esbozó una sonrisa ante los ojos vivos que el rubio había colocado sobre él, finalmente estaban pensando exactamente en lo mismo.

Y sin más palabras, Mu echó a correr.

Fin.