Hola a todos de nuevo! Este será mi nuevo fic, el otro "Carlisle y Esme. Una historia de amor eterna" también voy a seguirlo. Lo prometí y así será.

Este fic se me ocurrió ya hace un tiempo y quería hacerlo pero no antes de acabar la "Luna de miel" del anterior fic.

Ya sé que siempre me repito pero me gustaría en este capítulo que me dejáseis algún reviews para saber si os ha gustado o no. No pido mucho y me haríais un gran favor.

Os podré facilitar mi twitter o alguna red social en la cual también dejar vuestras sugerencias, ideas...

Muchas gracias a todos aquellos que me siguen las historias y hacen que siga teniendo esta afición a escribir.

POV Esme

Estaba tumbada en la cama mirando al techo. Eran las 7 de la mañana y tenía que levantarme pues hoy era mi primer día en el trabajo. El año pasado me había sacado el título de pediatra aunque anteriormente ya tenía el de comadrona. Estaba muy feliz de poder empezar a trabajar en lo que me gustaba.

Me levanté y preparé la ropa que iba a ponerme dejándola toda bien colocada sobre mi cama para después meterme en el baño situado en mi cuarto y poder darme una ducha.

Cuando salí me vestí con una blusa morada y una falda azul oscura por debajo de la rodillas. Me puse unos tacones y me acerqué a la cómoda para arreglar mi cabello. Lo sequé y peiné dejándo la melena caer sobre mis hombros, haciendo ese ondulado que me encantaba como me quedaba.

Se me habían hecho ya las 7:40 am. Aún me quedaban 40 minutos para desayunar y llegar al hospital. Y así lo hice. Me preparé unas tostadas con mermelada junto con un zumo de melocotón. Estaba a regimén aunque mi amiga Alice decía que estaba perfecta y no me hacía falta tanta dieta. Creía que estaba obsesionada con ello, y quizá tenía razón, pero era mi forma de ser y no le quedaba otra que aguantarme.

Cuando ya solo faltaban 20 minutos para entrar a trabajar cogí las llaves de mi coche, las de casa y mi móvil metiendolo todo en mi bolso (excepto ambas llaves), donde ya tenía metido mi monedero y demás cosas, la mayoría innecesarias, pero ya se sabe, una mujer tiene de todo en el bolso.

Salí de casa y cerré con llave asegurándome de que había dejado todo bien cerrado. Caminé hasta mi coche aparcado una manzana más alejada a la mía. En mi barrio era complicado encontrar sitio donde aparcar y a veces aparcaba tan lejos que era una tontería haberlo cogido para ir a casa.

Visualicé mi coche, un seat de color blanco, bien cuidado y limpio. Me acerqué hasta éste quitándole el seguro y subí. El olor a vainilla que desprendía gracias al ambientador me encantaba. También lo usaba en casa aunque éste se podía notar más.

Encendí el motor y me puse la música baja y de este modo conduje hacía el hospital. Éste estaba en el centro y era uno de los más destacados del país, otra cosa por la que sentirme orgullosa. Cantaba la letra de las canciones, de amor principalmente.

Era una mujer soltera, a mis 26 años aún no me había enamorado de nadie, ni había mantenido relaciones de ningún tipo. En ocasiones Alice intentaba llevarme de fiesta pero a mí nunca me apetecía. ¿Qué haría una mujer como yo alli? Alice era más joven que yo, tiene 20 años y es más normal que fuese a ese tipo de eventos, pero no yo.

En cuanto llegué al hospital, cosa que me había llevado 15 minutos, aparqué frente a éste. Apagué el motor y bajé del coche. Sí, estaba nerviosa. A pesar de tener un título anterior de comadrona nunca había tenido oportunidad de trabajar en un hospital y eso me daba algo de miedo. No conocía a nadie y lo peor, ahora me esperaba la presentación frente a todo el doctorado del hospital y el director, como no, sería el que haría tal presentación. Intenté que no lo hicieran pero según el mandamas era parte del protocolo. Eso me había enfadado pero se me había pasado pronto, era una niñería y no iba a llevar más de 10 minutos, o eso esperaba.

Entré por la gran puerta del hospital llegando a la recepción. Parecía todo muy tranquilo para ser lunes. La sala de espera estaba casi vacía. Podía ver algunos enfermeros trasladando camillas a otras plantas, médicos firmando papeles en la recepción y auxiliares comprobando los carros.

Se respiraba tranquilidad, al menos de momento.

Me acerqué a la recepción y con una sonrisa me presenté y pedí que me dijese dónde se encontraba la sala de actos. Cuando me lo dijo fui directamente hacía allí aunque en la puerta tuve que pararme.

¡Dios estaba temblando de los nervios! Cogí aire y lo solté despacio antes de entrar. Habían muchos doctores hablando entre ellos, sentados en las respectivas sillas. Otros de pie. Entré cabizbaja, tímida. Mis mejillas debían estar sonrojadas al sentir la mirada de algunos sobre mí. Suspiré y me situé junto a la pequeña plataforma que simulaba un escenario.

En ese momento entró el director. Un hombre de edad avanzada, con pelo negro pero canoso. Iba bien vestido a pesar de su edad. ¿Cuantos tendría? ¿50 largos? Mejor sería que dejase de pensar en eso y me pusiese a pensar en que diría como discurso de presentación.

El hombre empezó a hablar hacía todos los médicos presentes los cuales estaban atentos, aunque otros susurraban algo a sus compañeros mientras dirigían miradas hacía mí. ¿Qué estarían diciendo? Quería salir de aquí, creo que sería una buena opción.

No me di cuenta cuando el director había dejado de hablar y me había llamado para dar mi discurso de presentación. Al parecer lo había hecho ya varias veces y yo no me había percatado. ¡Qué despistada! Cogí un poco de aire y subí a la pequeña plataforma. Me puse frente a todos echando un último vistazo a la sala. Me topé con unos ojos azúles que me miraban fijamente. Era un hombre alto, rubio, con expresión cansada. Llevaba su bata puesta aunque a decir verdad, parecía que no la hubiese lavado en semanas. A pesar del desastre que estaba hecho, seguramente por el día de trabajo que ya debía haber hecho, era atractivo y muy guapo.

Me volví a distraer mirándole pero en seguida volví a centrarme en el tema. Carraspeé un poco para hablar y fui mirando la sala por encima sin pararme en nadie.

-B-buenos días... Soy la doctora Esme Platt y me alegra poder empezar a trabajar como pediatra en este hospital. Para mí es un privilegio y doy las gracias al director por contratarme. Espero ejercer mi trabajo como se debe a pesar que es la primera vez que trabajo en esto. Espero obtener vuestra paciencia -Les dediqué una sonrisa algo temblorosa y me retiré.

Observé como la sala se levantó y fue saliendo hasta quedar vacía. Suspiré aliviada y fui a salir cuando el director llamó mi atención.

-Doctora Platt, recoja en recepción su identificación, le he dejado también un pequeño mapa para que vaya familiarizándose con el hospital. Qué tenga un buen día.

-Sí, gracias señor -Suspiré y salí dirijiéndome a recepción dónde me dieron la identificación y la carpeta con algunos papeles y efectivamente, con el mapa. Cogido todo fui al vestuario para poder cambiarme. Al entrar me senté en un pequeño banco delante de las taquillas. Era un espacio relativamente pequeño pero suficiente. Miré el mapa para situarme y ver en que planta estaba pediatria y por lo tanto mi consultorio.

-"Bien, planta sexta ala sur" -Pensé y me levanté abriendo mi taquilla. Cogí mi bata y me la puse atándomela. También me quité un collar, era de mi madre y me lo había regalado meses atrás, pero eran las normas, pelo recogido y joyas fuera. Guardé todo bien y me até el pelo en una cola alta. Cerré bien la taquilla y cogí mi carpeta saliendo del vestuario. Me dirijí hacía el ascensor. Eso no tenía perdida. Lo llamé y en cuanto las puertas se abriendo me monté. Me sorprendí con la rápidez con el doctor de ojos azúles habías subido antes de que las puertas cerrasen.

Toqué el botón que me llevaría a la sexta planta. El doctor me miró, según su insiccinia se apellidaba Cullen... "Doctor Cullen.." Pensé. Abracé la carpeta contra mi pecho. El ambiente estaba tenso y él solo me miraba. ¿Diría algo o iba a quedar ahí plantado mirándome? Suspiré nerviosa.

-Hola -Su voz aterciopelada me sorprendió. Elevé mi vista hacía él topándome con sus ojos- Soy el doctor Carlisle Cullen, un placer conocerla doctora Platt

-Lo mismo digo doctor...

-Puedes llamarme solo Carlisle... -Me mostró una hermosa sonrisa. Quería llegar ya a la sexta planta. Fijé mi vista en la pantallita que anunciaba en la planta que estábamos. La quinta...

-Esme, Esme Platt...

-Un placer, Esme

Solo le sonreí. Las puertas justamente se abrieron y yo salí escopeteada. Sentía mi corazón a mil y no sabía el porqué. Iba a ser un día duro y si estos nervios no se me pasaban iba a pasarlo mal. Me giré a mirarle ya alejada de la puerta del ascensor y le dediqué una sonrisa de despedida antes de marcharme a mi consultorio. Pasé por el pasillo y vi una fila de niños con sus padres. La mayoría parecían tener un costipado. "Pobres" Pensé.

Al entrar me senté sobre mi silla y prendí el ordenador mientras fijaba mi vista en el papel con las consultas que iba a tener en el día de hoy. Al menos unos 20 niños había en la lista con simtomas claros de una gripe.

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Ya eran las 12, hora de mi descanso. Ya estaba cansada pero la verdad es que había sido una mañana activa y había atendido a muchos niños. Me encantaba estar con ellos. Uno de mis deseos era ser madre, pero a este paso seguro que no lo conseguiría. Suspiré pesadamente y dejé todo en mi mesa saliendo de mi consultorio. Algunas de las pediatras de otras salas también salían. Se acercaron a mí y me saludaron amablemente. Todas parecían muy simpaticas. Una de ellas me invitó a la cafetería a almorzar junto a ellos, ¿Y por qué no iba a aceptar?

Fuí con ellas hasta la primera planta hablando del trabajo de toda la mañana. Algunas parecian quemadas, pues se quejaban de los lloriqueos de los niños más pequeños y de los berrinches de los más grandes. Yo sin embargo no me importaba en absoluto. Había conseguido calmar a todos y les había regalado una piruleta haciendo así que la visita les fuese menos pesada. Todos se habían ido sonriendo y algunos, incluso, querían quedarse un rato más conmigo. Eso me hacía gracia pero a la vez me llenaba de ternura.

Nos sentamos juntas en una mesa. En total eramos cuatro así que no tuvimos ni que juntas mesas. Me cogí una manzana y un zumo.

-¿Qué tal tu primer día? -Escuché que me preguntaba la rubia, Carol, así se había presentado.

-Bien, para mí no ha sido nada pesado. Me gusta lo que hago y tratar con niños.

Se miraron entre ellas y sonrieron. Entonces todas voltearon al ver entrar al Dr. Cullen junto a otro hombre, doctor también. Este tenía el pelo negro, algo largo. Ojos oscuros y también era bastante atractivo, aunque mi mirada se fue directamente a Carlisle. Las chicas empezaron a reir por lo bajo y yo las miré sin comprender que pasaba.

-¿Qué ocurre?

-¿Sabías que el Dr. Cullen junto al Dr. Vulturi son los más atractivos de todo de todo el hospital? Pero ninguno se fija en nosotras! -Suspiró frustrada echándole un último vistazo a Carlisle. Yo dirijí la mirada hacía él de nuevo y sonreí levemente bajando la mirada. Estaban en lo cierto, al menos Carlisle era muy atractivo.

Mientras me comía la manzana él se acercó y me miró con una radiante sonrisa.

-Doctora Platt, ¿Quiere venir a dar una vuelta por el hospital? Quizá quiera conocer todas las instalaciones -Me dedicó una hermosa sonrisa y asentí despacio. ¿Qué estaba haciendo? Miré a las demás compañeras y me disculpé levantándome de mi silla.

Salí de la cafeteria seguida de Carlisle el cual rápidamente se situó a mi lado. Sentía su intensa mirada sobre mí pero no le di ningún tipo de importáncia. Traté de no ponerme nerviosa y ser lo más natural posible.

-¿Todo bien el primer día, Esme?

-Sí, ha sido estupendo.. Me encantan los niños

-¿Tienes hijos? -Alcé la mirada hacía él y con la cabeza negué despacio.

-No, espero tenerlos algún día pero de momento... -Dejé la frase en el aire y decidí cambiar de tema- ¿Que especialidad tienes?

-Cardiología y neurología, aunque ahora me estoy sacando otra, oncología

Me sorprendí bastante con lo que me dijo. Se le veía un hombre inteligente pero visto todo lo que sabe y hace parecía apasionarle el trabajo, como a mí en cierto modo..

-Es admirable -Musité manteniendo mi sonrisa y ruborizándome un poco al haberlo dicho en voz alta.

Él solo se dedicó a sonreirme y fue enseñándome las diferentes estáncias del hospital. Me enseñó la planta en la que trabajaba. La verdad es que me hacía bastante falta una visita guiada. Iba bastante perdida y un simple mapa tampoco iba a ayudarme nada. Suspiré y decidí sentarme en uno de los bancos de la sala de espera. Él se sentó conmigo y me miró con preocupación.

-¿Estás bien?

-Solo cansada... -Le miré- Tranquilo, estoy bien, gracias por preocuparte

-¿A qué hora acabas tu turno?

-A las dos

-Bien, si quieres te llevo a casa, se te ve cansada y estamos a media mañana, ¿Qué me dices?

-No creo que sea necesario, Carlisle, vivo aquí al lado, no se moleste

-Como prefieras. Debo volver mi turno empieza ya -Me sonrío y dicho se fue hacía el ascensor. Suspiré al quedarme sola y yo también decidí subir a mi consultorio y ordenar un poco los pocos papeles que había acumulado en el día de hoy. Subí hasta allí y me dejé caer sobre mi silla empezando con la labor.

Y así pasé el resto de la mañana. Ordenando y atendiendo nuevos niños. Cuando se hizo la hora de plegar fue un alivio para mí. Recogí las cosas que me llevaría a casa y bajé hasta el vestuario dónde dejé mi bata y alguna cosa más. Cogí mi bolso metiendome los informes y me acerqué a la recepción firmando mi salida. Sonreí a la recepcionista con amabilidad y salí camino hacía mi coche.

Cuando me senté me tomé unos minutos para relajarme. Encendí el motor y puse la música. Deseaba darme una ducha calentita y poder descansar un rato. Había sido un día agotador.

Otra cosa que no pude quitarme de la cabeza en todo el día fue a él, a Carlisle. La conversación, la visita guiada. Suspiré y de este modo me fui a casa. Iba a descansar. Mañana sería un nuevo día.

La semana que viene dejaré el siguiente. Me ha costado y no sé si está muy bien.. pero de momento es lo que hay.

Espero que les guste.

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