1. SUCESOS
Hikari
-Sube Gatomon, estamos haciéndolos esperar- dijo una muchacha de pelo corto, mientras señalaba la canasta que estaba incrustada en su bicicleta.
-Yo no quiero ir, Veemon es muy inmaduro y desubicado- replicó el gato blanco
-Lo vamos a pasar genial, te lo prometo
El digimon felino subió de una salto desganado hasta la canasta donde su compañera y mejor amiga le había señalado, se acomodó todo lo que pudo ya que era un tanto incómodo sentarse con las piernas alargadas, no pudo más y se echó como si fuera su cama.
-Así está mejor-dijo el digimon
-No creo que en esa posición logres llamar la atención
-Ese es mi objetivo- respondió el gato
La muchacha cuyo nombre era Hikari, aunque le decían Kari para abreviar, se montó en su bici con una pequeña sonrisa y empezó a pedalear. Las calles estaban despejadas, debido seguramente por el día domingo, la gente suele pasar ese día en casa; el viento soplaba ligeramente haciendo que el cabello castaño de la chica se moviera con total elegancia, Gatomon seguía echada en la canasta suspirando profundamente dando a conocer su profundo desacuerdo con esta quedada. Habían quedado en el parque principal de la ciudad, tardaron 15 minutos en llegar; el sitio era algo grande y resultó difícil hallar a los sujetos con quien habían quedado. Al fin Kari logró verlo a lo lejos, con su compañero digimon alado suyo sentados en una banca, pedaleó rápidamente hacia ellos.
-Disculpa por hacerte esperar mucho rato-se disculpó la chica algo agitada, sacudió a Gatomon para que despertara, se había quedado dormida
-Pensé que me habías dado plantón-dijo poniéndose nervioso-ya que estamos aquí, demos un paseo por ese pequeño estaque
-Buena idea Davis-dijo el ser azul que lo acompañaba
Davis extendió su mano para que Hikari se agarre de ella, ella dudó un instante ya que era un poco rápido para andar cogidos de la mano; no le dio tanta importancia y aceptó. Su mano del chico esta sudorosa pero a ella no le importó, con una sonrisa que le brindó a Davis se puso más… rojo. Gatomon y Veemon fueron a sentarse en el pasto, pero la gata no se mostraba muy receptiva, solo se dedicaba a mirar las nubes ignorando a su compañero de alado que se había puesto a matar hormigas.
-Te he comprado una cosa- Davis sacó una caja de chocolate abierta, se le entregó en la mano a la chica
-Parece que ya está estrenada- dijo Kari mientras soltaba una mueca de decepción
-Es que Veemon y yo teníamos algo de hambre-dijo riéndose nerviosamente-ya sabes cómo somos
-Solo hay tres, y una está a medio comer- esta vez, soltó una pequeña risita
-Es que ese era de limón, odio el limón-dijo Davis haciendo gestos con sus brazos- además la intención es lo que cuenta
Kari hizo un gesto de afirmación con la cabeza, aunque en sus pensamientos tenía la esperanza que esta vez el chico fuese un poco más delicado y detallista; pero sacaba el lado bueno de las cosas, se había gastado dinero en comprarle algo. Era su tercera cita con él, las dos primeras fueron un desastre, la primera y la más importante ya que era el principio de una relación fue en un McDonald´s, Davis comía más de lo que hablaba con ella, no había interactuado casi nada y eso era muy mal asunto. La segunda vez fue en un parque de atracciones, insistía para ir a la casita embrujada para poder estar los dos solos a oscuras pero su plan fue en vano, resultaba que a Davis le entró pánico por los sustos repentinos que se emitían, resultaba raro ya que en el digimundo había monstruos más aterradores que esas cosas de cartón. Se supone que la tercera vez era la vencida y por el momento iba casi bien.
La tarde iba mejorando, el chico la trataba como una princesa, yendo de puesto en puesto para comprarle todas las golosinas que ella quisiera; Davis le iba contando algunos chistes muy malos, pero Kari tuvo que fingir sus risas para que no se sienta mal ya que le ponía mucho ímpetu. Gatomon miraba a su compañera con una cara de vergüenza, las risas de la chica eran tan falsas que con una de sus puntiagudas garras le pinchó en la pierna.
-¡Ay!, ¿Qué te pasa?-dijo enfadada Hikari
-Lo siento, pero me olvidé de pincharte la otra pierna-respondió Gatomon
Davis y Veemon se miraron extrañados, se alejaron un poco de ellas, estaban discutiendo.
-¿Qué le pasa a esa gata?-dijo Davis, tenía los puños cerrados
-No sé, me estaba ignorando toda la tarde-comentó Veemon algo decepcionado
-Pues mantenla entretenida, está arruinando mi tercera cita con Kari ahora mismo-chilló el muchacho
Los dos se acercaron con una amplia sonrisa, pero ellas no paraban de mandarse gritos; Davis quería coger a Kari del hombro pero se detuvo, sentía que si lo hacía, esta iba a reaccionar de una manera brusca.
-¡YO ME VOY!-gritó Gatomon
-Vete, no te necesitamos aquí-le respondió Hikari, mientras le salían unas cuantas lagrimillas
-Y tú no lo necesitas a él…-dijo Gatomon señalando con su garra a Davis- Me voy a ver a Patamon
Kari se puso pálida, no podía soltar una palabra más. No quería que su compañera se siguiera relacionando con el compañero de… Takeru; tomó un poco de aire y soltó sus palabras.
-Ve a casa, pero no vuelvas a ver a ¡Patamon! ¿Entendiste?-dijo Kari algo alterada
-No me vas a negar seguir viendo a mi mejor amigo porque tuviste un maldito problema con TK- y Gatamon se echó a correr hasta que desapareció de la vista de su compañera.
La chica estaba de pie con la cabeza agachada, estaba triste y a la vez furiosa; intentaba no seguir llorando pero era imposible, había tenidos tantos problemas últimamente que no tuvo más remedio que distraerse con otras cosas, cosas como… Davis. Ella en el fondo sentía un vació en su corazón, su hermano, el que más admiraba se había ido de viaje a Inglaterra para estudiar unos cinco años, su habitación se sentía sola. Su padre había sufrido un paro cardiaco y seguía hospitalizado en el hospital desde hace tres semanas, está muy delicado. Su madre ya ni le presta atención, se encontraba en un estado malo de depresión, su hija se había mantenido fuerte para darle ánimos pero era inútil. Y por último… su mejor amigo, TK o Takeru, una de las personas más importantes de su vida, con el que compartía todas sus aficiones, ya sea ver películas juntos, hablar de temas muy íntimos, y hasta el límite de dormir juntos en una misma habitación cuando uno de ellos se sentía solo; al parecer todo era más que una amistad, pero ambos no se daban cuenta. TK desde hace un buen tiempo pasaba más sus días con una chica de pelo negro llamada Kirika; era muy guapa y hacía sentirle inferior a Kari; él no la llamaba, ni le respondía los mensajes. Las noches eran duras para ella, imaginar que poco a poco iba a perder a su mejor amigo de la infancia, todo lo que habían vivido se iría al infierno… estampaba su cara contra la almohada y empezaba a llorar como si no hubiera un mañana, un día no aguantó más y fue a la casa de TK. Este le abrió muy sorprendido al verla con los ojos hinchados de tanto llorar, ella lo empujó con todas sus fuerzas diciéndole después "Ya no te necesito y tú ya no me necesitas a mí. ¿Tanto te importa esa chica que te olvidas de mí?, no quiero oír una respuesta tuya Takeru Takaishi, nuestra relación a terminado" ¿relación?, solo eran amigos, buenos amigos pero fue la palabra que salió de su boca. Después de aquel problema ya no se volvieron a dirigir la palabra.
-Me voy a casa, lo siento Davis- dio media vuelta y se fue dejando al chico muy intranquilo
El muchacho se sentó en el pavimento con las piernas cruzadas apoyando sus codos en los costados de sus rodillas, Veemon se había unido a él.
-Pensé que ya había olvidado al estúpido de TK… no puedo quedarme sin hacer nada- dijo Davis entonando una voz amenazante- No dejare que ese idiota la esté haciendo sufrir.
-¿Qué harás Davis?- preguntó Veemon
-Enseñarle a respetar a mi chica- respondió este dando un salto para levantarse e irse corriendo hacia… ¿TK?
Kirika
-Lo has hecho muy bien, cariño-dijo una voz compasiva
-Gracias mamá
El cuarto donde estaban era muy pequeña, cuatro paredes de color amarillo iluminadas enormemente por cuatro luces que estaban añadidas en las esquinas. No había nadie más salvo ellas dos, una madre y su hija, esperando impacientemente los resultados de una importante prueba.
-¿Crees que el abuelo me seguirá queriendo si todo sale bien?
-No digas tonterías, el abuelo siempre te quiso y te seguirá queriendo sin importar lo que hagas
-Eso espero
La puerta de metal se abrió a apreció un hombre con una larga bata de color blanco, en uno se su bolsillos de su pecho se encontraba su tarjeta de identificación "Dr. Myato". Dijo a las dos personas que entraran a su despacho, que los resultados de la prueba estaban listos. Su oficina estaba muy pulcra, una extensa alfombrilla magenta ocupaba su totalidad; la hija desviaba su mirada hacia los diplomas que estaban colgados en las paredes, había como una docena. El doctor hizo un gesto con la mano para que tomaran asiento.
-Tras meses de análisis hemos llegado a la conclusión de una grave…-el doctor se detuvo por un momento al ver la mirada atenta y desesperada dela chica; tosió un poco-Mira, no te voy a andar con rodeos y creo además que ya eres lo suficiente mayor para aceptar estas noticias
-¿Qué? Dígame de una vez- alzó la voz la joven, estaba cogida fuertemente de la mano a su madre
-He vistos pocos casos como estos- se levantó y fue hacia la ventana para observar le exterior- Tu no querías matar a tu primo y lo sé perfectamente; lo tuyo no es asesinato… es un deseo prohibido que no podemos erradicar de tu mente. Y me duele ver a una chica de… 17 años disfrutar con tales desgracias.
El teléfono móvil de la joven vibró en uno de sus bolsillos de su pantalón, lo sacó y vio que le había llegado un mensaje. Era de Takeru, un chico que se había vuelto gran amigo suyo pero que todavía no le contaba nada de lo que ella estaba pasando, el mensaje decía: "Quiero verte, necesito decirte algo muy importante es… ¡URGENTE!, no aceptó un no por respuesta, te espero en el restaurante del tío Ku esta noche a las nueve-Takeru", la chica se sonrojó y soltó una notoria risa.
-Guarda eso Kirika- le regañó su madre
-Disculpad pero me tengo que ir…-dijo haciendo una ademán de levantarse
-No hemos terminado señorita, tome asiento-dijo el Dr. Myato, dirigió una mirada seria a las dos mujeres- No te vas a ir de aquí Kirika, en unos instantes serás llevada a una de nuestras celdas provisionales, lo lamento pero por el momento eres una amenaza para la sociedad
Dos hombres vestidos de blanco entraron por la puerta, ambas voltearon para verlos; la madre se tapaba la boca impidiendo que le salga un grito de horror, la iban a separar de su hija en ese mismo instante. La chica se había levantado extendiendo sus brazos en una posición desafiante; en sus pensamientos pasaban todo tipo de cosas… prácticamente su vida había acabado, esa gente no la iba a dejar libre jamás, sería una marginada por el resto de su vida. Pero lo que más le dolía era ya no poder estar más alado de su amigo Takeru; su familia para ella era lo de menos, pero aquel chico le había tocado el corazón ya que no solo se fijaba en belleza sino en sus propios sentimientos, aquellos tan profundos que la hacían pensar que él era una parte ella.
Los hombres la cogieron por ambos brazos para llevársela a una celda que sería su nuevo hogar durante mucho tiempo, la muchacha se resistía metiendo patadas a diestro y siniestro, por lo que dificultaba el trabajo a los hombres. La madre estaba llorando inmóvil en su asiento mientras veía a su hija moviéndose ferozmente intentando escaparse; uno de los hombres sacó una inyección y se la hundió en la nuca, rápidamente Kirika se quedó paralizada dando lugar a un profundo sueño.
-¿Dónde estoy?-dijo la chica agitando sus brazos, veía todo borroso ya que su vista todavía no se adaptaba al actual ambiente
Se escucharon unos pasos lentos que se hacían más graves cada vez que se acercaban; su vista borrosa se entonó oscura pero pudo captar un rostro con dos ojos completamente…rojos que desprendían una diminuta iluminación llamativa.
-¿Quién… quién eres tú?-dijo Kirika nerviosa
-Tu compañero de celda- respondió aquel sujeto con voz ronca
Rápidamente la muchacha se levantó y se frotó los ojos todo lo que pudo, se mantuvo con la cabeza agachada durante unos cinco minutos hasta que pudo visualizar su entorno perfectamente. Y era cierto, se encontraba una pequeña celda, con una cama sostenida por la pared y un lavado en el otro lado del sitio, todo las paredes eran de color crema y acolchonadas con un suave material de terciopelo, incluido el suelo. Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a susurrar repetidamente "porque yo…", las lágrimas se deslizaban por sus mejillas dándole un aspecto deprimente a aquella joven tan atractiva.
-¿Por qué lloras?- aquel sujeto se posicionó alado de ella
-¿Tú que crees? Mi vida se ha ido a la mierda- daba pequeños golpes al suelo soltando poco a poco tu frustración-No me merezco esto…
-No te lo mereces, pero para otras personas sí; tu acto no tiene perdón para otras personas-el sujeto se sentó- Él único que sabe que no te lo mereces soy yo
Kirika levantó su rostro para ver su cara de su compañero, pero llevó una desagradable sorpresa, aquel sujeto no era humano ni tampoco un animal… era un monstruo. Sus ojos se pusieron como platos, la chica no podía creer lo que estaba viendo. Aunque dudó unos instantes, recordó los acontecimientos que sucedió en Japón, cuándo seres inexplicablemente vivos aparecían en el planeta, ella lo había visto todo en aquella época, por lo que supuso que aquel sujeto era uno de ellos.
-Eres uno de esos monstruos que aparecieron hace muchos años e intentaron destruir nuestra ciudad, ¿Me quieres matar para probar tu fuerza? Adelante, yo ya no tengo más objetivos en esta vida.
-¿Y Takeru?-dijo el monstruo mostrando sus afilados colmillos
El sentimiento le vino a la cabeza a la vez que un ligero recuerdo
(Flashback on)
-¿Qué he hecho?- Kirika estaba temblando, sus manos estaban manchadas de sangre, la sangre de un pobre niño- pero… me siento bien ¿Por qué?
Las olas chocaban contra las piedras produciendo grandes salpicaduras que llegaban a los pies descalzos de la muchacha. El cabello lo tenía muy largo y se había prometido a ella misma hacerse otro estilo de peinado, uno que no le tapara su visión cada vez que se agachaba. Podía sentir los pasos de personas que transitaban por la calle, unos hablando más alto que otros pero eso no quitaba el escándalo que hacían; la sangre de sus manos se derramaba entre sus dedos goteando en una piedra singular, tenía la vista en aquello perdida en su propio recuerdo de hace unas horas. Había hecho algo horrible y ella lo sabía perfectamente, no fue un impulso de odio o de resentimiento hacia ese pequeño, no sentía ningún sentimiento negativo por su primo; todo lo contrario, ella lo quería un montón, era una de las personas con las que podía contar por el resto de su vida, después de todo… eran familia. Lo que sentía en ese momento fue felicidad al clavar un puñal en su espalda, los gritos del pequeño le hacían sentir placer y más ganas de seguir con su acto. Le siguió clavando en su tripa haciéndole un largo corto dando lugar a una hemorragia imparable; Kirika no se mantenía inexpresiva sino que de su boca expulsaba enormes carcajadas, carcajadas de una completa desequilibrada, a su vez repetía "Tengo el mejor primo del mundo"; el chico ya estaba muerto pero ella seguía clavándole un cuchillo en todas las partes de su cuerpo incluido sus pequeños pies. Ella no sentía miedo, ella sentía satisfacción.
Se levantó y fue hacia la orillas, se arrodilló y se limpió la sangre de un inocente. Ya estaba un poco seca por lo que resultó difícil quitar rastro en su totalidad, tardó unos buenos minutos en limpiarse, tenía los brazos cansados de tanto esfuerzo. Se levantó y fue hacia un espacio cubierto de arena aplanada para poder echarse un rato. Al echarse pudo contemplar que una cometa se dirigía a ella que terminó por darle un pequeño golpe en la frente.
-Lo siento, ¿te encuentras bien?-preguntó un chico rubio de ojos azules
-Pues…-al verlo más de cerca no pudo formular más palabras, aquel muchacho había roto el modelo de belleza, aquellas facciones que formaban su cara…-No paso na…da, no te preocupes
-¿Estas segura? Ese cometa venía con mucha velocidad-le dijo Kirika mientras le dedicaba una sonrisa
-Si segura…-extendió su mano en forma de saludo- me llamo Kirika Konoe, un gusto, voy a la preparatoria de la calle grande.
-¿Calle Grande?
-No importa…
-Pues verás Kirika Konoe, yo me llamo Takeru Takaishi- aceptó su saludo estrechando sus manos- y no puedo dejarte así
-¿Cómo así?-preguntó la chica dudosa y la vez entusiasmada
-Toma-Takeru sacó un papel de su bolsillo, y con un bolígrafo escribió su número de teléfono- llámame si te sientes mal
Pero en la cara de Takeru no estaba su típica sonrisa picarona que utilizaba cuándo hablaba con chicas; en su mirada se podía ver solo una verdadera preocupación pero ¿por qué? Aquel golpe no fue prácticamente nada, Kirika sospechaba de cuáles eran sus intenciones… pero solo captó una "Preocupación", ¿Acaso podía sentir su incomodidad por el acto que hizo hace unas horas? Ella creía que sí. Takaishi era especial. Y definitivamente en esos pocos minutos de conversación, se enamoró perdidamente de él.
Una voz se oyó a lo lejos, una voz suave y delicada.
-¡TK!, ¿Qué haces? Te estoy esperando-ella pudo ver a la chica a lo lejos, era algo baja de estatura y de pelo castaño
-¡Ya voy Kari, guapa!-respondió Takeru gritando levantando el brazo
Kirika se desanimó ¿Acaso era su novia? ¿Era novia de su amor a primera vista?, no podía permitir que eso pase; con su mirada de tigre visualizó muy bien a Hikari (de pie a cabeza) después soltó una risa diabólica el cuál TK se percató.
-¿Eso que ha sido?-preguntó Takeru extrañado
-Nada importante-se levantó del suelo y lo miró a la cara sonriéndole-Me voy, te llamaré si necesito algo… "TK"
-Si…-dijo TK algo confundido
El chico dio la vuelta con su cometa y fue rápidamente dónde su amiga se encontraba. Kirika los miraba desde lo lejos, en ese momento rondaban muchas cosas por su cabeza…"Solo Takeru y yo… quiero saber más acerca de esa tal Kari". Y se marchó.
(Flashback off)
-Takeru te amo…
-Yo puedo llevarte hasta tu amado-dijo el ser oscuro
-¿Así? ¿Cómo?-Kirika se mostraba muy interesada hasta el punto de cogerle un brazo fuertemente
Sacó un dispositivo negro del bolsillo y se lo acercó a ella, le dijo que lo cogiera "cógelo, no tengas miedo", la chica no dudó ni un instantes y le obedeció. Su puño donde sostenía aquel aparato comenzó a brillar exageradamente, duró unos instantes. Abrió su palma y vio una especie de dispositivo portátil futurístico. El ser se desprendió de su ropaje, dejándose ver completamente… por su forma era un demonio.
-¿Qué?...
-Me llamo Devimon, un ángel caído que busca un buen camino para enmendar mis errores y quiero comenzar ayudándote. Soy tu compañero Digimon, por lo que siempre permaneceremos juntos-Esbozaba una macabra risa-Lo que tienes en la mano es un Digivice, si tienes un problema, aprieta ese botón de la esquina y yo mismo sabré la manera de solucionarlo.
-¿Cómo nos vamos?
Devimon abrazó a la chica, al hacerla, ella pudo sentir una aura muy oscura y tenebrosa que recorría por su cuerpo… pero extrañamente se sentía cómoda, acompañada de un placer que la hacía sonreír y a pegarse más a su compañero. Cerró sus ojos cinco segundos, pero al abrirlos se encontraba en el mismo lugar donde conoció por primera vez a Takeru… era libre.
-¿Qué harás ahora Kirika?-preguntó Devimon
-Ir a mi cita con Takeru, claro está…-La muchacha se iba adelantando para llegar a la civilización- después le haré un sorpresiva visita a "Kari"
Ambos rieron y desaparecieron en una oscuridad profunda.
