Buenos días, tardes y noches estimados lectores. Aquí Sombra de Maldad. Hace no mucho que el último juego de la franquicia del erizo azul fue estrenado. Desde que su anuncio de la E3 fue publicado, debo decir que el avance de "Sonic Forces", no era lo que esperaba…
"Un juego de Sonic, en la que debe enfrentar a Eggman que tiene dominado casi todo el mundo, con ayuda de sus amigos y cuanto mobiano esté dispuesto a luchar por su tierra en una resistencia rebelde…" En serio. ¿Por qué tardaron tanto en pensarlo? El avance de la jugabilidad me encanto, la música, diseño de niveles, y el concepto de tener un personaje personalizado con acceso a armas basadas en wisp… En verdad me aterraba la idea de que pudiera terminar como un "Sonic 2006." Estoy feliz de ver que no pudo ser más distinto.
Pero, uno de los puntos que más adore de esta historia es ver a Knuckles más que solo el gruñón golpeador del equipo. Pasar de ser el solitario guardián de la Master Emerald, al líder que inspiró a un ejército por seis meses. Un desarrollo que falto mostrar en el juego, punto en contra. Pero, que espero poder mostrar un posible "cómo" fue que el equidna rojo dejo de lado su carácter para guiar a sus compañeros hasta el final.
Les dejo con la lectura. Espero que la disfruten.
Capítulo 1: Caída de un guardián
Su vida estaba dedicada a una única labor… Solo una… salvaguardar la poderosa Master Emerald, y su santuario en la Angel Island. Solo eso. Desde que tenía memoria, era lo único que hacía en toda su vida. Además de entrenar bajo la sombra de la sagrada reliquia, y ver el pasar de las nubes en el cielo. Una vida monótona, pero que honraba al no apartarse del tesoro que mantenía el equilibrio de las Chaos Emeralds. Sin importar quien fuera quien las utilizara. Pero, la misma rutina interminable hizo que él ocasionalmente dejara su labor para explorar un poco. Investigar en antiguas ruinas. Encontrar artefactos olvidados por el mundo. Inconscientemente buscando un motivo para permanecer en esa isla, y dejar la gran piedra a su suerte.
Aunque jamás encontró ese propósito, siempre regresaba. Esa joya gigante era un compañero que lo había acompañado en esos días de guardia. Proveyéndole un calor abrigador en los días fríos. Y una luz tranquilizadora en las noches oscuras. Aun sin una razón lógica para protegerla, la defendería de lo que fuera. Aun cuando llevaba a cabo misiones para salvar al mundo junto a Sonic y el resto, siempre procuraba que fueran lo más cortas posibles. No queriendo dejar a ese tesoro de toda la vida mucho tiempo solo.
Proteger la Master Emerald, y ocasionalmente al planeta. Parecía ser una vida que no cambiaría. Hasta que un día, millares de robots con la ingeniería y emblema de Eggman invadieron a su Isla flotante. Lo que parecía ser una actividad de ejercicios cualquiera, pronto se volvió en un molesto problema. Para luego tornarse una peligrosa situación. Los robots no dejaban de llegar. Y todo se volvió peor, cuando esos cinco habían llegado:
Metal Sonic: esa poderosa y temible máquina. De las más peligrosas que Eggman jamás creó.
Shadow: la forma de vida suprema, y de los pocos que podían superarlo, y rivalizar contra Sonic.
Chaos: No entendía que hacia despierto de nuevo. Menos porque de parte de "esos". La última vez que lo había visto, había recobrado la paz que sus ancestros le habían arrebatado. Y la Master Emerald no había sido rota, como para evidenciar su escape de ella.
Zavoc: Ese perverso y frívolo monstruo. En poco tiempo, había casi extinguido la vida misma.
Y él… no sabía quién era. La máscara no ayudaba en lo más mínimo. Pero, su propia presencia imponía un inmenso poder, así como una diabólica aura rodeaba su cuerpo.
Esos cinco sin palabra alguna, había comenzado a atacarle. Quizás por separado hubiera podido enfrentarlos. Pero, combatieron con una sincronía tan perfecta, que ni él con Sonic y Tails hubieran logrado simular. Sin palabras algunas entre ellos lo apalearon con brutalidad, pasándose al equidna como balón de voleibol. Cuando lo hacen caer con fuerza contra el suelo frente a la Esmeralda, los cinco se reunieron frente al acabado guardián, quien luchaba para levantarse, y volver a luchar.
-¿Este es el límite del famoso Guardián de la Master Emerald? Patético… - Dice el ente enmascarado flotando en el centro de la formación. Su ojo demoniaco miraba con indiferencia y prepotencia al herido equidna. Este sentía el aire de superioridad, incluso más arrogante que el propio erizo negro que lo acompañaba. Sentirse ser visto como un vencido enclenque hirió el orgullo del guardián.
-No… - Gime adolorido Knuckles, apenas logrando incorporarse de nuevo. – no se llevaran la Master Emerald…
-¿Hablas de esa roca detrás de ti? – Murmura aburrido el lobo, mirando sin interés la gema gigante. – No me interesa tu piedra… Tengo un poder superior al de sus adoradas Chaos Emeralds… Solo quería ver el nivel que tenías… muy decepcionante debo decir. Pero, apropiado, considerando que Sonic fue casi tan fácil de vencer como tú.
-¿Tú? ¿Vencer a Sonic? Lo siento, amigo. No soy fanático de los chistes malos… - Dice burlón el rojo. Pero, escuchando una pequeña risilla de mofa por parte de esa cosa, un mal presentimiento llega a él.
-Dejare que sea él quien te lo cuente, cuando se reunan. Pero, primero… - el misterioso enmascarado levanta su mano, apuntando a la Master Emerald. El equidna se inquieta al verlo. – Algo tan lamentable como esa Esmeralda… debería dejar de existir…
Una luz roja comenzaba a alumbrar su palma. Knuckles no se espera a ver qué era lo que intentaba el arrogante invasor de la Angel Island. Rápido, se lanza antes que ese sujeto hiciera lo que planeaba hacer. De la mano del enmascarado, una ráfaga de energía es disparada. Pero, Knuckles fue más veloz, y empuja la prominente joya del camino del ataque. Antes de que intentara otro disparo, escuchar el tronar de la tierra. Y ve que sus acompañantes por un instante tambalearon. Debido a que estaba volando, ve como el suelo bajo él empezaba a alejarse… no. Toda la isla había comenzado a descender hacia el mar que lo sobrevolaba.
La legión de robots se separaba del suelo por la caída. El grupo de los líderes invasores dan grandes saltos, para aterrizar en superficies flotantes que el líder de ellos crea con sus manos, construyéndolos a partir de cubos. Los cinco miraron indiferentes como la sagrada isla se precipitaba hacia las aguas marinas. Knuckles estaba listo para eso. Por ello se sostenía de uno de los pilares de las ruinas, y sujetaba con su otra mano la Master Emerald. No supo en que momento fue que la isla impacta contra el agua, creando un gran oleaje que golpea las desoladas costas más cercanas. Mucho menos, cuando fue que perdió el conocimiento.
